La raíz del hombre plantea la necesidad de encontrar un sentido de la vida que esté dentro de él, mientras nuestra cultura nos ha acostumbrado a buscarlo fuera del hombre, en los niveles de lo estético y de lo económico.
En este mismo destino entran los dos diálogos esenciales del hombre: el diálogo con Dios y con la persona. ¿Es posible un diálogo con Dios sin la pobreza, sin reconocerse totalmente pobre? Hasta el fasto, el esteticismo, han entrado lamentablemente en la oración del hombre, cuando su oración se ha hecho económica, capitalista. Dios no es económico, es gratuito. Por eso la oración, antes de ser palabra, es un estado de la persona.
Precisamente son los pobres y los marginados los que tienen el poder de ese centro de nuestro yo, en el que reside el amor y la felicidad esencial, ésa a la que no se puede renunciar sin renunciar a la vida.
Los valores del hombre económico se esquematizan en estas tres palabras: tener, poder, valer. Sobre estas tres pasiones humanas se articula toda la historia del hombre.
Lo válido en la historia es anular estos esquemas para defender al hombre de sí mismo. Para que busque con valor su verdadera humanización. El hombre nuevo nace de este proceso de liberación. Por ello ésta es la hora en que debe ser denunciada crudamente la esterilidad del mundo. En rigor el hombre es una estructura de alteridad, ha nacido para abrirse a los otros.
El poder político es solamente un sistema de defensa y de organización represiva para dejar el campo libre al que sustenta el poder económico. No puede ser cristiano porque de hecho no sirve a los hombres, al cuerpo social, sino que sirve al poder, al dinero.
No existe para los cristianos una visión política que no sea la de dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, darles casas a los sin techo. Lo que significa, en términos políticos, decidir no en vista de una multiplicación del dinero, sino de una liberación de los oprimidos.
La Iglesia vive en medio de una humanidad desesperada y debe hacerse eucaristía, estar orientada por una esperanza que se identifica con la esperanza pascual, en total apertura a los pobres.
No podemos olvidar que Cristo ha dejado a la Iglesia valores para custodiar que son esencialmente la Palabra y la Vida, como fuerza íntima de transformación. Ellas se revelan en los Evangelios como contenido de liberación integral.
El ideal del Evangelio no es la destrucción de la persona, no es la crucifixión: es la vida nueva, el rejuvenecimiento, el renacer.
¿En qué consiste ser cristiano? Cristo nos salva de la soledad, de la cerrazón, del congelamiento de nuestro yo, dándonos la capacidad de descubrir, de comunicarnos con el Otro. Cristo es el único irreductiblemente Otro para el hombre, por esto es el único salvador. Por eso no hay más que una historia de liberación: el descubrimiento y la entrega al Otro.
El mundo está sin caminos de salida y Jesús ha dicho: Yo soy la Puerta. El Cristo no es una de las tantas puertas de evasión, una de las válvulas de escape, es la única Puerta, el único camino, el único Otro, el que nos encauza a la comunión con los otros que conforman el Cuerpo místico.
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Join discussionLa raíz del ser humano no está en su exterior ya que es vida y como tal ya es raíz de este mundo y dar su fruto es su tarea…