El trabajo es dignidad y realización personal, por eso es positivo cuando las políticas públicas apuntan a que todos los ciudadanos potencien sus capacidades, en el sentido de Amartya Sen. Asimismo, la asistencia social es clave para asegurar el acceso de muchas personas carecientes a la satisfacción de necesidades básicas.
La política social de los últimos años ha hecho aportes relevantes. Ha implicado importantes mejoras para la población más careciente, que considera estos logros como derechos adquiridos. La Asignación Universal por Hijo ha sido un paso adelante. De todos modos, debería ser realmente universal, y estar mucho más ligada a resultados anuales en salud y educación por parte de los beneficiarios, para promover una real movilidad social en el mediano plazo. Hubo importantes progresos en materia de salud pública, tanto por la construcción y renovación de hospitales e instrumental médico en algunas jurisdicciones y municipios –si bien no de manera homogénea en todo el país–, como por el acceso de los más carenciados a los medicamentos a través del Plan Remediar. La política social también se destacó por los servicios, por ejemplo el acceso a la TV satelital codificada. Probablemente sus contenidos deberían ser más pluralistas y educativos que la versión actual –y se debería evaluar continuar financiando con fondos públicos el Futbol para Todos–. Asimismo, re-evaluar el acceso actual a subsidios sociales y avanzar hacia un sistema tecnológico que limite el clientelismo político de la población pobre. Es decir, sería oportuno continuar con aquellas buenas políticas ejecutadas en los últimos años, como muchas en el campo social, evitando los históricos “péndulos” de políticas tan propios de la economía argentina desde hace décadas.
Por el contrario, la política de generación de trabajo ha sido errática. El empleo en la Argentina se enfrenta en 2015 a un proceso recesivo, con destrucción de puestos de trabajo del sector privado desde 2012. En tanto, el sector público actúa como amortiguador del proceso, con creación de empleo en los tres niveles de gobierno. Con todo, el desempleo total crece levemente, de la mano de la caída de la actividad económica.
Es claro que la generación de empleo es una de las óptimas políticas sociales. En tal sentido, una mejor educación, una mayor formalización del empleo, la formación en oficios, disminuyendo la precarización laboral, el subempleo y la alta informalidad, de modo que todos los argentinos gradualmente pueden ejercer plenamente sus derechos en materia de seguridad social, garantizaría la sustentabilidad del sistema y la calidad de vida para las generaciones que vienen.
La Argentina posee un alto potencial de desarrollo humano y económico, que le permitiría erradicar la pobreza y la indigencia a través de la generación de empleo. Sería bueno apuntar a una gobernabilidad donde se reemplace el clientelismo político y los planes innecesarios para la dignidad humana –manteniendo aquellos que sí son necesarios– por la creación de empleo privado formal en todo el territorio, que será consecuencia de un retorno de la inversión y una nueva dinamización de la producción.

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