(Francia-Alemania, 2009). Dirección: Mia Hansen-Love.
Gregoire es un laborioso empresario del cine. Como productor ha descubierto y estimulado a todos aquellos directores que provienen de países sin una industria cinematográfica consolidada y arriesgan nuevos modelos de expresión. Su compañía, Moon Films, es reconocida dentro del selecto grupo de producciones que tienen más ahínco y pasión que resultados holgados en las boleterías. No deja de trabajar y su teléfono celular suena en forma constante, pero Gregoire siempre tiene tiempo para el cuidado de su mujer y sus tres hijas. Puede decirse que es un empresario exitoso que supo construir un pequeño modelo de producción a fuerza de puro carisma personal.
Pero la realidad es que Moon Films enfrenta difíciles problemas financieros y Gregoire no sólo atiende los conflictos de su familia, sino que también actúa como padre de sus actores, sus empleados y del resto de la industria con la que tiene contacto.
Nada de eso parecía ser asfixiante, pero un día se suicida. Gregoire deja solos a quienes lo necesitaban como a un padre y también abandona a los espectadores.
Hasta aquí, la primera mitad de El padre de mis hijos a la que le sucede otra mucho más incómoda para el espectador que –sujeto al modelo de identificación del cine de entretenimiento– ha hecho suyas las angustias del protagonista. Entonces sobreviene la segunda parte del potente y agudo film de Mia Hansen-Love: la supervivencia ante un universo que desaparece junto a quien lo sostenía aunque más no fuera con alfileres. A la sutil construcción de la historia por parte de la joven realizadora, ex crítica de cine de Cahiers du Cinéma, se añade el vigoroso rol de Louis-Do de Lencquesaing como el productor que asume los conflictos de los otros, aunque en su costado más íntimo no pueda involucrarse completamente dado que su angustia es demasiado grande.
Los diálogos y actitudes de los personajes trasmiten con fuerza el intenso sentimiento de abandono. Premio especial del jurado de la sección “Una cierta mirada” del Festival Internacional de Cine de Cannes, la película es obra de una de las figuras más prometedoras del cine francés y también la síntesis imaginaria de una vida, la de Humbert Balsam –productor de films de Youssef Chahine, James Ivory, Elia Suleiman, Claire Denis, entre otros– que se suicidó en 2005.
Potente conflicto planteado en la trastienda del cine, y por qué no en el reverso del imaginario del espectador promedio (cargado de fascinación, espectacularidad y luces de neón), El padre de mis hijos resume la tragedia del idealismo en un cine que se mezcla con la vida misma en singular y emotivo, ida y vuelta.