Como ocurre la mayoría de las veces, la dicotomía concluyó. Esta vez, en el plano del pop-rock nacional. La antítesis de las huestes de “Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota” quedará en el recuerdo, casi como una paráfrasis de fin de guerra fría rockera: se disolvió “Soda Stereo”, la banda compuesta por Gustavo Cerati -voz y guitarra-, Zeta Bosio -bajo y voz- y Charly Alberti -batería- durante catorce años. 

 

Promediaban los ’80 cuando Soda y los Redonditos tenían sus respectivos fans bien definidos. Estos mismos fanáticos se ocuparon de alimentar tal polarización, al punto de diferenciarse entre sí como el agua del aceite (también estaban los que ubicaban a Sumo como la alternativa acérrima al pop del trío). Aportaban, de paso, un granito más a la montaña tradicional de antagonismos argentinos que formaban Boca-River, Perón- Balbín, Ford-Chevrolet… Los primeros adherían al nuevo estilo pop en tanto que los segundos seguían fieles las bases del tronco rockero del aguante que cultivaban los Redondos. Y cada grupo lo hacía notar muy bien.  

 

Bajo el slogan de el último recital, Soda se despidió ante 70.000 personas que colmaron el estadio de River, el 20 de septiembre último. En un concierto único en Buenos Aires -también tocaron en México, Venezuela y Chile- pasaron lista a sus más grandes hits y todos se emocionaron, como era previsible, esa noche de la despedida. 

 

La historia cuenta que, en 1984, el trío daba sus primeros pasos. Sonaba parecido a los ingleses “The Police”, en pubs y radios ya se escuchaban Un misil en mi placard, con reminiscencias del reggae de los Police y Sobredosis de TV, tema que, además, le dio nombre al primer disco. Después vino Nada personal (1985), segundo trabajo donde se advertía ya un tratamiento distinto de algunas melodías y aparecía uno de sus clásicos: Cuando pase el temblor, mezcla rara de reggae y carnavalito. 

 

Signos, grabado en 1986, marcó el crecimiento conceptual de la banda, afianzada en el terreno del pop, hallando un sonido casi homogéneo y tocando temas como Persiana americana o el propio Signos, ejemplos claros del progreso. En ese tiempo el grupo desembarcó en el mercado latinoamericano y consiguió una respuesta excelente en Chile, Venezuela o Colombia, entre otros, convirtiéndose así en referente no sólo de Argentina sino también de Latinoamérica. 

 

El punto de inflexión de los Soda fue, sin embargo, Canción Animal (1990), lo mejor de toda su obra. El disco desafiaba entonces la propia historia de la banda, se alejaba del pop que le había dado chapa segura, en una búsqueda de melodías más rocanroleras. En suma, era una obra agresiva y romántica a la vez, que reformulaba los pilares estéticos y musicales manejados hasta entonces y acomodaba al trío en un lugar privilegiado del ambiente musical. Un millón de años luz, De música ligera, En el séptimo día o Té para tres (canción de Cerati con matices spinetteanos) fueron algunas joyas del alto contenido expresivo de Canción… 

 

Luego del letargo autoimpuesto que provocó Dynamo (1992), la vuelta con Sueño Stereo (1995) presentó a un Soda maduro, con un material discreto, típico aquellos que regresan vestidos con el traje de clásicos, acaso el talle justo para músicos que retoman el camino sin la furia de épocas pasadas, pero con la sabiduría que brindan sólo los años. 

 

“El minuto, el segundo, el instante” dijo Cerati ese mítico sábado 20. Se desató el paroxismo en el estadio de Núñez y arremetió: “Soda Stereo, Buenos Aires, Argentina”. La multitud, susceptible, escuchó los acordes de La ciudad de la furia que cayeron como un rayo sobre los fans que percibían ese momento del sueño stereo como el fin, quizá nunca pensado antes pero inexorable ahora. 

 

A esta altura, se puede notar que Soda Stereo se convirtió en una de las bandas -sino la única- más salientes del pop de la segunda mitad de los ‘80 y primera de los ‘90. Tomó la posta que dejaron “Virus” y “Los Abuelos de la nada” y volcó sus matices expresivos dándole al género una pátina original. 

 

Se caracterizaron desde un comienzo por cuidar su imagen. Música, vestuario y peinados se renovaban en cada disco: baste comparar sus rostros de la primera época, recargados de maquillaje, con los cabellos duros al estilo “The Cure” tocando un pop ligado a veces al punk con el clasicismo de Sueño Stereo, donde hay canciones con arreglos de cuerdas, más aggiornadas y vestimentas al tono para completar. 

 

Mientras caía el sol sobre la húmeda Buenos Aires, más de un fan habrá pensado ese sábado en una futura reunión del trío ¿Con algunas canas, quizás?, reviviendo la historia de la banda y la propia también. O tal vez no, habrá pensado solamente que asistía al último recital de la banda pop argentina.

1 Readers Commented

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  1. Claudio on 2 enero, 2012

    Si decís que Soda es pop, me parece que no entendés mucho de musica :S .
    Cuando tiene un claro sonido new wave en los primeros anos y post-punk, vos decís pop..
    Y decir la banda pop de argentina cuando 3 de sus discos están entre los mejores del rock argentino.

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