En vísperas de la última asamblea episcopal, la Iglesia de Buenos Aires publicó un documento frente al debate de la ley de educación porteña que llamó la atención. En la Asamblea de los obispos la educación fue cuestión central, como reflejó una declaración final. Los temas planteados son muchos y ricos, e interesan en sí mismos y como anticipo de un debate probable si cambia el gobierno en 1999. De ellos, se destacó el de la enseñanza religiosa en las escuelas de gestión estatal.
La Iglesia presta atención, en buena hora, a la enseñanza en las escuelas estatales, sin descuidar la defensa de sus propias escuelas y centros de formación docente. En aquellas, y en la Constitución de la ciudad de Buenos Aires, se ha impuesto un laicismo militante que es casi una religión en sí misma. La ignorancia religiosa, la exclusión de Dios y de la Iglesia de las escuelas es un problema cultural antes que confesional: no se entiende nuestra historia, nuestra cultura y nuestra sociedad desde ese punto de partida. Por otra parte, la dimensión religiosa en la educación no solamente ha sido contemplada en la Ley Federal: los tratados internacionales con jerarquía constitucional mencionados por su nombre en el art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional reformada, expresamente garantizan a los padres y a los propios menores, a partir de la edad en que
La sólida base y la justicia del reclamo de la Iglesia, no ocultan sin embargo las dificultades prácticas que se presentan. El tema evoca viejos fantasmas de discriminación vivida en la década del 40 por los no católicos: la sociedad pluralista de hoy exige un enfoque distinto, y, en ese sentido, una exploración conjunta con los credos minoritarios de los planteos y las posibilidades, parece más prudente y más inteligente que el reclamo unilateral. Luego, se trata de precisar lo que se quiere. Una cosa es que ciertos contenidos estén presentes en los planes de estudio; otra, es la religión como materia (aunque sea optativa, o después de hora); y otra, una catequesis cuyo ámbito primario es la familia, la parroquia o los grupos y los movimientos. Recordemos que en los propios colegios católicos se presenta la tensión entre catequesis y religión como materia de estudio y evaluable.
Habrá que volver sobre este debate importante que recién comienza.