manosabuelasUna respuesta a Ariel Álvarez Valdés por el artículo sobre el divorcio publicado en Criterio de julio pasado.matrimonio_romanoPresento aquí un extracto de mi respuesta al artículo: “¿Prohibió Jesús el divorcio?” de Ariel Álvarez Valdés en el que afirma: “ni la Biblia, ni la tradición, ni los primeros mil años de historia cristiana respaldan la doctrina de que el matrimonio debe ser ‘hasta que la muerte los separe’”. Intento demostrar que sus afirmaciones son infundadas basándome precisamente en el testimonio bíblico, patrístico y del Magisterio de la Iglesia.

Sobre el motivo de Jesús para prohibir el divorcio Álvarez Valdés sostiene que el motivo por el cual Jesús prohíbe el divorcio es la desprotección social en la que caería la mujer israelita, la cual, en aquel contexto cultural, era considerada una pertenencia del marido adquirida por medio del contrato matrimonial y su repudio la dejaba sin hogar y sin bienes. Jesús, quien se pone siempre del lado del más débil, nos dice Álvarez Valdés, habría prohibido el divorcio para asegurarle a la mujer una contención social y económica. Este motivo que sostenía la prohibición del divorcio por parte de Jesús ya no existiría en nuestro contexto cultural moderno, donde la mujer ha adquirido mayor independencia social y económica, y por lo tanto esa prohibición debe ser reconsiderada.

El motivo que Álvarez Valdés encuentra para justificar la prohibición del divorcio por parte de Jesús carece de fundamento. No existe ni en los evangelios, ni en los escritos apostólicos, ni en los Padres de la Iglesia un solo testimonio que afirme que Cristo prohibió el divorcio para resolver el problema de la desprotección de la mujer israelita que sufre el repudio del varón. Además, si ése hubiese sido el fin pretendido por Cristo al prohibir el divorcio le hubiera bastado con insistir en las mismas disposiciones rabínicas, que ya existían, tendientes a brindar amparo a la mujer despedida por divorcio. En aquel tiempo, las costumbres israelitas obligaban al marido que repudiaba a la mujer, por un lado, dar a su esposa una suma equivalente al mohar (antigua institución israelita en la que el padre del novio entregaba al padre de la novia un determinado valor) y, por otro lado, devolverle la dote (posesiones que le fueron entregadas a la esposa en su matrimonio). Esta descarga económica que debía sufrir el esposo que repudiaba a su mujer tenía como objeto el brindar cierta protección a la mujer desamparada por su esposo y al mismo tiempo era un motivo para desistir del divorcio.

¿Cuál es el motivo que Cristo da para prohibir el divorcio y que Álvarez Valdés pasa por alto? En su diálogo con los fariseos, Nuestro Señor nos da el motivo: “Y se le acercaron unos fariseos, tentándole y diciendo: ¿Es lícito repudiar a su mujer por cualquier motivo? Él respondiendo, dijo: ¿No leísteis tal vez que el que los creó desde el principio los hizo varón y hembra? Y dijo: ‘Por esto dejará el hombre el padre y a la madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.’ Así que ya no son dos, sino una carne. Lo que Dios, pues, juntó, que el hombre no lo separe. Dícenle: ¿Por qué, pues, Moisés prescribió dar libelo de divorcio y repudiar? Díceles: Porque Moisés, en razón de vuestra dureza de corazón, os consintió repudiar vuestras mujeres; mas desde un principio no fue así” (Mt 19, 3-8). Nuestro Señor cita Génesis 1,27 y 2,24 apelando a la intención original del Creador quien quiso la unidad y no el divorcio para sus hijos. Este volver la mirada al “principio”, al designio del Creador para el varón y la mujer manifestado en el Génesis, había sido ya intuido por el pueblo de Israel y se vio reflejado en textos como Malaquías (2,10-16), Tobías (8, 5-9), como así también en la literatura intertestamentaria, por ejemplo, en escritos de la comunidad esenia, donde se rechaza el divorcio por oponerse primordialmente a la voluntad del Creador.

La razón fundamental que Nuestro Señor da para prohibir el divorcio es el designio original de Dios. Si Moisés permitió el divorcio fue por la dureza del corazón (sklerokardia), esto es, la infidelidad y la desobediencia a Dios. La dureza de corazón que a lo largo de la historia del pueblo de Israel se manifestó fundamentalmente en la infidelidad a la alianza con Yahvé y se vio reflejada en la institución matrimonial. El matrimonio en Israel no era un mero arreglo social, como pretende Álvarez Valdés, sino una verdadera alianza dentro de la alianza de Yahvé con Israel y era su reflejo. La dureza de corazón de Israel lastimó la alianza matrimonial por la poligamia y el divorcio. Y Yahvé le dio a conocer a su pueblo que no quería ni la poligamia ni el divorcio (Eclo 25,1-2; 26,1-4.13-18; Jer 3,1-5; Prov 5,18-20; Sal 128). Los profetas harán uso de la imagen matrimonial, por un lado, para señalar la infidelidad a la alianza por parte de Israel (Jer 2,2; Ez 16,18-29; Is 50,1; 54,4-8), y por otro lado, para anunciar la promesa de restauración por medio de una nueva alianza (Jer 31,31-34) donde ya no habría lugar para la infidelidad, donde Yahvé con su pueblo estarían unidos al modo de una alianza matrimonial indisoluble (Os 2, 16-3,15; Is 54. 62,1-5; 66,7-16).

La nueva alianza se realizó en Cristo. Es Él quien comunica ahora su Espíritu y restaura el corazón del hombre que se hallaba endurecido y lo reemplaza por un corazón nuevo (Rom 8,1-13; Gal 4,6; Fil 1,19; Ef 4,1-4). Jesús, en la alianza nueva y eterna, restaura aquel designio original de Dios para el matrimonio, y lo eleva a su plenitud, uniendo a los esposos cristianos en su propio Cuerpo y comunicándoles su Espíritu para que ellos puedan amar como Él amó, para que la dureza de corazón, herencia del pecado original, sea superada por la gracia de Dios, gracia que siempre está disponible para aquellos que la piden (Ef 5, 21-33). Es por eso que Jesús, como Legislador de la nueva alianza (Mt 5,31-32), “Mas yo os digo…”, prohibirá el divorcio del Deuteronomio (24,1-4) y explicitará que el divorciado que se casa nuevamente comete adulterio. Prohibición que entendieron bien los apóstoles (1 Cor 7,10-11).

Si Jesús prohíbe el divorcio no es por motivos sociológicos que valían para aquellos tiempos pero que para los nuestros ya serían obsoletos. Jesús prohíbe el divorcio pues en Él se realiza la redención de la creación entera por la nueva y eterna alianza (Ef 1,4-14), que vale para todos los tiempos desde su sacrificio en la Cruz hasta su segunda venida, y en Él, en su Cuerpo, y en los miembros de su Cuerpo, ya no puede existir repudio que rompa el amor comunicado por Cristo, con el cual, y en el cual, se unieron los esposos en matrimonio (1 Cor 12,12-13,13).

Los Padres de la Iglesia y el divorcio

Álvarez Valdés nos dice que “la tradición de la Iglesia se mantuvo indecisa en cuanto al modo de aplicar ese mandato de Jesús”. No es verdad. Desde los Padres apostólicos encontramos un sentir unánime (moral y objetivo) sobre la indisolubilidad del matrimonio entre cristianos, matrimonio que no se puede disolver ni siquiera en caso de adulterio. Se encuentran puntuales excepciones (algunos textos cuyo sentido o alcance está en discusión) pero que no justifican juzgar la realidad a partir de ellas.

En los textos de los Padres de los tres primeros siglos no encontraremos una teología desarrollada del sacramento del matrimonio ni de la indisolubilidad del vínculo. Sin embargo, la realidad de la sacramentalidad y la indisolubilidad está allí presente, pues fue vivida y celebrada por los cristianos, y puede ser discernida en los textos patrísticos. El Pastor de Hermas (Mand. IV), Tertuliano (Carta a su esposa), Arístides (Apología, 15), San Justino (I Apología, 15; 29) y Clemente de Alejandría (Misceláneas, 2; 3) son testimonios suficientes de cómo la Iglesia en los tres primeros siglos consideró indisoluble el matrimonio en caso de adulterio.

Como evidencia definitiva de cómo la Iglesia en Occidente defendió la indisolubilidad del matrimonio, frente a un Imperio que obligaba al marido al divorcio en caso de adulterio de la mujer (Lex Julia), tenemos la legislación emanada de tres concilios provinciales, el de Elvira (año 300), el de Arlés (año 314) y el de Cartago (407). Elvira, en los cánones 7 al 11 y 69 al 72, nos habla de la prohibición de un nuevo matrimonio cuando se ha dejado al cónyuge adúltero. También Arlés, en su canon 10, al dirigirse a los maridos jóvenes, afirma claramente que se prohíbe el casarse de nuevo a los que han sorprendido a su esposa en adulterio. Y Cartago, en su canon 102 nos dirá: “Conforme a la ley evangélica y apostólica, ni el marido despedido por su mujer, ni la mujer despedida por el marido deben contraer nuevo matrimonio, sino vivir solos o reconciliarse”. En definitiva, por lo brevemente expuesto, debemos concluir, contra lo que sostiene infundadamente Álvarez Valdés, que desde los primeros siglos, la Iglesia Católica en Occidente defendió la indisolubilidad del matrimonio completo entre cristianos que no puede ser rota por el adulterio.

