loris-zanatta_fondo-magazineEn este texto que corresponde a la presentación del historiador argentino respecto de su par italiano en la Academia Nacional de la Historia, destacó su capacidad para enlazar a Europa y América, a Italia y a la Argentina.evitaLoris Zanatta obtuvo su primer título en la Universidad de Bologna, para luego coronar su formación académica en la Universidad de Turín. Es un historiador en plena madurez que ha tenido la virtud de emprender un camino historiográfico capaz de enlazar a Europa y América, a Italia y a la Argentina, investigando un período que se sitúa a caballo entre los siglos XIX y XX. Es decir, aproximadamente los cien años que transcurren entre 1850 y 1950: un lapso de enormes transformaciones que, según la perspectiva que nos ofrece una comparación histórica entre la Argentina e Italia, recoge momentos trascendentes: aquí se dictó, en 1853, una constitución que abriría curso, entre otros procesos, al fascinante impacto de la inmigración italiana; y cien años después, en aquella sociedad sujeta a semejante mutación demográfica, gobernaba el peronismo. No menos significativos fueron los cambios en la antigua península, cuna de civilizaciones. Podríamos aducir el Risorgimento a la República, pasando por los traumas de dos guerras mundiales y del fascismo. En este abigarrado teatro de cambios y continuidades, a Loris Zanatta le ha interesado la historia política comparada de las religiones y, en particular, de la Iglesia católica en el mundo latino. Su tesis de doctorado en Turín, bajo la coordinación del profesor Marcello Carmagnani, llevó por título Dallo Stato liberale alla Nazione Cattolica. De ella brotaron sus dos primeros libros: Del Estado liberal a la Nación católica. Iglesia y ejército en los orígenes del peronismo: 1930-1943, publicado en 1996, y Perón y el mito de la “Nación católica”. Iglesia y ejército en los orígenes del peronismo: 1943-1946, de 1999. Posteriormente, en la primera edición del año 2000, Zanatta dio a conocer la Historia de la Iglesia argentina. Desde la conquista hasta fines del siglo XX, escrita en colaboración con el historiador y apreciado colega Roberto Di Stefano.

