El barrilete cósmico

La Presidenta se preguntó: “¿Saben dónde está él? –por Néstor Kirchner–. Allá arriba. Él está ahí como una suerte de barrilete cósmico”. La Presidenta se expresa en sueños. Pero ¿cuál es el origen de la ensoñación que ha vivido la población argentina durante doce años? ¿Por qué quienes han llevado la ensoñación al paroxismo de un 54% en primera vuelta del 2011, la han abandonado en 2014? ¿Qué será de la soñadora, y de su corte: los que han despertado, los todavía adormilados y los que continúan en lo mejor de sus sueños? Seguramente se refirió a los soñadores subsistentes cuando, en otro tramo de sus palabras, dijo: “Nunca más gritemos ‘Que se vayan todos’, porque nos vamos a quedar todos los que estamos y todos los que somos”.

El problema
La mentira descarada como modo de acceder al poder, la transformación de una picardía genial, la paridad que detuvo el tren hiperinflacionario, en el modelo económico y la degradación impúdica del ejercicio del poder, nos llevó al deseo del suicidio colectivo expresado en el “Que se vayan todos”.
Para preservar intacto el aparato del poder del peronismo, se destituyó a un Presidente constitucional. Por lo que, hasta hoy, el último Presidente constitucional no peronista que consiguió concluir su mandato fue Alvear en 1928; con lo que la clasificación del régimen político argentino para la ciencia política es: régimen de partido dominante, y no democracia republicana, como todavía dice la Constitución.

Su comprensión
El pueblo del “Que se vayan todos” vio desfilar a muchos, y luego de un triste juego de la silla donde la música se volvía cada vez más lenta, Menem, ganador de la primera vuelta de entonces, percibió que el hartazgo lo tenía por objeto y dejó sentado en el sillón de Rivadavia al perdedor de la elección. Néstor Kirchner quedó cuando la música se detuvo. Era quien había conseguido, en el orden provincial, el sometimiento de la justicia, la reelección indefinida, la colocación de fondos públicos en el exterior a su discrecionalidad y todo aquello que Menem no había alcanzado en el orden federal.
El sorprendido ganador no encontró un pueblo atento y desconfiado sino un grupo humano como ovejas sin pastor. Su pragmatismo lo protegió de transformar una picardía genial –la alta emisión monetaria en un contexto fuertemente recesivo– en el modelo económico, pero pulverizó a la oposición, y planeó una reelección indefinida endogámica, que se interrumpió con su muerte en el segundo período, cuando pudo haber durado al menos dieciséis años, sino más, apelando ya a la siguiente generación.
Sobre tierra arrasada, la construcción del poder de la esposa volvió a las fuentes del peronismo a partir de la asociación entre dos saberes de salvación: el saber de salvación en el tiempo, que es la política, y el saber de salvación de eternidad, que es la religión (¿cósmica?).
La asociación de lo religioso y lo político se remonta a los orígenes de la vida humana, pasa por los reyes-sacerdotes y alcanza su máxima expresión en las reformas religiosas que fueron verdaderas reformas políticas, como la de Akhenaton en Egipto. En el contexto euroamericano, el origen de los estados nacionales fue político religioso, dando lugar en el siglo XX a una forma nueva y peculiar que en las ciencias políticas se estudió como las religiones políticas o movimientos sucedáneos de la religión.
Los estudios denunciaron así al stalinismo, al nacional socialismo y al fascismo, descubriendo en ellos estructuras simbólicas religiosas que se reiteran: el profeta, el líder, los iniciados, la asamblea/tercer círculo y, finalmente, la llegada inevitable de la victoria definitiva.
Durante la lucha ideológica del siglo XX pasaron desapercibidas otras expresiones que podríamos colocar sobre una escala, de menor a mayor respeto de los derechos: desde la revolución cultural maoísta, el símbolo del hormiguero Vietcong, el Portugal de Salazar, la España franquista, el Paraguay de Stroessner, la Argentina peronista, hasta llegar a formulaciones “soft” como el De Gaulle de 1958.
Ya desde el comienzo de 2003 hay elementos en este sentido en nuestro país, como ser Ella profeta de Él, la búsqueda de la legitimación asumiendo mártires ajenos, la construcción de causas misionales, el círculo iniciático que se mantendrá, contra toda razón, por doce años, aún a costa de hacer perder una elección crucial a su candidato.
Eric Voegelin, filósofo alemán crítico de las religiones políticas, observa que al joven príncipe criado entre algodones le bastó contemplar por primera vez a un mendigo, un enfermo y un muerto para convertirse en Buddha. En cambio, estos movimientos necesitan ver, rever y actualizar montones de cadáveres y la espantosa aniquilación de miles de personas para llegar a la conclusión de que algo va mal en el mundo.
A partir de la crisis del campo de 2008 y el fallecimiento de Él, previo a la elección del 2011, el giro se vuelve más evidente, el discurso avanza en el tono místico con las invocaciones a la reencarnación de una arquitecta egipcia hasta el reciente barrilete cósmico que vela desde lo alto por la continuidad del modelo que no es.
Si el pueblo más culto de la Europa de entreguerras, con más de un premio Nobel por año, pudo, poseído por la ensoñación de sus mitos, producir la más terrible masacre, por qué nosotros no podemos habernos ensoñado observando el bastón presidencial girando en el aire, los fuegos artificiales y la Tecnópolis encantadora, la sobriedad del negro de la viudez que se torna blanco luego de la elección papal y el espectáculo televisivo con clases de baile incluidas.