El magisterio de la Iglesia

Puntualizaremos ahora la enseñanza magisterial, que Álvarez Valdés no tiene en cuenta, pero que no desdeñará quien tenga fe católica. La indisolubilidad del matrimonio sacramental completo ha sido tratada en concilios ecuménicos: en el Concilio de Florencia, en el Concilio de Trento y en el Concilio Vaticano II. Luego los Papas en su magisterio ordinario confirmaron esta enseñanza: Benedicto XIV (Dei miseratione), Pío IX (Sillabus errorum, n. 67), León XIII (Arcanum divinae sapientiae, nn. 4-7), Pío XI (Casti connubii, nn. 31-35), Pablo VI (Humanae vitae, n. 9), Juan Pablo II (Familiaris consortio, nn. 20; 84). Recordamos aquí un canon de Trento donde se afirma claramente que el vínculo no puede ser desatado por el adulterio de uno de los cónyuges: “Si alguno dijere que la Iglesia yerra cuando enseñó y enseña que, conforme a la doctrina del Evangelio y los Apóstoles, no se puede desatar el vínculo del matrimonio por razón del adulterio de uno de los cónyuges; y que ninguno de los dos, ni siquiera el inocente, que no dio causa para el adulterio, puede contraer nuevo matrimonio mientras viva el otro cónyuge, y que adultera lo mismo el que después de repudiar al adúltera se casa con otra, como la que después de repudiar al adúltero se casa con otro, sea anatema” (canon 7).

Dada la historia de la redacción de este canon 7, es cierto que no se puede afirmar que Trento definió solemnemente como dogma de fe la indisolubilidad del matrimonio aún en caso de adulterio. Pero sí debemos hablar de ella como una verdad de fe definitiva, por ser ya perteneciente al depósito de la fe, y expresamente definida en este canon tridentino, la cual no debe ser contradicha, a no ser que uno quiera naufragar en la fe. De todos modos lo que nos interesa destacar es que “la Iglesia no yerra” cuando enseña esta verdad “conforme a la doctrina del Evangelio y los Apóstoles”.

Reflexión final

No ignoramos las dificultades por las cuales pasan muchos matrimonios, ni el dolor de muchas personas que han tenido que padecer un divorcio, dado que gran parte de nuestro ministerio sacerdotal está dedicado a la pastoral familiar. Sin embargo, una verdadera respuesta pastoral al problema de los católicos divorciados con una nueva unión, no debe tener por fundamento doctrinas que disienten del Magisterio de la Iglesia. Estas doctrinas traicionan aquello que la Iglesia ha recibido de Nuestro Señor y que ha vivido y enseñado en sus dos mil años, y en definitiva, una pastoral familiar fundamentada en ellas no contribuiría al bien de nadie.

 

El autor es sacerdote y teólogo.

33 Readers Commented

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  1. Graciela Moranchel on 16 enero, 2012

    No me parece correcto que el sacerdote Ciarrocchi que escribe esta nota lo haga con el objetivo de «desarticular» los argumentos del Doctor Ariel Álvarez Valdés, quien ha ilustrado, con argumentos bíblico- teológicos absolutamente sólidos, una mirada más «flexible» en torno al tema del divorcio en la Iglesia.
    Como bien afirma el autor de esta nota, la indisolubilidad del matrimonio no es un dogma de fe, sino una práctica que se ha ido reforzando mucho, sobre todo en los últimos siglos, desde los documentos del Magisterio de la Iglesia. Mientras tanto, los fieles cristianos se divorcian y se vuelven a casar, sin culpas y sin que las normas eclesiales hagan la más mínima mella en lo que significa la relación del cristiano con Dios, la fe en Cristo o la participación en los sacramentos. ¿Tienen conciencia de ello los sacerdotes?
    Creo firmemente en el amor «para siempre». Es un ideal muy bello y al que todos estamos llamados, cada uno desde su estado de vida. También los que han consagrado su vida a Dios tienen esta vocación.
    Pero en el caso de los matrimonios cristianos, y por diversas circunstancia (muchísimas veces no queridas por al menos «uno» de los cónyuges) la pareja se disuelve, siendo esta decisión lo «mejor» que se puede hacer en orden a volver a la armonía y evitar situaciones muchas veces violentas que pueden perjudicar incluso la vida e integridad de los hijos. La realidad es ésta.
    No creo que se deban imponer unas normas morales rígidas con respecto al matrimonio, al divorcio y a la administración de los sacramentos, creando situaciones que sólo conducen a una rigidez y a un malestar en la gente, que está muy lejos de la conducta compasiva de Jesús en los Evangelios, y al alejamiento progresivo de los fieles de la Iglesia-institución.
    La relación de la persona con Dios no tiene que ver «en principio» con cuestiones morales o que tengan que ver con la pastoral familiar. Los teólogos y sacerdotes deberían saber ver «más allá» de todas estas cosas a fin de ayudar a los fieles, ante todo y por sobre todo, a vivir una «experiencia de Dios» que sea transformante y liberadora, pues no se puede reducir la fe en Cristo sólo a cuestiones de ética sexual.
    Sólo desde y «después» de estas experiencias salvíficas, donde la persona llega a conocer qué es el amor de Dios, a «vivirlo», podrá comprender qué significa «amar» y qué es un matrimonio como «sacramento», nunca antes.
    Mientras tanto, no se pueden aplicar «pesadas cargas» a nadie, siendo que los mismos que las colocan sobre las espaldas de los fieles, muchas veces no pueden soportarlas sobre sí mismos.
    Estas cuestiones deben reverse desde una óptica más realista y teniendo en cuenta los problemas actuales. Reflexiones como las del Doctor Ariel Álvarez Valdes ayudan muchísimo a pensar la Iglesia de hoy de una manera más viva y esclarecedora, porque pone ante la vista aspectos que muchas veces han sido dejados de lado por el Magisterio, y por ello merecen ser valorados y tenidos en cuenta en la Iglesia de hoy.
    Saludos cordiales,
    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  2. Luis Alejandro Rizzi on 16 enero, 2012

    Comparto integramente elcomentario de Graciela.
    El Padre Meinvielle enseñaba la diferencia que existre entre la moral y las moralinas. Estas son como un recetario de preceptos que en verdad son el camino mas directo hacia la hipocresía.
    «…Los preceptos morales surgen de las inclinaciones naturales. Para conocer lo que el hombre debe hacer o debe evitar, estudiamos en qué medida una cosa responde al bien humano…»! escribia Meinvielle.
    En ciertas circunstancias el «divorcio»puede ser un bien y por el contrairo la continuacion de la convivencia un mal, un grave mal.
    Hablando de gente de bien, todos nos casamos en la creencia que será por toda la vida y la misma vida en algun momento nos indicará que debemos seguir otro camino.
    Las rigideces de las que habla Graciela o las moralinas de Meinvielle no expresan nuestro amor, fe y respeto a Cristo, ser ciristiano no es simplemente respetar una cierta etica sexual, comercial profesional etc…es otra cosa.
    Hoy dia la vida es incertidumbre y la Religion debe ser nuestro soporte que nos enseña a vivir sin certezas que nos ayuda a enfrentar y resolver los problemas cotidianos, de ese mopdo la Iglesia sera una institucion viva y apetecible.
    El Magisterio del siglo 21 no puede sustentarse en las creencias o mejor dicho en las cultruas de hace dos mil años …

  3. Mario on 17 enero, 2012

    Totalmente de acuerdo con lo manifestado por la Prof. Graciela Moranchel.-
    Cordiales saludos,

  4. MARC on 17 enero, 2012

    La iglesia SÍ yerra y lo hace muy a menudo.

  5. Tomas Coldaroli on 17 enero, 2012

    Adhiero a lo expresado en este artìculo. Conozco de mucho casos de catòlicos divorciados que lamentan no poder desarrollar toda la participaciòn en la Iglesia, y que consideran muy dura la norma que impide volver a casarse, en lo religioso. Pero los comentarios de Valdez, losveo como muy apartados de la sana doctrina y la tradiciòn de siglos en nuestra Iglesia. Tomas Coldroli, desde Mar del Plata.

  6. Stella on 24 enero, 2012

    Comparto totalmente los fundamentos contenidos en este artículo. No hay mejor fuente que el Evangelio (tal cual lo cita el autor) para entender cual es el el designio de Dios para los hombres. Una fuente que Jesucristo nos dio hace más de 2000 años pero que se renueva en cada una de nuestras vidas. Dios no es un dictador que nos quiere imponer su ley arbitrariamente. Su ley se basa en el amor y todo lo que nos pide no busca otra cosa que nuestro bien, ya que Él es el Bien. Los casos particulares deben dejarse en manos de la infinita misericordia y justicia de Dios, quien actúa misteriosamente en la vida de cada uno…

  7. M.Inés Aldazabal on 24 enero, 2012

    Comparto plenamente lo que manifiesta la lic. Graciela Moranchel.
    saludos cordiales

  8. Juan Roshbalam Chilam on 24 enero, 2012

    LA ALIANZA…entre Dios y la Humanidad, a traves del «bautismo»…
    Está perfectamente representada…
    En la ALIANZA MATRIMONIAL…entre el varón y la hembra.
    Es el Espíritu de Amor….el que verdaderamente unifica a los contrayentes.
    Amor y paz.

