Pasado el calor de la discusión, seleccionamos opiniones de especialistas que difieren sobre temas que sobrevendrán, como la adopción de niños en los matrimonios homosexuales y la concepción de familia.

La ley que aprobó el matrimonio civil entre personas de igual sexo, dio lugar a debates y manifestaciones públicas encontradas y hasta violentas, que contrastaron con la discusión previa en la Cámara de Diputados, caracterizada por el tono elevado y respetuoso (Debates, CRITERIO Nº 2361). También se observó una improcedente manipulación del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo (casos senador Menem, senadoras en China, etc.). Un ejemplo de intolerencia es la opinión que transcribimos de un periodista, en Perfil, por un editorial de La Nación. Otro editorial que también  incluimos, de La Capital de Rosario, creyó conveniente decir que los habitantes de naciones democráticas civilizadas deben cursar un largo aprendizaje: el reconocimiento de la opinión de los otros, en especial frente a temas considerados “sensibles”.

Pasado el calor de la discusión, seleccionamos opiniones de especialistas que difieren sobre temas que sobrevendrán, como la adopción de niños en los matrimonios homosexuales y la concepción de familia. Un trabajo sobre aspectos jurídicos y  constitucionales, reflexiona sobre el derecho a la igualdad y la inevitable discriminación de toda legislación, tema que fue muy debatido. Por último, la mirada de un pensador en la España que aprobó en 2005 una ley similar. La habitual reflexión final está a cargo de Gustavo Irrazábal. Los lectores que deseen expresar sus opiniones, en el marco de respeto mencionado, pueden hacerlo en: www.revistacriterio.com.ar/debates La versión completa de las opiniones aquí resumidas está en www.revistacriterio.com.ar/categoría/documentos/

 

Arturo Prins

 

EDITORIAL / “Adopción y unión homosexual”: (…) Estudios norteamericanos a cargo de expertos en ciencias del comportamiento de la Universidad de Carolina del Sur llegaron a la conclusión de que los menores que viven y son criados por parejas homosexuales han padecido fuertes emociones, como miedo, inseguridad, ansiedad, aprehensión, vergüenza y enojo al tratar de esconder o negar la homosexualidad de los “padres, molestarse por recibir sobrenombres dolorosos y alteración de sus amistades”.

Afirman también que ya existen conclusiones científicas sobre la mayor probabilidad de que los niños en cuestión desarrollen una tendencia a la homosexualidad, teniendo en cuenta que los niños tienden a imitar y copiar los roles de vida de sus padres. (…)

La idea de que los niños son “cobayos” con los cuales se puede justificar cualquier experiencia es, sin duda, violatoria de nuestras leyes y de la Convención de los Derechos del Niño. (…)

El niño se merece una familia, y recientemente hemos señalado desde estas columnas el escándalo de que hay 6000 familias heterosexuales, en espera para adoptar, y no pueden hacerlo por trabas burocráticas e ideológicas. Lo que aquí señalamos no va en desmedro, por supuesto, de la dignidad esencial de todas las personas en relación con la libre elección de su orientación sexual y del modo de canalizarla. (La Nación, sábado 19/6/10)

 

BRUNO BIMBI, periodista / “Las contradicciones en torno a la adopción

gay”: Ya nos acostumbramos a que quienes se oponen a la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo mientan todo el tiempo, pero el editorial publicado este sábado por La Nación, titulado “Adopción y unión homosexual”, es el colmo. (…) dice que permitir que gays y lesbianas adopten conjuntamente es una forma de tratar a los niños  de “cobayos”, como si fuera un experimento o una invención argentina. ¡Cuánta mala fe! La adopción conjunta por parte de parejas del mismo sexo es legal en Andorra, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Guam, Holanda, Islandia, Israel, Noruega, el Reino Unido, Sudáfrica, Suecia, Uruguay, la Ciudad de México y algunas regiones de Australia y EE.UU. (…) La Nación hace una serie de afirmaciones vagas y  contradictorias sobre lo malo que es tener padres homosexuales. Se olvida de mencionar, sin embargo, que existe gran cantidad de investigaciones realizadas en distintos países y todas ellas (sólo a modo de ejemplo: Universidad de Sevilla, Universidad de Valencia, Asociación Americana de Pediatría, Asociación Americana de Psicología, etc.) han concluido que no existe ninguna diferencia relevante entre los niños criados por parejas homosexuales o heterosexuales. (perfil.com, jueves 24/6/10)

 

MARTA VIGO / Psicóloga, vicepresidenta del Centro Viktor Frankl:

Reflexiono sobre la base de mi experiencia de más de 30 años como terapeuta, con el aporte iluminador de la Logoterapia creada por V. Frankl. Soy favorable a la unión civil entre personas, por ser una elección individual y privada; es justo, entonces, equiparar los derechos del matrimonio con los de las personas del mismo sexo unidas civilmente.

