Por Amélie Nothomb. Anagrama, 2008, Barcelona, 96 páginas.

Esta popular escritora en lengua francesa nació en Japón en 1967 y se sintió asiática hasta que el regreso de su familia a Bélgica le confirmara su pertenencia al mundo occidental. libro-nothomb1Obsesiva, anoréxica y posmoderna, Amélie es autora de numerosas novelas donde considera la condición femenina, la juventud, la imposibilidad de integrarse profundamente en otra civilización. Criterio se ocupó de ella hace unos años, con ocasión de la publicación de uno de sus libros fetiche: Antichrista. Allí la autora se internaba en la psicología y en el mundo espiritual de un personaje perverso, la arrolladora Christa, que llega a dominar a su amiga, la temerosa Blanche.

Con un recurso de sensibilidad contemporánea, Nothomb se acercaba a la teología de autores como Georges Bernanos, y se sumaba a una larga tradición de la novelística francesa de finales del siglo XIX y primera mitad del XX: “Según San Juan, la llegada del Anticristo será el preludio del fin del mundo. Sin ningún género de dudas: el Apocalipsis estaba cerca”.

Cosmética del enemigo (cuya primera edición en París data de 2001) es uno de los muchos títulos de esta extravagante y ágil escritora, ahora en su segunda edición en castellano. El empresario Jérome Angust queda varado en el aeropuerto, lugar que odia, por el injustificado atraso de un avión que nunca termina de partir. Se sumerge en la lectura de un libro y no tiene interés en conversar con nadie. Sin embargo, un joven desconocido se empeña en entablar un diálogo. Por más que él le pida que lo deje en paz, el insistente Textor Texel no lo abandona: el extraño conoce su nombre y ante el desconcierto de Angust, le revela que acaba de leerlo en su valija.

“Odio a la gente que desea hablar”, arremete el empresario. “Lo siento. Difícilmente podrá impedírmelo: no está prohibido”, remata el inoportuno interlocutor.

De manera obsesiva, la insistencia de Texel va acosando al protagonista por un oscuro laberinto no ajeno a la violación y al suicidio. Una vez más, Amélie Nothomb convoca fantasmas y con más desparpajo que introspección alcanza finales que entrecruzan lo violento y lo absurdo. Es una novela corta que se lee de un tirón. Su estructura es la de un permanente diálogo de frases cortas, a veces incisivas, siempre en el límite donde la cordura deja de ser tal y la lógica resulta un instrumento de la alucinación.

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