pensaba en tus ojos
en tus grandes ojos que nunca me miraron
pensaba en tus labios
en tus labios azules
líneas de mar sobre un papel deshabitado
y no quise que el pensamiento me llevara
desde la penumbra de tu cegada sonrisa
hasta el olvido de la vega
ni sospechar que para siempre
sobre el piano quedaron
tu alegría y tu palabra
ni asechar tampoco
desde la triste luna del tiempo
la luz de tu aniñada calavera
el temblor de tus manos blancas
la bala que te tumbó hacia los almendros
a esa hora en cruz de la mañana
cuando enmudeció tu algarabía desterrada
bajo una ráfaga de oscurecido silencio