Margarita Stolbizer lleva un largo recorrido político: su actuación originaria fue en la localidad de Morón, provincia de Buenos Aires. Militó durante treinta y cinco años en la Unión Cívica Radical, partido del cual llegó a ser secretaria general y diputada nacional. Alejada de los radicales es hoy referente y líder del partido GEN, que desde abril del año pasado forma parte de la coalición política UNEN, hoy en crisis. Recientemente, en una conversación con el Consejo de redacción de Criterio analizó los posibles escenarios que enfrentará la Argentina luego de las elecciones de octubre.
“Siento que desde enero tenemos la obligación de mirar una Argentina diferente. La movilización del 18 de febrero fue una clara manifestación política y de oposición. La marcha estuvo bien dividida entre lo que fue la expresión de homenaje de los fiscales y la familia de Nisman, y por otra parte la sociedad que manifestaba enojo, indignación y oposición al gobierno. Lo percibí al conversar con la gente. Esta reacción tiene que ver con el discurso de la presidenta ese mismo mediodía. Muchos hemos visto que ha perdido la mínima inclinación por lo humano; lejos de mostrarse como una persona respetuosa y sensible, cada vez confronta más. Su obligación institucional es analizar y no plantarse en una barricada, buscando culpables y hablando mal de los demás. Creo que esto es lo que la sociedad ya no tolera. Sobre todo porque no se hace cargo del estado de situación”.

“El discurso de apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso no pudo estar más descontextualizado de la realidad que estamos viviendo. Lo más grave es su intolerancia hacia la diversidad, hacia quien piensa distinto. En términos institucionales, los ataques al poder judicial que realizó fueron terribles. Esto, sumado al tono en que lo hace, a las falacias que instala y al aprovechamiento que realiza desde ese espacio. La descalificación a la Justicia obedece a que hasta hace poco pasaba por la esquina de su casa y ahora le toca el timbre. Ella puede descalificar a los jueces, recusarlos, denunciarlos, pero las causas existen porque los delitos están”.

Política exterior
“El alineamiento internacional que ha marcado este gobierno es severamente peligroso. En su discurso quiso explicar uno de los episodios más nefastos de los últimos tiempos: los acuerdos con China. Es poco lógico que un gobierno que tiene nueve meses de vida firme pactos con otros gobiernos, con concesiones a cincuenta años. Estamos incorporando un conflicto con una potencia que tiene una visión y estrategia fundamentalmente regional, para la cual necesita de nuestros territorios.
Cuando se debatió el tema en la comisión, mi planteo fue la necesidad de un debate en el marco regional del Mercosur. Se me rieron en la cara. Respondieron: ʹUstedes siguen pensando que la Argentina sólo tiene que acordar con los Estados Unidos y Europa. Estamos orgullosos de la política internacional que hemos delineado con China, Venezuela e Iránʹ. Es la política que este gobierno decide. La Argentina pasa a estar en estado de observación mundial por los convenios en Derechos Humanos que ha firmado. La Presidenta en la sesión llamó estúpidos a todos los legisladores que habían rechazado los acuerdos con China”.

El rol de la oposición
“Hago una autocritica respecto de quienes estamos enfrente. Nosotros (que embarcaría un colectivo bastante diverso de quienes ocupamos ese espacio) hemos sido funcionales por acción, omisión, ingenuidad y complicidades. Hemos ayudado a instalar, en alguna medida, lo que termina formando parte de una cultura. Creo que la Argentina es un país enfermo de cortoplacismo, y éste tiene que ver con la política, pero también con la sociedad y la cultura. Esto, traducido en términos de gestión política e institucional, es perverso. La oposición no ha sido capaz de instalar una cultura distinta, también entramos en el cortoplacismo y en el exceso de pragmatismo”.
“La gente nos exigen determinadas cosas que no podemos hacer porque contamos con una minoría. La reelección de Cristina fue muy parecida, en contexto, a la de Menem; donde la corrupción era algo que se conocía y sin embargo, como la gente tenía plata en el bolsillo, se prefirió mirar para el costado y votarlos. Hoy hay un reclamo sobre el ejercicio de la oposición pero la verdad es que tiene una muy limitada capacidad de acción en este esquema. A futuro me gustaría que quienes queden, o quedemos, en la oposición tengamos la grandeza de hacernos cargo de nuevas exigencias. Así como digo que quien gane tiene que entregar los organismos de control, el que queda tiene que hacerse cargo”.

