El Milagro de Salta: fe, tradición e historia

Cuando en Salta se anuncia la primavera, comienzan también a verse los preparativos para el Milagro; algunos de ellos, silenciosamente, ya se habrán puesto en marcha unos meses antes. En el ámbito de la Catedral, centro de la celebración, se suceden los trabajos concienzudamente planificados. En cada familia, en cada institución, se marcan esos días para que cada uno sepa dónde va a estar y qué va a hacer. Es habitual referirse a “antes del Milagro”, o “después del Milagro”, como quien dice así del Año Nuevo.
Es un tiempo y un clima difuso en que se pone de manifiesto la fe personal y colectiva en el Señor y la Virgen del Milagro. Desde hace más de tres siglos gran parte de los salteños recurren a los santos patronos para que los protejan de todos los males, especialmente de los terremotos a los que la geología de la zona los expone.
A su alrededor se ha construido una sólida tradición: el origen de las imágenes, la relación de fidelidad pactada entre los fieles y el Señor del Milagro, la piedad. Se ha guardado también una historia, en gran parte documentada e incrementada con el paso del tiempo. Acredita un lugar preferente en la cultura y en la vida cotidiana de provincianos y numerosos vecinos.

La historia
Cuando en 1582 Hernando de Lerma funda la ciudad de Salta, estaba presente el primer obispo del Tucumán, Francisco de Victoria, de paso hacia Perú; es conocido el fuerte conflicto entre ellos. El prelado prometió enviar una imagen de un Cristo de tamaño natural, como también había prometido una imagen de la Virgen del Rosario para el templo de Santo Domingo, de Córdoba.
La tradición dice que en 1592, el mismo año de la muerte del obispo en Madrid, dos cajas de madera llegaron flotando al puerto del Callao. Al ser abiertas se encontró, en la primera, una imagen de la Virgen del Rosario con la leyenda “Para Santo Domingo de Córdoba”; en la segunda, un Cristo con la leyenda “Para la Matriz de Salta”. Fueron recibidas con gran alborozo y devoción, y llevadas a Lima donde fueron honradas. Pero las autoridades quisieron cumplir el mandato de las etiquetas y enviaron las imágenes a su destino, a lomo de indio, con una distinguida delegación. No hay documento alguno sobre el posible imaginero español, ni sobre el encargo, su envío o su embarque. Tampoco sobre un navío naufragado en un tiempo congruente con el suceso. La tradición también cuenta que el Cristo fue recibido en Salta con grandes honores pero luego fue guardado y olvidado en una sacristía.
Fuertes temblores sacudieron la ciudad de Salta en septiembre de 1692. El jesuita José Carrión recordó la imagen arrumbada y tuvo la inspiración de sacarla en procesión. La imagen de la Virgen que una familia había cedido para la fiesta del día 8 y no había sido devuelta, quedó prodigiosamente de pie frente al sagrario en medio del derrumbe del retablo. Protegiendo a los salteños de los posibles daños del poderoso sismo que destruyó Esteco, fueron en adelante el Señor y la Virgen del Milagro; ante la ira de la tierra, se recurrió a la fe: una cadena que no se interrumpiría jamás.
El gobernador Esteban de Urízar y Arespacocheaga en 1712 convocó a los antiguos vecinos a declarar “acerca de lo que saben o han oído decir de la traída del Señor Santo Cristo maravilloso y raro que la Iglesia matriz de esta ciudad tiene, por no haber noticia de dónde vino ni cuándo”. Los testimonios fueron documentados; la tradición, escrita. Desde entonces las autoridades civiles expresan formalmente su compromiso con los santos patronos.
Otro terremoto de gran magnitud sacudió la provincia en octubre 1844, con réplicas durante nueve días. Se hicieron muchas manifestaciones de piedad y penitencia animadas por distinguidos predicadores. Finalmente se formuló el “Pacto de fidelidad” del pueblo de Salta con el Señor del Milagro, sintetizado en las palabras: “Tú eres nuestro, nosotros somos tuyos”, que se renueva cada año.
En Salta se atribuye a sus patronos la protección durante la Guerra de la Independencia; cuando Oribe, persiguiendo a Lavalle, vuelve sobre sus pasos estando ya cerca de la ciudad, y no la invade; cuando Facundo Quiroga, llegando a Salta para matar unitarios, desiste e impone una fuerte contribución; cuando Felipe Varela invade la ciudad pero es vencido gracias a circunstancias consideradas providenciales; cuando el cólera deja de ocasionar víctimas al día siguiente de una gran procesión con las imágenes. Y siempre que la destrucción y las muertes son ínfimas en relación a la intensidad de los sismos.
Muy especiales celebraciones tuvieron lugar en 1902 cuando se coronaron las imágenes; en 1942 al cumplirse 350 años de la llegada de la imagen del Señor; en 2002, centenario de la coronación. Por motivos no religiosos, en 1955 en que la procesión desafió la prohibición del gobierno nacional y se realizó con la presencia de gobernadores de Salta y provincias vecinas.

