El Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, en la República Checa, cumplió 50 ediciones. Parte de sus ecos pueden encontrarse en nuestro país con el reciente estreno de Fair Play.

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Poco importa que el Festival de Cine más distintivo de la vieja Europa del Este esconda 69 años desde su fundación. Tampoco que ese primer encuentro no se hubiese desarrollado en Karlovy Vary sino a 50 kilómetros, en Mariánské Lázně, la mítica Marienbad de Alain Resnais, y mucho menos que –bajo la opresión comunista y hasta la Revolución de Terciopelo encabezada por el intelectual Václav Havel– tuviera que alternarse con el Festival de Cine de Moscú. Este año festejó sus 50 ediciones con algunas constantes que supo aquilatar en su prestigiosa historia (excelente programación, rutilantes invitados, afiatada organización), y con dominio pleno del bucólico balneario checo de contornos imperiales que no omiten rememorar al Gran Hotel Budapest de Wes Anderson. A fin de cuentas, por aquí también pasó el Imperio austrohúngaro, dejando su huella mucho después de que en 1350 Karel IV fundara la ciudad por las fuentes termales que continúan siendo de atracción para el turismo.
También de alcances globales es su festival de cine, y cierta bohemia checa que pese al glamour nunca se abandona del todo. Sólo así es posible ingresar al Hotel Pupp y escuchar a un conjunto de jazz a metros del mítico Harvey Keitel, conocer a Udo Kier o conversar amablemente con Kim Ki-Duk. Ese privilegio sólo se consigue en Karlovy Vary, donde las estrellas se relajan y los checos no los acosan con selfies.
Títulos premiados en Berlín, Cannes y Sundance formaron parte de las secciones paralelas, en tanto la Competencia Oficial ofreció como estrenos mundiales la italiana Antonia, de Ferdinando Cito Filomarino, sobre la gran poeta milanesa Antonia Pozzi (ganó el premio al mejor director); Box, del rumano Florin Serban (premio Fipresci); la francesa Le bruit des arbres de François Péloquín; Czerwony pajak, del polaco Marcin Koszalka; Domácí péce, del crédito local Slávek Horák (mejor actriz); Jeder der fällt hat Flügel, del alemán Peter Brunner (premio especial del jurado), y Pesn pesney, de la ucraniana Eva Neyman (mención especial del jurado ecuménico). También se añadió el reconocimiento a la mítica Helena Třeštíková por Mallory como mejor documental de largometraje. En la misma sección, pero en cortos, se presentó la inteligente mirada de Iris Zaki en Woman in Sink a la convivencia árabe-israelí –como hizo nuestro compatriota Nicolás Avruj en su documental recientemente estrenado NEY–. En una peluquería, las mujeres confiesan sus anhelos y temores; y se ve cómo es la convivencia cuando se es educado en el miedo al otro. La película obtuvo la mención especial del jurado.
El premio principal fue para la chilena Muerta blanca, animación de Roberto Collío, quien confesó: “Estrené la película el año pasado en Locarno y ha estado en el circuito de festivales (también se vio en el último BAFICI). Lo de Karlovy Vary no lo conocía y venía sin expectativas pero el festival es súper bonito y tuvimos el premio”. El reconocimiento máximo de la noche fue para el realizador Diego Ongaro, premiado con el Globo de Cristal por Bob and the Trees como la mejor película.
La ceremonia de clausura tuvo momentos de gran emoción: por un lado el recordatorio a quienes ya no están, que aunó talentos locales como el actor Pavel Landovský, el director de arte Karel Černý y el fotógrafo Miroslav Ondříček (de Amadeus, de Miloš Forman), con figuras como Robin Williams, Leonard Nimoy y Omar Sharif, y las imágenes que recordaron el paso de Lauren Bacall y Christopher Lee. También, entre sonrisas y lágrimas, la platea aplaudió de pie el premio a la rutilante trayectoria de la actriz Iva Janžurová, recordada en la Argentina principalmente por su labor en obras de Karel Kachyňa como Que viva la república!.
Aquellos lejanos films que el cinéfilo porteño disfrutó en el Cine Cosmos tuvieron la sutil revancha del regreso con el estreno de la película checa Fair Play, de Andrea Sedláčková, que a través de la óptica del deporte devuelve al primer plano el rigor con el que las autoridades comunistas buscaban el control de la población en la antigua Checoslovaquia en tiempos de la cortina de hierro. Ambientada en los tempranos años ’80, narra la vida de dos atletas que son preparadas por el Estado para competir en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984, y una de ellas es incorporada a un programa secreto de uso de esteroides para potenciar su rendimiento físico. Los efectos secundarios en el cuerpo de la joven son tan fuertes como aquellos que pudiera vivir si se negara a consumir dicha medicación. Pero hay algo peor: como el programa es secreto, ni siquiera ella lo sabe. Con inteligencia la directora pasa revista a la opresión vivida en la etapa final de la Guerra Fría, cuando la represión se unía a la desesperanza, y en la exaltación del deporte se escondía un poderoso instrumento de manipulación política. Este film se presentó en la edición 2014 de Karlovy Vary y luego fue la candidata checa al Oscar. No consiguió la nominación pero sí el estreno comercial en la Argentina, permitiendo que algunos reflejos del Globo de Cristal, máximo premio del festival checo, iluminaran la poco diversificada cartelera cinematográfica porteña.

Recomendaciones de los críticos

A juicio del autor de esta crónica, las mejores películas son: Shan he gu ren (de Jia Zhangke), Pesn pesney (de Eva Neymann) y Journey to Rome (de Tomasz Mielnik).

Harri Römpötti (Helsingin Sanomat, Finlandia)
Threeb (de Naji Abu Nowar)
Mustang (de Deniz Gamze Ergüven)
El club (de Pablo Larraín)

Jindřiška Bláhová (Hospodářské noviny, República Checa)
Schmitke (de Stepan Altrichter)
Comoara (de Cornelio Porumboiu)
El club (de Pablo Larraín)

James Evans (Electric Sheep Magazine, Reino Unido)
I Am Belfast (de Mark Cousins)
The Wednesday child (de Lili Horváth)
The Lobster (de Yorgos Lanthimos)

Eva Peydró (El Hype, España)
Antonia (de Ferdinando Ciro Filomarino)
Pesn pesney (de Eva Neymann)
Le tout nouveau testament (de Jaco Van Dormael)

Emilio Luna (El antepenúltimo mohicano, España)
Shan he gu ren (de Jia Zhangke)
La giovinezza (de Paolo Sorrentino)
Fúsi (de Dagur Kari)

Erwin Heberling (Film und Kinobüro Hessen, Alemania)
Domácí péče (de Slávek Horák)
Zero (de Gyula Nemes)
Babai (de Visar Morina)

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