Reseña de Aprendiendo a amar como pastores. Eros y Ágape en el corazón sacerdotal de José María Recondo (Ágape Libros, Buenos Aires, 2014).
Con alegría recibí este libro del padre José María Recondo, a quien conozco desde hace muchos años y sé de la profundidad de su reflexión. No obstante estos antecedentes (que ya me animaban a leer la obra), encontré un “plus” en este texto que está dado por la experiencia de vida sacerdotal que brota de sus páginas. Así es, se trata de una obra rebosante de ministerio transcurrido y de mucha escucha realizada a seminaristas y sacerdotes.
El autor se desempeñó con distintas responsabilidades eclesiales en nuestro país y en el exterior, y varias de ellas han tenido relación con la formación y el acompañamiento sacerdotal: fue rector del Seminario de la diócesis de Morón a la cual pertenece, presidente de la Organización de Seminarios de la Argentina, vicepresidente de la Organización de Seminarios de América latina, rector del Colegio Sacerdotal en Roma. Todo esto y su doctorado en Teología ya serían argumento más que suficiente para entender que el autor sabe de qué habla.
Pero el texto supera las antedichas expectativas. Recondo parece hablar sobre todo desde sus 35 años de ministerio sacerdotal y desde una profunda reflexión sobre el proceso espiritual llevado adelante por él mismo y por otros sacerdotes. Así nos entrega algunas agudas observaciones, que nos dejan pensando sobre el presente y el futuro de nuestros pastores.
Con un interesante prólogo de Amedeo Cencini, quien presenta la obra con justeza y calidez, el libro se divide en dos partes. La primera, que abarca cuatro capítulos, gira en torno al tema de “eros y ágape” en la vida cristiana en general y en la vida sacerdotal en particular. Las reflexiones que allí se hacen sobre la sub-estimación del amor como eros en otros tiempos y acerca de la sobre-estimación de ese mismo eros en nuestra época, nos muestran todas las consecuencias que se desprenden de comprensiones insuficientes de lo que Jesús en el evangelio nos dice acerca del amor. Esos malos entendidos se traducen en la vida de muchos sacerdotes.
En la segunda parte, de una manera muy lúcida, se nos plantea la tarea de la caridad como aprendizaje: a amar se aprende; y aprender a amar como pastores significa una profunda comprensión del llamado recibido, así como un deseo también hondo de corresponder al amor del Señor que nos llama.
Toda existencia humana, pero mucho más la vida cristiana y en ella el ministerio sacerdotal, se resuelve en una dimensión de amor y no de “perfección vacía”. Todas las personas anhelamos entregarnos a un amor que le dé sentido a nuestro paso por esta tierra.
Para este aprendizaje de amor se requiere un cuidado constante y una voluntad firme de crecer en una forma de caridad sacerdotal auténtica, que tiene dos espejos en los cuales reflejarse: la unidad de vida y el amor al Pueblo de Dios encomendado.
En esta lógica de custodia del don recibido es como hay que entender la formación permanente en la vida sacerdotal, tal como nos las presenta el padre José María.
Recomiendo la lectura de este libro no sólo a aquellos que han recibido el sacramento del Orden Sagrado y a los que están involucrados en la formación inicial y continua de los sacerdotes, sino a todo el Pueblo de Dios, ya que todos necesitamos aprender a amar con el corazón de Jesús. Además, los ministros ordenados necesitamos de la ayuda de nuestros hermanos para ser esos “pastores con olor a oveja” que nos recomienda Francisco.