Un análisis de la situación de la Argentina en el Índice Elcano de Presencia Global (IEPG), representativo del concierto general de las naciones.
El Real Instituto Elcano se define como “una fundación privada, independiente de la administración pública y de las empresas que mayoritariamente la financian. Se constituyó, bajo la Presidencia de Honor de S.A.R. el Príncipe de Asturias, el 27 de diciembre 2001, para servir de foro de análisis y discusión sobre la actualidad internacional y muy particularmente sobre las relaciones internacionales de España”. Su sitio de internet había sido visitado más de diez millones de veces al día 4 de julio pasado.
Una de las líneas de trabajo del Instituto consiste en el Índice Elcano de Presencia Global (IEPG) . Se trata de un indicador que incorpora variables políticas, económicas, militares y otras denominadas “blandas”, siguiendo la ya consagrada noción del soft power de Joseph Nye, que incluye elementos como la cultura, los deportes, la ciencia, la educación, la cooperación al desarrollo, etcétera.
El concepto de “presencia global”, así definido, podría ser representativo de la relevancia, influencia o “inserción” de cada país en el concierto general de las naciones, en un periodo dado. Es claro que no se trata de categorías mensurables como aquellas de las que tratan las ciencias físicas. Sin embargo, permiten ofrecer un panorama con mayor fundamento del que sostienen las consideraciones puramente voluntaristas que caracterizan algunas veces los discursos oficiales de los gobiernos de los países. Sobre estas bases se determina anualmente la posición de sesenta países de todos los continentes.
El informe correspondiente a 2012, recientemente divulgado, coloca en los cinco primeros puestos a los Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, China y Francia; y en los últimos cinco puestos a Estonia, Malta, Letonia, Chipre e Islandia.
La Argentina ocupaba el puesto 36 en 2012 y el 34 el año anterior. Por encima de ella, en nuestra región, estaban Venezuela, México y Brasil; y globalmente, otros países como Emiratos Árabes Unidos, Nigeria, Tailandia, Malasia y Singapur.
Cabe imaginar cuál sería la ubicación de nuestro país en el IEPG, si por ejemplo, la ayuda al desarrollo de la Argentina guardara proporción con su carácter de país gran productor de alimentos; o si se hubieran hecho a tiempo las necesarias inversiones para mantener niveles significativos de sus exportaciones de energía.
El IEPG es, pues, un instrumento analítico interesante, aunque limitado, para evaluar el standing variable de la tercera parte más importante de los estados que existen hoy en día. Para tener una visión todavía más amplia, es posible consultar otras fuentes como las que evalúan indicadores de transparencia, libertad de prensa, o los informes que anualmente llevan a cabo los Estados Unidos sobre libertad religiosa y trata de personas. Ninguno de ellos contiene “la” verdad, pero en su conjunto son útiles para seguir los grandes trazos comparativos de los principales actores que deciden la agenda de las relaciones internacionales.
Más allá de su innegable utilidad, ninguno de ellos podría reemplazar la decisión de cada país por ocupar el lugar que le corresponde en el ordenamiento internacional, en virtud de los dones recibidos y la responsabilidad con que los haya sabido administrar, año tras año.
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Join discussionInteresante saber que nuestro país está en la mitad de la tabla, es decir que no estamos “fuera del mundo” como sostienen las consideraciones puramente voluntaristas que caracterizan algunas veces los discursos opositores.
Me cuesta imaginar cuál sería la ubicación de nuestro país en el IEPG si, por ejemplo, se contabilizaran los capitales fugados que denunció Bergoglio en el 2009 como “Stock de inversión directa extranjera en el exterior” o si hubiéramos ganado el mundial de fútbol de la FIFA o incorporado “portaviones, cruceros, destructores, fragatas, submarinos de propulsión nuclear, buques anfibios principales, aviones de transporte estratégico medios y pesados y aviones cisterna”.
O si se tomaran en cuenta las enormes diferencias de criterios y legislación para el otorgamiento de patentes, que permitieron que un “dispositivo circular para facilitar la locomoción” (la rueda!) se patentara en países que algunos califican como “serios”.
Crease o no, todos estos son algunos de los “indicadores” que determinan con sus respectivas ponderaciones el utilísimo IEPG.
Me gustaría saber cómo evolucionó nuestro IEPG a lo largo de los 25 años en que fuimos los mejores alumnos del FMI, teníamos relaciones carnales con EEUU, nos endeudábamos ferozmente, extranjerizábamos la infraestructura y empresas del país, destruíamos la industria y mandábamos a lavar los platos a los científicos argentinos.
Ese cuarto de siglo perdido, cuando se construyó un sistema que borró, literalmente, al sector público del control y planificación de áreas fundamentales como la energética e industrial, recién ahora recuperadas.
Más interesante sería analizar índices internacionalmente relevantes, como el de Gini que muestra como la desigualdad y la exclusión crecen en Europa y EEUU y en cambio ha bajado significativamente en Argentina en la última década.
Pero en la línea de Criterio cualquier índice sirve para desmerecer y desalentar a los argentinos.