Estos romances del Río Seco de Leopoldo Lugones han sido estudiados en un original ensayo por Cecilia Inés Avenatti. En primer lugar los presenta como ecos de los romances hispánicos que al resonar sobre el suelo cordobés adquieren una modalidad propia. Se produce sin duda la fusión de los romances de la madre patria con los lugonianos, con lo autóctono de la tierra argentina. Son producto del mestizaje cultural de lo hispánico y de lo nativo cordobés.

 

Avenatti acude al célebre filólogo Menéndez Pidal no sólo para encontrar una definición atinada del romance: una composición en verso, que a su vez presenta como diferencia específica la rima asonantada en los pares y cuyos versos tienen medida octosilábica, sino también para ir destacando los distintos tipos de romanceros que confrontará con los lugonianos. Sobre este plano adquiere importancia la perspectiva histórico-estilística de Menéndez y Pidal adoptada por nuestra autora. Pero es sobre todo en Flor nueva de romances viejos (Espasa Calpe, 1955) que ha podido recorrer las distintas clases de romanceros hispánicos: el viejo, el nuevo, el plebeyo y el romántico, con sus respectivos períodos de desarrollo, a fin de destacar lo propio de cada uno de ellos y mostrar simultáneamente cómo Lugones va incorporando eso propio a los suyos.

 

No cabe la menor duda de que Lugones conoció y manejó ejemplares del romancero español tradicional, cuyas características, puntualizadas por Menéndez y Pidal son: la esencialización, la naturalidad, la liricidad, el dramatismo y la impersonalidad; todas ellas, menos la última, se reflejan en los romances del poeta cordobés. Precisamente la “naturalidad” es una modalidad que Lugones cultiva con preferencia, cosa que aparece tanto en el romance “El reo” como en “El regalo”, donde el poeta rescata la frescura del decir del pueblo (p.34).

 

La “liricidad” se traduce en los romances lugonianos por breves cuadros del entorno transidos de emotividad; así en “El obispo”: “Tardecita de la sierra,/ que al apagarse el bochorno,/ Bajaba como cantando/ por las peñas del contorno…” (34-35). En lo que atañe al “dramatismo”, éste es concentrado por Lugones en el discurso directo dialogado, sin caer en el impersonalismo, al modo del viejo romance.

 

De fundamental importancia es en el poeta cordobés la toponimia, ya que los episodios de los romances evolucionan alrededor de un centro geográfico que es la Villa de María del Río Seco, un antiguo fuerte, que defendía a los moradores del ataque de los indios.

 

Ya a mediados del siglo XV se produce en España un proceso de asimilación entre lo letrado y lo popular que culmina en el siglo XVI con el surgimiento de un nuevo romancero: el artístico. Dentro de esta nueva perspectiva al paralelismo con los romances lugonianos no podría ser más certero, pues el poeta es él mismo un letrado que recrea la herencia popular.

 

Finalmente cuando el romancero ya parecía muerto, renace en el romanticismo del siglo XIX. Entonces tiene lugar una interiorización de los sucesos históricos que el poeta narra no objetivamente sino impregnándolos de su propia disposición interior. Lugones adhiere a esta postura, y dentro de esta tónica exalta el origen popular de sus relatos así como también la espontaneidad e inspiración del poeta y la libertad de la expresión.

 

Otro problema abordado por la autora de Voces y mestizaje cultural en Romances de Río Seco es el de la tradición oral. En efecto, la transmisión de lo hispánico a lo argentino y cordobés, que marca la serie de romances lugonianos, no se produce por vía directa sino “a través de la tradición oral que llegó a América en la memoria de aquellos que tripulaban las naves descubridoras y en el recuerdo de cuantos después allá fueron”, afirma Pidal en el capítulo dedicado a la expansión territorial del romance, en Flor nueva de romances viejos. Hay pues en Lugones, como sostiene Juan Alfonso Carrizo, “junto a la influencia letrada, que sobre el poeta argentino ejercieron los románticos, una indudable incidencia de esta poesía popular autóctona de raíces hispánicas sobre el proceso de gestación de los romances” (Colección de cantares populares de 1926).

 

Admirable en este libro sobre los romances de Río Seco es el sentido estético con que Cecilia Inés Avenatti los enfoca, haciendo resaltar en los romances lugonianos el esplendor de una belleza oculta detrás de la simplicidad de los versos, si bien al mismo tiempo se desoculta en el fulgor de un paisaje que en todo momento participa de las gestas romancísticas.

No hay comentarios.

¿ QUIERE DEJAR UN COMENTARIO ?