Miguel Rodríguez Arias concretó Francisco de Buenos Aires, un trabajo que destaca aspectos fundamentales de la vida del sumo Pontífice y de su primer año de papado.
Miguel Rodríguez Arias es un reconocido documentalista argentino aunque siempre haya preferido el perfil bajo. Pero sus trabajos, como el celebrado Las patas de la mentira, que inauguró el programa de debate político en base al análisis del material de archivo; o el profundo documental sobre el juicio a las juntas militares El Nüremberg argentino, lo confirman como uno de los fundamentales realizadores locales. Su frondoso archivo, que reúne nada menos que 50 mil horas de programas televisivos, es la fuente segura para la reconstrucción de la memoria televisiva reciente y permite hilvanar con autosuficiencia buena parte de la construcción del relato audiovisual. Rodríguez Arias, quien se reconoce como agnóstico pero recuerda la cotidiana presencia de Criterio en la casa paterna, en diálogo con esta revista afirmó: “Siempre pensé que podía haber en su elección como papa la génesis de un documental, y empecé a investigar qué teníamos en el archivo. Encontré varias homilías, algunos programas que hizo con el rabino Skorka y, cosa muy interesante, las misas que daba en el barrio de Constitución organizadas por la fundación La Alameda. La gran intriga era ver quién era Bergoglio y si existía una coherencia entre el discurso y la práctica”.
–¿Y qué encontró?
–Yo tenía la información que venía de los diarios, que no tiene la amplitud que puede dar una investigación. En esos días salió la reedición del libro de conversaciones de Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti y allí encontré muchas claves para seguir, y luego la llamamos a María Elena Bergoglio para entrevistarla. Me habían dicho que cuando fuera a verla iba a encontrarme con una ama de casa muy simple, pero se trata de una persona de gran formación. Una constante es la austeridad practicada, y lo que más pesaba en su educación familiar era el ejemplo. Eso es lo que pasa con Bergoglio: tiene credibilidad y poder político y religioso por su coherencia y está provocando una revolución de la igualdad.
–¿Cómo se vincula con todo este universo siendo agnóstico?
–Soy agnóstico pero no tengo ningún rechazo hacia la Iglesia; mi hija misiona, acompaño a mi mujer a misa y mis padres eran muy católicos. Mi madre era profesora de religión y moral recibida en el Instituto Superior de Cultura Religiosa en la calle Rodríguez Peña. Tuve una formación católica y, más allá de mi definición como agnóstico, siempre me preocupé por el destino y por los problemas que aquejaron a la Iglesia.
–¿En que se diferencia Francisco de Buenos Aires de otros trabajos que ya se hicieron sobre el Papa? ¿Pudo verlos?
–Vi todo lo que tuve a mi alcance, como los de Discovery, History, Nat Geo, uno más de la productora española Goya, y otro hecho acá que era muy pobre y parecía un power point. Lo primero que diferencia a Francisco de Buenos Aires es el archivo, ya que es muy difícil conseguir material sobre él. Nosotros somos archivistas y sabemos lo arduo que es encontrar registros. Nosotros tenemos todo lo referente a él desde el año 2000, e incluso contamos con imágenes anteriores que nos cedió Fernando Pugliese de cuando hizo Tierra Santa y pidió asesoramiento a Bergoglio. Ya en ese encuentro se manifiesta su profundo interés por el diálogo interreligioso.
–¿Qué encontró en esa sistemática revisión de archivo?
–Su deseo, muy marcado, de recuperar los valores del Concilio Vaticano II. Eso aparece en los testimonios y también en libros como los de Omar Bello o Elisabetta Piqué. Y la amplitud de Bergoglio, como visitar en su lecho de muerte a monseñor Jerónimo Podestá, y luego hacerse muy amigo de Clelia Luro. Nosotros la entrevistamos tres días antes de su muerte y está su testimonio de que se comunicaron todos los domingos durante 13 años. La recuperación de esos valores también se manifestaba en su preocupación por los pobres, la colegialidad, el diálogo interreligioso… conceptos que Pablo VI no pudo recuperar; luego Juan Pablo I fue papa 33 días y, a posteriori, Juan Pablo II y Benedicto XVI, que no se ocuparon. Francisco siempre lo tuvo muy claro.
En el momento de ser electo papa existieron denuncias sobre su participación en la última dictadura militar. ¿Cómo aborda ese tema en el documental?
–Entrevistamos a Nello Scavo, que escribió La lista de Bergoglio, y es un testimonio fundamental en base a una investigación muy buena. Es curioso porque, a veces, un investigador extranjero con tiempo limitado consigue datos más interesantes. Me pasó lo mismo con un investigador enviado por la corona holandesa para averiguar sobre las actividades del padre de Máxima Zorriagueta, para otro documental que hice llamado Civiles y militares. Tengo también las declaraciones de Bergoglio en los juicios por lesa humanidad donde, interrogado por Luis Zamora, responde todas las preguntas. Hay tres fragmentos de ese juicio y es un capítulo muy importante.
–¿Y con relación a las críticas al gobierno kirchnerista?
–El documental deja algo bien claro: él criticó a todos los gobiernos. Tenemos las homilías ante De la Rúa, Duhalde e incluso el último al que fue el matrimonio Kirchner en la Catedral metropolitana. Él critica una situación social, un sistema y realidades muy concretas y lo explica cuando se refiere al ansia de lucro sin límites.
–¿Hay alguna mirada crítica a la figura de Francisco?
–La mirada critica está más enfocada en el Vaticano que en el Papa, porque él viene a transformar la Iglesia. Lo que encontramos fueron muchas de sus autocríticas, entonces… ¿qué mejor que incluirlo autocriticándose? Porque nadie lo hace, mucho menos un líder de su envergadura, y entonces tiene mucho más valor que la crítica. Entrevistamos al director del Centro Televisivo Vaticano, monseñor Dario Edoardo Viganó, que fue director de cine, y nos dijo: “La gente venía a Roma a ver a Juan Pablo II, venía a Roma a escuchar a Benedicto XVI, y ahora viene a abrazar a Francisco”. No hay muchas críticas que puedan hacérsele porque, simplemente, Francisco predica con el ejemplo.
“No se puede hablar del cónclave”
Uno de los entrevistados por Miguel Rodríguez Arias es el cardenal argentino Jorge Mejía, bibliotecario y archivista emérito de la Santa Sede y director de Criterio entre 1957 y 1978. “Mejía ayudó mucho a Bergoglio a prepararse para el cónclave. Por el estrés, unos días antes, sufrió un infarto y lo internaron. El 14, luego de que fuera elegido papa, Bergoglio lo visitó en la clínica donde estaba en terapia intensiva. Hablaron muy poco del cónclave porque es secreto, pero nos dice Mejía a cámara: ‘Me dijo una sola cosa, que en un momento no se sabía cómo venía la cosa pero de golpe se dio vuelta la tortilla, y yo sabía qué significaba que se había dado vuelta la tortilla, y sabía que un lado de la tortilla lo tenía frente a mí”.