murtaghEl documento preparatorio para la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos incluye en su parte final un cuestionario destinado a que las Iglesias particulares, incluyendo las comunidades parroquiales, puedan participar activamente en la elaboración de un status questionis y de propuestas que serán discutidas en la posterior Asamblea Ordinaria de dicho Sínodo, en el año 2015. En sí mismo, el cuestionario es un hecho altamente positivo, que abre un espacio de diálogo intraeclesial, y que permitirá delinear un cuadro de situación más ajustado a la realidad, incluyendo el grado de recepción de las enseñanzas magisteriales, y las necesidades y demandas de los fieles. Al mismo tiempo, el tenor de las preguntas suscita algunas dudas. Varias de ellas están claramente dirigidas a especialistas, como toda la sección referida al matrimonio “según la ley natural”, o las que piden porcentajes y datos estadísticos. Por otro lado, hay preguntas que se refieren a temas donde se ha excluido de antemano la posibilidad de cambios. Pocos días atrás, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, G. Müller, en un artículo publicado en L’Osservatore Romano, negó terminantemente la posibilidad de reformas en la disciplina que prohíbe a los divorciados y vueltos a casar el acceso a la comunión. ¿Con qué fin entonces se pregunta si y cuántos de ellos piden los sacramentos? Finalmente, las preguntas intentan limitar el diálogo al plano exclusivamente pastoral, excluyendo lo doctrinal, pero las respuestas podrían desafiar ese límite. ¿Qué sucede, por ejemplo, si se manifiesta un extendido rechazo a la enseñanza sobre la anticoncepción? ¿Se podrá aducir que es un problema de los fieles y no de la doctrina? No hay razón suficiente para excluir esta última del diálogo. En la moral católica no hay enseñanzas infalibles. Por otro lado, entre “cambiar” y “dejar todo como está”, hay numerosas posibilidades como: precisar, refinar, equilibrar, reformular. El documento reconoce las expectativas que esta nueva etapa ha generado. Dios quiera que el Sínodo de los Obispos pueda aportar nuevas respuestas.

 

El autor es Doctor en Teología Moral, profesor de la UCA

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