A lo largo de este año la revista ensayó una nueva forma de encuentro con sus lectores y amigos, que dio en llamarse “espacio cultural CRITERIO”. Coincide con los 70 años de la publicación y pretende ser un lugar y un estilo de relaciones. Se llevaron a cabo conferencias, charlas sobre viajes y culturas, exposiciones cinematográficas y recitales de música y poesía.

 

En el ciclo “La gente del silo XXI”, tres fueron los temas convocantes: la educación, la economía y los medios de comunicación.

 

Este último encuentro contó con la presencia de cuatro prestigiosos intelectuales y periodistas que conversaron, con un definido tono reflexivo y testimonial, sobre el ejercicio y el manejo de la información masiva en la sociedad argentina de nuestros días.

 

Las palabras de José Ignacio López definieron de inmediato el tono de la reunión: ‘Quiero agradecer a CRITERIO y a este espacio porque, de verdad, estas reflexiones no se pueden hacer en todos lados y uno no está dispuesto a hacerlas tampoco. Muchas veces los que proponen un análisis sobre la conducta de los periodistas y el papel de los medios, con sutileza o sin ella, buscan manipular la prensa. En realidad, no hay muchos espacios donde uno se sienta cómodo y libre para una charla de esta naturaleza, que nos ayuda a pensar y reflexionar sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos. Creo que hoy, más que nunca, estamos necesitados de hacerlo. La calidad y cantidad de cambios tecnológicos y el desprestigio de ciertas instituciones nos colocan en protagonistas a veces y nos plantean dilemas morales e interrogantes graves. Y este es un espacio apropiado para afrontar la cuestión”.

 

Eliaschev subrayaba que “en este marco de cordialidad, creo que el espacio de CRITERIO apunta a algo que tiene que ver con una ausencia que se advierte en la Argentina. La presencia de CRITERIO nos hace ver la ausencia de debate que hay en la Argentina. Esta revista, con gran esfuerzo, trata de instalarse en el espacio de la confrontación de ideas”.

 

Las reflexiones de José Ignacio López, Nelson Castro, Pepe Eliaschev y José María Pasquini Durán se centraron en algunos temas: la relación entre libertad y medios, entre cultura y medios, entre poder y medios. No estuvieron ausentes cuestiones como la censura, la credibilidad, la política, la corrupción, la economía y la ética.

 

 

 


La prensa como contra-poder

 

Uno de los roles fundamentales de los medios es la defensa de libertades. Se trata de una cuestión primordial para nuestra sociedad. Más allá de las circunstancias políticas, de la cultura, importa la actitud del ciudadano en la defensa de su derecho a expresarse, a pensar.

 

Los medios viven una realidad apasionante pero difícil. Tienen un enorme protagonismo, con lo estupendo y peligroso que puede tener esta circunstancia. En las elecciones recientes se asignó a la prensa un rol, o se buscó asignarle un rol que no tenemos y que no queremos. Así como el 14 de mayo de 1995 el Presidente se equivocó cuando dijo que le había ganado a la prensa, otro puede equivocarse y decir que el domingo 26 de octubre ganó la prensa. Ni ganamos ni perdimos. Quienes ganan o pierden son los candidatos. Esto al poder le cuesta, en general a todos los poderes les cuesta perder.

 

En esta época de protagonismo se advierten actitudes que buscan cercenar la libertad de la prensa con gestos sutiles, donde la Justicia desprotege en vez de proteger a la prensa. Desde la ley mordaza, hasta los tribunales de ética periodística. La situación que se vive entre una prensa independiente y el poder es de tensión, siempre, porque la prensa es contrapoder, en cuanto el poder tiende a ser cada vez mayor, absolutista, intolerante.

 

El público radial tiene un poder que no se manifestaba hace diez años (pienso que en los diarios debe pasar lo mismo). Este fenómeno se percibe con mucha claridad. La instantaneidad, el ida-y-vuelta con el oyente es un elemento muy interesante. En buena medida el armado de la agenda periodística depende hoy de ese contacto con la gente, si es que queremos un contacto con la gente de cierta respetabilidad.

 

Es importante recordar que en una sociedad democrática el ciudadano tiene una participación que no se agota en el voto. Cuando la sociedad se organiza para ocuparse de sus temas, genera información, datos que nos permiten abordar el problema. En nuestro país la información es muy cara. Hacer una investigación es un drama porque no hay datos o, cuando los hay, son un supersecreto de Estado, incluso sobre información que debería ser del dominio de todos.

