Chantal y Jean-Marc se aman. Son felices porque en la convivencia en su piso parisino encontraron la libertad que tanto anhelaba una y la estabilidad que tanto buscaba el otro. Y fundamentalmente son felices porque hallaron un amor pleno, que los completa y los hace sólo uno. Pero, a partir de un simple o no tanto comentario al pasar de Chantal, sobreviene una crisis que precipitará una ruptura insalvable. O, al menos, eso es lo que parece ocurrir en este múltiple juego de apariencias que plantea La identidad, última novela de Milan Kundera.
El autor checo retoma un tema que ya había explorado con éxito en La insoportable levedad del ser, su obra más famosa: los vericuetos de la pasión. Al igual que ésta, La identidad es una historia de amor. No relata ninguna epopeya romántica, sino que refleja la complejidad de las relaciones amorosas entre dos personajes comunes y reconocibles. Una complejidad (seguramente experimentada por todos los que alguna vez han estado enamorados) que nace en los propios conflictos inherentes a la psicología humana y en el intento de hacer feliz a aquel a quien uno ama.
El problema comienza cuando Chantal descubre que los hombres ya no la miran como antes. Y, en un intento por elevar la autoestima de su mujer, Jean-Marc decide convertirse en un admirador anónimo y escribirle cartas de amor. Pero estas cartas, pensadas por Jean-Marc sólo como un estímulo del juego erótico, terminan transformándose en motivo de duda y de desconfianza recíproca. Y todo empieza a mezclarse, así en la pareja como en la propia acción de la novela, al punto de quedar librado al lector determinar dónde está el límite entre la realidad, el sueño y la imaginación de los protagonistas.
Kundera propone jugar con la dualidad ya desde el título, que apunta uno de los dos temas medulares de la novela: ¿Cuál identidad? ¿La que uno percibe realmente como propia, o la que se manifiesta en el complejo vínculo de la pareja?¿Conoce uno realmente al ser que tanto ama? ¿En qué medida sus acciones no son solamente una puesta en escena para reforzar aún más ese amor? ¿Cómo se puede complacer al otro y seguir siendo uno mismo? ¿Las personas son siempre idénticas a sí mismas, o el tiempo y la vida las van moldeando? Kundera siembra preguntas que a cada uno le toca resolver, si es que encuentra las respuestas.
El otro punto clave es el de la realidad que gradualmente va convirtiéndose en ensoñación. Eso es lo que ocurre con la historia de los protagonistas, pero es también lo que ocurre dentro de ella. O, dicho de otra manera, Kundera intenta indagar cómo una acción o un indicio es interpretado en un sentido absolutamente contrario al que tenía originalmente y de esta manera cómo la realidad se convierte, en la imaginación de los amantes, en una ficción.
Son varios los contrastes que se pueden rastrear en el libro. Además de la doble acepción del concepto de identidad y de la antinomia sueño-realidad, está reflejado el problema de la doble personalidad (las dos caras que tiene Chantal: una en su trabajo como creativa publicitaria y otra en la intimidad con su marido) y, desde el aspecto formal, existen dos puntos de vista para un mismo narrador omnisciente que permiten armar el rompecabezas del pensamiento de cada uno de los personajes. Contrastes todos que, en última instancia, remiten otra vez a la oposición (y complemento) entre los dos integrantes de una pareja.
La identidad cumple con el objetivo que el propio autor declaró haberse trazado en cuanto a escribir libros divertidos, fáciles de leer y difíciles de comprender (La Nación, 29-4-90). Y, en este sentido, es un Kundera típico que será recibido con agrado por sus seguidores y rechazado de plano por sus detractores. Al igual que en sus obras anteriores, emplea un lenguaje conciso, descripciones justas, diálogos creíbles y reflexiones insertas en el relato (como la teoría de Jean-Marc sobre la decadencia de la amistad) que seguramente serán consideradas como simples artilugios para hacer sentir culto a un lector inculto (por sus críticos acérrimos, que ha sabido granjearse varios) o como ideas puestas en discusión para incitar a la reflexión (sostendrán sus adeptos, que también los tiene y muchos). El resultado innegable es una novela ágil y una interesante mirada sobre la vida y el amor que, por momentos, consigue instalar en sus páginas un espejo que parece devolvernos nuestros propios rostros.
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Join discussionhola necesito obtener un brevisimonucleo de la novela de milan kundera la identidad..la necesito pues quiero dar clase y tomar este tema con adolescentes..