  9. Francisco Jorge DARDAN on 24 enero, 2012

    Adhiero en todas sus partes al artículo del sacerdote Alejandro CIARROCCHI.-
    Pero, el articulista, no agota el tema, hay mucho mas, y la razón será, por que no se puede publicar un libro dentro de una revista.-
    En aquel tiempo, dentro del templo, los SADUCEOS aplicaban el LITERALISMO, mientras que los FARISEOS la INTERPRETACIÖN y con ésta nace el RABINATO.-
    En aquel tiempo, existían 2 grandes grupos, uno comandado por HILEL EL ANCIANO y otro por SHAMAY.-
    SHAMAY preconizaba la aplicación pura en inflexible de la TORAH.- DIVORCIO: solo por adulterio.-
    HILEL preconizaba la INTERPRETACIÓN que debía ser, por fuerza, flexible y adaptable a los casos.- Así las cosas, HILEL sostenía: «que la TORAH fué dada para la vida del hombre y no viceversa»; «que el SABAT es para el hombre y no éste para el SABAT».- En cuanto al DIVORCIO, HILEL sostiene: «que si tu mujer te cocina mal, te puedes divorciar» (lo permite en TODOS los casos).-
    Es paradigmático, que CRISTO, reflejará todas las posturas de HILEL, MENOS, MENOS y MENOS en cuanto al DIVORCIO, allí se aleja de HILEL y reflejará la de SHAMAY (solo que mas severo que este por que se remontará -en su argumentación- al Génesis (Marcos) ).-
    Yeshua ben Ioseph, Pedro, Pablo, los demás apóstoles y todos los cristianos somos en cuanto a la VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE, EL MESIANISMO, LOS TIEMPOS FINALES y tantos otros temas, herederos de la tradición farisea.-
    De todos modos una exégesis, prolija, desinteresada y finalmente honesta, de los textos del antiguo y nuevo testamento, bastaría con erradicar toda pretensión divorcista y/o de ulterior matrimonio.-
    Y restaría por desarrollar una teología de la SANTIDAD (lo que alargaría mucho este capítulo) aunque allí veríamos que, divorcios, nuevos matrimonios y otras yerbas no tienen cabida dentro del esquema de la revelación.-
    Notamos en muchos cristianos, desesperación por compaginar, la revelación, la teología y el cristianismo, con un MUNDO CORROMPIDO y ATROZ hasta el paroxismo, que marcha, con pasos gigantes, hacia la GRAN TRIBULACIÓN.-
    Finalmente Sra. MORANCHEL: «En cuanto a vds. no se hagan llamar MAESTRO por que no tienen mas que uno.- «A nadie llamen PADRE por que no tienen sino uno, EL PADRE CELESTIAL, y tampoco se dejen llamar DOCTORES por que solo tienen uno solo que es EL MESÍAS, EL SEÑOR.-

  10. Julián on 25 enero, 2012

    Artículo de brillante erudición. Me parece temerario el primer comentario para el que pareciera que la oposición al divorcio fuese manifestación de la reducción de la Fe en Cristo a sólo a cuestiones de ética sexual. Una cosa es la separación de cuerpos, admitida, la que evita las situaciones violentas que pueden perjudicar la vida e integridad de los hijos, mientras que la disolución vincular es otra. Coincido en que la carga es pesada. Ya en su tiempo los discípulos, habida cuenta de las exigencias de un Evangelio que no abrogaba la Ley o los Profetas, sino que los consumaba, preguntáronse entre sí ¿Quién puede salvarse?. a lo que el Maestro les dijo: «A los hombres sí es imposible, mas no a Dios, porque a Dios todo le es posible». Es evidente que los discípulos esperaban «flexibilidades» y miradas «más allá». Nadie se casa obligado, si lo hace el vínculo se reputa nulo por vicio del consentimiento. Entonces lo que atenta contra su duración son supinas ignorancias sobre la gravedad del acto, desconocimiento -desperdicio del tiempo de noviazgo- sobre las reales calidades y aptitudes de los contrayentes e inmadureces de uno de ellos o ambos, etc., etc.. Talvez las presentes generaciones hayan olvidado que la vida es una CRUZ y que cada cristiano debe tomar la suya para seguir al Señor. ¿Donde está escrito el derecho a la felicidad?. Sacerdote salesiano hubo, doy fe, que en confesión previa a contrayentes ex-alumnos varones les advertía sobre la seriedad, importancia y responsabilidad del vínculo: «no pierdas de vista nunca que vas a cargar una cruz, hermosamente forrada en tercipelo y que el tercipelo se gasta». El soportar la rotura del terciopelo ¡y con alegría! -no hay santos tristes- es la prueba irrefutable del verdadero amor. El problema no se encuentra en el contrato, sino en los contratantes. Ya en el derecho civil el recordado maestro Dr. Raymundo Salvat en el prólogo de su monumental tratado anoticiaba que las instituciones jurídicas y la normas consecuentes no podían dar protección posible a todas las torpezas e ineptitudes de los actos de los seres humanos, pues habría imposibilidad de contar con suficientes bibliotecas para albergar la legislación que pudiera salvarlos de ellas.- En estos tiempos tan relativistas, que exige relecturas y/o «aggiornamentos» exentos de rigideces, viene a cuento el Apóstol de los Gentiles, cuando en Gálatas (1,6-10) afirma: «Me maravillo de que tan pronto, abandonando al que os llamó a la gracia de Cristo, os hayais pasado a otro evangelio. No es que haya otro; lo que hay es que algunos os turban y pretenden pervertir el Evangelio de Cristo. Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema».- Por último, existen confesiones cristianas con una visión diferente a la de la Iglesia Católica Apostólica Romana sobre este tema, pero como ha dicho Benedicto XVI la Iglesia debe difundir el «Evangelio de Cristo». Y su cometido debe juzgarse por la fidelidad a dicho mandato. Los criterios políticos, en cambio, son mutables y sensibles a la cuantía de adherentes a sus postulados.

  11. Juan Carlos Lafosse on 26 enero, 2012

    Adhiero a lo que opina Graciela Moranchel, con entusiasmo.

    Con la experiencia a cuestas de un matrimonio largo y feliz, además de años de colaborar con charlas de preparación al sacramento, puedo decir que pocas frases son tan inadecuadas como consejo prematrimonial que “no pierdas de vista nunca que vas a cargar una cruz, hermosamente forrada en terciopelo y que el terciopelo se gasta”. Ni el matrimonio ni las personas nos «gastamos» sino que crecemos y cambiamos, a Dios gracias. Hacerlo juntos es maravilloso, aunque no siempre sea posible.

    Los Evangelios no son una colección de dogmas rígidos, sin relación con el mundo y la cultura de su tiempo ni del nuestro. Y es por ese enfoque, tan limitado, que efectivamente la Iglesia pierde a sus fieles y, peor aún, la posibilidad de transmitir el mensaje compasivo de Cristo.

    Cordialmente,
    jc

  12. Graciela Moranchel on 26 enero, 2012

    Estimado Julián:

    No puedo concederle que mi comentario sea «temerario», ni puedo estar de acuerdo con sus palabras, por varias razones.
    Ud. afirma que lo que atenta contra la duración del matrimonio son «supinas ignorancias sobre la gravedad del acto, desconocimiento -desperdicio del tiempo de noviazgo- sobre las reales calidades y aptitudes de los contrayentes e inmadureces de uno de ellos o ambos, etc «.
    Según mi conocimiento y experiencia, la mayoría de los novios se casan sabiendo perfectamente qué clase de compromiso van a asumir. Sin embargo, debo reconocer que las generaciones actuales rehuyen a las actitudes hipócritas que eran una característica casi constante de generaciones anteriores. Esto es: la mujer se ocupaba de los hijos y de la casa. El marido «salía» a trabajar, y la gran mayoría de las veces, llevaba una «doble vida», hijos incluídos de relaciones extra matrimoniales. La mujer prefería «aguantar» esta situación que pedir el divorcio, ya que éste era una verdadera «mala palabra», un estigma que marcaba para siempre a esa familia ante la sociedad y ante la Iglesia de modo negativo. Y de estas situaciones, no pasaron muchos años atrás.
    Los jóvenes de hoy día recurren a los mecanismos legales a mano (el divorcio vincular) para terminar con «dobles vidas» o con relaciones que pueden resultar sumamente peligrosas y hasta patológicamente malsanas. Por lo cual, el cambio de mentalidad actual me parece muy positivo.
    Por otro lado, no puedo estar de acuerdo con su afirmación de que «la vida es una CRUZ», de que no se debe perder de vista “que vas a cargar una cruz, hermosamente forrada en tercipelo y que el tercipelo se gasta” (sic).
    Estas afirmaciones no son para nada «evangélicas». Jesús no vino a anunciarnos como «Buena Noticia» que «la vida es una Cruz», sino todo lo contrario. El Evangelio es alegría, y llena de alegría y de vida todo lo que roza. Si todos pensáramos así Julián, que la vida es una cruz, no habríamos comprendido nada de las enseñanzas del Maestro, y mucho menos del significado del «matrimonio». ¡Nadie se casa sabiendo que su vida va a ser una cruz pesada, un infierno, un «terciopelo gastado»…! La ilusión de quien se casa es que el amor dure para siempre.Pero como bien señala Juan Carlos Lafosse, las personas crecen, maduran, pero muchas veces de modo diferente. Y la crisis de la mitad de la vida es una realidad que padecemos absolutamente todos los seres humanos. En ese momento de cambio y balance es cuando generalmente se producen la mayor cantidad de separaciones y divorcios. Es un hecho.
    Con respecto a su cita de la carta de Pablo a los Gálatas, tampoco puedo estar de acuerdo con la utilización de los versículos que Ud. hace para afirmar la rigidez de una norma, porque si recordamos el contexto de dicha carta, vamos a ver que el Apóstol está discutiendo con los gálatas porque un grupito de seguidores de Jesús creía que para ser «cristiano» ¡…primero había que ser judío, cumplir con todos los mandamientos de la Ley de Moisés y circuncidarse! Es decir: estos gálatas querían continuar con las «dureza» del Antiguo Régimen, porque no habían comprendido la «libertad» que nos otorga la gracia de Cristo, que nos permite obrar mucho más allá de la Ley, según el mandamiento del amor y según las situaciones concretas.
    De modo que justamente el texto que Ud. elige para justificar la rigidez en el cumplimiento de las normas, es el que más nos enseña a obrar según la gracia de Dios, liberándonos de prescripciones que sólo conseguían asfixiar al hombre, alejándolo del verdadero sentido de Dios y de los mandamientos, sobre todo el del amor al prójimo.
    Saludos cordiales,
    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  13. Julián on 27 enero, 2012

