La interpelación que se realizó a la Ministra de Economía de Uruguay (N.E. Azucena Arbeleche se presentó a tales efectos a pedido de los legisladores del Frente Amplio) sirvió para demostrar de qué modo el país ha transitado estos dos años largos de gobierno con solvencia económica y sensibilidad social. Frente a la doble emergencia de una crisis sanitaria universal y la llegada de la ola de un tsunami bélico, el Estado uruguayo ha estado a la altura de las circunstancias, preservando intactas sus estructuras institucionales y sus valores sociales fundamentales.
Hubo un Estado presente y eso, para los colorados batllistas, es un motivo de ratificación fundamental, cuando estamos integrando una coalición en que el Presidente es blanco. Si el país tuvo éxito en vacunar es porque siempre vacunó. En 1828, en plena campaña de reconquista de las Misiones (donde estaba junto a Rivera el bis-tatarabuelo de nuestro Presidente, don Luis de Herrera), Don Frutos pide que le manden vacunas contra la “virguela”… Los grandes médicos batllistas, como Francisco Soca, fueron fundamentales en la configuración de un gran sistema de salud, en que el Estado asumió su responsabilidad y acostumbró a la gente a vacunarse.
Los hechos son los hechos y ellos nos dicen que luego de la caída del 2020, el país ya volvió a crecer el 4,4% el año pasado y marcha hacia una marca similar en el que va corriendo. En el último trimestre, la actividad económica ya fue mayor a la del último trimestre del 2019. O sea que la idea de “mantener los motores encendidos” y la libertad responsable, fueron fundamentales. De haber seguido el camino propuesto por el Frente Amplio, de inspiración argentina, hubiéramos marchado hacia el confinamiento obligatorio y la parálisis económica, con el resultado que está a la vista en nuestro vecino. En cambio, el Fondo Covid pudo invertir 720 millones de dólares en 2020 y 1.100 en el 2021, atendiendo así las necesidades extraordinarias de la salud y mitigando las consecuencias sociales que golpeaban a los sectores más carenciados de la sociedad.
¿Fue un milagro poder invertir más en el segundo año más que en el primero de la pandemia? No, fue el resultado de una institucionalidad financiera sólida, en que la regla fiscal permitió mantener esos equilibrios fundamentales y no descontrolar un déficit que se había heredado en el orden del 5% del PBI, luego de cinco años de estancamiento económico. Cuando la gran bonanza de los precios internacionales se detuvo en el 2014, el Uruguay dejó de crecer y se paralizó también el proceso de baja de la pobreza. Hoy, pese a esos golpazos, la pobreza se empieza a abatir y se puede afirmar que mientras en el 2019 había 42.065 niños en esa situación, hoy hay 38.931, bastante menos, aunque sea mucho aún y obligue a un compromiso mayor hacia el futuro.
La prédica opositora machacona habla todo el tiempo de que no se ha recuperado el salario real al nivel de 2019. Y eso es verdad, porque ante el impacto de la crisis se privilegió mejorar el empleo y en eso estuvo todo el mundo de acuerdo, como se apreció en los convenios salariales. Encarecer la retomada, alejaba el empleo. Por ello, en el primer trimestre de este año tenemos 30 mil puestos de trabajo más que los que había en el primer trimestre de 2019 (no olvidemos que entre el 2014 y el 2019 se perdieron 56 mil puestos de trabajo, la desocupación estaba casi en el 11% y que ese fue el punto de partida para el actual gobierno). Si miramos el seguro de desempleo advertimos que hoy hay 43.947 trabajadores, incluyendo 9 mil en seguro parcial, cuando en 2019 había 46 mil desocupados plenos. Hoy el desempleo está en el 7%.
Ante la situación social, se duplicaron las transferencias sociales: se pasó de 268 millones de dólares en 2019 a 500 millones. También se están duplicando los fondos para erradicación de asentamientos: 500 millones en el período, contra 250.
El programa de Primera Infancia, propuesta del Partido Colorado en la última Rendición de Cuentas, orienta 50 millones de dólares para que los niños de 0 a 3 años puedan ser más y mejor atendidos en los CAIF, con programas de seguimiento que permitirán llegar efectivamente a la población más vulnerable.
El resto de las medidas son conocidas. Se destinarán 120 millones de dólares en este segundo semestre para adelantarle el 3% a los jubilados y el 2% a los funcionarios públicos, a cuenta del aumento de enero. Otros 60 millones se destinan a amortiguar el precio de los combustibles. Las rebajas de IVA llevan 4 millones. A lo que se añadió un 4% para las asignaciones familiares del Plan de Equidad, un refuerzo de 1.500 pesos al Bono Crianza y otros beneficios más, como congelar el precio del supergás durante todo este invierno. En total son aproximadamente 300 millones de dólares. O sea que, repetimos, el Estado se ha hecho cargo de la situación.
Frente a eso, el Frente Amplio lanza lo que llama “propuestas” , que no son otra cosa que una avalancha de medidas que significarían 1.300 millones de dólares, con las consecuencias inevitables de más déficit, caída del grado inversor con el consiguiente aumento de intereses o bien más impuestos.
El camino es otro: 1) abrir mercados internacionales; 2) estimular la inversión, que se está logrando con proyectos ya presentados, que suponen 7.000 empleos; 3) seguir apoyando la exportación, que ya está 24% por encima del 2019; 4) fortalecer la institucionalidad fiscal para generar confianza; 5) acotar la inflación, acelerada por el contexto mundial, 6) apoyar a las PYMES, a las que se le han dado 40 mil préstamos especiales en 2020 y 47 mil en 2021, para que puedan sobrevivir y seguir recuperando empleo. Quedémonos en estas pocas líneas generales, pero el camino es en esa dirección.
Si el país logra controlar la inflación y mantener el ritmo de inversión, seguirá creciendo en actividad y empleo. Si nos desbarrancamos en la orgía de los gastos sin ton ni son, sin retorno de producción (como hizo el Frente Amplio cuando despilfarró la bonanza comercial) nos ponemos en el camino triste de la mayoría de nuestros hermanos latinoamericanos.
Hoy la Fundación Getulio Vargas de Brasil informa que el Uruguay es el país con mejor clima para la inversión en la región. Si lo mantenemos habrá mejoraría social y más empleo. Si seguimos mirando a la Argentina para proponer más impuestos o gastos desfinanciados, el horizonte ya no será incierto sino de retroceso.
Reproducimos un artículo del ex presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, publicado en el semanario www.correodelosviernes.com.uy