Reseña del libro Born de María O’Donnell. Buenos Aires, 2015, Sudamericana
Confiesa al comienzo del libro su autora: “La historia del secuestro de los hermanos Jorge y Juan Born, herederos del imperio económico Bunge y Born, me desvió del libro que había pensado escribir”. María O’Donnell estudiaba la relación entre política y dinero cuando se detuvo en el indulto de Carlos Menem a Mario Firmenich: “El dinero que los Montoneros habían aportado a la campaña menemista provenía del rescate que habían cobrado por el secuestro”.
En efecto, durante el gobierno de Isabel Perón tuvo lugar el más grande secuestro extorsivo de la historia, y el dinero llevó durante años a varias pistas. Allí parecen darse cita las codicias de Mario Firmenich y Rodolfo Galimberti, la intervención del gobierno de Fidel Castro, las intrigas de Carlos Saúl Menem, los intereses de David Graiver y del mismo Jorge Born, uno de los secuestrados. La pormenorizada investigación de la periodista y politóloga María O’Donnell permite recordar o conocer (según la edad del lector) un acontecimiento dramático y cruel de la historia de nuestro país.
El libro está redactado con un ritmo que atrapa y obliga no abandonar los entretelones de esa frágil exaltación ideológica y la conocida miseria humana. Las acciones parecen empecinadas en que el destino argentino vaya hacia los lugares más oscuros: se conjugan la inflexible formación estoica de la familia secuestrada, la política de esos años y siempre (ayer como hoy) el dinero. Además, los enfrentamientos entre los Montoneros y los mercenarios de López Rega, las infaustas cárceles del pueblo, los enlaces internacionales, la dictadura militar, la inescrupulosa habilidad de Menem.
Hechos públicos y privados, algunos muy conocidos y otros ocultados, conforman un entramado perverso que incide todavía hoy en las caras más oscuras de nuestra política, de no pocos dirigentes y de nuestra subsistencia social en general.
De particular interés son las palabras de Jorge Born durante las largas entrevistas con la autora: pasa de calificar como “chiquilines ilusos” y soñadores ignorantes a los guerrilleros a querer recuperar parte del rescate a cualquier precio. Galimberti y Firmenich aparecen como lo que son, o como lo que fueron. No faltan en el libro las menciones a Carlos Dante Gullo, Roberto Perdía, Rodolfo Walsh, Fernando Vaca Narvaja, Enrique Gorriarán Merlo, Fernando Abal Medina, y también a José Alfredo Martínez de Hoz y Álvaro Alsogaray. Así como a Héctor Cámpora, José Ignacio Rucci, Pedro Eugenio Aramburu y Carlos Mugica.
El Colegio Nacional de Buenos Aires ocupa un lugar clave en la formación de muchos de los protagonistas jóvenes de esta historia. Abundan en la época conceptos como “justicia popular” o “exponentes del imperialismo y la oligarquía”. Es reveladora la frase: “Después de pasar a la clandestinidad, algunos militantes con trabajos que podían servir de cobertura recibieron la orden de continuar con sus rutinas. El resto conformó una suerte de ejército revolucionario rentado”. También la que dice: “Los Montoneros no tenían experiencia alguna en operaciones de lavado de dinero como para ingresarla en el circuito bancario de Suiza. Nunca habían manejado tanto dinero”. Y cuando afirma que “los Montoneros tenían relaciones intensas con el gobierno cubano desde su primera formación. Muchos de sus integrantes habían recibido instrucción militar en la isla”. En ese entonces, “el periodista Horacio Verbitsky, miembro de los Montoneros desde 1972, discípulo de Rodolfo Walsh y parte del Servicio de Información, se encontraba en Lima”.