Charly García tiene nuevo CD: El Aguante. Su nombre no podría ser más creíble. Es la respuesta a su público, a las críticas de muchos, y también a él mismo. Porque, desde hace unos años, Charly habla de sí mismo en sus discos. Varias de sus canciones lo reflejan.
Con El Aguante, García hace una suerte de síntesis de discos anteriores. El puntapié inicial fue La hija de la lágrima (1994), una ópera-rock que sumó apologías y rechazos, debido a que el disco tomaba un camino distinto del transitado hasta entonces. En efecto, no habría retorno. Desde allí, cada uno de los CDs que grabó eran algo más que un puñado de canciones: había un sentido más profundo que relacionaba temas, tipo de música, nombre del disco, el arte… Así apareció Estaba en llamas cuando me acosté (Casandra Lange, 1995) donde Charly tocó, en su mayoría, viejos hits del rock que lo marcaron musicalmente: Theres a place (Lennon-Mc Cartney), Simpathy for the Devil (Jagger-Richards) o Little Wing (Jimi Hendrix), entre otros. Me cansé de tocar Charly García, había dicho el músico. Y en 1996 apareció Say No More, su disco más complejo (hasta el momento), intranquilizante por sus altibajos y desprolijidades, pero asimismo interesante. En ese disco hay mensajes de todo tipo, presentes en versos de algunas letras (mi vida / es tan triste / yo se que existe la voz), en el arte del disco (retratos de García o distintos objetos pintarrajeados con aerosol y frases alusivas) o los nombres de las canciones: La vanguardia es así, entre tantos. Es decir, la idea era que si queríamos escuchar Charly García, él ofrecía eso. Además, la falta de comprensión y de amor fue una constante en ese proyecto. Nosotros somos tu perdición, aparece escrito en forma de graffiti entre las páginas del librillo del CD. Algo así como si te provocamos esto, tenemos que bancarnos tu vanguardia. De alguna manera, Charly muestra y canta cierta soledad, de la que se siente víctima también.
Después de esos tres discos-momentos, llega El Aguante, en el que se escuchan elementos de cada uno de los anteriores. De esas mixturas surgieron El Aguante, un rock que abre el disco, seguido de un logrado tema, Kill My Mother; dos temas nuevos. Hay algunas canciones de otros, como It wont be Wrong (The Birds), Tin Soldier (Small Faces) y hay una particular versión de Roll over Beethoven (Chuck Berry) traducido a un Correte Beethoven, con una adaptación libre de la letra y una interpretación más cercana al funk que al rock. Además, están Pedro trabaja en el cine, de la época de Sui Generis que nunca se grabó, y Dos edificios dorados, de David Lebón. Todos hechos con un auténtico toque García. Tal vez, uno de los pasajes más íntimos del CD sea Tu arma en el sur, una canción que Charly compuso para un disco de Fabiana Cantilo, y que aquí aparece más bien melancólica.
El Aguante no es un disco ambicioso, como lo fueron La hija… o Say… Más bien, la consigna es… seguir tocando, aguantado. ¿Aguantado qué? ¿Las críticas?, ¿nuestras presiones?, ¿quizás las del medio?, ¿sus propias licencias?, ¿su genialidad?
Este es el aguante, decímelo a mí , canta Charly en el tema que da chapa al disco. Más allá de que pueda gustar o no, su trabajo es creíble, sincero. Es producto de un artista que hace de su música una fotografía de su ánimo, de su imagen, de su alma. El arte de tapa del CD es un mensaje. Es que sus discos son una suerte de catarsis.
Tal vez, un verso de una vieja canción describa un poco más la cuestión: calambres en el alma / cada cual tiene un trip en el bocho… Quizá la música calme los dolores de Charly. El Aguante, por ejemplo.