Como la fuente mana porque es fuente,
así mi voz denuncia este cuidado
de ser tiempo no más, tiempo prestado
donde el ayer es una llaga ardiente
y quimera el mañana. En el poniente
de mi vano vivir atornillado
a un silencio tenaz, brota obstinado
el clamor de la sed junto a la fuente.
Fuente y torrente que miré cercanos
y no supe alcanzar con estas manos,
proas de cara al mar y a sus orillas.
Hoy, en el trance de doblar la apuesta:
calla la voz y escucho la respuesta:
«A la fuente se llega de rodillas».