 

Nelson Castro

 

 


Medios y sociedad

 

Las relaciones difíciles de la prensa con el poder me parecen saludables y naturales porque quiere decir que cada uno está cumpliendo con su trabajo.

 

En cambio, estamos pasando por un momento de enorme desequilibrio en la relación entre la prensa y la sociedad. Esto se produce por un exceso de credibilidad y de confianza. Según las encuestas, desde mediados de 1992 le creemos a la prensa en primer lugar, a la Iglesia en segundo, y muy atrás a las demás instituciones.

 

Pero existen muchos tipos de periodismo, de prensa, de medios, de empresa, y hay muchos matices en la industria de la información y también en nosotros. Es difícil generalizar, incluso cuando hablamos de un periodismo independiente. ¿Independiente de qué? Del poder. ¿De cuál poder? La prensa como corporación, ¿no forma parte del poder? ¿En qué medida puede ser independiente del poder un multimedia que además es una multiempresa y que tiene infinitas relaciones de carácter económico-financiero con el poder, con los diversos poderes?

 

El segundo problema de esta credibilidad es que se le adjudican a la prensa algunas tareas y expectativas que no está en condiciones de cumplir, y tarde o temprano va a defraudar a la gente que espera del periodismo determinado tipo de soluciones que no tiene. Buena parte del prestigio del periodismo obedece al déficit de las instituciones republicanas. Buena parte de la información que el periodismo pone a la luz, como producto de cuidadosas investigaciones, en realidad debería ser información pública de libre acceso para cualquier ciudadano.

 

El tercer elemento que criticaría es que el periodismo se ha deshumanizado. Cuando yo empecé, la consigna era que toda historia tenía protagonista, cualquiera fuera el hecho, siempre había personas. Hoy esa presencia no aparece. En la medida en que la televisión ha impregnado la cultura profesional, el hombre de televisión no puede describir lo que el espectador está viendo, entonces se acostumbra a subrayar algún aspecto. Pero esto, trasladado al resto del periodismo, se convierte en una abstracción, un desconocimiento total del aspecto humano de la realidad. Cuando la gente empieza a hablar de sus problemas nos empezamos a incomodar, como si volviéramos a la particularidad de un gran cuadro al que sólo se lo puede admirar en su generalidad y no en su detalle. Pero el periodismo es detalle. Los periodistas, que con honestidad ejercen su profesión, intentan asomarse a la condición humana cada día pero en un pequeño detalle de esa condición, que es el acto que describen cada día. La prensa ha cumplido un gran rol en estos años, pero me gustaría que de aquí en adelante ese gran rol fuera menos sustitutivo de obligaciones que son propias de instituciones como el Congreso, los Tribunales, las Iglesias y nos dejaran a nosotros con nuestro trabajo que de por sí es fascinante.

 

El tema del poder no es sólo un problema cultural o de actitud profesional. Existe una razón más de fondo en la industria. La economía de la industria procede del poder. Nosotros vivimos del dinero del poder, se llame económico o político. En este país el 50% de inversión publicitaria la hace el Estado, en algunas provincias llega al 90%.

 

En segundo lugar, la industria ha modificado sus comportamientos internos de producción. Hoy se ha inventado, sobre todo en el mundo electrónico, la coproducción que genera la ficción de que yo soy socio de la empresa emisora, simplemente porque gestiono la economía que sostiene mi programa y una parte de mi economía se la entrego a la empresa por los derechos de emisión. Esto me convierte a mí, periodista, en empresario, en co-empresario, en muchos casos en falso empresario, en promotor publicitario, en un hombre que gestiona publicidad para su actividad, y esto, obviamente, genera todo tipo de compromisos. En México este mecanismo está institucionalizado. En una campaña política, cualquier cronista cobra en el plazo de tres meses una cifra que va desde seis a sesenta veces su salario. Acá no está institucionalizado, pero está difundido.

 

Es importante conocer estos factores porque si no hacemos sólo una valoración de carácter moral, cultural o de comportamiento. Pero para cambiar esos comportamientos, deberíamos modificar el funcionamiento de esa industria. Si uno fabrica cañones necesita guerras y éstas son bienvenidas por los fabricantes de armamentos. En este caso nos pasa algo parecido… ¿Cuánta concesión deberá hacer un periodista para permanecer en un medio sin comprometer su discurso? Es muy difícil establecer ese límite. Y mucho más si pensamos en las cuatro FM de Tartagal, las cuarenta de Tucumán, en los periódicos que agonizan en el interior. Los noticieros de cables locales desaparecen ante la llegada de una central porteña. La sociedad se alegra, pero los periodistas de ese noticiero se quedaron afuera, y también quedó afuera la información local.

