Hipnotizados y atrincherados

“Cada época tiene su fascismo: sus señales premonitorias se evidencian por doquier. La concentración de poder niega al ciudadano la posibilidad y la capacidad de expresar y actuar su propia voluntad. A ésto se llega de muchas maneras y no necesariamente con el temor de la intimidación policíaca; sino negando o distorsionando la información, contaminando la justicia, paralizando la educación y defendiendo de modos muy sutiles la nostalgia de un mundo en el que reinaba el soberano orden y, en el cual, la seguridad de los pocos privilegiados descansaba sobre el trabajo y el silencio forzado de muchos” (Primo Levi).
Naciones y civilizaciones enteras han sucumbido por seguir ciegamente propagandas y slogans políticos que los llevaron a su propia destrucción. El modo en que millones de personas, generaciones y culturas enteras cayeron en la trampa coercitiva de falacias astutamente elaboradas ha escrito la historia de la humanidad.
Para no seguir ciegamente a las multitudes y no dejarse presionar por las mayorías populistas hace falta honestidad interior y un gran sentido de autodeterminación en la búsqueda de lo verdadero, dado que el instinto de rebaño es muy fuerte.
Una sociedad polarizada es una sociedad hipnotizada y atrincherada por el miedo, desde las bases hasta la cúspide de la pirámide. Nuestra vida es un mundo de espejos: gobernantes y gobernados se reflejan unos a otros.
Una sociedad madura está habitada por ciudadanos emancipados y la emancipación viene de la sabiduría, no del miedo o del odio.
Emanciparse es no condescender con los espejismos sociales imperantes; los que despiertan son los que transforman a la sociedad de una forma no visible e insospechada. La cordura social reemplaza a la histeria y la propaganda del odio no se vende con tanta facilidad.
La opción por la paz, la verdad, el bien y la alegría de todos siempre está disponible aunque aparentemente enterrada bajo la ignorancia y el estado de inconsciencia. Hay muchos intereses creados en mantener la ignorancia y la vulnerabilidad de la gente, es más fácilmente programable por la falsedad, en todos sus disfraces seductores.
La ignorancia está hecha para ignorar: ¿por qué nadie subraya la grandeza de lo que somos y nos hacen sentir pequeños y víctimas de las circunstancias? ¿Por qué la mayoría vive como niños dependientes y asustados en busca de un líder soberano supuestamente protector? ¿Por qué en los medios masivos se sobrevalora lo intrascendente y se ignora lo verdaderamente profundo?
La pedagogía del miedo atonta nuestras mentes y estrecha nuestros corazones; hay muchísimo sufrimiento producto del miedo que nos mantiene infantilizados y muy manipulables. Recuperar nuestra lucidez nos ensancha la comprensión y nos permite vivir más despiertos y más libres.

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