Con respecto al matrimonio, base de la familia e institución encargada de gestar y educar hijos, considero que es por definición la unión del hombre y la mujer, quienes aportan las características propias de género y talentos en la difícil misión de formar un ser humano.

Según V. Frankl, toda existencia humana realiza su sentido en el estar para algo o para alguien. Si estudiamos los rasgos que caracterizan los sexos, no sólo encontramos diferencias físicas y psíquicas sino peculiaridades privativas de cada sexo. Tales diferencias corresponden a las categorías de “estar para algo” y de “estar para  alguien”.

El sexo masculino es más propenso al “estar para algo”: la construcción de una obra, el descubrimiento de nuevos espacios vitales, la invención de nuevas técnicas, la  transformación de la realidad. El sexo femenino se inclina al “estar para alguien”: para la educación de los hijos, el cuidado de los enfermos, la habitabilidad de los espacios vitales, la inserción en el ámbito social.

En nuestra sociedad pluralista, hombres y mujeres no se atienen estrictamente a este modelo, dado que un sexo asume a menudo las tareas del otro. Sin embargo, estudios recientes demuestran que, por regla general, la entrega personal a un cometido sigue el modelo tradicional. El padre se identifica más con el “estar para algo”; la madre con el “estar para alguien”. En nuestro mundo hacen falta ambas actitudes, que se complementan a la perfección. La complementariedad entre el hombre y la mujer, se expresa como un cometido común en el cual cada uno hace su aporte de cuidar este mundo y su contenido, de utilizarlo sin abusar, de prepararlo para las generaciones futuras a través de la crianza compartida de los hijos.

En el proceso de educación, el padre trasmite la ley, la seguridad y el permiso de salir al mundo. La madre comunica calidez, ternura, afecto y tradición. Ambos son esenciales en el proceso de gestación de un ser humano. La falta de uno genera inconvenientes en el desarrollo evolutivo, que los psicólogos vemos en las consultas de niños y jóvenes que, por distintas circunstancias, carecen de uno de sus progenitores.

No adhiero a la opinión de que el problema de la niñez en situación de calle y abandono se solucione permitiendo la adopción a personas del mismo sexo, sino a través de eliminar la burocracia en los trámites de adopción, que algunos matrimonios no logran en años. (www.centroviktorfrankl.com.ar)

 

KARINA FELITTI / Historiadora, Instituto Interdisciplinario de Estudios

de Género (UBA): Los derechos humanos constituyen la base de la discusión política moderna. De ahí que la jerarquía católica y las asociaciones de laicos afines, sitúan sus posiciones en este lenguaje. Al derecho de niños y adolescentes a recibir educación sexual, lo contraponen con el derecho de los padres a la patria potestad; al derecho de las parejas, específicamente las mujeres, a regular la natalidad, lo enfrentan con el derecho de los niños por nacer; al derecho de las personas del mismo sexo a contraer  matrimonio y criar sus propios hijos, adoptados o biológicos en el caso de madres lesbianas, lo contraponen con el derecho de los niños a tener un padre y una madre. Aquí, el pánico moral que intentan desplegar se sostiene en las consecuencias que derivarían de la ruptura del modelo familiar tradicional, basado en el principio de la heterosexualidad obligatoria, discurso apocalíptico que recuerda las acciones contra el divorcio vincular en los inicios de la recuperación democrática.

Quienes están a favor de la reforma de la ley de matrimonio, argumentan a favor de los derechos de los niños. Las lesbianas madres, por ejemplo, no cuentan con reconocimiento legal para quien no es la madre “biológica”, lo que deja a ésta y a su pareja sin el acceso a derechos básicos, que sí tienen las parejas de distinto sexo, aun las que no están casadas legalmente. En el caso de la adopción sucede algo similar. Es paradójico que quienes defienden el derecho a la vida desde la concepción, hagan tan poco para resguardar los derechos de los niños que forman parte de estas familias. Quienes argumentan que ellos crecerán en un ambiente insano, no natural, que los llevará por el mismo “mal” camino de sus padres, además de postular de manera discriminatoria las identidades de género y sexuales como enfermas, olvidan que quienes reclaman su derecho a contraer matrimonio con personas del mismo sexo son hijos de parejas heterosexuales.