    Don Juan Carlos, una experiencia de matrimonio largo y feliz no invalida los reparos que a través del tiempo ha venido sufriendo la tradicional concepción de la institución matrimonial, tanto a nivel religioso como jurídico, la que ha socavado su indisolubilidad en ambas esferas. Ello no es producto de que los contrayentes, en proporciones crecientes y nada despreciables, hayan visto en ella un adelanto del paraíso, sino lo contrario. A las exigencias de madurez, responsabilidad, etc., …etc., que exige la importancia y trascendencia del vínculo para el cumplimiento de sus fines, es a lo que el mentado sacerdote se refería como cruz. Sin dificultad alguna en tal cometido, y si la vida matrimonial sólo se desarrollara alegremente para solaz de los contrayentes no se comprende el acalorado debate que suscita la posibilidad o no de divorciarse. Con los debidos respetos, creo que quien se divorcia o intenta hacerlo no lo hace embargado de felicidad, sino todo lo contrario. Sí… claro, no será la Cruz de nuestro Señor, pero convendrá conmigo que su lecho matrimonial no es de rosas precisamente. Por lo tanto no reputo inadecuada la citada opinión sacerdotal. Por último, también con largos años de matrimonio y prole numerosa, prefiero la rigidez de los principios evangélicos a su cómoda adaptabilidad a la fragilidad de la conducta humana. Creo que la Iglesia debe cumplir una función docente del Evangelio, y no dicente de lo que en cada circunstancia histórica la opinión popular opine de modo más o menos generalizado sobre lo que debiera decir, o interpretarse de él, para gusto, comodidad y regocijo de posibles adherentes. Considero que virtud de las instituciones reside en la calidad de sus integrantes, no meramente en el abultado número de los forman parte de ellas, y que la calidad de la Iglesia Católica Apostólica Romana deviene de la Calidad de su Fundador y de la transmisión impecable a través de los tiempos que del Evangelio ha hecho y debe seguir haciendo. Por eso es Madre y Maestra.-

  14. Julián on 27 enero, 2012

    Sra. Graciela: Ud. no tiene problema alguno conmigo. Creo que todo cristiano tiene una cruz en esta vida. Yo no soy quien ha dicho:»Toma tu cruz y sígueme». Elllo no empece la alegría de saber por la Fe que los sinsabores de la vida presente, siguiendo los preceptos evangélicos, serán compensados ciento por uno en la venidera. En verdad creo lo que manifiesta Juan (Cap.1, vs. 1 a 4) y el Credo. Creo que Jesucristo vino en el tiempo señalado, conociendo pasado, presente y futuro de todas las cosas pues todo se hizo por El. Que vino una vez y volverá a juzgar a vivos y muertos. El abordó la cuestión del divorcio y calificó el nuevo casamiento de los separados. No fuí yo señora, sino quien tiene toda la sabiduría, la autoridad y el poder para hacerlo. Y yo… CREO EN EL. No me interesan reinterpretaciones, aggiornamientos, adecuaciones, condescendencias, ilusiones fallidas. etc., etc.. Aparte de lo precedente, estimo que la doblez e hipocresía de los contrayentes de primeras nupcias no tiene fundamento en la rigidez del precepto y que tales inconductas no han desaparecido en las nuevas relaciones de los separados, ni en ningún orden de la vida, por lo cual derivar de la posibilidad de divorcio el remedio del problema me parece un exceso de optimismo. Por último, en mi opinión la flexibilización del sacramento matrimonial entra en grave contradicción con el relato de los evangelistas. Para mí sería un evangelio distinto al heredado y por lo tanto es atinente lo de Gálatas, pues se trata de una cuestión sustancial. Con lo precedente concluyo toda mi participación sobre el artículo publicado, a cuyo autor felicito. Mi mayor complacencia también para con la opinión vertida sobre el mismo por el señor Francisco Jorge Dardan. Es admirable la erudición y enjundia de ambos.

  15. Graciela Moranchel on 28 enero, 2012

    Estimados amigos:

    Creo que hay muchas aristas por donde se puede apoyar o rechazar la indisolubilidad matrimonial, aún desde la misma Palabra de Dios. Es un tema muy complejo, y tanto los doctores Álvarez Valdes como Ciarrocchi han estudiado el asunto desde dos perspectivas diferentes, muy ricas ambas. No creo que una pueda invalidar a la otra. Más bien creo que las dos pueden «complementarse», teniendo en cuenta cada situación particular.
    A la hora de juzgar sobre un caso determinado, me parece importante respetar absolutamente la libertad de conciencia de los cónyuges, ya que es en el interior de la misma donde Dios nos habla de modo personalísimo.
    Por otra parte, no podemos aplicar legislaciones que pertenecen a otro contexto cultural y a otro período histórico para analizar casos actuales. Tampoco podemos sacar de contexto ciertos pasajes de los Evangelios o palabras atribuidas a Jesús en aras de defender posturas que nada tienen que ver con el «espíritu» del mensaje del Nuevo Testamento.
    No obstante, entre todos podemos y «debemos» seguir pensando la Iglesia, sin creer que ya tenemos la «última» palabra para cada una de las cuestiones a tratar.
    Saludos cordiales,
    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  16. horacio bottino on 8 febrero, 2012

    «Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre».catecismo de la iglesia católica Nº 1614,1615,1644,1645,1646,1647,1648,1650

  17. Graciela Moranchel on 10 febrero, 2012

    «Lo que Dios ha unido no lo separe el varón». Esa sería la traducción correcta.

    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  18. Matias Vaccarini on 5 abril, 2012

    Estimados

    Ustedes rezan?…………. Pues, no se nota.
    El Sr. Valdez no está en obediencia al obispo de Roma, donde radica la promesa de Jesús, que las puertas del infierno no prevalecerán. Por eso digo a ustedes, si mantienen ese pensamiento no forman parte del cuerpo de Cristo.
    Los invito a que se hagan protestantes o anglicanos, estos últimos aceptan cosas que a ustedes les encantarian y vivirian felices, como el divorcio, las sacerdotes mujeres, matrimonio igualitario, etc etc.
    Mi iglesia tiene una Piedra y esa hoy es Benedicto XVI. No se gasten poque jamás podrán cambiar la base de la iglesia. Tampoco creen en el Espíritu Santo, por eso no pueden ver mas que el mundo material y carnal.
    La fidelidad es parte de la libertad, tanto en el matrimonio, como en el sacerdocio, como en el trabajo, como en la política, como en la vida religiosa. Por tanto una promesa en libertad debe ser fiel. Pero hoy, hay muchos que sufren de una falta de fidelidad en todo y luego quieren borrar las promesas. Mas bien deben orar y crecer en el espíritu.
    Bendiciones +++
    Matias Vaccarini

  19. Graciela Moranchel on 10 abril, 2012

    Estimado Matías Vaccarini:

    Le hago saber que ni los «pensamientos», por más malos que sean, ni siquiera los pecados, nos pueden apartar del Cuerpo de Cristo, de la dimensión de Dios. La Iglesia, por su parte, no es un «club de barrio», donde uno se anota y cuando no quiere ir más, deja de pagar la cuota y se va.
    La Iglesia nació en medio de la «diversidad», y el Espíritu es el que se encarga de unir y poner en concordancia lo que a Ud. le parece imposible.
    Por ello es que se debe agradecer a Dios que tantas y tantos teólogos hoy día, se preocupen por profundizar la Palabra y los Misterios de Dios, como el Dr. Álvarez Valdes, quien trabaja incansablemente por el Reino. Muchísimos cristianos han renacido a la vida de fe gracias a la lectura de obras como la de este biblista argentino.
    En cuanto a su pregunta de si los comentaristas «rezamos», le digo que sí, al menos en mi caso. Aunque nunca es suficiente. Por mi parte, deseo una Iglesia menos farisaica e intolerante, más misericordiosa y más de acuerdo con el proyecto de Jesús. La Iglesia que Ud. refleja con sus expresiones no me convence en absoluto.
    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  20. Matias Vaccarini on 11 abril, 2012

