Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!”
Evangelio según Lucas 2, 6-14
La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría y, al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra.
Evangelio según Mateo 2, 9-11
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“…Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida”. Apoc. 2:10
Es una divisa que ilumina
el perenne transitar del tiempo;
enturbiada a veces por la espera, el llanto…,
los nubarrones que se amontonan
como una mentira en el horizonte.
Vislumbrada desde la cima
del anhelo humano cual náufrago
en la turbulencia de los mares;
y aferrada a un tronco viejo
a la deriva entre las olas
resurge el mandato sin par: “Se fiel”.
Cuando las amistades se quiebren,
en “ocasiones importantes”,
se transforman en máscaras;
y tus cimientos parecieran vacilar,
cuando a solas te acechen las dudas,
y en tu pesadilla se rajan las columnas,
cuando vuelven hacia ti las culpas,
los remordimientos como una ironía
vengadora; hasta la muerte se fiel.
En situaciones de dolor y enfermedad
Si llegase a golpear el infortunio;
y el vivir se manchara de angustia,
aún cuando la paciencia hormiguea
con pasos inseguros, inconstantes
y ruidosos… se fiel.
Pero cuando florece tu jardín,
y agreste la enredadera se desata;
se expande inoportuno como el viento
socavando los muros del patio.
Cuando atiborrada están las despensas,
la mesa del comedor adornada
de frutas, nueces, risas, flores…
Hazte un alto en aquel rincón azul marino,
allí donde intimas con Dios tus ruegos,
contemple el embeleso, en alabanza,
cómo se desparrama ferozmente
sobre la vasija oriental; y te saluda!.
Cuando el sol inunda la sala,
pintando de claroscuro crepuscular
las recámaras, los pasillos… y
de las paredes cuelgan nostalgias;
afloran los recuerdos en pensamientos
que riñen con el silencio…,
cuando todo va bien… sé fiel…
Madre eres tierra; produces, suples…,
eres agua fluyes, intuyes, disciernes;
fuego eres por tu sabia terquedad,
eres aire te multiplicas sirviendo, amando…,
y eres el vacío, toda tu fortaleza viene de Dios.
Sé fiel hasta la muerte…
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Nota: Este poema fue escrito en ocasión de la conmemoración del Día de la Madre, 8 de Dic. en Panamá. Por: Abelardo Sewell Tyndell