Como respuesta, el activismo ha puesto en circulación estudios avalados por la comunidad académica internacional, que demuestran que los hijos de parejas gays y lesbianas crecen “normalmente” y a veces con menos problemas. Lo peligroso de estos informes, respuestas necesarias ante el ataque de quienes se adjudican el rol de guardianes morales, es que parecieran obligar a las parejas del mismo sexo a ser perfectas. Algo similar a cuando debió justificarse el acceso de las mujeres a la política: ellas podían ser mejores que los varones por su vocación intrínseca de cuidado y entrega, resultado de su capacidad de maternizar. ¿Los niños de familias heterosexuales no tienen problemas? ¿Son esas familias normales? Conviene decir, parafraseando a la activista Lohana Berkins: todos somos “maravillosamente diferentes”. No hay sólo un arco iris LGTTBI, también hay variedad de colores en las familias heterosexuales. Defendamos vivir en familias en las que se vivencie el amor, la igualdad de derechos y la diversidad.

 

CLAUDIA TOURIS / Historiadora, Grupo de Religión y Sociedad en la Argentina Contemporánea (UBA): La ley aprobada no es menor, como lo evidencian las reacciones a favor y en contra. Se profundizó un cambio cultural, por el cual un sector viene bregando desde hace años, sobre todo desde la transición democrática. Un cambio cultural orientado a la construcción –por cierto trabajosa– de una sociedad más igualitaria e inclusiva en materia de derechos civiles o humanos fundamentales, extendidos a personas que no se inscriben dentro de la normatividad heterosexual y viven en parejas homosexuales.

Muchas de esas parejas son núcleos familiares, que se plantean el deseo de procrear por métodos artificiales o por la adopción. Es una realidad para personas que, a pesar del marco de contención, afecto y seguridad económica, no tienen las mismas garantías jurídicas que las familias heterosexuales.

El matrimonio es una institución histórica. Las formas de familia y el ejercicio de la sexualidad experimentaron transformaciones que exigen una adecuación legal. Historiadores y sociólogos demostraron la “lentitud” de los cambios a nivel de las mentalidades; por ello compete al Estado y a las élites dirigentes (incluyo líderes religiosos) desarrollar una pedagogía que contribuya a promover el respeto por la diversidad, en el plano de las opciones de la sexualidad.

La sociedad occidental, a la que paradójicamente quienes se manifiestaron en contra de esta ley generalmente defienden –y a la que nuestro país por tradición cultural pertenece– continúa su derrotero secularizador. Ello significa, entre otras cosas, aceptar que las elecciones de los sujetos en sus vidas privadas, les competen a ellos siempre que no afecten al resto. Mucho se ha esgrimido contra el supuesto peligro del matrimonio gay. Es aquí donde los que están en contra exhiben su veta más intolerante y de matriz esencialista. Temen que la homosexualidad se expanda como un modelo perverso que afecte el “normal” desarrollo de los hijos que se críen en el seno de sus hogares. En este punto se quiebra el “progresismo” frívolo de quienes dicen sí al matrimonio gay o la unión civil, pero no a la adopción… ¡eso es otra cosa! No concuerdo con el apoyo a medias que exhibe aristas de desconfianza y prejuicio contra las personas homosexuales.

Como católica me afligen las palabras condenatorias y el tono de cruzada que la mayoría de nuestros pastores pronunciaron contra la condición homosexual. No he encontrado en esas exhortaciones, nada que me remita al mensaje de Jesús y a su inmenso amor y misericordia, amor que se basa en que todos somos su hijos.

Me reconfortaron, en cambio, las palabras de sacerdotes que apelaron al sentido evangélico. Por respeto interreligioso no me expreso sobre las manifestaciones de homofobia y exclusión que exhibieron líderes de otras iglesias y credos. Cierro la reflexión con la esperanza y la convicción de que la sanción de esta ley tornará más justa a la sociedad argentina. Y la justicia, ¡vaya que nos hace falta!

 

ISABELLA COSSE / Historiadora, especialista en familia (CONICET): Nuestro país, al igual que América Latina, se ha caracterizado por una diversidad de formas familiares, en consonancia con las profundas diferencias sociales, culturales y étnicas que signaron su historia. Esta reflexión se propone repasar tres momentos que articularon de modo diferente la tensión entre la multiplicidad de formas familiares y las regulaciones jurídicas en el pasado.