La celebración
Durante mucho tiempo, la Virgen del Milagro tenía un mayor predicamento entre los salteños y sus devociones: la novena, el himno, la ubicación de la imagen. En el último siglo, sin embargo, el centro del culto es el Cristo pero las manifestaciones son, para el observador externo, equilibradas entre uno y otro patrono.
¿Dónde fueron talladas las imágenes? Las opiniones expertas no coinciden. Y no parece importar demasiado; los salteños las aman: suelen ser un signo de identidad cuando se alejan de su provincia.
La preparación del Milagro comienza mucho antes de la festividad. Las diversas cofradías y asociaciones que participan van disponiendo prolijamente cada paso, cada detalle de una organización compleja. Desde los atuendos con que se vestirán las imágenes, a la concertación con la Municipalidad, la Policía y todos los servicios que pondrán su parte para la seguridad y el mejor desarrollo de los cultos en la vía pública. Se prepara la papelería con los programas, la liturgia de cada ceremonia, los turnos de confesores, la elección del itinerario de la procesión y la erección de la plataforma en que se hará la celebración, los guiones para la trasmisión. Se acuerda con los medios el rezo de la novena. Se hacen invitaciones y se prevé todo lo necesario para recibir a los invitados.
A fines de julio se bajan las imágenes sagradas de sus altares a sus tronos de honor. Comienzan las visitas de instituciones y de alumnos de escuelas y colegios, de acuerdo a turnos asignados. Se hacen previsiones para recibir a los peregrinos y proporcionarles descanso y alimentos. La novena comienza el 6 de septiembre; durante todo el día se suceden el rezo, las misas, las confesiones. La Catedral es el centro de todo; en algunas horas hay tantos fieles, que muchos tienen que rezar en la galería lateral y hasta en la calle. En los últimos años se adoptó la costumbre de poner una pantalla gigante en el exterior del templo que trasmite las celebraciones en el altar mayor. Durante la novena se celebran el “Milagrito de los niños” y el “Milagro de los jóvenes”.
El día del Milagro es el 15 de septiembre, pero la celebración se hace en un triduo culminante. El 13 de septiembre está dedicado a la Virgen del Milagro. Este día los jesuitas celebran una misa en memoria del padre José Carrión. Por la tarde, se hace una procesión penitencial desde la iglesia de la Merced hasta la Catedral.
El 14 es el día de la Exaltación de la Cruz. Durante todo el día van llegando los peregrinos de dentro y fuera de la provincia, a quienes se da una bienvenida. Se suceden las visitas a los santos patronos, el rezo de la novena, los cantos. Hay muchos sacerdotes confesando. A las 24 suena largamente el carillón de la Catedral, algo digno de escucharse porque los expertos campaneros hacen una variedad de toques que incluyen acordes de corte folklórico. Es un momento de gozo. Es un momento muy salteño.
A esa hora comienza la primera misa del 15. La Catedral Basílica luce todo su esplendor; adentro no cabe un alfiler. Desde temprano a la mañana hay mucho movimiento para atender a los peregrinos, servirles desayuno, ayudarlos en lo que necesitan. A partir de las cuatro, todas las energías se concentran en la procesión. Antiguamente era nocturna; ahora es a la tarde; la renovación del Pacto con que culmina la procesión, se hace con luz natural. Desde 2010 ese acto culminante se hace en el Monumento al 20 de Febrero. Cuando las imágenes vuelven de regreso a la Catedral, ya está oscuro. Entonces, como siempre, las campanas al vuelo, la lluvia de pétalos y los pañuelos blancos despiden a los patronos. La emoción del momento es difícil de describir.
Tradicionalmente el Milagro era la novena y la procesión. Ahora también son los peregrinos que llegan de toda la provincia. Algunos caminan hasta once días; lo hacen en grupos organizados que reciben apoyo en todo el trayecto, y participan de una experiencia que todos juzgan de extraordinario valor espiritual. Ya son más de cien mil, sin contar los que acuden individualmente, incluso desde otras provincias.

El factor Milagro

Uno de los elementos fuertes en las ideas que subyacen en las devociones actuales, es la concordia y la unión de la sociedad. El culto al Señor y la Virgen del Milagro fue históricamente un factor de cohesión en una sociedad estamental y fragmentada.
Dice Julio Raúl Méndez que los tres elementos más importantes de la cultura y la identidad salteñas son el Milagro, la gesta de Güemes y el conjunto de costumbres festivas que se expresan en el carnaval. A diferencia del episodio patriótico, el Milagro trascendió el conflicto de origen (entre el obispo Victoria y Lerma) para ligarse a una construcción de paz. A diferencia de los festejos carnavaleros, el Milagro está cargado de valores y exige a los fieles que conviertan su vida refiriéndose a ellos.
El Milagro es, a través de más de cuatro siglos, un itinerario desde la discordia hacia la fraternidad; desde el enfrentamiento, al diálogo. También, desde el miedo a la confianza, y desde la precariedad, a la solidez de una fe que edifica.

La autora es Licenciada en Filosofía y periodista

1 Readers Commented

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  1. armando isasmend on 26 octubre, 2016

    Estimada Lucia, te felicito por Sta nota tan sentida y elaborada. Ya nos veremos en n nuestras habituales tertulias manche gas y ampliaremos. Sdos. cordiales

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