Reseña de «Tiempo de Irene», de María Carbó (Junín, Buenos Aires, 2021, Instituto Cultural Latinoamericano)
Este breve y deleitable libro es la primera novela de una autora que cuenta en su haber con varias antologías de cuentos y reflexiones (Como el agua, Una mirada ajena, En distintas direcciones, El borde de las cosas, Parimpar). Nacida en Paraná (“una ciudad escapada del río”) pero criada porteña, en una familia numerosa y tradicional, María nos confía que desde hace tiempo “tenía muchos deseos de escribir esa novela sobre la que ya tenía algunos retazos, pero se encontraba dispersa y triste”.
Surge, entonces, la idea aquí plasmada de establecer un diálogo inter-generacional entre la niña que fue y la mujer que es ahora, con numerosos hijos y nietos. Irene es una y María, la otra (¿o María sigue siendo Irene a través de los años?).
Señaló en la presentación de lo obra la narradora y poeta María Claudia Otsubo: “Desde la primera lectura de Tiempo de Irene hasta la última no pude dejar de asociar la novela de María Carbó con Silvina Ocampo y Norah Lange. Me refiero a los libros Viaje olvidado, en el caso de Silvina y a Cuadernos de Infancia, de Lange. En este sentido, fui leyendo Tiempo de Irene, en comunicación con los textos de Ocampo y Lange, y con otras lecturas, pero también en continuidad con la narrativa de María Carbó. En la novela, la protagonista transita su presente, por momentos doloroso, mientras una historia se le impone con insistencia en el personaje de Irene. El relato es desde los ojos de la niña, pero esa mirada se conjuga con los recuerdos que va volcando la misma mujer que busca contar sobre ella”.
Y observa otra escritora, Raquel Barros: “Novela singular –que juega con las posibilidades de la literatura para construir una biografía distinta y hacer una reflexión sobre la escritura– que se suma a la producción de la autora, recorrida, como siempre, por una particular mirada sobre la realidad”.
