salEn Sal y luz de las naciones, evangélicos y política en la argentina (1880-2001), el sociólogo Hilario Wynarczyk avanza en su investigación sobre el movimiento evangélico en la formación de partidos políticos confesionales.El autor publicó la primera parte de una vasta investigación sobre el movimiento evangélico en nuestro país, centrada en su movilización a favor de una mejor expresión de la libertad de culto, con énfasis en la igualdad (ver Criterio, n. 2365). En esta nueva entrega, publicada por el Instituto Di Tella-Siglo Veintiuno, estudia la actuación política de los fieles de esas iglesias en el escenario local.

Concretamente, Wynarczyk se detiene ahora en el intento evangélico de formación de partidos políticos confesionales (una práctica abandonada por la Iglesia católica a partir del Concilio Vaticano II), siguiendo el ejemplo de experiencias similares exitosas en otras naciones de la región. El sustento de esta pretensión política de impronta religiosa reside, además del aliento que supone ese ejemplo, en el crecimiento del sector –que habría superado al menos el diez por ciento de la población en las últimas décadas–, así como en la conformación de nuevos marcos interpretativos de la acción colectiva, que según el autor habrían mutado en ciclos de movilización relativamente breves, localizados en los años 1981 y 2001. Dentro del actual interés que registra el binomio religión y política, ambas publicaciones constituyen una unidad que ilumina los primeros pasos de un activismo cívico de base religiosa en nuestro país.

En el judaísmo no se conocen antecedentes de formación de un partido comunitario local. Los grandes partidos, así como los pequeños, registran la participación de dirigentes de esa procedencia, algunos de ellos en un primer plano de la política e incluso en cargos de gobierno. El primer judío ministro en la Argentina fue David Blejer, en la presidencia de Arturo Frondizi, y también tuvieron ministros judíos Juan Domingo Perón, cuyo hombre fuerte de la economía fue en su tercer gobierno José Ber Gelbard, y Carlos Menem, cuyo ministro del Interior fue Carlos Corach.

El radicalismo ha prohijado figuras consulares como Moisés Lebensohn (quien sin embargo nunca ejerció el poder formal) y en la presidencia de Raúl Alfonsín, Bernardo Grinspun fue titular de la cartera económica. Desde luego no fueron los únicos. Pero partido judío no hubo. Sergio Bergman, un rabino de clara sensibilidad cívica, es fundador de Argentina Ciudadana, posible matriz de un partido o al menos de una corriente política inspirada en un humanismo no necesariamente confesional, y primer candidato a legislador del PRO en la Ciudad de Buenos Aires.

Por otra parte, ha habido varios gobernadores (y eventualmente un presidente) de ascendencia árabe (sin que debe identificárselos con una identidad islámica pues la inmigración fue en esta etnia mayoritariamente cristiana): Romero, Sapag, Romero Feris o Saadi, pero ellos no han tenido un desarrollo aproximado al alcanzado por los judíos en materia política. Con la presidencia de Menem su irrupción en la vida pública fue más visible. Tampoco ha habido intentos de partidos inspirados en una tradición islámica.

Los católicos organizaron partidos confesionales o al menos con una clara inspiración religiosa, como el Zentrum en Alemania y el Partito Popolare de Luigi Sturzo en Italia, ambos sacrificados por la Santa Sede, y lo mismo aconteció entre nosotros, desde comienzos del siglo pasado. El Partido Demócrata Cristiano, de matriz católica, ha sido importante durante buena parte del siglo XX en muchos países, alcanzando un relativo desarrollo en la Argentina. El Polo Social del padre Luis Farinello recogió adhesiones de esa vertiente, aunque sin llegar a constituirse como partido.

¿Y los protestantes? Antes de Cynthia Hotton han existido en la política argentina funcionarios públicos de fe evangélica, pero no ha habido personalidades de verdadero relieve nacional. Tampoco hubo partidos de esa base religiosa, pero sí intentos de construirlos, y éste es el punto de partida de Wynarczyk. Su investigación se centra en un cronograma de los años 1980-2001 y estudia solamente un campo concreto del universo evangélico, examinando algunos proyectos suscitados en el periodo para articular un movimiento político partidario con un fundamento bíblico, incluso mediante la movilización de resortes religiosos.

El autor, que se ha constituido quizás en el sociólogo que más y mejor ha estudiado el movimiento evangélico en la Argentina, logra establecer un cuadro de situación que permite un clarificador panorama de una materia escasamente conocida, y ciertamente lo hace con solvencia.

En el umbral de la década del noventa, cuando ya era un investigador consagrado, Wynarczyk comenzó a ser conocido por sus publicaciones en esta temática. Hoy se puede apreciar el sazonado fruto de largos años de trabajo académico, en el que resulta visible la madurez de su pensamiento, aunque siempre estuvo presente en su trabajo el rigor científico que lo ha acreditado con un bien ganado prestigio en el mundo de las ciencias sociales.

2 Readers Commented

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  1. María Teresa Rearte on 14 noviembre, 2011

    El caso de la diputada Cynthia Hotton, que ha cobrado protagonismo por temas muy puntuales, es muy solitario. Me parece que pronto acabará su mandato y no ha sido reelegida, lo cual es una lástima.
    De la parte católica el problema está en el rol del laico, que sigue muy dependiente del clero. Urge desprenderse de su tutela.
    Incluso es un enorme esfuerzo sostener un pensamiento públicamente, y no necesariamente de política, aunque también sobre ésta, entre algunos cristianos. Hay comunidades muy conservadoras, a las que una actitud más crítica o puntual les parece peligrosa.
    Sin entrar al tema de los partidos políticos con fundamentaciones religiosas, me resulta incomprensible que desde la parte católica, insisto, por ej. la acción católica, guarde un total silencio ante temas puntuales. No tienen nada que decir. Pero están prontos para controlar, juzgar, e incluso cuestionar al que lo hace. Pero nunca de modo frontal, porque lo reitero parecen no tener nada que decir ni fundamentar una posición.
    Aclaro que no he leído el libro, por lo que mis comentarios surgen de la motivación por el comentario presentado por Robertgo Bosca, que me parece de interés. Gracias.
    Prof. María Teresa Rearte

  2. MARC on 17 enero, 2012

    Cada vez que leo un comentario sobre un libro que trata «la problemática evangélica» me vienen malos recuerdos de los días en que Alfredo Silleta y otro caballero de cierto grupo de estudios de las «sectas» nos trataban poco menos que quislings o quintacolumna de los norteamericanos. La verdad, yo soy protestante y argentino de pura cepa y no tengo nada que ver con el cinturón bíblico yanqui sino que, como peronista tirando a la izquierda no me interesa ningún partido de confesión evangélica porque de existir algo así, sería una contradicción a los derechos humanos. Imaginar siquiera que solo los evangélicos puede integrar un partido determinado va contra mis principios de inclusión de ideas y apoyo a la libertad de pensamiento. Voy a leer el libro a ver si es verdad que el autor sabe mucho de nosotros porque hasta la fecha, nadie le da al clavo, somos tantos y tan desperdigados o tan diferentes, que no pocos «eruditos» confunden adventistas con evangélicos o pare de sufrir con metodistas poco menos, saludos!!!

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