EE.UU. 2009; Dirección: Michael Mann; Intérpretes: Johnny Depp, Marion Cotillard, Christian Bale, Jason Clarke; AM 13.
Con la expectativa habitual recibimos la última película de uno de los directores norteamericanos más interesantes, de esos que pueden gustar más o menos, pero de los que siempre se esperan altos estándares de calidad. Michael Mann, especialista en retratar personajes complejos en situaciones límite, no importa de qué lado de la ley les toque estar.
El director de Fuego contra fuego, Colateral (entre muchas otras), elige, como hizo en Alí, contar su versión de la historia de un hombre convertido en ícono. Para los norteamericanos, Dillinger es una leyenda de la época de la Gran Depresión. Luego de convertirse en el hombre más buscado de su país por sus numerosos robos a bancos, Dillinger muere abatido por las balas del FBI en 1934. Tenía sólo 31 años.
Aunque por momentos logre escenas de gran belleza estética, Mann utiliza los recursos expresivos del cine exclusivamente en función de la historia. Sin ser la mejor de su cinematografía, la película tiene un gran acierto: evita la demagogia y la caricatura; aquí no hay explicaciones “psicológicas” sobre el origen del criminal, aunque cierta faceta de la personalidad de Dillinger es mostrada a través de su romance con Billie Frenchette, interpretada por la francesa Marion Cotillard, de impecable acento. Tanto su actuación como la de Depp (que jamás cede a la tentación del subrayado) se encuentran entre lo mejor de este filme. Christian Bale, en cambio, luce acartonado e inexpresivo como Purvis, el necesario antagonista.