Te amenazo: Ten cuidado.
No es un hombre lo que arrasas,
ni es tan sólo mi padre.
Canta un mito por su sangre,
con su ejército, sus dioses,
fundaciones y batallas.
Y del lado enemigo (el tuyo),
los saqueos y matanzas.
Sé precavida.
Defenderé el texto de su hazaña
y su piel contra los huesos,
sagrada.
Velaré su desvarío
y este viaje involuntario
por tus mares,
ya sin puerto,
ya sin ancla.
Si lo quieres, sé magnánima.
Cúbrele los hombros con el manto
y júrale que vas armada.
Acércate misericorde o vuelve a tu barca.
Nada puedo contra ti,
sólo esta osadía de su estirpe.
Y con ella te amenazo.