libro-12por Juan J. Llach, Temas – IAE Press, Buenos Aires, 332 páginas.

Juan Llach sigue marcando caminos. Al igual que en los seis libros anteriores, en éste sintetiza y enriquece su trabajo cotidiano de investigación y observación para proponer desafíos a toda la sociedad. Así como antes fueron los desafíos de la reconstrucción, la educación, el trabajo para todos, la equidad; ahora es el reto de poner temas y energías en el marco de los acuerdos estratégicos.

Llach presenta este libro en un momento propicio ya que el año que falta para las elecciones es tiempo adecuado para que fuerzas políticas y sociales vayan construyendo el complejo entramado de prioridades, modos e instituciones que permitan superar definitivamente el drama de las crisis recurrentes, la ruptura de la movilidad social y la cronificación de la pobreza. Es importante que como telón de fondo de su propuesta, el autor comience mirando hacia lo que él llama “el escenario” de los acuerdos perdidos.

Sin caer en determinismos, coincido en que nuestro país viene repitiendo desde hace años conductas en las que prevalecen los acuerdos efímeros, los desacuerdos profundos, que impiden las sinergias y generan frustraciones repetidas. Por ello es que no debe sorprendernos si las decisiones de cortoplacistas aparecen como económica y políticamente racionales y llevan a una pérdida generalizada de confianza en las instituciones. Es por este diagnóstico que la necesidad de los acuerdos toma la relevancia que le da Llach.

Es valioso que el libro bucee en las propuestas que han elaborado partidos políticos y ONGs; ya que demuestra que –con pocas excepciones– los extremismos han desaparecido en nuestro país y hay por tanto bases para el acuerdo. Pero no será simple. Bien dice que el próximo Gobierno encontrará mejores “megatendencias” en el mundo, que son a la vez desafíos para el pensamiento estratégico. Aprovechar plenamente los mercados emergentes implica convivir con mercados más abiertos y por tanto con

mayores exigencias de competitividad para toda la economía. Pero el desafío mayor es la pobreza.

Desde fines de los ‘70, un empobrecimiento sistemático ha excluido de la movilidad social a varias generaciones de argentinos, y ha cronificado una pobreza que hoy castiga a 4 millones de personas; mientras que otros seis son vulnerables a cualquier evento macroeconómico, laboral o demográfico.

No podremos resolver este drama en poco tiempo ni con medidas mágicas. Son tantas las dimensiones que afectan las posibilidades de nuestros hermanos pobres para imaginar y construir un proyecto de vida, que se requiere una perspectiva compleja, una administración profesional y un esfuerzo fiscal considerable por varios años. Crecimiento estable y sostenido; transferencia de ingresos, educación equitativa y de calidad; acceso a la salud; trabajo decente; infraestructura social básica son los principales, aunque no los únicos, componentes del nuevo contrato social que necesitamos para tener una sociedad mas equitativa.

Los acuerdos deberán ser complejos en varios sentidos: en las dimensiones, en los tiempos, en las instituciones que los implementen y les den soporte. Con esto pretendo afirmar que el peor servicio que podríamos hacer a la necesidad de acuerdos sería limitarlos a mínimos comunes denominadores y quedarnos sólo en el nivel declarativo. Los acuerdos necesitan objetivos y metas, e instrumentos de control cotidiano de su realización. De aquí, y del sustento institucional imprescindible, surge la  importancia actual y futura del Congreso como garantía de los acuerdos perdidos.

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