Estás en la levedad,
tan apenas y a lo sumo
en tu pétalo de aire,
en tu augurio de pequeña sombra.
Brizna podrías ser
o no, demasiado
ceniza tal vez,
pero nunca cinturón de acero,
porque hablo ahora de tu llegada
y no de tu partida,
hablo tan sólo
de cuando llegas sigilosamente
y en la bruma
y ni siquiera todavía en la bruma
preparas
la maleza del recuerdo y del olvido.