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Reseña del libro Eduardo Ellis : espacio arquitectónico y escala humana, de Jorge N. Bozzano y Silvia I. Rickert. Buenos Aires 2014, Estudio Sigma.

Silvia Rickert y Jorge Bozzano han editado recientemente un libro ejemplar por la calidad de su contenido, el esmero de la gráfica y el minucioso detalle de los comentarios, planos, dibujos y fotografías, sobre la obra de Eduardo Ellis, “Polo” para sus amigos, una personalidad relevante y muy querida de nuestra arquitectura. Los comentarios que siguen son una manera de agradecer su aporte a la realización arquitectónica y a la ciencia de la escala humana.

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Tuve la suerte de conocerlo en los años sesenta en los Estados Unidos cuando Polo estaba embarcado en los estudios del paisaje urbano con el gran maestro del MIT, el arquitecto Kevin Lynch. En esa época yo investigaba los procesos de la percepción visual y lo hacía en laboratorio, pero gracias a Polo pasé a estudiar el desarrollo de la visión y de la imagen en la gran escala del espacio urbano. Como decía Jean Piaget, “la escala crea el fenómeno” y, en efecto, al lanzarnos a investigar en estos grandes espacios descubrimos muchas novedades, en especial cómo construye nuestra mente la escala humana. Ambos participamos luego, bajo la dirección de Lynch, en un proyecto pionero de la UNESCO sobre la percepción de la ciudad por niños y adolescentes (Growing up in cities, MIT Press, 1977). Trabajamos juntos en varios pueblos y ciudades de nuestra región: en la Argentina, en Purmamarca, Salta y Buenos Aires; en Brasil, en Curitiba y Araraquara. Desde entonces hemos compartido muchos proyectos e inquietudes y ahora nos atrevemos a publicar un libro que resume aquellas investigaciones de hace varias décadas con el título La imagen de la ciudad en los niños, pues el tema sigue siendo de la mayor actualidad. De esta forma deseamos rendir homenaje a Kevin Lynch y a su trabajo clásico The image of the city (1960) y a la obra notable de Gordon Cullen, Townscape (1961), buen amigo de Polo, dos arquitectos que revolucionaron el concepto de paisaje urbano.

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El paso de Ellis por la cátedra de composición arquitectónica en los talleres de Alfredo Casares y Alberto González Gandolfi en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires fue decisivo para difundir el programa de las “casas blancas”, que puso en marcha con su colega y amigo Claudio V. Caveri. El brillante ejemplo de la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Martínez fue el primer hito en ese camino de “arquitectura orgánica”, una obra maestra construida en 1957. Este camino de retorno a las fuentes lo llevó a construir y reformar varios cascos de estancia y viviendas individuales en el Uruguay, su país natal, cuya rica tradición supo valorar, como también en las provincias de Buenos Aires, Jujuy y Corrientes.

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Una faceta relevante en su trayectoria es su amor y respeto por la belleza y la armonía de los monumentos históricos, lo que se evidencia en su obra de remodelación del Monasterio de Santa Catalina y de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, en la ciudad de Buenos Aires. Su impecable trabajo de preservación del patrimonio histórico acompañó la misión de sus amigos sacerdotes Rafael Braun y Eugenio Guasta en la profunda transformación que ambos imprimieron en la vida parroquial del microcentro porteño. A ello se suman sus intervenciones en otros edificios de valor patrimonial, el Círculo Italiano de Buenos Aires, el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, el Palacio San Martín y el Teatro Municipal Rafael de Aguiar en San Nicolás. Los diferentes capítulos del libro citado dan testimonio de una vida dedicada al bien, la verdad y la belleza. Podría agregar mucho más pero me basta decir, como está escrito en el Eclesiástico: “ Un amigo fiel es un refugio seguro, el que lo encuentra ha encontrado un tesoro”.

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