cine-sendros(Uruguay-Francia-Argentina, 2007). Dirección: Gonzalo Arijón.

El título original de este film uruguayo lo decía todo: “Vengo de un avión que cayó en las montañas”. Quien de entre nosotros tenga más de 30 años conoce muy bien esa frase. La escribió en un papelito un muchacho escuálido, desfalleciente, luego ató el papel a una piedra y lanzó todo a través de un río correntoso, para que un arriero lo leyera. Ese arriero, que aún vive, era el primer hombre que el muchacho y su amigo veían en 72 días. Esta es la historia del accidente aéreo de 1972 en los Andes, un accidente del que sólo sobrevivieron unos pocos, en parte gracias a su fuerza de voluntad y su formación como rugbiers de un colegio católico irlandés, y en mucha parte, también, gracias al cuerpo sacramentado de sus propios compañeros y familiares.

Así lo explicaron ellos mismos, cuando, tras el milagro de vísperas de Navidad, debieron asumir la revelación de lo que pensaban decir “más adelante”. Los muertos les habían ayudado a vivir. Y ellos, tratando de no convertirse en animales, se volcaron al consuelo y la claridad de la religión. Aquello era como un acto sacramental, se dijeron algunos, los menos embotados por el frío y la angustia. Y así lo explican ahora algunos de ellos, tantos años después, en este documental esclarecedor, tremendamente emotivo, donde se cuenta toda una epopeya admirable de chicos que salieron a jugar un partido, un fin de semana, y se jugaron mucho más, una historia de amistades y maduraciones, de episodios que uno ya conoce por haberlos leído en la prensa de aquel tiempo y sin embargo es como si se enterara recién en ese momento, tal es la fuerza del relato, de los silencios que preceden alguna anécdota, o alguna reflexión.

Son los mismos muchachos, ahora hombres. Hablan en el barrio donde siguieron viviendo, y hablan también, un día de verano, al pie de la cruz que hoy se ha erigido cerca de los restos del avión. Hasta ahí fueron, con sus hijos, que hoy tienen la edad de ellos entonces, y con el recuerdo de aquellos que ya no envejecen. Padres e hijos se abrazan ante la cruz, mirando los pequeños homenajes que los deudos han ido dejando, o enviando (hay excursiones de tres días en mula hasta ese lugar que sobrecoge a todo viajero, y no cualquiera llega hasta ahí). Padres e hijos se abrazan, de pronto empieza a soplar el viento, y dos de esos sobrevivientes sonríen, con la sonrisa de quien reconoce algo admirable. “¿Te acordás? La montaña nos habla”.

Otro diálogo que conviene recordar. “Entonces mirábamos las estrellas y nos sentíamos muy cerca de Dios”, le cuenta uno de esos hombres a su hija. “¿Y ahora?”, pregunta la chica. “Ahora, en la ciudad, uno se distrae con muchas cosas”. Y otro, lateral. “Así es como murieron tus abuelos”, le explica un hombre más joven a su hijo. El es el hijo del médico del equipo de rugby, que murió con su esposa en el accidente. Era una criatura cuando todo aquello. Lo que habrá pasado durante años por su cabeza da para otra película. Y para unas cuantas reflexiones sobre la orfandad, el perdón y los designios de Dios.

Es una lástima que se haya cambiado el título. Pero es que, mientras un problema circunstancial (la disolución de una de las productoras asociadas) demoraba el estreno, surgió un libro de entrevistas que fue best-seller rioplatense: La sociedad de la nieve. Resultó más lógico, entonces, ponerle el mismo título a la película. No hemos dicho que se trata de un documental. Bien, es un documental, muy bueno, el mejor que se hizo sobre este milagro, y mejor aún que la producción hollywoodense sobre el mismo asunto. Su autor es Gonzalo Arijón, que diez años antes acompañó a Virginia Martínez en otro documental notable, pero muy doloroso, Por esos ojos (el via crucis de la abuela que buscó a su nieta durante muchos años y cuando al fin la halló, la chica no quiso ni siquiera verla).  

1 Readers Commented

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  1. Ernesto on 20 junio, 2010

    Me interesa contactarme con Julio Porley, director de cine Uruguayo. Desde ya agradesco vuestro aporte..-

    Atte.
    Ernesto.-

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