El futuro
Por definición el futuro todavía no existe, sólo tenemos el pasado y el presente para intentar entrever lo que todavía no está para ser visto. Sin embargo la historia de estos movimientos políticos que piden una fe religiosa para la política nos enseña que algún día terminan. Las razones para el fin de estos movimientos históricos son tres: la insuficiente consideración de la naturaleza del hombre, la ensoñación del líder y el cumplimiento de los plazos.
En la naturaleza humana el amor es más fuerte que el odio, pero el odio es más fácil de suscitar que el amor. Sin embargo, en la medida en que perduran en el tiempo, los odios se agotan y tienen un rendimiento decreciente que se acerca al cansancio.
La ensoñación del líder lo lleva a no escuchar consejos y tomar decisiones que son autocontradictorias, peores cuanto mayor es la presión que su propio deterioro le hace sentir.
Estos movimientos no se asientan en la realidad, necesitan del futuro como insumo, por eso escapan a la estadística y generan mitos movilizadores. Prometen que el futuro nos traerá esto y aquello, casi siempre por las fuerzas de la historia, pero a medida que el tiempo transcurre el futuro requiere ser precisado en cronología y estas fuerzas, inevitablemente, se cumplen sin que los resultados míticos se hagan visibles.
Entonces el movimiento ha sido vencido ante quien despierta. Sin embargo no desaparece; su propia estructura mítica hace que permanezca como lo que el movimiento dijo de sí a los adormilados, y sin duda continuará vivo y operante en quienes quieren seguir en el mejor de sus sueños.
Vale la pena recordar algo válido para todos los mitos, también los políticos: no somos nosotros quienes poseemos al mito, sino que es el mito el que nos posee.

 

Roberto Estévez es Profesor titular ordinario de Filosofía política y ética en UCA

3 Readers Commented

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  1. Roberto O'Connor on 8 enero, 2016

    El comienzo de esta nota tiene un ¿error? en el tipo de letra: todo el primer párrafo se escribe en cursiva, los textos entrecomillados (que serían una cita que el autor no nos dice de dónde) incluidos. Con lo cual, preguntamos: ¿es a su vez el primer párrafo entero la cita de alguien más, o son las ideas del autor?
    Como no ha puesto comillas, presumo que son ideas del autor. Veamos, pues, algunas preguntas que nos suscita.
    Una primera: «la Presidenta se expresa en sueños». Si comprendemos que los sueños pueden funcionar como metáforas, sí la Presidenta se habría expresado en metáforas (con los alcances y límites que toda metáfora supone, y con distintos tipos de discursos).
    A continuación, se nos anuncia que toda la población ha vivido «ensoñada» (¿viendo cosas mientras duerme, digamos?), y nos cuestiona esta inducción al sueño: «¿cuál es el origen de la ensoñación que ha vivido la población argentina durante doce años? ¿Por qué quienes han llevado la ensoñación al paroxismo de un 54% en primera vuelta del 2011, la han abandonado en 2014?»
    Tal vez acá la metáfora deja de funcionar. Pero es que a veces, me parece, nos enamoramos de nuestras propias metáforas; porque reconoce que Kirchner llega segundo a la presidencia (poco enamoramiento, digamos, el del 20%), pero de allí salta al «paroxismo» del 54%. Bien, salimos, casi, del plano de la metáfora (previo paroxismo, digamoslo) para entrar a la estadística del 54%.
    Pero el paroxismo es abandonado en 2014 (¿quiso decir 2015?). Estadísticamente, digamos, estuvo bastante cerca de seguir siendo un paroxismo, al decir de nuestro autor (678.000 votos).
    Dejemos de lado los sueños y vayamos a algunos hechos: «Para preservar intacto el aparato del poder del peronismo, se destituyó a un Presidente constitucional. Por lo que, hasta hoy, el último Presidente constitucional no peronista que consiguió concluir su mandato fue Alvear en 1928…»
    Más allá de la implícita defensa al Dr. De la Rúa, habría un peronismo «avant la lettre» que derrocó a Yirigoyen (1930) y a Castillo (1943); y otro peronismo responsable de las caídas de Frondizi e Illia. O eso da a entender. Ya sabemos: el Gran Cuco de la política argentina es y será el peronismo, pero ¿no hay nada más adentro de ese ropero?¿Sólo existen el peronismo y «los demás»?
    Luego de comparar al kirchnerismo con los faraones (si algo abunda en la Argentina son las pirámides) y con otra serie de dictaduras (¿en serio las pondremos en una escala de hard a soft?), se lo compara con el nazismo. Acá sí comparto algo, pero en otro sentido. Es E. Fromm quien ha señalado que fue justamente el «vacío» el que dejó el espacio vacante para el «conductor/fuhrer». Creo que no es tanto la cuestión de que un partido o movimento político quiera tener un cariz religioso, sino cuanto el vacío de otros sentidos existencialmente más profundos lo que les crea las condiciones para. En ese aspecto, no se trata tanto de apedrear las pirámides de los «dioses», sino mas bien de habilitar los sentidos que hacen que las pirámides no sean tan atractivas. Al fin y al cabo, hasta hay una religión derivada de la «Guerra de las Galaxias», lo que muestra el vacío que impera hoy en muchas vidas.
    ¿Sabe que pasa, profe? es que a veces a la gente le gusta soñar que tiene trabajo, que va a la universidad, que no es la única que tiene que sufrir el ajuste, etc; por lo tanto, mientras no se llenen esos vacíos, es probable que le peronismo sea uno de esos sueños por los cuales uno tiene ganas de volver a dormirse…