La diversidad de formas familiares (nutridas del sincretismo de las culturas indígenas, africanas y la herencia española) fue consustancial a la sociedad colonial y posindependentista que marcó, incluso, la doble moral de las familias notables. En contraste, las regulaciones suponían legítimo un único modelo. Sin embargo, los tribunales debieron contemplar las diferencias. Las mujeres “amancebadas” iniciaban, con frecuencia, demandas a sus concubinos y en muchas ocasiones ganaban los pleitos. En los hechos se impuso, entonces, la negociación en los tribunales con lo que era una incontrastable realidad. En un segundo momento, el Código Civil (1869) reforzó el patriarcado. En las décadas siguientes, alcanzó su máxima cristalización un modelo familiar homogéneo y excluyente (basado en el matrimonio heterosexual e indisoluble, con la división del varón proveedor y la mujer ama de casa) que emanó de un complejo proceso en el que confluyeron, no sin contradicciones, las propias políticas estatales, la religión, las ideas de las élites y el discurso médico. No obstante, el modelo sólo demarcó las realidades familiares de ciertos sectores sociales. La hegemonía de dicho modelo radicó en que éste hizo las veces de rasero para definir lo que era una familia “natural”, “deseable” y “correcta”. Con ello, se potenciaron las exclusiones y las estigmatizaciones que enlazaban las supuestas irregularidades familiares, las desigualdades sociales y las minusvalías de derechos. No faltaron reformistas, socialistas y feministas que lucharon en su contra.

Fue a partir de los años 60 cuando la legitimidad del modelo familiar homogéneo y excluyente comenzó a ser discutida a escala global. Esto abrió un acelerado proceso, en términos históricos, en el que comenzó a cuestionarse la división de género, el matrimonio indisoluble y la pauta heterosexual. Hoy estamos en un momento histórico en el cual la lucha por la ampliación de los derechos, de quienes aún están marginados del modelo normativo, se ha unido a una redefinición del significado social atribuido a la familia que ha colocado en el centro la legitimación de la diversidad.

Esta coyuntura es única pero los vaticinios sobre el fin o la crisis de “la” familia tienen una larga historia. En su base ha estado ese modelo familiar homogéneo y excluyente, que concebía a la diversidad como desviación y naturalizaba lo que siempre ha sido una construcción histórica y singular de cada tiempo, sociedad y cultura.

 

JUAN CIANCIARDO / Decano, Facultad de Derecho (Universidad Austral): ¿Existe un derecho constitucional a contraer matrimonio con personas del mismo sexo? (…) El enfoque del derecho a la igualdad desde el que se suele argumentar respecto de este tema es algo simplista, y oscila entre dos extremos igualmente falsos. Son (parafraseando al Prof. Roberto Gargarella) concepciones “bobas” de la igualdad.

Por un lado, hay quienes se limitan a afirmar que la igualdad sólo exige que el  legislador trate distinto lo distinto e igual lo igual. Si las cosas fuesen así, el legislador tendría vía libre para las violaciones de derechos más espantosas con el único argumento de que la violación se produce en igual grado para todos aquellos que son considerados por él iguales. (…)

En el otro extremo, se sostiene que ninguna discriminación es admisible. Pero esto supone negar la posibilidad de legislar porque legislar es, de modo inevitable, distinguir o discriminar. El error de esta interpretación yace en una reducción de los sentidos posibles del concepto “igualdad”. Cuando se dice que una ley debe respetar el principio de igualdad, se dice que debe “tratar igual a los casos iguales”. Pero lo “igual” no se predica en la misma medida del “trato debido” por la norma a los casos iguales, y de “los casos igualados” por la norma. En el caso del trato, lo igual equivale a “exacto”, “equivalente”, o mejor, “idéntico”. En cambio, la igualdad que se predica de los casos –a los que la ley debe tratar de modo idéntico– no es igualdad de identidad sino de analogía.

Los casos regidos por la ley no son ni pueden ser idénticos porque los “casos” son o bien personas singulares, o bien hechos singulares de personas singulares que la ley iguala incluyéndolos en una categoría conceptual general. Por ello, esta igualación de los casos no se justifica en virtud de una identidad previa entre los casos –que no existe–, sino en virtud de una analogía previa. (…)

