Laudato si y el Estado del siglo XXI

Frente a un auditorio colmado en la sede Centro de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, el 2 de junio pasado tuvo lugar la conferencia “El Estado del siglo XXI”, en el marco del Ciclo que organiza la revista Criterio a partir de la encíclica Laudato si. Los expositores fueron Natalio Botana (doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor emérito de la Universidad Di Tella) y Eduardo Zimmermann (abogado y doctor en Historia Moderna, además de Director del Departamento de Humanidades de la Universidad de San Andrés). El periodista político Carlos Pagni ofició de moderador, interviniendo con preguntas y agudas observaciones que facilitaron la conversación de los expertos.La convocatoria contó con el apoyo de la UNTREF y el diario La Nación.

Como punto de partida, Carlos Pagni planteó que Laudato si, también llamada “la encíclica verde” porque pretende avanzar sobre el problema de la preservación del ambiente, no sólo está determinando una agenda de discusión pública sino también los alineamientos políticos en el mundo. Al respecto, Natalio Botana planteó una incertidumbre: si la encíclica del papa Bergoglio está pensando el mundo más allá o antes de las formas políticas: “El documento hace una crítica profética a lo que está pasando en el mundo en relación al medio ambiente, pero parafraseando a un gran historiador argentino del siglo XIX, yo diría que es un pensamiento de fines más que un pensamiento de medios”. En este sentido, señaló que “así como el sujeto histórico de la Modernidad que surge a fines de siglo XVIII es un sujeto de derechos –primero fue el derecho a la seguridad, después a la participación política, a ser educado, a contar con salud, a un trabajo digno, etc.– el fenómeno de acumulación de derechos, en este momento crucial del siglo XXI, ha culminado con un nuevo derecho: a demandar y exigir un medio ambiente, un hábitat más humano”. En efecto, afirmó que los derechos no surgen sólo por necesidades intrínsecas a la naturaleza humana sino por demandas históricas: “El problema que el Papa evoca en esta encíclica deriva de un fenómeno colosal: el calentamiento global, que en el horizonte del siglo XXI plantea una visión que puede llegar a ser catastrófica si no se detiene el fenómeno de degradación y decadencia del planeta”. Por lo tanto, si el problema de fondo es mundial,el gran interrogante es cuál será el medio gubernamental para resolver estos problemas. Para Botana, entonces, aparece la necesidad de constituir el núcleo básico de un gobierno mundial, “un fenómeno de una trascendencia inusitada”.
En la misma línea de pensamiento, Eduardo Zimmermann hizo referencia a la poca presencia del concepto de Estado en Laudato si:“aparece una especie de reclamo sobre la debilidad de los Estados frente al avance de lo que el documento llama una y otra vez el paradigma tecnocrático dominante, una especie de alianza de la economía, la tecnología y las finanzas globalizadas”. Considera que por momentos este señalamiento se torna “una acusación a la Modernidad en general y a sus consecuencias, no sólo ecológicas, sino también a la instalación de lo que el documento llama ‘un sistema de relaciones económicas y de propiedad aberrante’”.
Carlos Pagni reafirmó la idea de que en realidad el tema ecológico es la excusa para generar una impugnación a la Modernidad, más específicamente al capitalismo, con el argumento de las relaciones entre el progreso científico-tecnológico, el entramado financiero y la relación con la naturaleza. “Me parece que detrás hay una cuestión más general y que hunde sus raíces más allá de nosotros en el tiempo: la relación entre el pensamiento católico, la Doctrina Social de la Iglesia y no sólo la idea de institucionalidad democrática, sino la idea de progreso. Cómo la Iglesia mira al mundo y la noción laica de progreso que empieza a formularse en el siglo XVIII”. “Cuando comienza esa historia, la Iglesia católica actúa como una barrera, como un dique –agregó Botana–. El momento culminante de la condena al Estado laico es el Syllabus del papa Pío Nono, una enunciación de los pecados del progreso, entendiendo al liberalismo como pecado. En cambio el Concilio Vaticano II de Juan XXIII y Pablo VI con su encíclica PopulorumProgressio, marcan un momento de reconciliación con los valores de la Modernidad y una visión más optimista frente alprogreso humano”. Por el contrario, en Laudato sidel papa Francisco varias corrientes opuestas en el pensamiento católico parecen colisionar: “Por un lado, es una encíclica muy abierta a la humanidad y a lo que una gran corriente del pensamiento católico ha llamado los pecados de injusticia en el mundo. Por otro lado, hay una suerte de visión decadentista del mundo actual”, dijo Botana. Por eso propone dar un paso más allá planteando la contradicción a la que deben enfrentarse las nuevas generaciones: el mundo está globalizado, las finanzas están mal globalizadas –“con esa crítica de Bergoglio concuerdo plenamente”, dijo–; la cultura está globalizada, también la ciencia y la técnica; pero la política republicana y democrática que queremos practicar se sigue dando inevitablemente en un contexto nacional”.
Zimmermann advirtió también la ausencia de referencias a las clases medias en el documento papal y en cambio sí la insistencia en la necesidad de generar comunidades de pequeños productores, formas de producción menos contaminantes y consumistas y variedad de sistemas alimentarios de pequeña escala. “Hay algo nostálgico en el tono –afirmó–, pero tengo dudas de que sea sostenible como solución el retorno a un mundo premoderno”. Avanzando un paso más, cuestionó que Laudato si sostenga explícitamente que con la Modernidad se llegó una desmesura antropocéntrica: “La Ilustración trajo otras cosas además de esta versión del Prometeo desencadenado de la ciencia y la tecnología y la deshumanización; significó también una visión del hombre centrada en sus deficiencias, no en el poder absoluto de su razón. Y la idea de que los diseños institucionales podían ser mecanismos que ayudaran a solucionar las deficiencias del hombre”. Y agregó: “La nueva solidaridad universal que el documento reclama es moralmente superior, pero el mundo moderno, más grande y más poblado, necesita hoy remedios para las falencias de los hombres”.
Pagni hizo referencia a la conexión de Laudato si con todo un movimiento político que pone en el centro de su preocupación el medio ambiente, el cambio climático, el calentamiento global. Y en este contexto, el diálogo oficial de Francisco con el Gobierno norteamericano utiliza este tema como el puente que encuentran para simpatizar; es decir que la conciliación es la preocupación por el medio ambiente, que está en el centro de la agenda demócrata. En efecto, Zimmermann confesó estar sorprendido por el apoyo de Obama a la encíclica: “Uno de los pocos pasajes en el texto en el que hay una crítica casi con nombre y apellido es al rescate de Obama de los bancos en 2007 y 2008; lo ve como una instancia más de la manera en la que las fuerzas económicas concentradas y las finanzas globalizadas doblegan al poder político”. Y opinó luego que la ecología es casi una excusa, “una cara más de un problema mucho más profundo”, y refirió que, hacia el final de la encíclica, “dice casi explícitamente que si nos quedamos sólo con remedios ecológicos no estamos entendiendo la magnitud de este problema, que para el Papa es el paradigma tecnológico dominante”.
Carlos Pagni propuso nuevas preguntas: al plantear como modelo de llegada esta especie de utopía regresiva, ¿el Papa se está refiriendo a una experiencia histórica o a una ilusión? ¿Existieron esas comunidades bucólicas donde la gente se cuidaba? Zimmermann opinó que “hay algo mitológico en ese pasado” y también que subyace “la idea de que el interés individual es algo que inventa el capitalismo industrial en el siglo XVIII, como si antes no hubiera habido afán de lucro, búsqueda del interés individual, egoísmo”. Y consideró que subyace “una visión enormemente pesimista en la que el capitalismo ha generado esta especie de desenfreno tecnológico agotando la vida delos hombres, no sólo en términos del bienestar ambiental, sino en las relacioneshumanas en general”; visión que no es exclusiva de la encíclica ni de la Iglesia, y que otros repiten.
Retomando entonces la discusión en torno a los problemas de fondo que tiene hoy la humanidad, Botana señaló que debido a que la productividad agrícola depende de la tecnología, el mundo rural cada vez produce más pero a la vez está más despoblado. Y afirmó que el resultado de este fenómeno “es la estructura social dominante del siglo XXI: la megalópolis. Mega polis, enormes conglomerados urbanos”, entre los que señaló como ejemplos cercanos a Buenos Aires con su conurbano, San Pablo y Río de Janeiro en Brasil, y México DF. “Gobernar una megalópolis significa no estar pensando en pequeñas comunidades agrícolas y autosuficientes sino en grandes conglomerados de habitantes y ciudadanos que no tienen suficiencia para vivir”, dijo. ¿Puede considerarse dentro de una escala manejable desde el punto de vista del buen gobierno republicano una megalópolis de 12 millones de habitantes?, se preguntó. “La megalópolis ha provocado una notable regresión en la estructura de derechos de la democracia republicana, porque tenemos una cantidad de derechos escritos que nos producen la expectativa de que los veremos cumplidos (mejor vida, mejor salud, educación), y a la vuelta de la esquina el crimen organizado, o desorganizado, nos puede matar; aquí o en Estocolmo. Es decir que al ascenso de derechos le sigue una regresión automática”. Y advirtió: “Si hay un desafío para el pensamiento del siglo XXI es ante todo urbano, porque estamos hablando de fenómenos históricos incontenibles”.
En este punto Zimmermann quiso marcar otra ausencia del documento que le pareció llamativa: las burguesías. “La impresión que uno se lleva es que se está describiendo un mundo poblado por dos polos: riqueza concentrada y masas de excluidos. No aparece un análisis de lo que ha sido el gran resultado de ese paradigma económico y tecnológico: las clases medias y las fuerzas que las burguesías han tenido. Y que también han sido la fuerza originadora de virtudes, unas virtudes distintas a las que el documento parece imputarle a los campesinos de pequeña escala: el ahorro, la responsabilidad, el cumplimiento de los contratos…”
Retomando el tema central de la Conferencia, que era la discusión en torno a los problemas que afrontan hoy los Estados, “más allá de si están enfrentados en una lucha desigual contra las fuerzas económicas concentradas”, Zimmermann puso como ejemplo “las enormes debilidades del Estado argentino, que no provienen de haberse subordinado a esas fuerzas económicas concentradas, como la dificultad de elaborar políticas públicas y sostenerlas en el tiempo, generar funcionarios técnicos idóneos y honestos y mantenerlos en sus cargos. Estos problemas deben ser discutidos si uno cree que el Estado en el siglo XXI cumple un papel para solucionar los problemas que la encíclica plantea, y otros, como los que mencionó Botana sobre el gobierno de las grandes ciudades”.

1 Readers Commented

Join discussion
  1. horacio bottino on 4 julio, 2016

    No solo habla del medio ambiente sino que los 2 últimos siglos como humanidad hemos fracasado en el actuar del desarrollo económico y social.La mayoría de lo0s pueblos y las personas en el mundo VIVEN EN LA MISERIA por el paradigma tecnocrático que cree que con solo aplicando la tecnología sin más ,hay desarrollo.El modelo consumista está destruyendo la tierra y a los pobres.No se ha aprendido de la crisis financiera internacional,si no se acoge al niño en el vientre de su madre difícilmente habrá sensibilidad para los pobres y por la naturaleza.Hay grandes medios fines y raquíticos fines morales.

¿ QUIERE DEJAR UN COMENTARIO ?