El papa Francisco ha dispuesto que el próximo Sínodo aborde “los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización”. Lo particular en esta ocasión es que habrá dos etapas: la primera se extiende hasta octubre de 2014 orientada a clarificar y describir el estado de la situación. Para este fin se realiza una consulta a las diócesis por medio de un cuestionario que se encuentra en Internet. En octubre de 2014 se realizará en Roma una Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, de la cual participarán únicamente los presidentes de las Conferencias Episcopales de cada país y algunos responsables de organismos del Vaticano. Allí prepararán el temario para la segunda etapa: la Asamblea General Ordinaria prevista para octubre de 2015, en la cual participarán varios delegados más –en la última, de la Argentina fuimos cuatro– y tendrá por finalidad “buscar líneas operativas para la pastoral de la persona humana y la familia”, según consigna el documento preparatorio.
En ese mismo documento se hace mención a “la amplia acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y sobre la ternura en relación a las personas heridas, en las periferias geográficas y existenciales: las expectativas que se derivan de ello acerca de las decisiones pastorales sobre la familia son muchas”.
La consulta tiene 39 preguntas agrupadas en 9 títulos. Comentaré dos de estos grupos de preguntas: “Sobre el matrimonio según la ley natural” y “Otros desafíos y propuestas”. El título 2 nos trae cuatro preguntas para orientar la participación y los aportes.
El concepto de ley natural no es tan aceptado hoy por nuestra cultura. Hace unos meses, en un programa emitido por un canal de cable, el conductor hablaba de este tema dando al término “natural” una aplicación distinta, casi banalizando o ironizando su contenido. Tomaba imágenes en un supermercado y en otros lugares de la ciudad, y relataba algo semejante a esto: “Si tomás frío es ‘natural’ que tengas gripe; si te aumentan los precios es ‘natural’ que te enojes; pero este concepto no se puede aplicar de la misma manera a tener relaciones sexuales con el mismo u otro sexo, ya que eso depende de la libertad de cada uno y no de algo determinado por la naturaleza”. El programa insistía en mostrar la inexistencia de la “ley natural” y presentarla como afirmación solamente de los católicos.
Hoy nuestra sociedad está imbuida de algunas visiones antropológicas reduccionistas y de carácter inmanente, con un fuerte acento en las libertades individuales, casi como un absoluto.
Hablando con algunos docentes de filosofía y antropología (laicos y sacerdotes) me manifestaban la dificultad que encuentran para sostener los fundamentos antropológicos trascendentes. En el libro que recoge los diálogos entre el cardenal Carlo Maria Martini y el profesor Umberto Eco se muestra esta tensión, y la dificultad para encontrar respuestas convincentes.
El clima de relativismo imperante ha debilitado el concepto de ley natural. Por eso unos cuantos entienden el matrimonio como unión estable entre varón y mujer ligado a una opción “religiosa” y no como imperativo de la “ley natural”. No se acepta que en este ámbito lo que es tomado como ley natural rija para toda la sociedad, y se lo encasilla solamente para los creyentes como opción individual. A nivel general, se acepta lo valioso de la familia, y se desea que sea estable o permanente, pero “comprendiendo” que no dure para siempre. Hoy en día varios matrimonios unidos sacramentalmente celebran sus 25 o 50 años de casados, pero sus hijos en general no aspiran llegar a esas celebraciones.
Además, lo referido a la ley natural no sólo se vincula al matrimonio y la familia.
También incide en torno a los fundamentos antropológicos de los derechos humanos.
Se ha reemplazado el concepto de “verdad” por el de “consenso”, otorgando más lugar al Estado como el que concede los derechos y no como el que los reconoce con su fundamento en la misma persona. Esto suele darse entre los bautizados en general, excepto unos pocos que han tenido acceso a programas formativos sistemáticos por medio de algún movimiento.
El punto 9 nos abre a “otros desafíos y propuestas”. Una de las cuestiones que inciden de modo importante es lo referido a lo social. Dejo de lado lo relativo a la madurez afectiva o inseguridades personales, que no he visto bien desarrollado en el documento. Freud decía que el paso de la adolescencia a la juventud adulta se produce por la estabilidad en el trabajo y el amor. La falta de trabajo y la pobreza conspiran contra el deseo de casarse de algunas parejas jóvenes que no ven posible el sustento de un nuevo hogar. Varias situaciones de convivencia entre novios están vinculadas a la falta de estabilidad laboral. Además, en las viviendas en las cuales hay hacinamiento y pobreza, suelen darse episodios reiterados de violencia doméstica y alcoholismo.
En esas condiciones los vínculos afectivos son más débiles y se producen rupturas matrimoniales.
Muchas veces en los diálogos entre cristianos surgen preocupaciones e inquietudes acerca de la familia y las actitudes pastorales que tienen algunos sacerdotes y comunidades cristianas. Esta consulta es una oportunidad de acercar a las diócesis nuestros desvelos y aportes.
El autor es Obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina