velasco-webSe presentó el libro Cinco curas. Confesiones silenciadas en el que se exponen las historias de vida de cinco sacerdotes que por diversas causas abandonaron el ministerio. El libro intenta someter a discusión varios temas propios de la Iglesia.La editorial cordobesa Raíz de Dos publicó recientemente Cinco curas. Confesiones silenciadas, que incluye testimonios de los ex sacerdotes católicos Nicolás Alessio, Adrián Vitali, Elvio Alberione, Horacio Fábregas y Lucio Olmos.

En la Iglesia católica ha habido durante mucho tiempo un afán de presentar al sacerdote como una suerte de hombre sacralizado. En el imaginario común se le atribuía un cierto “angelismo”, algo así como si no sufrieran tentaciones, y pensaran todo el tiempo en Dios o en cosas celestiales y nada terrenales. Esa perspectiva, con más o menos matices, se promovió en la formación de muchos seminarios (en algunos todavía hoy) y desde una estructura eclesial centrada más en el clero que en los laicos. La visión mitológica ha caído. Queda claro que los sacerdotes somos seres humanos comunes y corrientes, ni mejores ni peores que los demás; que nos hemos sentido llamados a un modo de vida particular que intenta expresar de manera singular el amor de Dios por todos los hombres y mujeres de nuestro mundo.

Sin embargo, me da la impresión de que a consecuencia de esta desmitologización, ha ocurrido –en particular en los medios– que ahora no sólo somos considerados como todos, sino peores que otros: potenciales abusadores de niños, seguramente con una doble vida sexual, ambiciosos. No niego que existan ejemplos malos, pero creo que estamos en un punto en el que a raíz de las acusaciones de abusos de menores y otras denuncias, se ha pasado a considerar al sacerdote como alguien sospechoso. Este otro exceso no es bueno, y en algunos casos su propalación no es inocente. Pasamos entonces de ese afán sacralizador del sacerdote a un afán normalizador en la otra dirección: “deben ser como todos”, “casarse como todos” (y separarse como muchos). Suele esgrimirse que no pueden desoírse los llamados de la naturaleza, en particular en materia sexual y afectiva.

La cuestión da para un análisis pormenorizado, sin embargo es claro que una cosa es ser consciente de los deseos y otra es seguirlos; que muchas veces hay pulsiones que son postergadas por una causa que atrae todas nuestras energías, que es posible sublimar esos deseos en pos de algo que se presenta como valioso e integrador de toda la persona. La experiencia de Dios para un consagrado posee a la persona y la saca de sí para ponerla al servicio de los demás, intentando hacer realidad ese Reino de justicia que Jesús anunció.

El afán normalizador (“que sean como todos”) en el fondo manifiesta desconocimiento de lo que significa una vocación o un carisma dentro de la Iglesia católica. Un carisma es un don, una llamada particular. Hay diversos llamados en la Iglesia: uno de ellos es la vida consagrada –que en algunos casos va unida a la ordenación sacerdotal–, cuya vocación es reflejar el amor generoso de Dios que se entrega por todos; se intenta reflejar la pasión por ese reino de Dios que es lo primero, y que empieza a construirse en la Tierra, trabajando por un mundo más justo, acompañando, poniendo la palabra y la persona a favor de los que más sufren.

Esta vocación implica no atarse a nadie en exclusiva para poder generar lazos de amor con muchos más. Quien siente ese llamado se encuentra ante un deseo que entusiasma y ante una entrega libre –no una obligación– que relativiza otras relaciones. En ese sentido, relativizar no es desvalorizar, es poner las cosas en su lugar en relación con Alguien –Dios– que para esa persona es más importante, y más seductor. Dado el amor particular que siente por Dios y la construcción de ese mundo mejor que anunció Jesús, el sacerdote se entrega trabajando en pos de un mundo más profundamente humano. No niega la propia naturaleza: la asume como es, aunque renuncie a expresar el amor humano de determinada manera (la relación de pareja). No se renuncia a amar.

Ahora bien, esto que digo es algo que se experimenta o no. Es tan intransferible como lo es, supongo, el sentimiento de dos que se aman profundamente. No hay palabras. Por eso puede ser hasta irrespetuoso que opine quien no lo ha experimentado. Hay una discusión pendiente: el celibato, ¿es una condición para todos los sacerdotes o debería ser libre para los diocesanos (que no se han sentido llamados a una vida comunitaria propia de las congregaciones y órdenes religiosas)?

Por otra parte, afirmar –como alguno lo sugiere en el libro– que “nadie guarda el celibato” es una generalización injusta que pone en duda la coherencia e integridad de muchos que sí intentamos vivir lo que hemos profesado. Creo que es valorable que haya quienes reconocen que no puede vivir de esta forma y tienen la honestidad de obrar en consecuencia para no vivir una hipocresía; pero también es muy valioso que otros intenten ser fieles a su vocación y luchen por serlo –como cualquier esposo o esposa– en medio de las innumerables dificultades y tentaciones que ofrece la vida. La opción libre por el celibato tiene sentido si es vivida a fondo, con sinceridad y alegría, como – no dudo– lo viven numerosos sacerdotes. Por último, la imagen de Iglesia que surge de algunos de los textos del libro parece manejar un supuesto un tanto infantil: que la Iglesia institucional es una suerte de maquinaria maligna construida para dominar, oprimir y someter. En realidad, es mucho más compleja; aunque en su praxis muchas veces haya estado del lado de los opresores, sigue siendo una de las instituciones más creíbles. Por algo será. Lleva sobre sí un lastre muy pesado de tradiciones y praxis no del todo evangélicas, pero es también portadora de un anuncio de vida y de esperanza.

El autor es sacerdote jesuita, rector de la Universidad Católica de Córdoba.

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  1. Graciela Moranchel on 2 septiembre, 2011

    Lamento no saber quién es el autor del artículo. No se indica. No sé por qué.
    Más allá de las apreciaciones sobre el libro de referencia, que nace de situaciones muy particulares y dramáticas vividas por estos sacerdotes (que no deben ser menospreciadas), el celibato por el Reino de Dios sigue siendo un «signo» fuertísimo de la entrega de la vida por un Amor «más grande».
    Asi como un matrimonio que se ama verdaderamente y que sabe afrontar los conflictos de la vida manteniendo un rumbo inalterable sigue teniendo una poderosa significación testimonial, así también la entrega a Dios con un corazón indiviso, cuando es verdadera, mueve los corazones y es siempre motivo de atracción para quien la contempla.
    Pero el celibato no es para todos. Incluso creo que no es para todos «los sacerdotes», que perfectamente pueden cumplir su ministerio estando casados. Para muchos curas (doy fe) se ha convertido en una carga insoportable que los obliga a llevar una doble y triste vida.
    Siendo el celibato sacerdotal una cuestión «disciplinar» y no dogmática, sería conveniente aplicarla sólo para los que realmente se sienten llamados a vivir esta entrega amorosa a Dios.
    Por otra parte, el matrimonio tampoco puede ser propuesto como la «panacea» de la vida sacerdotal. El matrimonio tiene sus propias complejidades y tampoco es «para todos». La enorme cantidad de divorcios nos da cuenta de esta realidad que tampoco la Iglesia tiene mucho en cuenta.
    En fin, me parece que en estas cuestiones que no se terminan nunca de discutir, debería existir una mayor libertad de elección y no ser impuesto ni uno ni otro estado de vida a quien no está dispuesto a cargar con todas las dificultades que acarrean ambos estados de vida . Ninguno trae la felicidad completa. Los dos exigen grandes sacrificios y un amor muy grande. Sólo el que sabe qué es amar puede comprender el valor del celibato sacerdotal y del matrimonio. «El que pueda entender, que entienda…»

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  2. Roberto O'Connor on 2 septiembre, 2011

    No entiendo si lo que se pretende dialogar/discutir aquí es el contenido del libro «Cinco curas» o el comentario de Rafael Velasco sobre ese libro.
    He leído el texto de los cinco curas, y he sido seminarista en el Seminario Mayor de Córdoba durante el período en que se formaron dos de los que dan testimonio. Debo decir que mi experiencia es tan distinta de la de ellos que no parece que hubiéramos compartido tiempos y lugares. No digo que todo haya sido fantástico; tampoco era un lugar para que nos lavaran la cabeza. En los cuatro años que estuve, estaba claro que era un período de discernimiento, no sólo una institución destinada a «captar» ministros. Debo decir que salí del Seminario como fruto de ese discernimiento, a pesar de que no me iba mal para nada. Pero me di cuenta que esa vida, con tener cosas que hoy sigo admirando, no me llenaba a mí.
    Amo a esta iglesia que es también muy contradictoria; al mismo tiempo, todo lo que tengo para criticarle a la iglesia surge de lo que ella misma me ha enseñado; algunos profesores del Seminario eran críticos de muchos aspectos: Nelson Dellaferrera (quien además después fue Rector), Víctor Acha, Horacio Saravia. Otros, me enseñaron cosas que me llevaron por mi cuenta a ser crítico. Algunos, no eran tan admirados (por decirlo de algún modo). Nunca me sentí obligado a callarme, a no opinar, a ser un miembro pasivo. Vi errores, vi aciertos, pude aprender, me acompañaron muchas veces, otras veces no tanto. Vi que cosas que se pedían en un momento, después se modificaban porque se veía que no eran las más acertadas (por caso, el uso de la sotana, que dos sacerdotes mencionan en el texto).
    En los más de 20 añs que han pasado desde que dejé el Seminario, muchas cosas cambiaron en la formación, buscando encontrar un modo mejor de formar sacerdotes. Entiendo que hoy ese camino de búsqueda persiste, haya o no haya aciertos. No veo que estén parados en el paradigma de la soberbia.
    Creo que el texto no siempre es fiel a la verdad, ya que se plantean como errores cosas que fue claro que se cambiaron para subsanar esos errores. Así el texto da a entender que la Iglesia sólo procura callar sus errores. En ese sentido, no sé si se trata de mala voluntad, o simplemente dolor de la propia experiencia. Pero, entendido así, da pie para escuchar pero no para un debate, que no veo tan presente en el texto. Enumerar cada una de esas cosas sería prácticamente otro texto, y lo único que haría sería pretender tener la verdad, pero no lograr el espacio en común para la discusión.
    Está claro que, por el modo elegido, muchas cosas no pueden ser contestadas, ya que no saldrán los directivos de ese momento a decir que a determinado seminarista se lo echó por ladrón, aunque todos sepamos quién es. Si la voluntad es la de ponerlo preso, entonces se escribirá un libro sobre cómo la iglesia estigmatiza a determinadas personas. Como esa situación, se entiende que por respeto humano hay muchas cosas que no se dirán. Otra muy distinta es la de plantear la complicidad con el delito, como parece deslizarse en varias partes; en este sentido, hay que practicar el discernimiento y ver a la persona detrás del delito, si lo hubiere. Nada obstaba tampoco para que cualquier seminarista (la mayoría de nosotros mayores de edad, o nuestros padres) hubieran hecho denuncias penales, si fuese el caso. Es decir, no entiendo porqué se le atribuye a la iglesia de Córdoba de ese momento haber impedido una libertad que de hecho uno tiene la responsabilidad de tomarla por su cuenta, sin pedir tanto permiso. Tal vez, y me parece que puede ser parte de la explicación, en algunos párrafos algún autor transparenta que vivió una relación un tanto simbiótica con la iglesia. Yo nunca entendí que me pidieran eso, y actué en consecuencia.
    No sé si este espacio de Revista Criterio será un ámbito más propicio para esa discusión, que tiene a mi criterio una carga subjetiva que le resta posibilidad al debate. Esta Revista ha hecho ya otros aportes al debate del celibato (por supuesto que siempre estarán en debate también la pobreza y la obediencia), y creo que sería bueno aclarar más qué se quiere debatir.
    Dejo mi abrazo y esta palabra que sólo tiene el valor de expresar lo que veo desde mi experiencia, y tratando de hacer un aporte en sentido contrario del libro comentado.

  3. horacio bottino on 3 septiembre, 2011

    graciela: SIENDO CASADOS SI NO LO AUTORIZA EL pAPA NO PUEDEN ser ordenados sacerdotes,esto es desde el siglo XI y este Papa lo ha reafirmado.

  4. Alejandro on 5 septiembre, 2011

    Estimada Graciela, el autor es Rafael Velasco (esta indicado inmediatamente despues del titulo de la nota). El autor es sacerdote jesuita, rector de la Universidad Católica de Córdoba.
    Saludos

  5. Roberto O'Connor on 5 septiembre, 2011

    Creí haber enviado mi comentario la semana pasada. He leído el libro con interés, ya que he sido seminarista en el mismo seminario y en la misma época en que relatan dos de sus protagonistas.
    No sé si en esta nota Revista Criterio pretende que se debata sobre lo que dice Rafael Velasco o sobre el texto que lo causa, «Cinco curas».
    Me siento en la obligación de testimoniar que mi experiencia de seminario dista totalmente de la que se relata en el libro. No se trata tanto de contestar cada hecho, porque no siempre son hechos, sino que muchas veces son percepciones de lo que se vivió; como tales, debo creer en la veracidad de lo que cada autor dice, pero no puedo compartirlas siempre.
    Algunas cosas no me parecen plenamente acordes a la verdad ya que algún sacerdote que aparece como «mal visto por las autoridades» en el texto, de hecho nos daba clases, y nunca recibí un comentario negativo sobre el mismo (lo digo por el Pbro. Víctor Acha).
    Entiendo que incluso la mirada muy crítica de algunos, como los padres Dellaferrera (tan conocido en el ámbito del derecho canónico) u Horacio Saravia, eran suficientemente esclarecedoras sobre realidades de la Iglesia en que no es tan claro su seguimiento del Evangelio. Nunca percibí que pretendieran hacerme creer en una Iglesia «angelical», en el mal sentido del ´termino.
    Me oarece que para que el debate que se pretenda sea posible, debemos hacer un esfuerzo muy grande por no mezclar nuestras percepciones y juicios con ciertos datos de la realidad. No veo claro que el libor aporte para el debate, sí tal vez para cierto escándalo

  6. María Teresa Rearte on 7 septiembre, 2011

    No he leído el libro «Cinco curas a debate», por lo que mi opinión será sobre lo que dice R.Velasco, autor de la nota. Soy laica y he sido por muchos años profesora en un seminario mayor. Pienso que los sacerdotes no manejan bien lo de hombre sobrenaturalizado por el sacramento del orden. Sumado al hecho de ser parte de la Iglesia jerárquica los desubica mucho y a muchos, aunque no a todos. Los cristianos siguen teniendo cierta visión angelical de los sacerdotes. Sobre la pedofilia pienso que es perversa. La atracción por una mujer me parece, por lo menos, conforme a la naturaleza. Y se debiera tener el coraje de afrontar la situación, para no tener una doble vida. Lo que me parece terrible es la ambición de poder que tienen algunos, que los lleva a enfrentarse entre ellos, e incluso a volverse contra los laicos. Más aún si se trata de una laica, mujer, destacada y con testimonio de vida. Pienso que lo del celibato es un debate que se debe la Iglesia, pero escuchando a los interesados, lo que mayormente no se hace. Lo que se dice en los medios carece de valor. Hablan de lo que no saben. Algunos aportes de la teoría psico-analítica (no adhiero a ella en bloque) podrían ayudar a comprender por ej. las cosas. La internalización del super-yo les impide, desde los años de formación, peor una vez ordenados, acceder al yo verdadero, que todos, también nosotros los laicos, solteros o casados, necesitamos conocer para hacernos cargo, si podemos, de nuestros «problemitas». La realidad de la Iglesia es compleja. Santa, por Jesús, yporque ha dado frutos de santidad. Pero también es pecadora, en casos muy pecadora, e incluso incursiona en el delito. Ej. la pedofilia. El autor me parece se defiende. El pueblo creyente también reconoce la entrega de los sacerdotes, las religiosas e incluso de los laicos, casados y solteros. Aclaro que en mis años de docencia en un seminario fui muy feliz en el trabajo docente con seminaristas, que me dejaron un bello recuerdo. Y que tengo un trato sano con algunos sacerdotes, en función de la vida sacramental, la parroquia, las situaciones de la vida, por ej. la enfermedad, en las que necesitamos de su asistencia. Pero en ocasiones cuesta entenderse.
    Un serio problema es el clericalismo. La palabra de un sacerdote vale aunque no sea veraz más que la de un laico, peor si ese laico es una mujer. Se cometen graves injusticias, de las que nadie se arrepiente. No sé cuanto tiene que ver lo dicho con el libro porque no lo he leído. Y traté de tener algunos puntos de contacto con la nota.
    Cordialmente.
    Prof. María Teresa Rearte

  7. MARTINE on 8 septiembre, 2011

    Muchas gracias por el envío de sus notas.Este tema es muy profundo y requiere verlo desde una óptica trascendente.Por qué en tiempos de Jesús este debate no existía?Me refiero al celibato.Cada época tiene sus peculiaridades y esta nos toma con opiniones encontradas.Para mí, un posición muy personal, un consagrado no es mejor ni peor que nadie.Nunca los ví como algo superior.Y ahora menos que nunca.Tiene que ver con el aprendizaje o experiencia que cada cual tiene que hacer en su vida.Y eso aleja el juicio acerca de por qué hace esto o aquello.El juicio individual, no el juicio social, en caso de acciones delictivas.Tal vez,la Iglesia insiste con el celibato por razones institucionales que nada tienen que ver con el dogma.Y eso traerá consecuencias. No pensaron el por qué de la falta de vocaciones en todos los ámbitos.Creo. modestamente, que los tiempos están cambiando a pasos acelerados y que, es muy probable, que estos cambios nos permitan ver » algo nuevo». Cada uno debe elaborar su situación y «ver» si es su camino aceptar o no el celibato como condición sine qua non para servir a Dios y a los hermanos.Algunas personas, dice un místico contemporáneo no católico, tienen misiones planetarias.No es necesario,para esto, ser consagrado.Los médicos sin fronteras son un ejemplo y los consagrados otro. Hay que abrir el alma y permitirse «escuchar» sin juzgar.

  8. Mariano Ferreyra on 8 septiembre, 2011

    Creo que los sacerdotes de hoy están mal formados. Sería importante que formen gente seria y competente en principio. Luego, sobre el tema del celibato, terminemos con las mentiras!!! Y otra cosa: muchachos en qué país viven los que comentan. Vean la realidad!!!

  9. Luis Alejandro Rizzi on 8 septiembre, 2011

    No lei el libro.
    Pero sostengo una vez mas que la Iglesia debe resolver la cuestion de la sexualidad y en la vida sacerdotal la cuestión del celibato.
    Mientras no lo haga cabalga esa idea , liviana, cierto, pero extendida, de la hipocresía de los católicos.

  10. Juan Pablo Morandín on 8 septiembre, 2011

    Me salgo del foco del debate, lo sé bien y lo anticipo, pero debe aclarse de una buena vez que el tema de la pedofilia que refiere María Teresa, que aparece en cualquier lado aún cuando no tenga relación, es un problema social general, del que la Iglesia lamentablemente no ha podido escapar. Si bien esta aberración injustificable se da en todas las religiones, en todas las estructuras y en todos los ámbitos sociales, tanto muy bajos como muy altos, es curioso que solo se la asocie con la Iglesia, y que se la utilice para atacarla tanto y hasta para transformarlo en un negocio. En Argentina, algunos de los casos más resonantes son completamente ajenos a la Iglesia y estuvieron ligados a psicólogos y docentes. Por eso me parece injusto que se siga marcando solamente la existencia del problema y no se mencione también que la Iglesia Católica es la organización que más ha hecho en los últimos años y más precauciones ha tomado y más normas ha dictado para combatir este flagelo y evitar que entre sus filas se cuele algún delincuente pedófilo o expulsar a los que se hubieran infiltrado.

  11. Luis Dalmasso on 9 septiembre, 2011

    Lamento que esta Revista a la que tengo como referencia de lecturas haya publicado este artículo, por lo demás… no coments

  12. MARTINE on 9 septiembre, 2011

    Tengo una teoría,en relación al comentario de Juan Pablo: el pedófilo,corrupto,etc. siempre desarrollan un rol: no hay jueces corruptos, hay corruptos que ejercen la magistratura y así para todo lo demás. Los curas no son pedófilos, los pedófilos «toman» los hábitos. El tema se complica cuando los que deben ejercer la autoridad y la disciplina no lo hacen. Lamento no coincidir con Juan Pablo: la Iglesia no siempre,casi nunca los sanciona. Pero creo que esa gente equivocó
    el camino. Acá nadie dijo que los consagrados tienen todos un problema sexual, ¿quién los obliga a ser célibes? Ellos mismos determinan ese estado. Por lo menos, eso es lo que quiero creer. La Iglesia no es infalible y comete errores y los hombres también los cometemos. No es una defensa,es un punto de vista de la realidad. Mariano dice «vean la realidad» Intento verla, Mariano. Si los que dirigen esta Institución insisten con el celibato, allá ellos. No hay una solución en el corto plazo. Claro que hay hipocresía:curas con doble vida existen. El tema es que la gente se deje «manejar» por estas cosas. La Sacra Rota también anula matrimonios que no deberían ser anulados,conforme el derecho canónico. Pero el mundo está así. Las consecuencias se verán,estoy segura. Aquello que no puede pedirse es perfección, por más que la persona esté consagrada. El que quiere renunciar, ¿quién se lo impide? ¿El dcho. canónico? Bueno, el tema es a quién le haga caso: al derecho o a su yo más profundo, ese yo que lo conecta con la Divinidad.

  13. María Teresa Rearte on 9 septiembre, 2011

    Sobre el comentario de Juan Pablo diciendo que yo menciono la pedofilia, me considero con derecho a aclarar, porque he sido aludida, lo siguiente: 1) la problemática sexual ha sido presentada en la nota que se comenta, me limité a decir que es perversa, lo cual es así desde el sentido moral racional, también desde la moral cristiana y está ratificada en el Magisterio moral de la Iglesia. 2) no hace tanto el Vaticano tuvo que retirar al nuncio destacado en Irlanda por el reclamo de las autoridades irlandesas en torno a esta problemática, sobre la cual el Papa ha hablado de tolerancia cero; 3) prefiero abstenerme de agregar más consideraciones sobre este tipo de problemas, porque no me complace hablar de ello; 4) precisamente manifesté que la atracción por una mujer es conforme a la naturaleza y la puedo comprender, sugiriendo que mejor sería ser sinceros y valientes y afrontar la situación; la pedofilia no es conforme a la naturaleza, y es más grave. 5) Estimado Juan Pablo no estamos hablando de los psicólogos, docentes, etc. entre quienes se dan desviaciones sexuales porque es el caso de que la nota trata sobre «sacerdotes». Y para tranquilidad de las personas sensibles aclaro que dije, se puede volver a leer mi comentario, que es la Iglesia la que debería considerar el tema del celibato, no los medios, etc. por lo tanto, no me enrolo entre quienes pecan de hablar livianamente del tema.
    Lo último: trabajé muchos años como profesora en un seminario.fui profesora, por lo tanto puedo hablar de temas pedagógicos o de la rama de la filosofía que enseñaba. pero no era mi competencia ocuparme de otros aspectos de la formación sacerdotal. No obstante, vivo en el mundo, soy cristiana, y me parece que no hay que asustarseporque los sacerdotes tengan problemas que afectan alos seres humanos, porque son eso, seres humanos, capaces de obrar bien y también de obrar mal. Ahora si sobre eso no hay que hablar, me parece que sería crear un halo de «ocultismo» que no nos hace ningún bien.
    Gracias. Un fraterno saludo.
    Prof. María Teresa Rearte
    Prof.María Teresa Rearte
    Ex-profesora de Antropología, Ética y Teología Moral.

  14. Juan Roshbalam Chilam on 9 septiembre, 2011

    EL CELIBATO…para los religiosos tiene un gran valor.
    Las energías sexuales sublimadas, fortalecen el espíritu.
    Quien quiera ser un religioso con más capacidad para sanar física o espiritualmente a los seres humanos, debe considerar, seria y serenamente, la posibilidad de reencaminar sus energías biosexuales.
    De igual manera, , al verse libre de «obligaciones conyugales»…puede prestar mayor atención a la comunidad creyente.
    ADÁN JESÚS, el Ungido de Dios, bien entendía éstos misterios de las energías biológicas y espirituales del ser humano al aconsejar el celibato para sus amados apóstoles.
    Debe ser, de todos modos, una opción consciente y libre….
    Amor y paz.

  15. Pbro. Nicolas Alessio on 10 septiembre, 2011

    Estimados, soy uno de las redactores del libro «5 Curas». Son historias de vida, la Ley del Celibato no es el eje, ni de las historias de cada uno de los cinco, ni del libro en su conjunto. Si quieren, lo debatimos. En lo personal sostengo que se trata de una ley disciplinar que hoy ha perdido su sentido y que hace mucho daño. Y ya que estamos, lo que las historias del libro desnudan es un mecanismo institucional para cuidar el poder: el ocultamiento. Ocultar para permanecer. Y, si bien este mecanismo no es exclusivo de la Iglesia, es esta Institución Romana Vaticana la que ha hecho del silencio (cuando no debe haber silencio) una de sus metodologías preferidas. Y lo que queda puesto en cuestión es que este modelo eclesial poco o nada tiene que ver con el Evangelio de Jesús.

    Nicolas Alessio , teólogo

  16. Raul Nieto on 10 septiembre, 2011

    Soy egresado de la Universidad Católica de Córdoba, la que ahora está regida por el padre Velasco.
    Era católico y ya no lo soy.
    Una de las causas (quizás la más ostensible) fue la, también ostensible, hipocresía de la Iglesia en los años de la dictadura.
    A partir de mi desvinculación de la prédica dogmática y persistente de los «méritos» de la Iglesia pude advertir también otro de sus agobiantes vicios: el ocultamiento, hasta nivel de secretismo, de sus miserias y crueles pecados.
    La mitología a la que se refiere Velasco al comienzo de su artículo aun persiste, como él mismo lo reconoce aunque no creo que solamente en «algunos» seminarios. En colegios católicos se menciona al Papa o al Obispo como si fueran hombres santos, y un locutor de radio muy conocido en Córdoba -Mario Pereyra- dijo al aire que el Papa es Jesucristo en la tierra.
    Por lo tanto, no me resulta difícil descubrir que la tendencia a minimizar los errores es directamente proporcional a la de maximizar la supuesta cualidad sagrada de la Iglesia como institución.
    Parece que esa concepción, altanera y humillante, lo hace sentir (a él como a tantos católicos) con derecho a definir qué tipo de «divino don» es la vocación sacerdotal, desconociendo, adrede, dado su nivel intelectual, la historia en la que pretende basarse: la de Jesús y sus seguidores inmediatos que, hasta el concilio de Letrán, no exigía celibato a los sacerdotes.
    El celibato es una exigencia de una organización mucho más material y terrena que la sublimada imagen que pretende mantener un miembro privilegiado de ella como lo es Velasco.
    Aun cuando asegura reconocer que no todos los sacerdotes modelados en los estrictos seminarios de la Iglesia disponen de la suficiente voluntad y conciencia para guardar celibato, cae en el error que él mismo marca al comienzo, cuando en el cuarto o quinto párrafo asegura que en la Iglesia hay vocaciones que son «un llamado particular a la vida consagrada», como si ese Dios al que cree representar eligiera a unos y dejara a otros en el colador.
    La pretensión de que aquellos que se mantienen en celibato son los receptores de un llamado particular de Dios, no es otra cosa que reafirmar, una vez más, que algunos son angelicales.
    Quizás lo que deba analizarse es que cada vez menos humanos creen en aquellas consignas medievales inalteradas a lo largo de los siglos. Muchos no creemos más en ellos ni en ella, justamente por la insistencia en no querer reconocer que, si ese Dios que predican existe, está en cada una de sus criaturas, sin necesidad de crear jerarquías angelicales.
    Que los curas son hombres comunes ya ni él puede negarlo, pero que también lo son las mujeres y los miembros del clero vaticano parece ser una asignatura pendiente para alguien con un cargo tan alto que no puede alegar ignorancia.
    Queda entonces claro que el artículo me pareció una ratificación del atraso vaticano con un defectuoso barniz de actualidad.
    Raúl Nieto

  17. FERNANDO LOZANO PÉREZ on 12 septiembre, 2011

    La Católica Iglesia tiene sus leyes debido a que es guiada por el Espíritu Santo
    Si no les gusta cambien de religión y no se estrometan como demonios a decir lo que combiene
    a las almas..
    Así de sencillo hay mucha opciones y hasta sectas de todos colores, si quieren una Iglesi a su modo
    CAMBIENSE A OTRA RELIGIÓN.

  18. SERGIO CIOTTI on 13 septiembre, 2011

    Convengamos que nadie obliga a los hombres a incurrir en el seminario, pues es, insisto, opcional, nadie obliga a nadie, no es el servicio militar obligatorio. Si yo quiero ingresar al seminario, primero me informo, veo cómo son las cosas, luego tomo una decisión. Si no es para mi porque considero que no puedo aceptar a los preceptos básicos de la Iglesia como el matrimonio entre hombre y mujer, la vida desde la concepción, la fidelidad, el celibato, entre otras cosas, entonces directamente no transitaré por el camino de la Iglesia. Si no estoy de acuerdo, tampoco me voy a meter en la Iglesia como insurrecto y prepotear para que las cosas sean como yo quiero. O acepto las cosas con humildad como nos enseñó Jesús, o me voy. No existen grises, Dios abomina a los tibios, prefiere a los fríos.
    Por ello, cuando leo esta nota y luego veo el comentario del Sr. Alessio, me doy cuenta de dónde viene la mano. Un sacerdote que casa homosexuales al decir que «Jesús no condena a los homosexuales», es una tergiversación de la Palabra. Es cierto, jesús no condena a los homosexuales, como tampoco condena a los delincuentes, a los asesinos, a los violadores. Pero Jesús con ello no adhiere a los homicidios ni a las violaciones. Jesús no rechaza personas, es cierto, pero sí rechaza conductas. Jesús ha ratificado en el Evangelio el Plan de Dios: hombre y mujer, con eso basta para darse cuenta que no endorsa el «matrimonio» gay. Así que insisto, del mismo modo en que hay «sacerdotes» pro-matrimonoide gay,, los hay contrarios al celibato, favorables al aborto, favorables a defender al terrorismo de los años 70.

  19. SERGIO CIOTTI on 13 septiembre, 2011

    Con el tema de la pedofilia, pregunto: ¿sólo se da en la Iglesia? ¿Acaso no hay abusos por parte de docentes, profesores de música, psicólogos, médicos, etc? No será que la pederastia tiene relación con otros problemas psicológicos que nada tienen que ver con el celibato? ¿No será, como lo han dicho varios obispos e investigadores especialistas en el tema, que la homosexualidad está relacionada con la pederastia? Quieren pruebas? Lean este artículo:

    http://analisisracional.blogspot.com/2011/09/el-turno-de-normalizar-la-pedofilia-i.html

    Nótese cómo los «sacerdotes» que «casan» homosexuales, son los mismos que luego hablan de «ocultamiento» de los casos de pedofilia en la Iglesia… SIn palabras…

  20. Tweety on 13 septiembre, 2011

    Dios es el que llama a la vocación sacerdotal y cada uno es libre de aceptar ese llamado o no con todo lo que él implica. Además el celibato sacerdotal es imposible sin la gracia de Dios La fidelidad a ese voto puede romperse de la misma manera que un esposo o una esposa le es infiel a su cónyuge. Entonces, como la fidelidad en el matrimonio es cada vez más dificil para algunos, se podría proponer la poligamia! En definitiva, un hombre que se casa elige a una mujer entre todas las demás y un sacerdote elije a Dios entre todo lo demás; que la vida los lleve por otros caminos no quiere decir que eso esté bien o que sea lo mejor. Existen muchas personas, hombres y mujeres, que consagran su vida a Dios en cuerpo y alma, con o sin votos, y encuentran en ello la felicidad o el camino de sus vidas, y sólo la gracia de Dios y el dejarla actuar en sus corazones lo hace posible. En definitiva, «son muchos los llamados y pocos los elegidos»…

    • luces on 6 enero, 2013

      NO ME PARECE, QUE UN HOMBRE TENGA DOBLE VIDA Y QUE TODO EL MUNDO PIENSE QUE ES LO MEJOR DEL MUNDO , SIMPLEMENTE QUE DEFINA QUE QUIERE CON SU VIDA, DE MANERA QUE PUEDE PREDICAR Y NO APLICAR, NO SI LO ESCOGIERON ES PORQUE DEBEN GUARDAR CASTIDAD Y SI NO PUES QUE SE RETIREN , LASTIMA QUE MUCHO NO LO HACEN Y MANEJAN UNA DOBLE VIDA ESTÁN MAS EN PECADO QUE CUALQUIER OTRO SER HUMANO.

  21. María Eugenia Queral on 13 septiembre, 2011

    Buenas tardes a todos, confieso que no he leído el libro, aunque sí la nota de Velasco. No entiendo que es lo que se quiere debatir. Sí entiendo a decir verdad, pero no puedo evitar el sarcasmo. Primero, la Iglesia somos todos los bautizados, todos estamos llamados a la Santidad. Cuando nos confirmamos, tomamos la comunión o celebramos el sacramento del matrimonio, se nos «invita» a vivir esa vida que nos propone la Iglesia Católica. Su dogma, el Catecismo de la Iglesia es el complemento aclaratorio de ese contrato indisoluble Esto me ha quedado muy claro. Si te casás por Iglesia, pero ignorás lo constitutivo del Sacramento,entonces hiciste una parodia.Se me viene a la mente ese refrán que dice » si te metiste en el baile, entonces bailá». Supongo que con el Orden Sagrado pasa lo mismo.O aceptas todo completo, o no lo aceptás. No creo que exista un ministerio a medida. O todo o nada. No te ordenás sacerdote, o te convertís en esposa haciendo reservas de lo que no aceptás. puede que en el camino descubras que lo que sentiste como un llamado no era tal, que la vocación no pasaba por ahí. Entonces bajate. Nadie te ata para quedarte o nadie, siendo capaz, te obliga a entrar. La voluntad, el discernimiento es clave en todas las relaciones intersubjetivas, y la Iglesia no desconoce tal cuestión. Quizás muchos confundan -por ignorancia o por malicia- la manera institucional que tiene la Iglesia de resolver sus asuntos. Pero , albricias!!! es una institución jerárquica, que controla y depura a sus integrantes conforme al procedimiento establecido en el Derecho Canónico. Así que si se establece el celibato como atributo del sacerdocio, entonces que querés discutir? Si no lo aceptas, entonces no seas sacerdote.

  22. María Luisa on 13 septiembre, 2011

    No leí el libro perí sí el artículo y pude apreciar sin ningún problema quién es su autor, aunque nunca estudié teología… Con respecto al libro, me parece que se trata de una novela a modo de explicación y justificación DESESPERADA de los fracasos de cinco ex sacerdotes católicos, quienes meten a todos en una misma bolsa por sus «caídas» o «tentaciones». No se, me nutre más leer la vida de los Santos…

  23. MARIA ESTELA on 13 septiembre, 2011

    Es aberrante creer que el celibato puede ser para cualquiera, como comentaron antes. Sin la ayuda de Dios y entrega total es imposible. A esto agrega el apóstol Juan que si no puede mantener el celibato, es conveniente casarse. Pero bendecir casamientosgay está en contra de la voluntad de DIOS. Deben ser bendecidos,de manera personal,por ser criaturas creadas por DIOS,pero DIOS acepta el pecado,perdona el pecado,pero NO la reincidencia del pecador, y menos al que bendice al que comete pecado. Más dolor le causa a DIOS aquél que en vez de ayudar a que se alejen del pecado, enarbolando una bandera de religiosidad,aplaude a los pecadores.

  24. Pbro. Nicolas Alessio on 13 septiembre, 2011

    Estimados, sigo siendo sacerdote …»tu eres sacerdote para siempre» se canta en la liturgia de la ordenación… aunque me he retirado del «clero»… soy, un cura «sin templo» o mejor, un cura del pueblo de Dios, no de la Institución… en definitiva, otro modelo de «sacerdote»… mucho más cerca de Jesús, profeta y maestro, de paso les recuerdo que no fue sacerdote …. Bendigo casamientos igualitarios porque donde hay amor Dios está presente y no soy yo para decir o decidir lo contrario… les recomiendo leer el libro antes de opinar, es sólo una cuestión de seriedad intelectual…

  25. Daniel Gómez on 17 septiembre, 2011

    Se bendicen las cosas buenas a los ojos de Dios, todo lo demás será puro curanderismo o charlatanismo. Definitivamente las relaciones homosexuales son malas a los ojos del Señor, no pueden merecer aprobación de nadie, ni mucho menos bendecidas. Es solo una cuestión de seriedad espiritual…

  26. Pasteurcito on 17 septiembre, 2011

    El casamiento «igualitario» es desigualitario para los niños al privar a algunos de ellos de su derecho a tener padre y madre. No es «amor» estafar a un niño pretendiendo engañarlo con el fraude de «dos papás» o «dos mamás»

  27. Juan José Dotta on 17 septiembre, 2011

    Adhiero totalmente a los comentarios de Sergio Ciotti (espcialmente) y a otros, en el mismo sentido. Cuando el joven ingresa en el seminario, sabe lo que le espera: muchos años de estudio, oración, dedicación y fidelidad a lo que le pide la iglesia. No entran engañados. Por lo general llevan años de discernimiento, con su director espiritual, antes de dar el paso. Es cierto que faltan curas, pero no por eso, se permite que ingresen jóvenes que no está lo suficientemente preparados.
    Respecto al libro y a los comentarios del padre Alesio, no tengo más que decir que van en contra de la doctrina de Cristo y que no admiten discusion alguna. Cristo nos ordenó amar al pecador y condenar al pecado. Dios condenó (padre Alesio lo puede encontrar en la biblia) en muchas oportunidades la homosexualidad.
    Dice Ud. en su nota del 13-9 que sigue siendo sacerdote. Le pido que reflexione sobre la grandeza del sacaramento que Cristo le ha conferido: sigue siendo sacerdote (sacerdote eterno) a pesar de haber vilado los votos y promesas que Ud. hizo al ordenarse.

  28. María Teresa Rearte on 8 octubre, 2011

    A Nicolás Alessio, pbro. Sé que sigues siendo sacerdote: «tú eres sacerdote para siempre.» Pero te diré que con el modo conque te diriges a quienes opinamos demuestras cierto tonito parecido a algunos de los que criticas. Y voy a corregir. No es falta de seriedad intelectual. Opinamos sobre la nota, porque es lo que Criterio ha puesto a consideración, para que opinemos. No tienes por qué fijarnos límites, por lo menos a mí, mientras nos comportemos con respeto. No me interesa tu libro, tus historias personales. Es verdad que en la Iglesia hay mucho apego al poder. Lo demuestran tus colegas, porque si sigues siendo sacerdote son tus colegas.l Y ya que apelas a Jesús, te pido que lo hagas en serio.
    Te defines como sacerdote del pueblo de Dios, «otro modelo» de sacerdote. Esa es la cuestión, pecas por individualismo. Y te pareces a los protestantes: una relación con Dios, pero sin Iglesia. ¿No será que «falla» tu eclesiología? Dices que bendices matrimonios igualitarios. Es tu problema, estimado Nicolás Alessio. Y lamentablemente es el problema de las personas que te siguen. Porque reivindicas tu sacerdocio, que es reconocer un sacramento que te confirió la Iglesia a la que descalificas. La Iglesia también es un sacramento, no en el sentido de los siete sacramento, pero lo es de Cristo. No pidas en lo humano una perfección que algunos, con los que disientes, no tienen. Y me parece, sin ofenderte, que tampoco la tienes por tu parte. Otros, han perseverado en la fidelidad al Evangelio. Sobre el matrimonio igualitario, si eres sacerdote y aunque no lo fueras, por sentido común, por simple razonamiento, sabrás que las instituciones persiguen fines, que incluso no hay actos humanos que no tengan un fin. Incluso en el orden secular. Los matrimonios igualitarios no pueden alcanzar los fines propios del matrimonio. De modo que estás usando una figura «de moda» que sirve de consuelo a personas a las que deberías hablar con sinceridad, eso sí sería amor, respetarla, y ayudar a que orden su vida y tengan la cobertura de una unión civil, según las leyes de este país, seguridad social, cobertura médica, cuestiones de herencias, etc.
    Estimado Nicolás Alesso no eres tú, o vos, el que fija la «doctrina». A lo sumo, te concedo que esa sea tu particularísima interpretación de las cosas. Y te diré que cuando a uno le pasan cosas en la vida, sea con la Iglesia, o con quien sea, cosas que les pasan a las personas, tú no eres la excepción, hay que tener la madurez y la fortaleza para afrontarlas.
    No me interesa tu historia ni la de tus colegas, cinco, me parece. Pero si escribieron un libro es porque deseaban exponerla. Por lo tanto, no nos fijes reglas, te lo repito. No tienes ninguna autoridad para hacerlo. Puede que quienes te siguen, con problemas irresueltos y vos no estás en condiciones de ayudarlos a resolverlos, como no sea realizar una particularísima celebración sin Iglesia, siguiendo solamente lo que tú decidiste hacer, te sigan. Pero yo no soy una de sus seguidoras. Solamente por primera vez veo esto de que se puede opinar sobre las notas de la revista. Pero podría no haberlo hecho. No obstante, si te enteraste de algunas opiniones, es porque quisiste saber qué se decía. Dos entradas tuviste, si no me equivoco. Estás necesitando y ofreciéndote para confrontar. Y la realidad es que cada uno sigue su camino. Yo sigo el mío en el interior de la Iglesia, con toda conciencia de las debilidades humanas de sus miembros. O si quieres, de la ambición de poder, etc. La fe no es fe en los sacerdotes sino en Dios.
    Te saludo con respeto.
    Prof. María Teresa Rearte

  29. María Teresa Rearte on 8 octubre, 2011

    Nicolás Alessio. Pbro. Si lees el mensaje anterior, espero que no te moleste que haya dejado de lado el «usted padre.» Pero me pareció la mejor manera de expresarme. Además, ya no estás en la Iglesia, que es donde te podía llamar padre. Si te interesa saberlo, sé lo que es el poder en la Iglesia. Lo padecí. Pero para quien cree y vivió en la Iglesia, «salirse» no es una solución. Como lo dices, sigues siendo sacerdote. Espero, para decirlo de algún modo, que encuentres tu lugar. Y te sientas bien.
    Te saludo con respeto.
    Prof. María Teresa Rearte

  30. Graciela Moranchel on 9 octubre, 2011

    Me apena el cariz que han tomado algunos comentarios, cuando se vuelven irrespetuosos y desconsiderados hacia quienes tienen otra perspectiva de la realidad que la propia. Es lamentable que no se aproveche este espacio de diálogo abierto que nos ofrece la revista Criterio sino para atacar, en cambio de «intercambiar» para que, entre todos, podamos llegar lo más cerca posible a la verdad de cada cuestión.
    Con respecto al «celibato sacerdotal», es bueno recordar que de ninguna manera es una característica que le pertenezca «en esencia» al sacerdocio ministerial. Tampoco se puede fundamentar en la forma de organización de las iglesias primitivas, de acuerdo a los textos del Nuevo Testamento. Los apóstoles y primeros cristianos eran «casados», y el sacerdocio tal como existe hoy, no existía. El celibato sacerdotal es una cuestión meramente «disciplinar» para la Iglesia occidental, que perfectamente podría modificarse, y que seguramente se modificará.
    En relación a las afirmaciones de la señora María Teresa Rearte con respecto a la situación del padre Alessio, corresponde aclarar que dicho sacerdote de ningún modo está «fuera» de la Iglesia. La Iglesia no es sólo la «institución» visible, con su organización y estructuras humanas. El bautismo nos incorpora al «Cuerpo de Cristo», al que todos estamos profundamente unidos, más allá de las diferencias de opiniones y criterios sobre temas particulares. ¡No es tan fácil «salirse» del ámbito de lo divino, como cree la señora Rearte, mucho menos por cuestiones «opinables», como lo son el celibato sacerdotal o el estar a favor del matrimonio entre homosexuales!
    En todo caso, me parece que habría que revisar aquí varias concepciones eclesiológicas, que aparentan ser extremadamente reductivas.
    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  31. María Teresa Rearte on 10 octubre, 2011

    Nicolás Alessio. Pbro. Vuelvo a tus comentarios, dos, para leer lo que escribiste. Bendices casamientos igualitarios porque, según dices, quién eres para decir o decidir lo contrario. Ya estás decidiendo lo contrario de lo que dice la Iglesia. ¿Te complace hacerlo, contrariar a esa institución romana vaticana? Me da la impresión de que quieres convencerte de que puedes decidir en oposición a ella. Sin embargo, se nota que sigues teniendo presente la liturgia de la ordenación: «Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec:» Y que consideras válido lo hecho por la Iglesia que te ordenó; porque reconoces que sigues siendo sacerdote.
    ¿De dónde sacaste que Cristo no es sacerdote, sólo profeta y maestro? Una especie de Mahoma entonces, sin ánimo de ofender a nadie. Yo sí sé y creo que es Sumo Sacerdote, que nos reconcilia con Dios. Y que el sacerdocio ministerial es participación en el Suyo. Te hago una pregunta, o dos…¿De dónde «sale» si cabe la palabra tu sacerdocio? ¿Qué le aportas a las personas, cuyos matrimonios igualitario
    s dices bendecir? Podría hacer otras preguntas pero es suficiente.
    Escribiste que el celibato no es el eje del libro. Tampoco de las historias de ustedes. Que es una ley disciplinar.Sé que es ley eclesiástica. Pero me parece que los fundamentos exceden lo que es una ley disciplinar. Dices que ha perdido sentido y hace daño. No me parece que haya perdido sentido. Sí pienso que debe ser muy dura de cumplir. Y no voy a opinar si la cumplen o no los sacerdotes. Pienso que es una cuestión que de tratarla, lo debe hacer la Iglesia con los interesados. Pero no es tema para los medios. Y tampoco algo que nos concierna a nosotros los laicos.
    Una opinión que espero me la permitas: no te exhibas en los medios. Para los medios eres noticia, como puede serlo cualquier otro tema. Pero detrás está tu persona, tu situación personal. Además, con relación a la Iglesia, lo único que logras es dar estado público a tus diferencias con la institución. Pero no contribuye a algo positivo. Y quizás sea motivo de confusión para algunas personas.
    Recuerda que escribiste si quieren lo debatimos. No es para debatir. Menos por este medio. Sólo estoy escribiendo algunas ideas que me surjen en torno a lo que escribiste.
    Nuevamene te saludo con respeto.
    Prof. María Teresa Rearte

  32. Pbro. Nicolas Alessio on 12 octubre, 2011

    Estimada Prof. Maria Teresa, sería muy largo y tedioso, para los dos, que te conteste punto por punto. Solo te aclaro que jamás intenté «fijar reglas», solo sugiero que, por honstidad y seriedad intelectual, antes de opinar de un libro, hay que leerlo. Opinar de comentarios, pues, es solo eso, opinar de comentarios. Te lo recomiendo de nuevo, tal vez entiendas mejor lo que pensamos y sentimos.

  33. María Teresa Rearte on 13 octubre, 2011

    Estimado Nicolás Alessio. Pbro. Me alegra que respondieras algo. Sobre lo de leer el libro, ocurre con todas las notas sobre comentarios de libros que publica la revista. Que se comenta sobre la nota. Pero no es falta de honestidad intelectual. De lo contrario no tendrían que proponer los comentarios como tema para comentario de los lectores.
    Pero en mis últimos ingresos estuve comentando los dos comentarios que dejaste, en una especie de intercambio de ideas. Nada más. Y de interrogantes que me dejaron tus afirmaciones. Incluso porque escribiste: si quieren lo debatimos. No me dirás que eso es también falta de honestidad intelectual intercambiar ideas o preguntarte amablemente acerca de lo que dejaste escrito.
    Incluso aclaré que no era debate, porque es tu vida, tu persona, o si quieres la vida de varias personas a las que no me referí, porque me limité a lo que dejaste escrito. Más aún, pienso y dije que el tema del celibato era algo que corresponde tratarlo a la Iglesia con los interesados, porque los demás hablaríamos desde afuera, sin conocer la experiencia de vida de un sacerdote en ese sentido. Además, coincidirás me parece conmigo que es la Iglesia la que establece las leyes. Por lo tanto, los laicos como yo no tenemos nada que ver.
    Conclusión: si sería tedioso responderme, lo dejamos ahí. Pero ¿para qué lo dejaste escrito?
    Prof. María Teresa Rearte

  34. María Teresa Rearte on 13 octubre, 2011

    Con relación a lo escrito por la Sra. Graciela Moranchel sería conveniente que aclare qué comentarios son «irrespetuosos y desconsiderdos» y «para atacar», porque de lo contrario queda flotando una afirmación como mínimo desagradable, que no se sabe a quien está dirigida. Y considerando su comentario globalmente, da la impresión de que es un juez, no una persona que dialoga o intercambia ideas. Ya los comentarios son revisados antes de publicarse, ¿no le parece suficiente? ¿O también deben ser supervisados y evaluados por usted?
    En cuanto a las aclaraciones que formula acerca del celibato sacerdotal, que no pertenece a la esencia del sacerdocio ministerial, que los apóstoles eran casados…, que podría modificarse y seguramente se modificará. ¿Piensa que no lo sabemos? Toda normativa de la Iglesia es modificable. A diferencia suya no sé si se modificará. Y si eso llegara a suceder,considerando los procedimientos de la Iglesia, estimo que llevaría un considerable tiempo.
    En cuanto a las afirmaciones de la Sra, Graciela Moranchel, a mí referidas, no opiné sobre la «situación» del Pbro. Nicolás Alessio. SIno como intentó ser una forma dialogada de responder, me referí a lo que él dice de sí mismo: «me he retirado del clero…, soy un cura sin templo…, no de la institución.» …etc. Me referí a la forma como él se posiciona.
    Peca de ingenuidad al pretender enseñarme lo que sé. La incorporación a Cristo y a la Iglesia, no la llamaría ·»profunda» (es el vocablo que usted usa); sino sobrenatural, por la gracia. En cuanto a que Iglesia no es sólo la institución, sólo le diré que, sin necesidad de un desarrollo más amplio, basta con pensar lo que significa el vocable «iglesia» para saber que no se limita a la institución-iglesia.
    Pienso que el Pbro. Alessio está con una incorporación digamos semiplena, porque si usted es como dice profesora de Teología Dogmática, debe saber las condiciones para estar plenamente incorporado a la Iglesia. Y de los dichos de él se derivan importantes consideraaciones en ese sentido.
    Por último, hay cuestiones que no son opinables. El matrimonio igualitario es una. Le sugiero estudiar Teología Moral, porque el Magisterio moral de la Iglesia tiene carácter vinculante. No conozco su formación como profesora y licenciada en Teología Dogmática, pero una elemental formación filosófica le explicaría que los actos humanos persiguen fines. Que una institución también. El matrimonio nace del consentimiento de varón y mujer para alcanzar los fines propios del matrimonio, que una unión homosexual no permite lograrlos.Pero eso es hasta de sentido común. Pero si es profesora y licenciada en Teología Dogmática también debería saberlo.
    En cuanto a las «creencias» que me atribuye acerca del «salirse» de la Iglesia tan fácilmente, le diré con toda claridad que me parece que tiene usted una imaginación demasiado activa. Le sugiero aprender a controlarla.
    Como no obstante nombrarme, en el último párrafo habla en plural, no sé si además de a mí, se está también refiriendo a otros lectores. Pero por lo que a mí concierne, no tengo que revisar «concepciones eclesiológicas» ni estimo que sean «extremadamene reductivas». Y le sugiero por mi parte, primero leer y asegurarse de interpretar bien lo que leyó. Luego, pensar bien lo que escribe y volver a leerlo. Por último no creo que sea mucho pedirle que controle su ansiedad, porque francamente me resulta bastante incómodo tener que darle todas estas explicaciones. Y no puedo ni quiero dejar de hacerlo teniendo en cuenta las atribuciones que se ha tomado, las que me parecen excesivas.
    Prof. María Teresa Rearte

  35. María Teresa Rearte on 13 octubre, 2011

    Sobre lo dicho por la Sra. Graciela Moranchel, en cuanto al matrimonio igualitario, sugiero leer además de lo pertinente al matrimonio (un hombre y una mujer), la encíclica «Veritatis splendor» de Juan Pablo II, nº 81, acerca de los actos intrínsecamente malos en tanto no ordenables a Dios como a su fin, fundándose en las Sagradas Escrituras. Los actos homosexuales pertenecen a esta categoría de actos. Sería deseable que algunas personas se interesaran por conocer también la pastoral de las personas homosexuales, a fin no de condenar, sino en lo posible ayudar.
    Prof. María Teresa Rearte

  36. María Teresa Rearte on 13 octubre, 2011

    Estimado Nicolás Alessio. Pbro. Para terminar de aclarar los términos de tu respuesta. Una parte de mis comentarios -y lo digo- son comentarios sobre el comentario del autor de la nota. La otra parte es intercambio de ideas, respuestas, como quieras llamarle a dichos tuyos en esta página de Criterio. Por lo tanto, la expresión falta de «honestidad y seriedad intelectual» es totalmente fuera de lugar. ¿O esperabas que una persona leyera tus dichos y se quedara totalmente en silencio? Desde el momento que ingresas a la página, puede suceder que alguien dé su interpretación.
    Como te dije, si lo prefieres, lo dejamos ahí. Y te doy un ejemplo sobre lectura o no de los libros. El caso de «Modernismo y satanismo en la política actual» de José E. Miguens estaba comentado en Criterio, pero no a la venta. Incluso estimo que faltaba ser presentado.
    Entonces, hay que ser más cuidadosos con las palabras. Atte.
    Prof. María Teresa Rearte

  37. Graciela Moranchel on 13 octubre, 2011

    Estimados amigos de Revista Criterio:

    Responder comentarios agresivos y donde se hacen afirmaciones sin suficiente conocimiento ni claridad intelectual me parece rebajar mucho el nivel del diálogo en este espacio de reflexión. Por ello, me parece mejor no contestar a las afirmaciones fuera de lugar de la señora Rearte. Sería muy largo y desgastante y no tendría el menor sentido intentar un diálogo fructífero con quien se muestra tan cerrado y confundido. Realmente no es de mi interés. Por lo cual, dejaré pasar sus tan desafortunadas palabras hacia mi persona.

    Sí en cambio, aprovecho la ocasión para agradecer a la Revista Cristerio por no ejercer jamás la censura y por abrir este espacio donde tenemos cabida absolutamente todos. En este lugar me enriquezco día a día con muchísimos de los aportes, y aunque no siempre coincidamos en todos los temas abordados, cuando el que comenta lo hace con altura y fundamentos, siempre es un enorme placer intercambiar ideas, cuando se hace con plena libertad, conocimiento de los temas tratados, y sobre todo, absoluto respeto por la opinión de los demás.

    La «Verdad» a secas no existe como tal. Las «verdades» no son patrimonio exclusivo de absolutamente nadie. Las vamos descubriendo entre todos, día a día, con la perspectiva que aporta cada cual. Estamos en camino…

    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  38. Elina S. de Gómez on 14 octubre, 2011

    Me resulta muy desagradable leer los comentarios de la profesora M. Teresa Rearte poruqe se expresa en forma agresiva con los que no estan de acuerdo con lo que ella piensa. Es una verguenza que diga las cosas que dice, tanto del padre Alesio como de otros foristas que escriben respetuosamente y con tanta claridad y conocimiento. Ya que la señora profesora Rearte se cree con derecho a decir lo que se le da la gana, sin importar el tono que use, tan feo, yo tambien tengo derecho a decirle que estoy en desacuerdo con todo lo que dice, porque no veo que tengan muchos fundamentos sus opiniones. Todo se basa en que es una persona se ve muy rigida y que no acepta nada que no entre en su pequeña cabecita. Sus comentarios son un monton de palabras que no dicen nada. Deberia agradecer a la revista que le permite expresarse. Si la revista Criterio fuera de mi propiedad, no le permitiría participar más. Mucho ruido y pocas nueces.