 

Los periodistas no manejamos bien la relación con los medios, no nos damos cuenta del valor que tenemos para ellos. Por ejemplo, el rating no es un capricho para conocer el éxito de los medios, está para medir y saber qué cosas vende el medio y para que las agencias de publicidad sepan dónde colocar su inversión; el rating lo inventaron las agencias de publicidad, no los programadores.

  

José María Pasquini Durán

 

 


Tenemos que debatir

 

Es cierto que ha habido una traslación de responsabilidades y de mandatos desde las instituciones hacia la prensa. Un oyente de radio siente frustración verdadera cuando como vecino, por ejemplo, su reclamo no ha sido atendido y entonces recurre al medio.

 

Otra cuestión es la lucha por la primicia. En este sentido en la Argentina vivimos una situación sin precedentes. Lo sucedido con las últimas elecciones lo ejemplifica: “América”, a las 17:50, ya daba la victoria de la Alianza y las radios se precipitaban dando unas bocas de urna impresentables. Hay una compulsión casi perversa de los medios por la primicia, no importa qué pero primero que nadie. Si nosotros no reflexionamos sobre estos temas, ¿quién lo va a hacer? Hay un gran temor para hacerlo, pero si mantenemos el respeto y la consideración tenemos que debatir. Estamos atrasados en el debate de ciertas cosas y desde luego esa tendencia a generalizar, a teorizar, va en contra de lo que es nuestra profesión: reportar, cubrir los episodios de nuestra vida cotidiana en primera persona del singular.

 

Creo que hay en el público predilección por una cierta mirada, la mirada de fulano, la mirada de tal diario, que suponen determinado tipo de intereses. Y en una sociedad libre quiero creer que esa concurrencia de miradas diferentes es lo que permite la riqueza del menú, que a su vez le posibilita a cada uno optar por esa radio, ese diario, ese programa de televisión. Se está perdiendo además el arte de la pregunta, hay una supremacía de los moderadores de debate. Me desespera ese moderador que puede hablar con un torturador, una maestra, un ex combatiente de Malvinas…; siempre lloran… Yo creo que ése no es el rol del periodista. El periodismo es un conjunto de normas, de disciplinas y de técnicas que deben ser ejercidas hasta el fondo.

 

Pepe Eliaschev

 

  


La ética profesional

 

A mí me inquieta si la relación entre el poder y la prensa no es tensa. Creo que debe serlo por naturaleza, es un termómetro importante.

 

En Argentina, en particular, con instituciones que han perdido su prestigio y no lo han recuperado, los periodistas quedamos colocados como protagonistas y se nos proponen dilemas morales diferentes, interrogantes diferentes.

 

El tema de la primicia existió siempre, pero creo que hoy tiene características distintas. Hay preguntas que hoy se formulan en las redacciones que yo no escuchaba allí antes: «¿Esto vende?» Creo que tenemos que sentarnos a discutirlo, porque se trata de deformaciones. Lo que se ve en la televisión con el tema de los ratings está completamente incorporado a los medios gráficos y modifica el criterio de valoración de la realidad. Noto cambios que muestran una pérdida en la calidad de la manera de trabajar. Y no hablemos de la conducta o del comportamiento ético, porque allí sí cualquiera puede advertir que se ha degradado la conducta de los periodistas. Hoy se ha construido un conjunto de argumentos acerca de porqué no es inmoral aceptar que a uno le den o le manden un cheque. Yo sigo planteándomelo como un dilema grave.

 

Este espacio abierto por CRITERIO debe continuar, nosotros tenemos que asumir la responsabilidad porque el debate está pendiente, lo necesitamos y necesitamos el espacio para reflexionar sobre estas cosas que cada uno planteó. Creo que hemos tocado algunas de las cuestiones centrales. La concentración de los medios -inevitable desde el punto de vista tecnológico, económico-, convierte en víctima a la sociedad. Pero creo que estos problemas también abren nuevas posibilidades que no sé si exploramos y aprovechamos a fondo. Nosotros, como profesionales de los medios, tenemos una responsabilidad mayor pero nada podemos hacer solos. Muchas gracias por estar aquí y dejarnos pensar en voz alta.

 

José Ignacio López

 

 

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