Francisco ofrece motivos para soñar con una Iglesia más inclusiva, donde los laicos, y en especial las mujeres, religiosas y laicas, puedan ocupar roles protagónicos en las comunidades.Cuando escribo estas líneas todavía no ha pasado un año desde la elección de Francisco como sucesor de Pedro, pero ha cambiado tanto el clima de la Iglesia católica que parece que han transcurrido varios años. Sin embargo, lo acontecido no tiene que ver ni con nuevas definiciones dogmáticas ni con reformas estructurales, (al menos no aún). En este cambio de escenario tenemos que hablar sobre todo de gestos y de un cambio de actitud en y hacia la Iglesia católica.
Me explico: a mi parecer el Papa argentino ha hablado en diversas oportunidades, pero ha sido escuchado sobre todo por sus gestos, que han sido de lo más variados: la elección de Santa Marta como lugar de residencia, el uso de un auto sencillo para movilizarse, unos zapatos y un portafolios que conocemos bien en Buenos Aires, llamadas espontáneas y sin intermediarios a amigos o a personas afectadas por alguna circunstancia, su cercanía con los refugiados en Lampedusa, abrazos a los enfermos, ancianos y niños… Algunos de estos gestos, incluso siendo más bien pequeños o cotidianos, han tenido un impacto enorme. La razón del impacto la expresó bien el presidente Obama cuando le preguntaron por qué admiraba al papa Francisco: “Porque hace lo que dice”. Obviamente, la coherencia y la unidad entre gestos y palabras dan al discurso de una persona una autoridad innegable.
Los gestos de Francisco que más han impactado parecen apuntar sobre todo en dos direcciones: la austeridad y una interpretación del poder como servicio. Que un Papa hable de ir a los pobres y él mismo lave los pies el Jueves Santo en una cárcel de menores acredita totalmente su discurso, y que advierta sobre el peligro del clericalismo y de los riesgos de concentrar el poder en la Iglesia, y al mismo tiempo se presente como obispo de Roma y convoque un organismo colegiado (el llamado G-8) para ayudarlo a gobernar a la Iglesia en todo el mundo, refuerzan su autoridad moral dentro y fuera de la comunidad eclesial.
Aquí me quiero detener en el impacto de estos gestos y palabras especialmente en los laicos. Por el mes de octubre de 2013, el cardenal Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa y miembro del G-8, dijo que Francisco está evaluando la posibilidad de crear un Dicasterio para laicos, arguyendo que existe un Consejo para los laicos pero no una Congregación como la hay para los obispos, el clero o la vida religiosa, siendo que los laicos son mayoría en la Iglesia. Esto sólo por citar una señal de las enviadas por Francisco, como una refrescante vuelta a las fuentes: el poder como servicio y ministerio compartido para el bien de todos. La Iglesia-comunión, de la que tanto nos habló el Vaticano II, se va plasmando lentamente.
El 17 de abril pasado, en la predicación de la Misa en Santa Marta, frente a un grupo más o menos numeroso de laicos, Francisco habló sobre el protagonismo de los mismos en la Iglesia: “Yo pienso en nosotros, bautizados: si nosotros tenemos esta fuerza y pienso: pero nosotros, ¿creemos en esto? ¿Que el bautismo baste, sea suficiente para evangelizar? O “esperamos” que el sacerdote diga, que el obispo diga. ¿Y, nosotros?”.
El Papa se expresa desde el lugar del bautizado, y en realidad no dice nada nuevo, nada que no hayamos leído en los documentos del Magisterio, pero como observó Nancy Gibbs, la editora de Times (publicación que lo eligió como personalidad del año), Francisco ha conservado la letra, pero ha cambiado la música. Habla de lo mismo, pero lo dice distinto, desde otro lugar, con otra fuerza. Una cosa es referirse en abstracto al protagonismo de los laicos y otra que el Papa afirme: “No esperemos siempre que el sacerdote nos diga lo que tenemos que hacer”. Evidentemente, y como queda reflejado en la Evangelii Gaudium, Francisco habla de una “Transformación misionera de la Iglesia”, y con esa expresión apunta no sólo a la “Iglesia en salida” (EG 20-23), sino también a la “impostergable renovación eclesial” (EG 27-33), a la conversión y a la renovación de las relaciones intraeclesiales.
Al ser interrogado sobre el sacerdocio para las mujeres, Francisco dijo que es un tema cerrado y creo que no es esperable que de momento se debata el asunto oficialmente. Pero al hablar del papel de la mujer en la Iglesia, apuesta por trabajar más hasta elaborar “una teología profunda de la mujer”, y en pos de que “el genio femenino esté en los lugares donde se toman las decisiones importantes”.Añadió que es necesario “ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la iglesia”. El 12 de octubre pasado, en el discurso a los participantes en la convención celebrada con ocasión de los 25 años de la carta apostólica Mulieris Dignitatem, Francisco dijo: “Sufro, y les digo la verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas instituciones eclesiales que la mujer queda relegada a un papel de servidumbre y no de servicio”, e insistió en la necesidad de una reflexión de toda la Iglesia “para dar mayor valor a la presencia de las mujeres”.
¿Qué significan concretamente estas afirmaciones? Que sin cambiar nada de las reglas vigentes, Francisco está señalando que todavía queda mucho por hacer en cuanto a dar participación a las mujeres en la Iglesia y esto no sólo en algún cargo en Roma, sino en lugares mucho más cercanos: los consejos pastorales diocesanos y parroquiales, por ejemplo. Se aplica particularmente a las mujeres lo que se dice del laicado en general: son mayoría, mueven la vida de las comunidades, pero no suelen estar en los lugares donde se toman las decisiones. Para ello no es necesario cambiar ninguna norma, pero sí modificar la manera de relacionarnos en la Iglesia. Creo que Francisco, con sus gestos, nos está dando motivos para soñar con una Iglesia más inclusiva y con una participación más protagónica e incisiva de los laicos y de las mujeres (religiosas y laicas), en la vida de las comunidades.
Me refiero especialmente a sus palabras en el encuentro con el comité de coordinación del CELAM en Río de Janeiro el 28 de julio de 2013.
La información puede consultarse en http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2013/10/28/el-papa-sopesa-crear-un-dicasterio-para-los-laicos
Entrevista realizada por Antonio Spadaro, director de Civiltá Católica entre el 19 y el 23 de agosto de 2013. Puede consultarse en http://www.razonyfe.org/images/stories/Entrevista_al_papa_Francisco.pdf