APTOPIX Border-Catholic LeadersQuiénes son los protagonistas de la Iglesia norteamericana que celebró misa en el muro fronterizo entre los Estados Unidos y México y que reclama una reforma migratoria en el país del norte.

El arzobispo de Boston, cardenal Sean O’Malley, los obispos de Tucson, Las Cruces, y los auxiliares de Seattle y Atlanta, celebraron una misa el 1º de abril en Nogales, en el estado de Arizona, en un tramo del muro que impide el ingreso a miles de inmigrantes en territorio norteamericano y que provocó 6 mil muertes desde 1998. También elevaron sus oraciones para que la Cámara de Representantes abra el debate y apruebe una reforma migratoria en el curso de 2014. “La frontera entre los Estados Unidos y México es nuestra Lampedusa”, expresó el obispo auxiliar de Seattle y titular del Comité de migración del episcopado, Eliseo Elizondo.

Los celebrantes ofrecieron la comunión a feligreses que se encontraban al otro lado de la frontera separados por gruesos barrotes de hierro. El cardenal O’Malley, uno de los ocho consejeros del papa Francisco, dijo: “Venimos a llorar en el desierto de Arizona a los innumerables migrantes que arriesgan sus vidas en manos de los coyotes y de las fuerzas de la naturaleza para venir a los Estados Unidos. Cada año se encuentran 400 cuerpos en la frontera, cuerpos de hombres, mujeres y niños que tratan de entrar”.

El año pasado se detuvieron 24.481 jóvenes que intentaban cruzar la frontera sin la compañía de un adulto. Una vez detenidos se procedió a deportarlos.

Protagonismo hispano

El tema migratorio es uno de los asuntos políticos más controvertidos en los Estados Unidos. Toca la esencia de su propia historia, de su identidad y de sus contradicciones internas. No obstante Obama –quien días antes se había reunido con el papa Francisco y hablado sobre el tema– ha reiterado que espera alcanzar dicha reforma antes de terminar su mandato, la mayoría de los expertos en el tema coinciden en que será muy difícil.

Son innumerables las organizaciones religiosas que protegen, defienden y orientan a los indocumentados. Miles de religiosas y religiosos de diversas creencias trabajan silenciosamente cada día en clínicas, escuelas, talleres o en sus propios templos, dando un respiro y refugio a familias que carecen de papeles.

Un estudio de la Universidad Georgetown en Washington DC reveló que los hispanos en la Iglesia católica estadounidense son el 38%, seguido por una minoría asiática y de las Islas del Pacífico, con una cifra que se acerca al 5%. En efecto, la comunidad hispana representa el sector que motoriza a la Iglesia norteamericana. El salto estadístico que comenzó en 1970 no deja de crear serios interrogantes entre los sectores ubicados en el norte del país, a los que se los conoce como blancos anglos.

Mientras en 1970 había un solo obispo hispano, actualmente suman 33. De los 220 sacerdotes de aquella década, el número se eleva hoy a 2300. Y de las 19 mil parroquias existentes en el país, 5 mil pertenecen a la Iglesia hispana. Estados Unidos es actualmente el tercer país en el mundo con mayor número de católicos, detrás de Brasil y de México.

Según Diana Richardson-Vela, presidente de la Asociación Católica de líderes Latinos (CALL, por sus siglas en inglés), “si analizamos la población hispana en los Estados Unidos entre el 2000 y el 2012, creció 56% en ese periodo, lo cual indica que en los próximos años habrá una explosión demográfica de la comunidad hispana y se estima que para el 2015 más del 50% de los católicos serán hispanos”.

El número se incrementó especialmente por el alto nivel de inmigrantes ilegales latinoamericanos, la mayoría mexicanos. Además, los hispanos registran por lo general una tasa de natalidad mucho más elevada que la de los católicos anglos, negros o asiático-americanos.

El mayor porcentaje de hispanos se da en los estados de Nueva México (46,3%), California (37,6%), Texas (37,6%),  Arizona (29,6%), Nevada (26,5%), Florida (22,5%) y Colorado (20,7%), todos ubicados al norte del territorio mejicano. Cabe recordar que los Estados Unidos obligaron a ceder, al finalizar la guerra entre los dos países entre los años 1846 y1848, la totalidad de los estados de California, Nevada y Utah, así como partes de Arizona, Colorado, Nueva México, Wyoming, Oklahoma y Kansas.