    Estimada Graciela
    Ante todo debo corregirla, pues está demasiado errada y podrá hacer errar a muchos católicos que lean sus comentarios.
    Nuestra iglesia Católica no es un lugar donde cada uno puede pensar lo que quiera en cuestión de doctrina, por eso no entiende, no es que usted se vaya de la iglesia (dejar de pagar la cuota como dijo), sino que al que enseña doctrinas falsas y erradas se lo deja, se lo aparta, hasta que la reconsidere y vuelva, eso se llama, excomunión latae sententiae. También lamento que ponga en gusto esta forma de ser de la Iglesia, pero lamento decirle que esto no es de gusto, es simplemente la verdad. San Pablo nos enseña mucho sobre las doctrinas erradas y el propio Jesús nos invita ser radicales frente al pecado y las doctrinas erradas son el cimiento de muchos pecados. Usted tiene esto distorsionado, Jesús vino y viene a nosotros los pecadores pero no para avalar el pecado o para decirle que con el paso del tiempo me relaje que ya no es pecado, sino para decirme que “no peque más”.
    Usted confunde, el pecado nos aparta de Dios, eso es básico del catecismo infantil, solo a Dios se llega con el arrepentimiento para salir de esa esclavitud, es el hijo pródigo el que vuelve al padre que siempre lo espera, no el padre que va reponiéndole el dinero que se gasta el hijo.
    El Espíritu Santo obviamente une, pero nunca unirá inspiraciones contrarias a Él, pues el respeta la libertad por sobre el pecado. Pensar en esa gran unión se llama relativismo, y esta condenado por el Beato Juan Pablo II y por Benedicto XVI. No cualquier doctrina, no cualquier religión, no cualquier Dios, pero si a la libertad de doctrinas dentro de la libertad de religiones.
    También está confundida, el propio Jesús agradeció al Padre haber revelado su palabra a los humildes y sencillos. La predicación de Jesús no necesitaba de los escribas y fariseos para poder interpretarla. La teología es útil para comprender el plan de Dios pero no tiene nada que hacer para cambiar sus palabras. Hay una corriente dentro de la iglesia que quiere cambiar la Iglesia, lo que no se dan cuenta que lo hay que cambiar es el yo de cada día y no la doctrina, haciendo lo bueno y denunciando lo malo. Pues sino serán un Lutero mas.
    Usted, creyendo tener decodificaciones divinas de la palabra de Dios, no le permiten darse cuenta de su error y el del Sr Valdez. Y hasta utiliza mal el descalificativo de fariseo, que no eran hombres verdes y echando humo, eran personas que no querían cambiar la ley y la respetaban pero no la vivían, pues si la hubieran vivido, Jesús poco hubiera dicho de ellos. Pues hoy tenemos una doctrina detallada en el Catecismo de la Iglesia Católica que usted y yo, si nos decimos católicos, estamos obligados a vivirla y no a vivir cuestionándola, pues sobre ella descansa nuestra Tradición.
    Cierto que existen explicaciones muy instructivas del Sr. Valdez, pero hay alguien que quiso ser como Dios, y entender a Dios y se equivoco muy feo, por eso los exhorto a que no caigan en ese error.
    Y referente al tema del divorcio, el Sr. Valdez utiliza muchas hipótesis adentrando al pensamiento de Dios más de escuchar lo que Él dijo. Dios no pidió un psicoanalista, Dios pidió que lo escucharán y obráramos según su palabra. Entonces, ya que cada comentario en esta revista del Sr. Valdez usted lo aplaude con bombos y platillos, la invito a él y a usted que se adentren en el pensamiento de Jesús cuando dijo tal como lo reproduce nuestro sacerdote Ciarrocchi : “Porque Moisés, en razón de vuestra dureza de corazón, os consintió repudiar vuestras mujeres; mas desde un principio no fue así” (Mt 19, 3-8). Acaso Jesús, nuestro Dios, no sabría y sabe que hoy día se discutiría esto? Acaso Jesús no estaba en el principio, creo que sabe bien lo que se dijo en ese momento? No sigan siendo duros de corazón, parece que en algunos nada ha cambiado.
    Y por otro lado los invito a todos los que entran a leer estos comentarios que usen el sentido común, porque muchos buscan fórmulas donde no las hay. Si alguien hace una alianza hasta la muerte no importa lo que digan las escrituras, ya es suficiente nuestra palabra, porque un sí es un sí. Más bien hay que procurar conocerse mejor, y trabajar todos los días por mantener un matrimonio.
    Les dejo esta reflexión a todos los divorciados, ustedes creen que si en su matrimonio hubieran practicado regularmente la confesión con arrepentimiento y recibido a nuestro Señor Jesús y teniendo un diálogo de amor se habrían terminado separando? Si alguno ya se separó pregúntese si cuando comenzó a entrar el agua dentro del barco hubieran recurrido a Jesús y no a un analista o terapia de parejas se hubieran separado igual, inclusive con infidelidades de por medio, que en una vida sacramentada su estadística es menor?
    Entonces modificarían las palabras de Jesús para que su Iglesia acepte el divorcio o más bien dirían, “NO!!, que la Iglesia no cambie la doctrina por mí, pues yo no hice todo lo que me dijo que hiciera.”. “La Iglesia de Jesús no debe adaptarse al mundo, sino el mundo vivir como lo recomienda la Iglesia”. Y si no conocí a Jesús y no tenia Fe, me pareció oportuno dar un consentimiento frente a alguien que no creía.
    Debemos aplicar el sentido común, mi vida, mis problemas, no deben llevarme a pelear por cambios cuando yo no hice lo que es correcto. Si tengo sobre una senda una señal de prohibido estacionar y dejo mi coche, luego me secuestran el auto y no puedo manejar, que debo hacer pelear para que saquen la ley que establece no estacionar en lugares con la correspondiente indicación. Y mi argumentación es porque ahora hay más autos que unas décadas atrás.
    Debemos ser HUMILDES!!. Y la verdadera humildad es la verdad, aunque suene dura y no sea la que me conviene. Pero si estas separado, puedes acercarte a diferentes grupos y pelear para que te dejen participar. Y si desoíste las recomendaciones y estas con nueva pareja, entonces mucho mas debes acercarte a la Iglesia, eso no quiere decir, que seas el ejemplo de cómo se debe vivir, pero tampoco que seas la muestra de los fracasos, pues todos estamos llenos de fracasos, sin excepción, salvo que el tuyo es más público, pero bancatelo tal vez eso te haga ganar el cielo. Existen diferentes grupos de oración donde puedes inclusive participar, pues debemos cuidar nuestra salvación día a día y no debemos alejarnos de Dios. Es más, pueden defender aún a la doctrina de la Iglesia aceptando sus reglas con verdadera Humildad por tu nueva elección de vida. Dios a dicho como es el camino para salvarse, y empieza por el Bautismo, y Él siempre se reserva la última palabra, nadie más sobre la tierra puede saber eso de cada persona viva como viva, hasta su último respiro.
    Sra Graciela, me alegro que desee una iglesia misericordiosa, pero recuerde que el dueño de la Misericordia es Dios, no es el sacerdote, que esta obligado si hay arrepentimiento y propósito de enmienda a absolver siempre, aunque no le guste la persona. Pero entienda que el que incluye a las personas en el cielo es Dios, no nosotros ni nuestra falsa misericordia.
    Usted quiere una Iglesia relativista y eso no es el proyecto de Jesús.
    Bendiciones+++

  21. Graciela Moranchel on 11 abril, 2012

    Estimado Matías Vaccarini:

    Le agradezco el trabajo que se ha tomado en responder a mi comentario, pero no comparto en absoluto sus expresiones e ideas. Juzga y prejuzga sin la humildad que pide para otros. Su intolerancia le hace ver excomulgados y herejes por doquier…!

    Le recuerdo que estamos en el siglo XXI, donde la libertad de conciencia es un valor adquirido para siempre en nuestro mundo plural. Si la Iglesia vaticana aún no lo ha adoptado dentro de sus formas de convivir con sus fieles y con el resto del mundo, es peor para ella. Se queda fuera del tren de la historia, como lo ha hecho infinidad de veces. Pero ello no es óbice para que el Pueblo de Dios tome los caminos de libertad e interpretación de la Palabra de Dios como crea conveniente y, sobre todo, como el Espíritu le inspire, más allá de doctrinas y dogmas congelados, que fueron expuestos en un momento histórico determinado, peroq que ya no tienen ninguna significación para el hombre actual.

    Por mi parte, no deseo una Iglesia «relativista», sino una Iglesia que respete los Evangelios y el mensaje de Jesús, que en muchísimos casos, NO ES NI EL MENSAJE NI EL ESTILO QUE ADOPTA EL VATICANO, en absoluto.

    Me quedo con mis convicciones de conciencia, estando absolutamente segura de que provienen del Espíritu de Dios, como seguramente lo estará Ud. de las suyas.

