Francisco, entre el cine y las artes

“Una gran herramienta para unir a la gente”, así resumía el papa Francisco al ámbito del cine que, consecuentemente y quizás como con ningún otro Obispo de Roma hasta el momento, lo retrató desde el documental al cine de recreación histórica en variadas películas y series. “El arte te abre horizontes (…), el arte te libera y te ensancha el corazón y te hace comprender tantas cosas (…), te hace comprensivo y te aligera el corazón”, añadía desde otra de los millares de preguntas que respondía, sobre los más variados temas, a menudo. La sencillez de sus respuestas ante preguntas muchas veces complejas emocionaba a las audiencias. Seguramente, en la dimensión de la cultura, Francisco encarnó al subordinado ante el misterio de la creación artística y habló del arte –antes que con erudición, crítica o aprobación– con el sentimiento genuino que surge antes que el análisis reflexivo de la expresión artística. Sin dudas, un espectador enormemente calificado, que lo hacía desde el éxtasis del deslumbramiento. Eso hizo que llamara a los artistas y a las figuras de la cultura “custodios de las bienaventuranzas” en el marco del Jubileo de los Artistas y del Mundo de la Cultura del 16 de febrero pasado en la Basílica de San Pedro (no pudo asistir por encontrarse hospitalizado). La homilía, leída por el cardenal José Tolentino de Mendoca, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, añadía: “Instruir en la belleza es instruir en la esperanza, y la esperanza nunca se separa del drama de la existencia: atraviesa la lucha cotidiana, la fatiga de vivir, los desafíos de nuestro tiempo”. Para Francisco la cultura no sólo era la honda tarea reflexiva sobre la máxima creación artística sino también las expresiones que –de la mano del deporte y de la música popular– construyen las expresiones de una sociedad.

Con su enorme trascendencia e impacto, Francisco fue el personaje elegido por directores que van desde Fernando Meirelles a Wim Wenders; rostros que van desde Jonathan Pryce a Rodrigo de la Serna o Dario Grandinetti; documentales que testimonian la naturaleza de su pontificado como In viaggio, viajando con el papa Francisco, de Giancarlo Rossi, que lo acompañó en más de cincuenta países, o Amén, Francisco responde, de Jordi Évole y Marius Sánchez, donde responde las preguntas de diez jóvenes de diferentes partes del mundo sobre temas complejos como el aborto, los abusos sexuales en la Iglesia, la homosexualidad, el racismo y el feminismo. Hacia el final de este trabajo, Francisco declara: “Yo aprendí mucho de ustedes en este encuentro pastoral. Les agradezco el bien que me han hecho. Cada uno desde su punto de vista, pero todos hermanos. La fraternidad es algo que nunca podemos negociar”. 

Durante su pontificado recibió a una lista inmensa de artistas; quizás Martin Scorsese el realizador más notorio y quien lo despidió con una emotiva carta: “Hay mucho que decir sobre la importancia del papa Francisco y todo lo que significó para el mundo, para la Iglesia y para el papado. Fue, en todos los sentidos, un ser humano extraordinario. Reconoció sus propios defectos. Irradiaba sabiduría. Irradiaba bondad. Tenía un compromiso férreo con el bien. Sabía en el fondo de su alma que la ignorancia era una terrible plaga para la humanidad. Por eso nunca dejó de aprender. Y nunca dejó de iluminar. Y abrazó, predicó y practicó el perdón. Un perdón universal y constante”, escribió el realizador de La última tentación de Cristo, Kundun y Silencio

Como última anotación, cuando aún al cierre de esta edición de Criterio la elección del nuevo Papa no ha concluido, debe destacarse como los medios masivos de comunicación de carácter no confesional, que han privilegiado en líneas generales una mirada acentuadamente crítica para con la Iglesia católica –muchas veces no sin razón, aunque elevaran sus cuestionamientos frente a cualquier otro credo en la faz de la tierra– debieron rendirse ante la espontánea y masiva aclamación popular. Como muestra de agradecimiento y respeto, la opinión de miles se volcó en redes sociales y en las calles, la asistencia a las iglesias. Porque ese fue, seguramente, el último gran triunfo de Francisco ante los medios, donde el discurso tecnológico pareciera insuperable: que no exista vergüenza, miedo o resquemor en señalar, en un enorme cambio de paradigma cultural, la aceptación del misterio y la espiritualidad ante la opinión pública por parte de intelectuales, científicos o artistas, manifestadas en el hermanamiento con la cultura como el primer peldaño en donde anida la fe.  

Pablo De Vita ocupa el sillón Gustavo Franceschi en la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación. 

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