get-papa-francisco-visita-a-brasilLa visita de Francisco a Brasil desde la experiencia de una periodista argentina que sigue los pasos del Papa desde su elección.

Primerea –y sorprende– cuando le habla a los jóvenes del rol fundamental de los ancianos1 en las relaciones humanas dentro del marco de la Jornada Mundial de la Juventud y utiliza recursos fulboleros2 para referirse al rol de la juventud en la transmisión de la fe.

Primerea –y sorprende– al periodismo especializado que lo acompañó en su viaje de retorno a Roma después de su semana carioca: conferencia de prensa con agenda abierta a preguntas y respuestas sin ambages ni gambetas.

Primerea  –y sorprende– a obispos, sacerdotes y religiosos cuando los insta paternalmente a desinstalarse y abordar las periferias, tocar el barro de las vidas olvidadas en las sociedades consumistas y entrar en la llagas del hombre del siglo XXI que requieren mirada, cercanía, atención privilegiada.

Los neologismos le caben muy bien al papa Francisco. Entre primereadas y sorpresas, transcurrieron siete juveniles3 días en tierra brasileña. Y entre Aparecida, la favela y la playa, fueron muchos los que pusieron a prueba su capacidad de estar a la altura de los pedidos del Santo Padre, gimnasia creativa si las hay. La organización central de la Jornada resultó escasa a la hora de dar respuesta el encuentro con argentinos, pedido expreso del Pontífice: la catedral carioca resultó chica (aunque en su interior el 25 por ciento del espacio estaba desocupado), 30 mil jóvenes peregrinos argentinos quedaron afuera bajo la lluvia y el frío y la prensa no pudo trabajar con los reaseguros lógicos y mínimos de una cobertura de este tenor y trascendencia. Cabe aquí destacar los esfuerzos de muchos –embajada y consulado, obispos y sacerdotes argentinos y brasileños, así como dirigentes de la Pastoral Nacional de Juventud Argentina–, a quienes se les debe que la cultura del encuentro, parte de la prédica habitual y medular de Francisco, pasara del deseo a la realidad.

Sí. Francisco fue en los corazones de la gente y en las pantallas un punto blanco rodeado de colores –sus zapatos negros puntearon sencillez junto con su maletín tanto al llegar como al partir de Río de Janeiro–. Los peregrinos embanderados y tenaces que obraron milagros saltando vallas, burlando los exigentes –a veces desmedidos– controles tanto de las fuerzas de seguridad como de los voluntarios; fueron malabaristas del tiempo y las distancias para llegar incluso a los puestos de distribución de la comida y a los baños en el camino a la playa de Copacabana, donde se producían los encuentros masivos tan esperados con el Papa Francisco.

“Qué mal que estamos [como sociedad] que nos sorprende lo que debería ser natural” y “Millones de jóvenes viajaron a Río de Janeiro para no ver al Papa” fueron dos frases que Eduardo García, obispo auxiliar de Buenos Aires, pronunció con la naturalidad de lo que parece evidente, otorgando palabras a la maravilla de esos días de inmersión de fe y testimonio.

Los “blindados de amor” ante las adversidades fueron los peregrinos. El Papa los abrazó en multitudes que se sintieron cerca. Gestos, intercambios, oraciones compartidas, idas y venidas, pies que encontraron en las agradables aguas del Atlántico carioca un alivio casi celestial. Una Iglesia en marcha, ritmificada por el Papa. La humanidad en su gran mayoría se siente impactada positivamente por su mensaje. Signos de este tiempo de la historia.

1. “¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe! Refiriéndome al ambiente familiar quisiera subrayar una cosa: hoy, en esta fiesta de los santos Joaquín y Ana, se celebra, tanto en Brasil como en otros países, la fiesta de los abuelos. Qué importantes son en la vida de la familia para comunicar ese patrimonio de humanidad y de fe que es esencial para toda sociedad. Y qué importante es el encuentro y el diálogo intergeneracional, sobre todo dentro de la familia”. Del discurso del papa Francisco antes del rezo del Ángelus el 26 de julio.

2. “¡Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo! Nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, la vida eterna. Pero nos pide que entrenemos para ‘estar en forma’, para afrontar sin miedo todas las situaciones de la vida, dando testimonio de nuestra fe”. Del discurso del papa Francisco en la vigilia del 27 de julio.

3. “¿Su salud? [refiriéndose a la del Papa] Es perfecta, marcha muy bien, en una forma increíble después del movimiento y las actividades que ha desarrollado” dijo Federico Lombardi en conferencia de prensa el sábado 27 de julio, según informó el Equipo de Comunicación y Prensa de la CEA.

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