    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  22. Matias Vaccarini on 11 abril, 2012

    Estimada Graciela
    Ahora acepto y entiendo su punto de vista. Pero que quede claro que usted no esta bajo la tutela del Santo Padre el Obispo de Roma, por tanto usted no es Católica Apostólica y Romana al igual que el Sr. Valdez.
    Usted y yo no formamos parte del mismo cuerpo espiritual, pues no estamos bajo la misma guía. Lo que le pido es que sino le gusta el Vaticano (como lo llama), sede del Obispo de Roma, usted no es de mi Iglesia y no entiendo que hace opinando sobre la misma. Como he dicho antes háganse protestantes y vivirán feliz junto al Sr. Valdez, pero no se disfracen de lobos y no desparramen. Cualquiera se puede dar cuenta el odio hacia Roma que usted tiene, y nadie que se dice ser Católico Apostólico Romano puede tener ese odio, usted no ama a la Santa Iglesia y respeto ese sentimiento. La invito a que reflexione y lea la vida de nuestros modelos tal como los llamó Jesús, los Benditos de mi Padre, los Santos. Y ellos les mostrarán que están en las antípodas de vuestras convicciones.
    Lamentablemente ustedes son el fruto de gente como Helena Blavatsky y Alice Bailey que sembraron algunas semillas y muchas entraron a los seminarios.
    Por otro lado yo no veo herejías, sino que están a la vista de todos. Nosotros como Católicos Apostólicos Romanos tenemos un Canon, y el #1364, específicamente detalla lo que le comenté. Y todo aquel que se aparte del Catecismo de la Iglesia Católica y más aún predique en un medio de comunicación cae en excomunión latae sententiae. Debe leer el Catecismo tanto usted como el Sr. Valdez los puntos 2382 y 2384.
    Reflexionen y vuelvan el Padre, siempre los espera con los brazos abiertos, hasta el último aliento van a tener oportunidad, por favor, no se salgan de la Santa Iglesia Católica Apostólica y ROMANA, solo en ella radica la promesa. Calmen esa furia y llamensé a la obediencia y dejen en Dios sus convicciones.
    Bendiciones+++

  23. Graciela Moranchel on 12 abril, 2012

    Lamentables apreciaciones y comentarios del señor Matías Vaccarini hacia mi persona, hacia el Doctor Ariel Álvarez Valdes y hacia todo el que no piense como él.

    Estos modelos de intolerancia y fundamentalismo religioso son los que le están haciendo tanto daño a la Iglesia de hoy, ya que pretenden convertirla en una «secta» de elegidos con capacidad de juzgar sobre la fe de los demás, sin conocimientos ni potestad para ello.

    ¡Así estamos, señores…! Templos vacíos, gente insatisfecha o que sigue su vida independiente de lo que marca «la ley» estipulada, porque sencillamente la misma no respeta ni está a la altura de los cambios culturales y de las necesidades puntuales y espirituales de cada persona en particular. Dios no ha desaparecido del horizonte existencial de la gente, sólo que ya no se lo encuentra dentro de instituciones que abonan elementos caducos, que deben ser necesariamente renovados o cambiados.

    Por otra parte, es increíble la ligereza con la que se juzga a teólogos tan importantes como el Dr. Álvarez Valdés, que ha ayudado a tantos a madurar en la fe y a «volver» al camino de los Evangelios y a la vida de la Iglesia con un impulso fuerte y renovado. Es una pena que algunos no sepan valorar su trabajo incansable por el Reino. ¡Por suerte van quedando cada vez menos…!

    Jesús vino a desenmascarar la «religión falsa» y a las autoridades religiosas de su tiempo, que transformaron la fe de Israel en una «idolatría del Templo y de la Ley». Por eso murió en la cruz. No me cabe duda que personas como quienes critican la falta de adhesión a un «pensamiento único» dentro de la Iglesia volvería a crucificar al Maestro, en aras de atrincherarse en cánones y dogmas que no son más que «preceptos humanos».

    El «odio» que estos fanáticos ven en quienes no piensan como ellos, por supuesto que no existe. Sólo es obra de las fantasías de su acalorada imaginación que no tolera ninguna crítica hacia la Institución eclesial, porque aún cree en ella como si fuera una «Sociedad Perfecta». Pero como dice Jesús, «de lo que abunda en el corazón, habla la boca…».

    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  24. Matias Vaccarini on 13 abril, 2012

    Estimada Graciela
    Disculpe pero usted sigue en el error. Aquí nadie es intolerante, intolerante seria insultar como usted lo intentó hacer llamándome fariseo, yo siempre le he dicho que están el error y generan confusión.
    Veo que tampoco a pesar de su teología no ha entendió porque Jesús murió en la cruz, debe recordar que el mismo Jesús dijo que a el nadie le quita la vida, Él la da, pero usted todavía sigue sin entender como no entendían los discípulos camino a Emaus.
    Y voy a ser mas directo y tal vez le suene duro, el Sr. Valdez tiene excelente comentario, ya se lo he dicho, pero su prestigiada inteligencia le esta jugando una mala pasada y no es capaz de darse cuenta. Nosotros no podemos hacernos un “Dios” a nuestra medida y cambiar sus mensajes por puros cambios culturales nuestros, con que autoridad se hace eso. Solo alguien puede pensar así si piensa que la palabra de Dios fue creada e inspirada solo por el hombre, en ese caso vana es toda vuestra y nuestra FE y en duda estarían hasta los mismos evangelios.
    Con que autoridad ustedes cuentan para desdecir, reinterpretar lo que ha dicho Jesús? Cambio culturales hay y existen de lo mas diversos y quien sabe lo que vendrá, y nada de eso da autoridad a realizar cambios especulativos de lo que enseño el Señor Jesús. Están protestando y sin darse cuenta caen en el protestantismo, solitos están yendo para ese lado. Aquí no hay intolerancia sino corrección, pero como todo niño corregido sigue gruñendo contra su padre y no le gusta, pero no hay otra forma de hacerlo. Y creo que expuesto en una web se debe sentir como que cada devolución es una granada y nada tiene eso que ver conmigo.
    Voy a tratar de que entiendan sus errores, ni ustedes ni yo tenemos autoridad para decidir cambiar la doctrina de la Iglesia que Jesús fundó, nos gusté o no. Pero el error radica que muchos no han entendido bien la doctrina, la Iglesia nos enseña a ser radicales con el pecado pero no con el pecador. Justamente como ustedes piensan que un divorciado no puede llegarse a la Eucaristía previa llegada a la confesión quedan dos únicos caminos o los despreciamos y los apartamos o reinterpretamos lo que dijo Jesús para que se acerquen. Querida protestante, estás en el error. Ni una ni la otra. Como le exprese antes nosotros no tenemos ni un ápice de autoridad para decidir sobre la Misericordia de Dios, no es nuestra la misericordia, no puede entender eso? Esto no es un partido político LIBERAL.
    Nuestro debe ser el amor, y esto significa que como dije antes en las peores situaciones, es decir, los divorciados vueltos a casar deben participar más dentro de la Iglesia, ellos no están excomulgados ni nada de eso, y esto también va para los sacerdotes. Pueden buscar tanto en la Familiaris Consotio del Beato Juan Pablo II y al mismo tiempo en uno de nuestros padres de la Iglesia, Orígenes, donde explica basado en las escrituras y referente al salmo 31 los 7 modos de obtener el perdón de los pecados, principalmente del tercer modo en adelante. De esta forma los divorciados y vueltos a casar podrán encontrar su camino. Entonces me pregunto con tanto estudio teológico de vuestras partes, por qué no enseñan estos caminos?. Pero en cambio buscan ser igual a Dios y pensar como Él piensa para entonces cambiar lo que Él dijo, eso es querer ser como Dios, no se dan cuenta que esto ya esta profetizado en el génesis. Y por eso odian a la Iglesia que Jesús fundó y lo peor aún que disfrazados de ovejas se ponen a discutir con sacerdotes que se encuentran dentro de la Santa Iglesia y en OBEDIENCIA. Es más creíble que alguien del grupo “pare de sufrir” critique y odie al papa porque ahí es lógico que lo dice una persona que no esta dentro de la Iglesia. Pero aquí usted y el sacerdote Valdez que APARENTAN estar dentro de la Iglesia y discuten dentro de un foro comentarios sobre la doctrina de la Iglesia como si fueren unos mas del Cuerpo Espiritual del Señor, si esto no es la presencia de lobos disfrazados de ovejas, dígame que entiende usted por lobos disfrazados de ovejas que bien profetizados están, y lamentablemente ustedes sin querer dan cumplimiento a las profecías. Y esto les genera odio y soberbia que no les permite ver el error. Aquí no hay intolerancia, pues no hay insulto, incluso dije que ahora aceptaba su punto de vista, aquí solo hay corrección que usted no quiere aceptar y le duele. Pero vuelvan como dije antes a la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana la que con seguridad le enseñó la palabra de Dios que hoy usted quiere cambiar y la que ORDENO al Sr. Valdez, por la sucesión apostólica.
    Justamente aquellos que hemos seguidos las enseñanzas de Valdez somos mas suceptibles, a que así como entramos a la Iglesia nos pasamos de largo y nos salimos. Obviamente es más fácil que yo me valla de la Iglesia por las predicaciones de Valdez que por algún Sr. obispo hablando en portugues por la tele y vendíendome todo los días algún objeto distinto o un evangélico a los gritos diciendo que el papa es el anticristo.
    Ustedes como teólogos erran el camino, no están para cambiar la doctrina, sino más bien para ayudarnos a los ignorantes comunes como yo a encontrar todos los caminos que el Señor nos dejó para llegar a Él, sabiendo cual sería el juego que el innombrable nos inspiraría a los hombres para apartarnos y crearnos cada vez situaciones mas escabrosas.
    Bendiciones+++ y vuelvan que no estan lejos.

  25. Graciela Moranchel on 16 abril, 2012

    Señor Vacarini:

    Mire: lo perdono. Perdono todos los disparates que está diciendo sobre mi persona. Perdono que me acuse de maleducada, a pesar de que yo nunca lo insulté. ¡Jamás lo haría, por Dios! No es mi estilo.

    Le perdono que tenga una visión tan cerrada y tan «errada» de la interpretación de la Palabra de Dios, que le impiden aceptar el resultado de las investigaciones teológico-bíblicas actuales. Después de todo, si Ud. no es teólogo, no tiene por qué conocer.