  39. María Teresa Rearte on 20 octubre, 2011

    Este espacio ha sido propuesto para expresar ideas, intercambiarlas, etc. No para imponerlas. Espero que me permitan expresar las mías.
    La verdad no es una construcción colectiva. De hecho se puede opinar sobre todo. Hoy en día es una práctica corriente. Pienso que de la pluralidad de culturas se ha pasado al pluralismo. Y de éste al relativismo. La categoría de género (útil para algunos análisis), hoy por ej. da pie para elegir la orientación sexual. Ya no se la ve como algo dado por naturaleza.
    Del mismo modo, los «valores» han pasado a depender del parecer, de las preferencias, los gustos. El derecho a la libertad, antes tan reivindicado en el ámbito político y económico (el antes no significa que hoy no cuente también), hoy se aplica con empeño a las conductas, las costumbres, la vida. Hemos pasado de lo convencional, ideológico, si se quiere coercitivo, al reconocimiento de lo particular, a reivindicar el derecho al despliegue de la personalidad, etc..
    Por detrás de esto viene la demanda para modelar las instituciones de modo que satisfagan las aspiraciones individuales. No significa que todo cambio sea bueno o malo, así, categóricamente. Tampoco que todo en las instituciones esté bien o mal. Ni que vayan a cambiar fácilmente.
    Lo que quiero, en definitiva, es expresar que asistimos a la desontologización y la desetización de la persona. Del «monoteismo» de los valores, fundamentado en una única creencia o razón filosófica actualmente nos encontramos con el «politeísmo» de los valores, el que trae consigo distintas actitudes y conductas. Cada uno sabe y decide a qué adhiere y en qué medida. En lo personal no me considero ni cerrada, ni confundida, etc, en fin, todos los calificativos que me han aplicado, sino haciendo uso de mi discernimiento y mi libertad para elegir. Y decidir en consecuencia. Y sin pretensiones de que otros piensen como yo. Pero sí con derecho a expresarme. Por lo que deseo aclarar que, si bien soy profesora, hago periodismo, por una cuestión vocacional, por lo tanto mis ideas «resisten» el análisis de quienes me leen. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Pero todos somos sujetos de derecho.
    Prof. María Teresa Rearte
    Prof. María Teresa Rearte

  40. María Teresa Rearte on 20 octubre, 2011

    -Por lo expresado en mi intervención anterior, deseo aclarar algunos puntos:
    1º Con relación al Pbro. Nicolás Alessio: no emití juicio de valor sobre su situación personal. Ni lo hago ahora. Mi limité a formular algunas opiniones. En todo momento le expresé mi respeto.
    2ª El celibato de los sacerdotes es ley eclesiástica, por lo tanto la Iglesia podría tomar alguna decisión con relación a la misma, suprimiéndolo, morigerándolo, etc. Es una atribución de quien tiene autoridad, con relación a la cual más importante que mi opinión sería que los propios sacerdotes sean escuchados y luego se decidiera.
    3º Con respecto a la pertenencia a la Iglesia proviene de nuestra incorporación a Cristo y la Iglesia por el bautismo. Pero hay situaciones que condicionan esa pertenencia. Para el caso se debe consultar la constitución dogmática Lumen Gentium, del C.Vat.II. No corresponde hacer toda una explicación aquí del tema.
    4º En cuanto al matrimonio igualitario es ley civil. Ya está sancionada. Personalmente no estoy de acuerdo; pero respeto a las personas y respeto al norma. Incluso pienso que era necesario regular legalmente todo lo atinente a la seguridad social, regímenes previsionales, etc. que configuraban situaciones de hecho, cuyo ordenamiento le corresponde al Estado. Pero en el orden de la fe, o más exactamente de la gracia, no se puede pretender su reconocimiento como matrimonio y consecuentemente como sacramento. No estamos ante un matrimonio. No se dan las condiciones para tal reconocimiento.
    5º Con relación a la categoría de género significó un aporte benéfico en algunos aspectos. Pero no al punto de que pueda reemplazar a la categoría de naturaleza humana. Ese es un aspecto con relación al cual pienso que existe una suerte de «desfondamiento» en el pensamiento posmoderno, por algunos autores llamado también postcristiano, dando a entender que el cristianismo ha sido superado.
    6º El intercambio de ideas puede contribuir a encontrar la verdad, o las verdades. También pone a prueba la fortaleza de las propias argumentaciones. Pero por lo que a mí se refiere, como lo dije en otro lugar, para mi modo de pensar la verdad no es una construcción colectiva.
    Prof. María Teresa Rearte

  41. María Teresa Rearte on 22 octubre, 2011

    Pienso que faltó criterio para dejar que, en el intercambio de ideas, cada uno ponga a prueba la fortaleza de sus argumentaciones. De quien tiene razones para exponer, ya que en un caso sólo se trató de descalificarme y opinar que, ejerciendo el derecho de propiedad privada, me impidan participar.
    Pienso que el disenso requiere su tiempo de comprensión del pensamiento ajeno y de elaboración de argumentos. Lo cual tornaría más fecundo este espacio, porque no se trata de que las ideas de uno supriman las ideas de las otras personas. Esa continuidad es lo que hace fecundo un intercambio, aún cuando no se tengan coincidencias. De hecho en una sociedad, una cultura, en fin, conviven diferentes ideas.
    Prof. María Teresa Rearte

  42. alejandro on 8 diciembre, 2011

    Me parece tan atinada, equilibrada y delicada la apreciación de Roberto (Bobi) Oconnor, compañero de seminario, y en todo estoy de acuerdo con lo que escribe, no pareciera que vivimos el mismo seminario de Fábregas y Vitali, es claro que estos ex sacerdotes estuvieron en otro lugar, y hoy no se dónde. Un saludo a Roberto, me ha hecho tanto bien su apreciación porque es lo que hace tanto he pensado, y que lo haya hecho con nombre y apellido lo hace lo que siempre aprecié de él como compañero de seminario, como creyente, y hoy como laico comprometido con la fe en la Iglesia. Una vez le dije: Que de los que dejaron el seminario, a él es al que más sentí como pérdida de la Iglesia para el ministerio.

  43. IRINA on 11 diciembre, 2011

    Leí con muchas ganas el libro buscando respuestas a curiosidades sobre la vida de los seminaristas y sobre la experiencia de los sacerdotes. Debo confesar quesu lectura, lejos de alejarme de la Iglesia Católica más me ha acercado a ella. Las experiencias de los cinco curas evidencian su condición de humanos . Creo que escribir desde el resentimiento no es adecuado y fructífero para el texto y el discurso que quieren expresar. Tal vez más adelante puedan escribir desde el amor hacia el prójimo( incluyendo la iglesia ) dejando un mensaje liberador sin tirar piedras hacia una Institución de la cual formaron parte.
    No me gustó el uso del lenguaje irrespetuoso y agresivo de Fábregas

  44. Diego Gonzalez on 23 marzo, 2012

    Respuesta apologética a los Cinco…

    Diario La Voz Cba 21Mar12: «Carlos Gaít, un católico laico que vive en Formosa y que se sintió ofendido por las historias que contaron en un libro cinco sacerdotes cordobeses, escribió otro para responderles se vende en -Librería Lectio- Vélez Sársfield 30, local 6 Córdoba. Y los desafió a un debate.»

  45. Beatriz Alonso on 31 marzo, 2012

    Les recomiendo la lectura del libro ¿QUOD QUERITIS? (¿QUÉ BUSCÁIS?) de Carlos Eduardo Gait, del cual comentó Diego González en el mensaje anterior. Se vende en -Librería Lectio- Vélez Sársfield 30, local 6 Córdoba.
    Quiero decir también que comparto el mensaje:
    Tweety dice:
    Martes 13 de Septiembre de 2011 a las 1:57 PM
    Dios es el que llama a la vocación sacerdotal y cada uno es libre de aceptar ese llamado o no con todo lo que él implica. Además el celibato sacerdotal es imposible sin la gracia de Dios
    La fidelidad a ese voto puede romperse de la misma manera que un esposo o una esposa le es infiel a su cónyuge. Entonces, como la fidelidad en el matrimonio es cada vez más dificil para algunos, se podría proponer la poligamia!
    En definitiva, un hombre que se casa elige a una mujer entre todas las demás y un sacerdote elije a Dios entre todo lo demás; que la vida los lleve por otros caminos no quiere decir que eso esté bien o que sea lo mejor.
    Existen muchas personas, hombres y mujeres, que consagran su vida a Dios en cuerpo y alma, con o sin votos, y encuentran en ello la felicidad o el camino de sus vidas, y sólo la gracia de Dios y el dejarla actuar en sus corazones lo hace posible. En definitiva, “son muchos los llamados y pocos los elegidos”…

    Y agregaría: UNO DE LOS MEDIOS MÁS INDISPENSABLE Y PODEROSO PARA OBTENER LA GRACIA DE FIDELIDAD AL SACERDOCIO EN LA ORACIÓN.
    ¡¡¡HAY DEMASIADA ACTIVIDAD EXTERIOR Y MUY POCA ORACIÓN!!! En esto está la raíz de muchos males.
    ¡¡¡QUE DIOS BENDIGA A TODOS LOS SACERDOTES, LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA LOS CUBRA CON SU MANTO Y SAN JOSÉ LOS PROTEJA SIEMPRE!!!

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