Los Caballeros de la Quema son una de las bandas del rock nacional actual que más ha crecido. Forman parte de la camada de grupos que surgieron en los ’90, junto con La Renga, Los Piojos, Bersuit Vergarabat, entre otros. Tocan rock, reggae, algunas baladas con aires folk, algo de pop y, también, ciertos temas cercanos al ska.

 

Resulta difícil, entonces, clasificar su música en un género determinado: en un punto se asemejan a Sumo, la legendaria banda de Luca Prodan que marcó parte del rock de los ’80 (inclasificables ellos también). Los Caballeros… hacen reggaes con marcadas reminiscencias de Sumo, tal vez los primeros que tocaron ese género que consagró a Bob Marley en el rock vernáculo.

 

El grupo llega del oeste del conurbano bonaerense, de Morón precisamente. Y la mayoría de sus canciones reflejan ciertas realidades de la zona. Iván Noble, cantante y líder de la banda, entona con su gruesa voz las desventuras de jóvenes, familias, chicos de la calle. También sus letras hablan sobre la injusticia, la mala suerte de muchos, los desengaños amorosos, el debilitamiento de las instituciones, la inseguridad (que en el conurbano es una constante). Las historias que abordan son de perdedores. Así, las vivencias de cientos de jóvenes encuentran paralelo con esos versos. No hay poesía allí; en todo caso se apela al lenguaje de barrio, matizado con códigos propios del fútbol o neologismos estrictamente juveniles y frases directas, muchas veces crudas, de profundo realismo.

 

En 1993 grabaron su primer CD, Manos Vacías, que traía canciones como “Patri” y “Carlito”, futuros hits; un año después lanzaron Sangrando, y en el ’96 Perros, Perros y Perros, que incluyó entre otros temas “No chamuyes” y “Hasta estallar”, una de las tantas y sentidas descripciones de Noble acerca de estos tiempos, que contó además con la participación de León Gieco en voces. “Me abrazo a la rabia de los vencidos que cruzan sin mapas la oscuridad”, se les escucha cantar. El encuentro de Gieco con esta banda trasciende lo musical y se coloca en la actitud comprometida con la comunidad.

 

Finalmente, semanas atrás, editaron su último trabajo: La paciencia de la araña. En este CD suenan mejor que en los anteriores, sobre todo si se lo compara con los dos primeros. No hay tantas diferencias estilísticas de fondo pero sobre esa base limaron algunas desprolijidades. El disco se grabó en Los Angeles (EE.UU.) y contó con el aporte de los vientos de la banda de Phil Collins, Art Velazco (trombón) y Harry Kim (trompeta), más la percusión de Luis Conte, quien tocó con Pat Metheny, Jackson Brown y Madonna, entre otros. Ellos le dan el toque delicado y más profesional al sonido de La paciencia…, que parece ir encontrando un camino más seguro en la música de la banda.

 

El trabajo presenta, por ejemplo, “Rajá Rata”, que abre el CD (en alusión al presidente Menem, el ministro Corach y al capitán Astiz), “Me voy yendo” (reggae que recuerda a los Sumo) u “Oxidado”, y “Madres”, que cierra el trabajo y está dedicado a las madres de plaza de Mayo. “Van en ronda mareada / remando en silencio / a orillas de un tiempo / de grises y ausencias / de niebla en la voz”, canta Noble.

 

Probablemente, muchos lectores de la revista no escuchen a Los Caballeros… Acaso sus gustos musicales estén en las antípodas de esta banda. Sin embargo, hay pasajes de su obra que vale la pena escuchar, en este disco sobre todo. El mensaje de ellos no desborda optimismo, pero tampoco es apocalíptico: es real, y aquí se apela a la paciencia y también a la memoria.

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