    Le perdono el tratarme de «querida protestante». El adjetivo no me resulta ni agraviante ni insultante. Muy por el contrario, comparto muchas cosas del pensamiento de Lutero, quien era una persona de una gran fe en Cristo y de una enorme inteligencia, que quiso contribuir a la renovación de las costumbres de la Iglesia de su tiempo, justamente porque el clero de su época estaba totalmente corrompido, comenzando por el mismo papado. Por otro lado, tengo muchas queridas amigas «protestantes» con las cuales podemos dialogar con libertad de espíritu y con la misma caridad cristiana que compartimos.

    No me asustan sus acusaciones. Sé en quién tengo puesta mi fe y sé a qué Iglesia pertenezco.

    Sí es muy desagradable que Ud. hable tanto de «odio hacia la Iglesia». Por favor señor Vaccarini: Recapacite. Disentir con respecto a algunas ideas, criterios, y aún dogmas, no implica «odiar» a nadie, como Ud. afirma. Este es un espacio de libertad de opinión que la Revista Criterio nos regala para que entre todos podamos nutrirnos y enriquecernos, justamente en base a las diferencias de perspectiva de cada uno. Para mí es muy enriquecedor leer comentarios inteligentes y diferentes a los míos. Muchas veces me han permitido variar mis opiniones o iluminar alguna noción, cuando están bien fundamentados, pero sobre todo, cuando están sostenidos por el respeto y por la comprensión mutuas.

    Reitero que en la Iglesia de Cristo no existe ni debe existir el «pensamiento único». Entre todos los cristianos, y por obra del Espíritu, vamos profundizando el Misterio de Dios, Misterio inefable e inaprehensible, ayudándonos unos a otros, desde la experiencia espiritual de «todo» el Pueblo de Dios (no sólo de la jerarquía eclesiástica, obviamente).

    El Cardenal Jorge Bergoglio nos pidió en esta Pascua que «regalemos perdón». Yo se lo regalo, señor Vaccarini. Lo perdono de corazón.

    Que la Luz de Cristo Resucitado ilumine nuestras conciencias para que podamos conocerlo y amarlo
    cada día con mayor profundidad,

    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  26. Anna Belloni Saraceno on 20 abril, 2012

    Comparto plenamente lo que manifiesta la lic. Graciela Moranchel. El problema es que todavía hay mucha confusión en la gente, por eso me parece que en este tema, como en muchos otros, los que limitan su vivencia cristiana a la Misa dominical y siguen escuchando opiniones (párrocos, sacerdotes, diáconos) muy diferentes y a menudo muy encontradas entre sí, van camino, más que a la unión, a muchas discusiones y desencuentros.
    Anna Belloni Saraceno

  27. Matias Vaccarini on 25 abril, 2012

    Estimada Graciela le acepto su perdón pero no tenia necesidad.
    Cómo hacer para que entiendan que están en el error?
    Mire le voy a proponer este análisis de puro sentido común:
    Entiendo que usted cree en el Espíritu Santo, tal como lo ha manifestado.
    Entiendo que usted cree que el Espíritu Santo guía a la Iglesia.
    Entiendo que usted se dice Católica Apostólica Romana, pues el Sr. Valdez fue ordenado bajo la segura y legítima sucesión Apostólica, si no creemos en eso, el Sr. Valdez no es sacerdote apostólico ordenado por su obispo, entonces vana es esta discusión, entonces da igual pues la opinión de algúnl Guru o de un líder musulmán.
    Entiendo que usted sabe que para ser católico se debe Creer en Jesús y vivir tal como Él y el Espíritu Santo revelaron y que hoy se encuentra en el Catecismo de la Iglesia Católica.
    Entiendo que usted sabe que ser Católico a “mi manera” es justamente la manera de no ser católico.
    Ahora bien, si Dios es perfecto, si Dios no es ciclotímico, sino que tiene un único mensaje y el Espíritu Santo es Dios.
    A caso un mismo espíritu puede inspirar doctrinas tan opuestas? Pues hoy 25 de abril casualmente escuchaba por Radio Maria Argentina un fragmento del Beato Juan Pablo II, donde decía que el matrimonio es indisoluble y que para la salvación del mundo el afecto matrimonial debe ser genuino. Entonces me pregunto cuál será el espíritu que inspira al Sr. Valdez y el que inspiró al Beato Juan Pablo II y ahora a Benedicto XVI? Un mismo espíritu no puede tener inspiraciones totalmente opuestas?
    Y debe recordar que el mismo espíritu que inspiró la elección del canon bíblico y su aprobación es el mismo que se ha reunido en el Concilio Vaticano II. Justamente los protestantes no tienen ni idea que su libro fue copilado por la Iglesia Católica y con la aprobación del Obispo de Roma. Por eso buscan y rebuscan versículos bíblicos, y ahí muere eso que usted llama estudios de avance teológico. Usted cree que Dios va a dar un mensaje para que eruditos lo vallan descifrando con el correr de los años como si se tratara de un estudio de genética. Y los brutos que vivieron años atrás se lo pierdan.
    Entonces debe entender que la solución no radica en dar vuelta los versículos bíblicos o hacer hipótesis históricas sobre la escritura de los evangelios, eso es de protestantes. Que además nunca dije que eso sea un insulto sino una definición, habrá protestantes buenos y malos, como hay católicos buenos y malos.
    Entienda que están en el error!!!!. Cuál espíritu es el Espíritu Santo? Perdóneme pero yo me quedo con el del Beato Juan Pablo II y el de Benedicto XVI, sin despreciar la inteligencia del Sr. Valez. Como se lo dije su inteligencia le esta jugando una mala pasada y espero que se de cuenta él y muchos como Ud, que adhieren por completo a sus investigaciones. Hay un personaje que también se sabe los versículos de memoria y los manipula y trato de probar a Jesús. Piense, Jesús va a dejar una enseñanza y luego decir que cuando el vuelva al cielo el Espíritu Santo revelará muchas otras cosas más, usted cree que pensó que teníamos que esperar unos 2000 años para que tengamos una inspiración divina contraria al vicario de Cristo Yo no lo creo.
    Están en el error, lo cual es lastimoso, pero lo que es grave es que lo defiendan públicamente pues confunden al rebaño. Es decir, desparraman. Y que es desparramar que la Iglesia se divida, que gente católica termine diciendo yo creo en Jesús pero no en los curas y ni en el papa. Quién le dijo que los obispos no se equivocan en su vida? Quién le dijo que un papa no se equivoca en su forma de vida? Pero nada, nada tiene que ver con cambiar la doctrina y la enseñanza moral.
    Yo soy joven y quiero una Iglesia que siempre me indique lo que en mi corazón sé que es lo recto aunque reniegue y haga todo lo contrario, aunque me equivoque. No quiero una flasa misericordia humana, pues cuando me encuentre en el lodo y vea al mundo lo verá sucio como yo, pero cuando vea a la enseñanza de la Iglesia la vea como algo que debo alcanzar por su santidad. Y no que me digan, seguí ensuciándote que el Señor te perdonará en su infinita Misericordia. La Misericordia de Dios es de Dios, y es enrome, pero no olvides su Justicia, sino como decimos aquí le estarás tomando el pelo.
    Para finalizar este debate debe decir usted que inspiración espiritual decide seguir. Pero sepa usted y aquel que le esto que sino sigue la contenida en el Catecismo de la Iglesia Católica, por mas que se llame católico ya no lo es. Ojo no dije que la cumpla sino que la elija y la acepte, y la trate de cumplir todos los días.
    Bendiciones+++

  28. Graciela Moranchel on 26 abril, 2012

    Estimado Matías Vaccarini:

    Veo que me «impone» por medio de una «orden imperativa» finalizar este debate, y algo así como «tomar una decisión»: o estoy «con» el Catecismo o estoy «contra» el mismo, según sus términos, que dicen textualmente: «Para finalizar este debate debe decir usted que inspiración espiritual decide seguir. Pero sepa usted y aquel que le esto que sino sigue la contenida en el Catecismo de la Iglesia Católica, por mas que se llame católico ya no lo es».

    Voy a tomar todo esto con el sentido del humor que me caracteriza. Y no sólo «lo sigo perdonando» sino que le voy a dar el gusto: Mi «inspiración espiritual», única y absoluta, es Nuestro Señor Jesucristo, y todo su mensaje de amor contenido en los Evangelios y en todo el Nuevo Testamento.

    Considero además que «cada» cristiano, es más, cada «ser humano» es morada del Espíritu, el cual habita en cada uno dándose «todo», como un don, sin «partirse». De allí que «todos» (niños, pobres, mujeres, profetas, etc., no sólo la «jerarquía eclesiástica», por supuesto) somos poseedores del Espíritu, el cual nos guia y guiará siempre hasta la consumación de la historia.

    Por eso, nadie puede arrogarse en nombre de Dios la posesión absoluta de la Verdad, ni la interpretación única y correcta de la Palabra Sagrada, que como Palabra «Viva», no se atiene a hermenéuticas cerradas, sino que va guiando cada momento histórico con nueva luz, para que podamos enfrentar los problemas propios de una cultura, siempre cambiantes, con el mensaje perenne del Amor Incondicional, aplicado a cada situación particular.

    Por mi parte, respeto las disposiciones del Catecismo pero Dios me ha dado la capacidad y la madurez para «discernir» cuando algún aspecto de su contenido no es correcto, o debería modificarse, o directamente está en contra de la fe.

    ¿Sabe por qué? Porque la instancia «última» por la cual guío mi vida es el «sagrario de mi conciencia» (ver Lumen Gentium, del Vaticano II), donde Dios me habla íntimamente, orientando mi vida hacia el amor y hacia el bien. La Iglesia- Magisterio no es la «última instancia» de un creyente. En todo caso, puede ser la «ante-última». Lo primero es «obedecer» a la conciencia, porque de lo contrario, cometeríamos un gravísimo pecado, en la medida en que no escuchamos la voz de Dios por prestar atención a instancias exteriores.

