Hace ya varios años, cayó en mis manos el diario del padre Henri Nouwen durante su estadía en el monasterio trapense de Genesee. La honda impresión que entonces me produjera se ha visto renovada con este Viaje espiritual , el que llevara al sacerdote holandés a la «casa» donde, en 1996, emprendió el llamado al viaje definitivo.

 

Jean Vanier, el hijo de un ilustre hombre público canadiense, fue el fundador de El Arca, comunidades para personas discapacitadas mentales. Una larga serie de experiencias, inclusive en la Universidad de Harvard, prepararon a Nouwen a dar respuesta a la convocatoria de El Arca. A través de los enfermos, descubre una nueva dimensión de la vida espiritual y de su ministerio. El ambiente de la comunidad, donde hace la primera experiencia, en Trosly, Francia, halla la posibilidad de profundizar en los más pobres la mirada amorosa de Dios, y de hacerlo con otros seres humanos, sacerdotes y laicos, empeñados en la misma entrega.

 

Si bien este es el núcleo, no es lo único aprovechable de este libro. Así, el relato de la muerte de un amigo, enfermo de SIDA, está lleno de compasión, comprensión y ternura. La amistad en sí está presente en muchos momentos, en el gozo de encontrarse, en el enojo de quien no se siente acompañado, en la felicidad de hacerse amigos y de reconciliarse con los que tenemos.

 

Algunas páginas son vívidos apuntes de viaje: el que lo reúne en la celebración del cumpleaños del padre, en Holanda, donde constata el alejamiento de la fe hasta que en los más pequeños no queda nada de ella, o la estadía en Alemania, en Friburgo (Freiburgam-Breisgau), con su imponente catedral gótica (el Münster, o sea catedral, es puesto sin traducción, como si fuera un lugar distinto de ella misma), o Estrasburgo, donde escucha el Evangelio de la Transfiguración, sintiéndose «parte del largo viaje del Pueblo de Dios, a través de los siglos» cuando en la predicación se parte de la brillante roseta, que, como desde hace seis siglos, «ayuda a ver la gloria de Cristo de una forma nueva». En París, el autor se detiene ante el cuadro de Rembrandt sobre los peregrinos de Emaús y medita sobre él, encontrando su similitud con el icono de la Trinidad de Rublev. En otro momento esboza lo que será el tema de uno de sus mejores textos: el Hijo Pródigo.

 

Camino a casa es un libro para leer y releer. Pienso en especial en los que se dedican al cuidado de enfermos como los que reúne El Arca, ya que será fuente de fortaleza y de consuelo. Recomendamos con entusiasmo acompañar a Nouwen en el «viaje espiritual» del que generosamente nos hace partícipes.

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