  2. LUCAS VARELA on 12 enero, 2016

    Amigos de la Revista Criterio y muy especialmente, a los alumnos de la Universidad Católica Argentina que cursan la materia del Señor Roberto Estévez:
    Los hechos se suceden de tal suerte que ya no hay poder divino que pueda hacer diferente lo que ya es de una manera dada. Queda pues, el porvenir, único reino de lo posible y de la libertad; puro ideal irrealizado siempre, que promete un cambio entre el pasado y el futuro.
    Aquellos hechos que se dice que ocurrieron son los que suelen quedar “para la historia”. O por lo menos quedan en la memoria de las generaciones posteriores. Tener consciencia pública civil es hacer memoria continuamente; en el sentido de contarla, registrarla, recordarla.
    Pero lo humano es inestable, móvil, efímero; así mismo es la historia, con victorias y derrotas, con infamia y justicia, con amores y odios. La historia no es instructiva ni es moral; la historia es educativa y humana, porque es la verdad. Y debe ser la verdad, porque si no es otra cosa.
    Y con la verdad histórica se construye la esperanza: la visión del camino a recorrer, que es una proyección del camino recorrido. Avanzamos por la vida de espaldas al futuro, mirando el pasado que debe ser la verdad.
    El drama de nuestra propia existencia es hacer una historia de vida, con lucha por utopías en las que uno cree: lucha de clases, lucha contra la pobreza, contra las desigualdades, por la justicia, y por más libertad. Y esta lucha, la liberal, es eterna. Se pasa de un régimen a otro volviendo al anterior, siempre. El liberalismo es la consagración de la lucha eterna, es decir de la historia. Ejemplos hay: república vs dictadura, capitalismo vs comunismo.
    ¿Y la solución? No debe haberla, porque sería el fin de la historia.
    Ahora bien, no es lo mismo la historia que un “relato histórico”. La historia es permanente, el “relato histórico” es un género pasajero, y hasta puede ser una infame mentira.
    El señor Roberto Estévez (educador) a construido un “relato histórico” con conceptos tan complacientes y doblegables como la estadística. A saber:
    “La Presidenta se expresa en sueños…”¡¡
    “ la ensoñación que ha vivido la población argentina…”¡¡
    “¿Qué será de la soñadora?”¡¡
    “…y luego de un triste juego de la silla..”¡¡
    Y otros…
    El señor Estévez ha hecho “relato” y deshecho “historia”, todo lo que quiso con ellos. Y así, un profesor de filosofía política y ética, se burla del sagrado deber pedagógico de hacer consciencia pública civil.
    Este “relato histórico” del señor Estévez es bochorno, es “contra” huera, sin contenido alguno. El señor Estévez agita por agitar, sin querer ver ni reconocer. Es abultar y ponderar los males que sufrimos, inventándolos si fuera necesario. Como queriendo no ver claro.

  3. Guillermo on 5 marzo, 2019

    Espléndida nota. Y la primer frase entrecomillada, por su alto nivel de delirio, es de madame Fernández.

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