En estos días tiene lugar un recrudecimiento de la crisis venezolana que se acerca bastante al “desastre”, como la calificó el presidente norteamericano durante la visita del mandatario argentino a Washington. El miércoles 26 la canciller argentina Susana Malcorra describió sin contemplaciones la situación en el país caribeño, en oportunidad de reunirse el Consejo permanente de la OEA: «Es nuestra responsabilidad colectiva garantizar el funcionamiento de las instituciones», explicando a continuación que esto «no es intromisión en los asuntos internos de Venezuela”.
Desde que la Argentina dio pasos claros y continuos que demostraron su firme intención de “volver al mundo”, a principios de 2016, la ingeniera Malcorra expresó en forma reiterada a sus colegas, en Buenos Aires y en el exterior, que no debía confundirse la no injerencia en asuntos internos de otros Estados con la indiferencia, que es lo que venía observándose en varios países de nuestra región, hasta diciembre de 2015, sobre la grave crisis que se cernía sobre el horizonte venezolano. La Argentina no debía permanecer indiferente ante el permanente atropello de los derechos individuales que venía agravándose en el país de Simón Bolívar, cuyos verdaderos ideales se alejan cada vez más de los que sesgaron Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
A pesar de la prédica incansable de los países enrolados en el ALBA, asociando de forma peyorativa con el imperialismo a todo país que se anima a levantar su voz por la dignidad y el respeto constitucional del pueblo venezolano, vale la pena tener presente que el coro de sicofantes viene disminuyendo: Brasil, México y la Argentina hacen crecer el número de países de la región que ponen fin a la indiferencia de otros tiempos.
La decisión de Nicolás Maduro de abandonar la OEA, luego de haber dejado la Comisión de Derechos Humanos del organismo interamericano, no hace más que acentuar el autoaislamiento de Venezuela. Se produce aquí una diferencia no menor respecto de la situación de Cuba en 1962: el 31 de enero de ese año, la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA expulsó a la isla del organismo. Una diferencia notable y sugestiva entre dos países que, en los últimos años, no han hecho más que parecerse demasiado y depender cada vez más el uno del otro, sin que se conozca en ninguno de los dos lo que sus pueblos opinan, ya que, con matices, ni el voto ni la opinión se expresan libremente.
Atento el plazo para efectivizar la renuncia que, según el artículo 143 de la Carta de la OEA, se extiende por dos años, en los que pueden pasar muchas cosas, es de esperar que se cumpla una vez más el viejo refrán: “El que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen”. Aunque sea, quizás, otro gobierno venezolano el que decida dar marcha atrás.
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Join discussionMas o importante é, meu amigo Mario. ¿é verdade ou nao que mais e mais paises da regiao vao deixando o populismo de esquerda? Respeito do assunto de «Brasil golpista», isso é uma opiniao. Ate onde eu sei, o Congresso brasileiro seguiu o que diz a Constituicao da Uniao.
dónde están los comentarios? No se los elimine pues ellos constituyen que sois capaces de afrontar las cuestiones bien fundadamentadas y que por lo mismo, es táis dispuestos al diálogo. Si nos propones dejar un comentario para ser engullido por vuestra revista sin una digna consideración como cristianos católicos, o no lo sois o no sabéis el bien que estáis impidiendo. Ricardo