Por fin, en 2009, vieron la luz su Breve historia del peronismo clásico y en este año su Eva Perón. Una biografía política. Se trata de cinco obras que nos colocan de lleno en el centro de lo que el historiador italiano Guglielmo Ferrero calificó hacia 1941 como un crisis histórica en torno a la legitimidad del poder. Esta crisis abarcadora, partera de violencia y fracturas sociales, puso en la picota los fundamentos del orden constitucional y liberal mediante impugnaciones provenientes de diferentes corrientes ideológicas, entre las cuales sobresalían, tanto en Italia como en la Argentina, el fascismo, la acción creciente de la Iglesia católica, el ejército y, por fin, sin cerrar la lista, el peronismo. De este choque entre esos principios viejos y nuevos, revolucionarios y reaccionarios, que disputaban el control político de aquellas naciones, han derivado muchas interpretaciones. En efecto, no dudo en calificar con alta valoración la interpretación de Zanatta acerca de esta crisis histórica, al comprobar el riquísimo cruce de métodos, una encrucijada ciertamente creativa en la cual se ubican estas investigaciones. Por un lado, una metodología historiográfica que no rehúye extraer frescas e innovadoras documentaciones de fuentes de antiguo uso, como por ejemplo la correspondencia diplomática que registra su biografía sobre Eva Perón. Por otra parte, una sólida formación teórica que lo habilita a tipificar, con renovado atractivo, los regímenes políticos que se fueron formando al calor de aquella crisis de legitimidad. En este conjunto de nuevas respuestas, que pretendían descartar la tradición republicana del estado liberal democrático, Zanatta ha elegido, para efectuar un sólido análisis histórico, las formas del catolicismo autoritario y el papel que en dicha empresa le cupo en ese momento a la Iglesia católica. Las instauraciones de regímenes que se presentaron bajo diversos rótulos en Portugal, España, Francia y la Argentina se condensaron, en buena medida, en lo que él denomina “el mito de la Nación católica”, que adquirió relevancia en la Argentina en particular –aunque sus orígenes sean más lejanos– a partir de 1930. Pero si bien este principio de legitimidad de un orden jerárquico y resueltamente antipluralista, fundando en la fusión entre una religión dominante que definía la esencia de la Nación y del Estado, alcanzó un breve apogeo entre 1943 y 1946, fue gracias a la multitudinaria irrupción del peronismo que ese resorte tradicionalista se combinaría con otras tradiciones derivadas en clave totalitaria del fascismo y, en clave más próxima en el tiempo, del populismo y de la legislación social. Todo ello envuelto en la oferta carismática de un “liderazgo bicéfalo”, según Loris Zanatta, que ejercieron Perón y Eva Perón. Es posible enumerar los siete rasgos de este miembro de la familia de los “fascismos genéricos” en el Epílogo a la Breve historia del peronismo clásico: “…en primer lugar, el nacionalismo, entendido tanto en términos políticos e ideológicos como culturales y espirituales, y su reverso, el antiimperialismo o la xenofobia, conjugados en clave de contraposición ideológica a las influencias externas, que el peronismo suponía que atentaban contra la integridad histórica y social de la nación; luego, en segundo lugar, su instintiva aversión por el pluralismo, en el que el peronismo vio siempre emboscada la artificial división del cuerpo orgánico de la nación, la enfermedad que atentaba contra la salud y la armonía del organismo social; en tercer término, el esfuerzo por organizar y nacionalizar a las masas y a los diversos sectores sociales a través de una representación funcional, es decir, corporativa, estructurada en torno del Estado, el partido y el líder, fundidos en un único haz y, con el tiempo, cada vez menos diferenciables, lo cual implica una representatividad ‘de hecho’ que en el régimen peronista pesó siempre mucho más que la representatividad formal, expresada a través del voto; en cuarto término, su irrefrenable tendencia a suprimir, en nombre de la unidad de la nación, las divisiones entre los poderes del Estado, típicas del constitucionalismo liberal, para imponer el dominio de un movimiento nacional que, si nunca llegó a cristalizar en un verdadero partido único, en los hechos actuó como si lo fuera y asumió actitudes correspondientes, negando a la oposición la posibilidad de competir en condiciones de mínima igualdad; en quinto lugar, su genética vocación por la regeneración de la nación y la ‘redención’ del pueblo, es decir, su ambición de ponerse al frente de una especie de proceso regenerador revolucionario, el baño catártico del cual surgirían la ‘nueva Argentina’ y su ciudadano, el ‘nuevo argentino’; en sexto lugar, el hecho de que al peronismo no le faltó, por cierto, el impulso expansionista típico de los fascismos, por más que dicho impulso terminara por quedar circunscripto, merced a los condicionamientos económicos y políticos, dentro de los restringidos límites del proselitismo ideológico; por fin, aunque de particular importancia, la condición profundamente religiosa del peronismo, no solamente en sus ritos y en la estética de su simbología, deudora en tantos aspectos de la liturgia católica, sino en su misma esencia, es decir, en la concepción orgánica de la sociedad, hija indiscutida y directa del organicismo católico. A tal punto fue así que el intento de secularizar dicho legado, de pasar de vehículo de una política religiosa a régimen fundador de una religión política, fue precisamente lo que le costó al peronismo la crisis que marcaa el fin de su régimen. En fin, nada atestigua mejor la vocación tendencialmente totalitaria del peronismo que el hecho de que se lo pueda interpretar desde la derecha y desde la izquierda, como restauración y como revolución, en sentido nacionalista o socialista, jerárquico o igualitario”.

Mientras la Argentina experimentaba el proceso de incorporación social más ambicioso de América latina, según indicaban los primeros estudios de la CEPAL a partir de 1948, en aquella sociedad latía, como apunta Zanatta en su biografía de Eva Perón, “una suerte de regresión a formas patrimonialistas primitivas”. Estas contradicciones marcaron a nuestro país con el sello de una modernización que concluyó disolviéndose en nuevos conflictos.

Evocando la figura de otro académico italiano, el profesor Gino Germani, en una parábola que une la intencionalidad sociológica con la intencionalidad historiográfica, tanto él en los años 50 como Zanatta en el presente, se asomaron con ánimo explicativo, para entender y comprender los acontecimientos que tallaron el perfil del peronismo.

4 Readers Commented

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  1. Mirey Omar Zeidan on 12 febrero, 2017

    Creo que zanatta tanto como el argentino sebreli son dos ejemplos de intelectuales lúcidos y claros

  2. Pingback: Más lecturas de un verano que se acaba: Sobre “Del Estado Liberal a la Nación Católica” de Loris Zanatta | emilioocampoblog 14 Mar, 2018

    […] un libro esencial para entender los últimas ocho décadas de nuestro país. Algo sobre el autor. Zanatta es un historiador italiano que enseña en la Universidad de Bologna. Tempranamente en su Carrera, […]

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