Lo que vendrá
“Tengo una mirada positiva de la Argentina. Como país tenemos un amplio potencial no sólo de recursos económicos sino también humanos. Dentro de los acuerdos realizados a nivel internacional, el candidato que gane las elecciones deberá reunir a los demás candidatos y salir a los cinco puntos estratégicos del mundo para recomponer las relaciones de nuestro país. El que gane tiene que convocar al resto y entregarle la llave de los organismos de control. Todos esos organismos deberán quedar en manos de la oposición. Esto significa un paso muy grande para quien sea oficialista y también para los opositores. Acá las malas culturas llevan al opositor a quedarse en el lugar cómodo de crítica, y no hay espíritu de cooperación. Hay que pensar el control como una cultura de la gestión pública y no como una cosa detectivesca. Hay necesidad de incorporar una mirada estratégica que nos permita proyectar plazos más largos y no limitarnos a lo inmediato”.
“Cuando digo que veo mejor el tiempo que viene es porque aún aquellos que están en las antípodas de mi pensamiento, dentro de la actual oposición, advierto que tienen voluntad de conversar, de invitar al diálogo. Uno de los problemas que la Argentina tiene es la falta de diálogo, de la construcción de consenso, la necesidad de registrar al otro como alguien con quien vale la pena hablar. Me animo a decir que todos los candidatos que compiten tienen la intención de reconstruir esos espacios de diálogo. Venimos conversando sobre estas cuestiones. No significa tener un programa de gobierno común, sino tener lineamientos básicos, referidos a lo institucional: cómo se reconstruye ese marco imprescindible para que el que llegue pueda gobernar. No hay que ir demasiado lejos para encontrar ejemplos. Tanto en Chile como Uruguay hay madurez en las fuerzas políticas. En Uruguay, un episodio muy determinante fue cuando José Mujica y Daniel Astori compitieron en la interna por un mismo frente pero con perfiles diferentes. Mujica ganó, y convocó a Astori como vice. Es algo que nuestra ley no permite. Yo sugerí un proyecto porque me parece importante que en nuestro país pueda suceder algo similar. Lo primero que hicieron fue salir los dos al mundo con un discurso totalmente integrado, de una madurez muy grande. En el caso de Chile, cuando se hizo la celebración del tratado del Beagle, Bachelet concurrió con todas las fuerzas políticas de su país; y nuestra Presidenta fue sola”.

Los presidenciables
“Todos los candidatos presidenciables garantizan un marco de diálogo para armar una gobernalidad diferente. Incluso Scioli. Soy opositora a él, creo que su gestión de gobierno es desastrosa, pero nunca podría decir que Scioli no convocó, no habló, no escuchó. Tuve conversaciones con él y después encontré reflejado lo que le dije en algo. Es una persona respetuosa”.
“A Massa siempre lo veo en un spot de campaña. Muy poco profundo. La Argentina necesita más que meras consignas de campaña. Lo que podría ser una confrontación planteada entre Macri y Massa es una confrontación sostenida por grupos económicos que están por detrás de ellos. Sospecho que ni siquiera ellos toman las decisiones solos, me parece que hay por detrás otros intereses, que ellos representan, expresan y sostienen”.
“Macri en la ciudad tiene una buena gestión en muchas áreas visibles, por eso le va bien. Cuando uno piensa en un proyecto nacional ahí es donde me parece que le falta una visión de estadista”.

Un legado de negocios
“El mayor inconveniente que veo no es el poder político sino el poder económico. Este gobierno deja negocios hechos por muchísimos años, a través de concesiones en aéreas claves como las comunicaciones, la energía. Van a tener una desesperada necesidad de establecer pactos de impunidad, y ahí es donde ya no le pongo ninguna cuota de confianza a ninguno de los candidatos presidenciables. Creo que todos están dispuestos a darle al kirchnerismo la impunidad que van a buscar”.
“Tengo una posición crítica para con este gobierno. Han logrado la instalación de un relato muy arraigado en mucha gente, defendido por muchos sectores. La estrategia comunicacional ha sido muy perversa. Han enfocado su política internacional, social y económica, en función de los negocios que hacen”.

La crisis de UNEN
“Vivo con mucho dolor lo que pasó con UNEN. El abril del año pasado los miembros firmamos el acta constitutiva de un frente que era una esperanza para nosotros y la gente. Era un espacio necesario. Desagraciadamente muchos se quedaron en la pelea por los “sillones”, fundamentalmente los radicales. El radicalismo viene perdiendo hace mucho capacidad ordenadora. Firman acuerdos que sólo benefician a quienes los firman. Creo que ellos son los responsables de que UNEN haya dejado de ser una esperanza. El fracaso de UNEN tiene que ver con el pragmatismo, con los que creen que pueden ganar territorios, y en función de eso están hoy en la búsqueda de acuerdos con la sola mirada puesta en preservar el sillón. Los radicales van a hacer los arreglos que más les convengan en cada lugar”.

Un espacio político
“En nuestro caso, somos un partido joven, nuevo y sometido a todas las dificultades propias de la baja institucionalidad política. Si bien nacimos en la provincia de Buenos Aires, donde contamos con un mayor apoyo, hoy tenemos representación oficial en nueve distritos provinciales. Estamos ubicados desde el punto de vista político-ideológico en la social democracia, por eso tenemos buenas relaciones con el socialismo y el radicalismo en términos de ideas. Como partido vamos a realizar una ratificación de lo que firmamos en abril del año pasado con UNEN. Ese es nuestro espacio. Sigo pensando que en la Argentina hay una plaza vacía que cubrir entre los candidatos actuales. Hay gente que no se siente representada. Estoy segura de que existe esa vacancia. Nuestro partido está dispuesto a representarla. Dejamos plantada una bandera que por lo menos nos permita discutir un nuevo proyecto de país. Estamos dispuestos a trabajar en todos los acuerdos de gobernabilidad, en colaborar con el resto. Sin abandonar nuestras ideas”.
(Versión de Mariana Ortisi)

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