Los hispanos en los Estados Unidos son la quinta población de lengua española en el mundo, con un poder adquisitivo de más de 1200 millones de dólares. Y muchos se destacan en la música, el arte, la televisión, la radio, los deportes, la moda, el cine y las letras.

Un arzobispo influyente

Una de las figuras destacadas del catolicismo hispano es el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, de 63 años, nacido en Monterrey, México, y que fue elevado a la dignidad episcopal en los Estados Unidos. La revista Time lo ubicó en 2003 entre los 25 hispanos más influyentes. En 2007 fue señalado por la CNN como uno de los hispanos más conocidos y entre sus diversas actividades se lo menciona como fundador de la CALL. Su pertenencia al Opus Dei le permite además ser una persona de consulta en Roma y en el gobierno de los Estados Unidos en temas referidos a la inmigración. Para el arzobispo, “la presencia de los hispanos en los Estados Unidos es un hecho de gran valor para la cultura. De alguna manera, los valores que traen –que traemos– los inmigrantes, están haciendo que la cultura norteamericana vuelva a sus raíces cristianas. Aquí se ha perdido mucho por el secularismo. Los valores de los inmigrantes son muy básicos, de un catolicismo profundo donde la fe, la familia, las manifestaciones de piedad son parte de nuestra vida diaria”.

Otro aspecto para destacar del arzobispo Gómez es el grupo de “conservadores creativos” que integra, una expresión acuñada en los Estados Unidos que incluye a una generación de prelados conservadores que permanecen fieles a la doctrina de la Iglesia, pero al mismo tiempo son creativos, es decir, capaces de introducir la doctrina misma en la modernidad sin traiciones. Dentro de este grupo figuran también destacados personajes de la Iglesia mundial como el ministro vaticano para los obispos, el canadiense Marc Ouellet, el arzobispo de Milán, Angelo Scola; el cardenal de Budapest, Peter Erdö; el de Viena, Christoph Schönborn; el primado de Bélgica, André-Joseph Leonard; el presidente del episcopado inglés, Vicent Nichols; el cardenal Timothy Dolan de Nueva York; el cardenal norteamericano Daniel Di Nardo; el arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput; el cardenal Donald Wuerl de Washington; Francis George, de Chicago; el patriarca de Venecia, Francesco Moraglia; el obispo de Bolzano, Ivo Muser; y el arzobispo polaco Stanislaw Budzik. Gómez está considerado el líder de estos obispos conservadores creativos.

También se destaca por su empeño en mostrar un perfil de la historia de los Estados Unidos que permanece relegada. Dice que el país no nació con el arribo de la nave Mayflower en 1620 y la llegada de los primeros asentamientos ingleses. Recordó que los españoles estuvieron un siglo antes, en los años veinte del siglo XVI en Florida y dos décadas después en California: “Esta historia no es anglo-protestante, sino hispano-católica. No tiene como centro a Nueva Inglaterra, sino a Nueva España, en los ángulos opuestos del continente”. Y destacó asimismo que los misioneros bautizaron a los ríos, los montes y los territorios con nombres de santos, sacramentos y artículos de la fe, como Sacramento, Las Cruces, Corpus Christi, etc. “Si olvidamos que las raíces de nuestro país se fundan en la misión hispano-católica del nuevo mundo, terminaremos por tener ideas distorsionadas sobre nuestra identidad nacional: la idea de que los estadounidenses descienden solamente de europeos blancos y que nuestra cultura se basa solamente en el individualismo, en la ética del trabajo y en el Estado de derecho que hemos heredado de nuestros antepasados anglo-protestantes”, afirmó.

Además, Gómez señaló como un peligro expresar que los “verdaderos estadounidenses” pertenecen a una raza, una clase, una religión o una etnia particular. Al citar al escritor Samuel Huntington, de Harvard, dijo que el autor sostiene que la cultura y la identidad estadounidenses están amenazadas por la inmigración mexicana, porque la identidad estadounidense auténtica era “el producto de la específica cultura anglo-protestante de los colonos fundadores de Estados Unidos en los siglos XVII y XVIII”, mientras que los valores de los mexicanos estaban arraigados en una cultura que no atribuye valor a la capacidad de iniciativa ni a la ética del trabajo, alentando más bien la pasividad y la aceptación de la pobreza. Para Gómez, los inmigrantes son la clave de la renovación económica y política, pero también espiritual, moral y cultural, porque los hombres y las mujeres que llegan aportan un espíritu empresarial nuevo y joven de duro trabajo. “Creo también que contribuyen a renovar el alma de Estados Unidos”, agregó.

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