En su editorial del número de mayo de 2014, CRITERIO exhortaba “ a los dirigentes de todas las fuerzas políticas a que se encare entre ellos un estudio en profundidad sobre las tendencias vigentes en el panorama internacional y un diálogo del que puedan existir consensos en torno de las grandes líneas de una política exterior como política de Estado para los próximos años.”

En este sentido, justo es felicitar a quienes se reunieron para producir las “Reflexiones sobre los desafíos externos de la Argentina: Seremos afuera lo que seamos adentro”.

Al mismo tiempo, es de notar con pesar que no haya participado en la elaboración del documento, o no lo haya suscripto, la totalidad del arco político nacional.

El documento cubre con acierto una amplia gama de cuestiones, vinculadas a la necesidad de alcanzar una participación activa y ofrecer aporte argentino a la institucionalidad global y al mismo tiempo privilegiar integración regional. Cabe destacar, por ejemplo, la necesaria referencia a la vinculación entre política exterior y política de defensa.

Por otra parte, por el momento no es posible saber si los puntos cuya ausencia se nota, responden a una falta de consenso o una simple omisión.

Hace bien el documento en mencionar por su nombre la relación estratégica con el Brasil. Hubiera sido de desear que cada uno de nuestro vecinos inmediatos , la prioridad absoluta en la política exterior de cualquier país, mereciera una consideración específica.

El capítulo referido a los factores estratégicos no hace mención a las cuestiones humanitarias acuciantes vinculadas a las migraciones internacionales. Estas, por motivos de progreso o como resultado de numerosos conflictos, representan un desafío que no puede dejar de interesar a nuestro país. El importante capítulo de la cooperación internacional, donde será preciso retomar el camino oportunamente emprendido por la Argentina, parece ser dejado de lado.

Al mencionarse diversas instancias vinculadas a los derechos humanos, no se incluye el órgano tal vez más importante del que la Argentina participa, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Tampoco se registra referencia alguna sobre la recuperación de una vinculación humana, cultural, con los habitantes de nuestras Islas Malvinas, nativos argentinos y ciudadanos de un país con el que tenemos muy viejas y complejas relaciones que todavía pueden ofrecer beneficios a ambos países.

Asimismo, la referencia a la identidad occidental hubiera requerido mayores precisiones, ya que desprovisto de notas especificas, evoca distintos posibles contenidos, que no necesariamente se corresponden con la política que debería seguirse en cada caso.

Finalmente, nada dice el documento sobre la necesidad de asegurar y promover la idoneidad profesional del Servicio Exterior de la Nación, que tendrá a su cargo la puesta en práctica de nuestra política exterior.

Los autores de las “Reflexiones sobre los desafíos externos de la Argentina” han acertado en dar un importante y necesario paso en el camino de los grandes consensos políticos nacionales.

El documento es presentado como el primero. Es de esperar que la iniciativa prospere de manera que sumen su aporte todos aquellos que tienen algo que aportar en materia de política exterior .

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