Ante el misterio de la vida y el de la muerte, igualmente insondables, la Pascua ofrece una clave fundamental de la existencia, si bien es clave de fe. En la pasión de Jesús y en su resurrección tenemos los cristianos puestas nuestra fe y nuestra esperanza. En la oscuridad de la noche esperamos el alba. En esta entrega de Criterio recordamos y rendimos homenaje a tres amigos y colaboradores de la revista: un politólogo, un filósofo y un periodista. Tanto el francés Jean-Yves Calvez como los argentinos Héctor Mandrioni y José María Pasquini Durán fueron, además, panelistas y expositores de conferencias y debates organizados por esta publicación. Cada uno en dimensiones y desde perspectivas muy diferentes, supieron afrontar la vida como misterio, aventura y compromiso.
Entre los innumerables recuerdos que nos quedan de Calvez, ese jesuita culto y amable, incansable viajero y agudo observador, quiero anotar que después de largo tiempo de trato personal y epistolar –junto con Laura Moreno, entonces vicedirectora– le propuse en el año 2000 integrar el consejo asesor de la revista. Con su acostumbrada generosidad y discreción, al tiempo me escribió para aceptar. Todos los años nos visitaba en agosto. Respondía siempre con celeridad ante cualquier pedido de artículos u otras iniciativas. Nunca hacía pesar su compleja agenda y sus múltiples compromisos. Era un hombre muy trabajador y siempre sereno. Como al pasar, me fue dando muchas sugerencias: estar siempre atento al sufrimiento de los pueblos, investigar y analizar fuera de los marcos de información habituales, abrirse a todas las tendencias, desconfiar de las internas eclesiales y vivir el Evangelio en la vida pública, tratar de que no nos ganaran con los años el pesimismo y el conservadurismo, tener mucha paciencia y escuchar a todos… Conocía y amaba a la Argentina con especial dedicación.
La última vez que estuve con él, en casa de la familia Donini, respondió a muy diversas inquietudes y cuestiones de los presentes: desde el recuerdo de Michel de Certeau hasta el análisis político de Honduras o sus impresiones siempre entusiastas de China. Era una persona en la que brillaba el ejercicio de la libertad por encima de cualquier temor o prejuicio.
A Héctor Mandrioni, fino filósofo y sacerdote cabal, lo comencé a tratar, después de haberlo leído, gracias a la amistad de Ignacio Navarro, Jorge y Silvia Fernández, y otros. Todavía vivía, como una suerte de Samuel Tesler de Marechal, en su refugio de libros por Villa Crespo.
Los poetas alemanes y los franceses eran citados por él con amor y profundo respeto. Con el pudor que bien señala Néstor Corona al recordarlo. Coincidimos también ocasionalmente algunos veranos en Mar del Plata y allí las conversaciones fueron más largas y matizadas.Siempre estaba como fulgurado por lo nuevo y por el misterio. Poseía la sabiduría de los niños y de los santos. Más de una vez me animó a que Criterio no olvidara que la poesía era parte fundamental de la cultura y de la aproximación a la realidad.
Tuve ocasión de encontrarme repetidas veces con el editorialista político de Página 12, Pasquini Durán, tanto para entrevistarlo como para pedirle artículos o su participación en paneles. Siempre me recibió con ese humor inteligente que asomaba de su figura tranquila. No era un hombre de fe, decía, pero con mucha curiosidad y atención se asomaba a los misterios. Recuerdo que una tarde, tomando un café, me dijo que admiraba a Criterio por lo que decía y por cómo lo decía. Él era un periodista de cuidada y vehemente prosa, lector destacado. En esa misma oportunidad, si no me equivoco, hablamos de una muy discutida personalidad de la jerarquía católica cuyas ideas no coincidían en nada con las de Pasquini Durán, y él me dijo que frenara el ardor de mis críticas a la hora de escribir porque la tarea de una revista como ésta era la de tender puentes y crear diálogo. A estos tres amigos los recuerdan otros amigos de Criterio en este número. No obstante el dolor de estas ausencias, una vez más la Pascua suena a promesa que se abre camino con terquedad y dulzura.