    No se olvide tampoco que Jesús fue un «desobediente religioso», y que nosotros deberíamos seguir su ejemplo. Denunció las interpretaciones de la Ley que hacían las autoridades religiosas de su tiempo, y por eso fue crucificado. Su ejemplo es un modelo de conducta, de libertad y de creatividad para lidiar con la rigidez de las leyes aplicándolas a las situaciones humanas más delicadas. Eso debemos hacer nosotros.

    Aquí finalizo mi debate con Ud., tal como me lo ha «ordenado», no sin antes desear que viva un
    Pentecostés que le permita experimentar la vida del Espíritu a fondo, en lo más íntimo de su corazón.

    Lo saludo cordialmente,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  29. Rodrigo on 8 junio, 2012

    Sra Graciela, más allá que creo se perdió en un debate estéril, donde ambos evidenciaron intolerancia, más allá de eso, usted misma se siente muy distante de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Le pregunto en virtud de su título en teología dogmática ¿que le hace pensar que debemos adoptar la libre interpretación del Sr. Valdez sobre el motivo de Jesús para prohibir el divorcio? ¿Su solo título de Teología? ¿Una simple especulación de desprotección de la mujer? ¿Es necesario desautorizar al mismo Moisés para dar un mensaje de protección a la mujer desamparada? ¿No hubiese sido mejor apelar a la misericordia y al cuidado de los más débiles como se propone en distintos pasajes evangélicos con los leprosos, los desamparados, marginados y la viudas? ¿Por qué llegar a ese mandato incluyendo la relativización de los establecido por Moisés?
    Pero lo que más me asombró fué su afirmación «Pero ello no es óbice para que el Pueblo de Dios tome los caminos de libertad e interpretación de la Palabra de Dios como crea conveniente»
    Es decir que debemos interpretar la Biblia como creamos conveniente?…no puedo decir más nada frente a esta afirmación.
    Claramente usted tira por la borda desde los Evangelistas pasando por los Padres de la Iglesia y el Magisterio.
    ¿ usted sostiene ese cliché tan trillado que las iglesias vacías y la gente insatisfecha es culpa de la propia Iglesia? ¿Tan simple es su diagnóstico del relativismo moral e indiferencia religiosa en la actualidad?
    Sinceramente es asombroso y a la vez enriquecedor ver posturas aparentemente abiertas, pero que en realidad son cerradas en su búsqueda de la verdad y el bien. Cerradas a aquello que no quiero aceptar o ver, porque me interpela, me exige renuncia a mi mismo…¿Hasta qué punto podemos llegar para acomodar aquello que nos incomoda y no queremos ver? El evangelio no es un mensaje sentimental que se acomoda para sentir lindo o de acuerdo a lo que estoy viviendo. Al contrario, es Palabra Viva, que trasciende épocas, culturas y crisis, llamándonos ayer, hoy y siempre a vivir de acuerdo al plan de Dios que no es ni más ni menos que la felicidad verdadera inscrita en nuestro corazón por Él.
    Sinceramente espero, si el día de mañana me separase o algún familiar o amigo lo hace, no relativizar aquello que hoy creo es de un valor y una riqueza incalculables, simplemente para no sentirme incómodo con mi Fé. En tal caso me bastará saber que ahí está El y su Iglesia, para amarme y sostenerme en mi debilidad.
    Le recomiendo que estudie (quizás lo hizo pero no adhirió) todas las catequesis de Juan Pablo II sobre el Amor Humano y la teología del cuerpo. (bueno, si es que Ud. no ve en Juan Pablo II un fundamentalista fariseico) Saludos!

  30. Graciela Moranchel on 8 junio, 2012

    Señor Rodrigo:

    No puedo compartir sus consideraciones hacia mis comentarios, porque carecen de todo fundamento, como cuando afirma que yo «tiro por la borda desde los Evangelistas pasando por los Padres de la Iglesia y el Magisterio» (sic). Esa afirmación no tiene sustento alguno.

    Muy por el contrario, creo decididamente que la Iglesia actual debe «volver a centrar su atención en los Evangelios», y posibilitar que el Pueblo de Dios se encuentre con Cristo desde la escucha atenta de la Palabra de Dios, cosa que hasta fines de la década del 60, más o menos, estuvo totalmente vedado al laicado. El acceso directo a los textos sagrados estaba «prohibido», y la gente se enteraba del contenido de la Biblia por medio de las «interpretaciones» de los sacerdotes de turno, o de los libros de historia sagrada.

    Sí estoy de acuerdo con Ud. en que me he perdido en un debate estéril con otro forista. En eso Ud. tiene toda la razón. Y espero no perderme en otro debate estéril con nadie más.

    Es imposible concordar, ni siquiera mínimamente, con quienes han sido formados solamente en la lectura del Catecismo de la Iglesia Católica o en los documentos del Magisterio, sin haber pasado por esa escucha atenta de la Palabra de Dios de la que estoy hablando, acompañada de un conocimiento al menos «informativo» de teólogos importantes, antiguos y actuales, que siempre nos ayudan a profundizar en las cuestiones eclesiológicas más importantes.

    Le recomiendo a Ud. que se aggiorne un poco más en cuestiones de fe. Tal vez pueda crecer en otras perspectivas, ¿por qué no?, y pueda ser menos «despectivo» con el el trabajo teológico de investigadores como el Dr. Ariel Álvarez Valdes. Para criticar a los estudiosos, ¡hay que ponerse a estudiar….!

    Saludos cordiales,

    Graciela Moranchel
    Profesora y Licenciada en Teología Dogmática

  31. marcos on 13 septiembre, 2013

    La iglesia a la que ud. representa , es una arcaica y retrograda instutucion en decadencia total. El matrimonio es disoluble sin mas no por preceptos biblicos, sino por sentido comun. Habria que que indagar las atrocidades que su institucion comete puertas adentro, abusos, corrupcion , publicamente conocidas Es tan absurdo lo que propone que le invito a reelegir su vocacion , ya que para interpretar la biblia debe hacerlo desde el nuevo testamento, 2 vea a que comunidad escribio el autor, por ultimo no sea hipocrita, estudie, investigue porque los dogmas de fe solo sirvieron para tener cautos a libres y a vivos por muertos ej.Frai Geronimo Savonarola, Giordano bruno, galileo galiei, y un largo etcetera que exede este comntario. Da pena y da verguenza ajena, lea bien y sistematicamente la biblia o dediquese a leer el patoruzito.

  32. Gracias on 16 marzo, 2017

    por qué la Iglesia Católica hace oídos sordos frente a la unión de un Catolico con un no creyente no bautizado? Es crónica de una muerte anunciada. Es un «impedimento» que con una dispensa facilísima de conseguir se acepta. Los cursillos prematrimoniales son un chiste y la mayoría de los no creyentes se casan para «darle el gusto» al creyente pero para ellos los principios del matrimonio no significan nada y entonces la gran mayoría termina en divorcio y el cónyuge creyente condenado y obligado a permanecer en el celibato. No sería más prudente evitar el yugo desigual y tratar de que el creyente tenga una catequesis más profunda para comprender el riesgo que implica casarce con alguien que no conoce nonacepta a Jesus? No, mejor los cacemos y que los abogados canonistas cobren 2000 euros para una «nulidad matrimonial». La excusa que el conyugue no creyente queda santificado por el creyente no es coherente porque Pablo se refería a los matrimonios dispares que se habían formado antes de la conversión de un conyugue y no a los que se forman intencionalmente entre un creyente y un no creyente, o sea, hacemos oídos sordos al llamado de «no juntarse en yugo desigual» pero condenamos el divorcio en estos casos, es decir, tomamos de la Biblia algunas cosas pero otras las descartamos. Es una vergüenza.

  33. Maria on 16 marzo, 2017

    Esta claro que el divorcio no es el ideal de Dios y está claro que el nuevo matrimonio tampoco lo es pero lo que sí es esencial es aceptar que, aunque no sean ideales, son realidades y que cada situación es diferente. No todo el que se divorcia o se casa por segunda vez lo hace consciente de que esta pecando, nadie sabe el camino o el dolor por el que los demás han transitado por eso es fundamental el discernimiento en cada caso y una pastoral de misericordia y acogimiento. Cuando Jesus se encuentra con la mujer que había tenido cinco maridos y estaba viviendo en concubinato el no la juzga ni le dice que solo había tenido un marido ni le dice que para darle el agua de la vida debía volver con su primer marido, el le ofrece de forma gratuita el agua de la vida y hace de ell el
    Instrumento para que otros Saritanos creen en el. La misericordia no significa aceptar el pecado sino tener la humildad para darnos cuenta que somos pecadores todos y que la rigidez de la ley es lo que condenó a los fariseos. Jesus no vino a juzgarnos sino a salvarnos. El padre cuando regresa su hijo no le pide que antes de entrar a su casa le pague la parte de la herencia que se gasto en prostituyas y juerga como símbolo de arrepentimiento verdadero, lo acepta con los brazos abiertos porque sabe que el hijo se ha arrepentido y ha regresado al padre. Nadie puede escapar de la verdad y Dios lo sabe todo por lo que un real arrepentimiento y deseo de volver al señor forma parte del fuero interno y no celta rigidez. No seamos más papistas que el papa.

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