Yendo a nuestro tema, si el régimen del matrimonio no significase negar a algunos lo que se confiere a otros, directamente no existiría matrimonio. Siempre se discrimina o distingue. (…) ¿Qué nivel de incorrección en el juicio de analogía torna irrazonable y por tanto inconstitucional una norma? La opinión según la cual competiría al representante del Estado demostrar la razonabilidad de una norma frente a una tacha de inconstitucionalidad por desigualdad es difícilmente conciliable con el principio interpretativo según el cual se presume que las normas son constitucionales o razonables. Salvo, claro está, que se asuma que toda discriminación legal es prima facie inconstitucional. Pero afirmar esto implicaría tornar inviable o gravemente deficiente el gobierno de la ley pues, como se señaló, legislar es en parte construir clases o categorías, y la construcción de clases o categorías supone, por definición, discriminar o distinguir mediante un juicio de analogía. (…) cuando se reconoce el derecho a la igualdad se lo suele acompañar de una suerte de enumeración de los tipos de clasificaciones inadmisibles: “nadie podrá ser discriminado por razón de sexo, raza, religión…”. (…) Queda por resolver la cuestión de fondo acerca de si las razones para circunscribir el matrimonio a (un tipo de) uniones entre personas de distinto sexo, son o no constitucionalmente aceptables. Más específicamente, y desde la perspectiva de la igualdad desde la que se ha planteado el caso, lo que se discute es si el juicio de analogía plasmado en la ley actual, que igualó un tipo especial de uniones heterosexuales y las distinguió de otro tipo de uniones afectivas –entre las cuales están las uniones homosexuales–, es un juicio compatible con el respeto debido a la dignidad

de las personas involucradas. La pregunta podría desglosarse así: centrar la mirada en las diferencias y no en las semejanzas entre una y otra clase de uniones, ¿supone valorar menos unas uniones que otras? Y valorar menos unas uniones que otras, ¿supone valorar menos unas personas que otras?

La ley de matrimonio valora más un tipo de unión que otro tipo de uniones (integrado, este último, por un amplio abanico de uniones heterosexuales y por las uniones homosexuales). Esa mayor valoración se traduce en una mayor tutela y promoción, sin que se deje de reconocer y tutelar de distintos modos y con acentos también diferentes (no con el “paraguas” del régimen matrimonial) al segundo grupo de uniones. Sin embargo, esto no supone una discriminación –en el sentido inconstitucional del término– entre personas. Hay por lo menos tres razones que justifican una valoración especial del tipo de unión heterosexual al que se reconoce como matrimonio: la complementariedad entre varón y mujer (que favorece la estabilidad afectiva de la unión heterosexual); la apertura a la procreación; la optimización de la educación en la afectividad de los hijos, que según diversos estudios psicológicos se favorece con una vivencia personal y próxima de la femineidad y la masculinidad. Puede cuestionarse que estas tres razones justifiquen un tratamiento jurídico distinto entre un tipo de uniones heterosexuales y otro tipo de uniones (repetimos, heterosexuales que no reúnen otros de los requisitos que se exigen al matrimonio, y homosexuales). Dicho de otro modo, puede ponerse en duda el carácter valioso de los valores que la ley actual persigue. Sin embargo: a) no parece haber buenas razones para negar la razonabilidad (al menos

prima facie) de esos valores, salvo que se apele a un punto de vista antropológico y moral radicalmente distinto al que subyace a la legislación y a la tradición jurídica actual; b) si bien el debate acerca de si conviene o no desprender al Derecho de la cosmovisión moral y antropológica que lo inspira y que lo ha tornado inteligible y razonable hasta nuestros días, es un debate posible, debe tenerse presente que no es estrictamente un debate jurídico sino moral y político. (…) (del informe presentado en el Senado de la Nación, antes de la aprobación de la ley)

 

Otras opiniones:

 

Yo soy profundamente cristiano, egresé de la Universidad Católica Argentina y no estoy ofendiendo a Dios con mi actitud. Acá no hay una lucha contra la Iglesia. (…) Los homosexuales son hijos de parejas heterosexuales; he escuchado argumentos que plantean que son personas distintas y deben tener tratamiento distinto. Es un argumento xenófobo. Son hijos de Dios, como nosotros; tienen sentimientos, tienen alma.

Nicolás Fernández, Senador por Santa Cruz, Frente para la Victoria

 

Si la palabra matrimonio sólo nombrara el vínculo heterosexual, ¿cómo llamaría yo al vínculo de años entre mis amigos Mauro y Andrés o entre mis amigas María y Vanessa? (…) Los que se arrogan la propiedad de la palabra matrimonio dicen: “Bueno, que sean, que vivan juntos si quieren, pero que usen otro nombre”. Y no es ingenuo ni legal lo que plantean, es ontológico. Saben que negar la palabra, negarles ser nombrados, es negar la existencia misma.

Claudia Piñeiro / Escritora (La Nación, 8/7/10)

 

Hubo mucha crispación en la opinión pública y tal vez no supimos cómo contribuir a evitarla.

Justo Carbajales / Director del Departamento de Laicos del Episcopado

 

Cuando se pretende cambiar algo tan esencial a una sociedad, que es incluso muy anterior a la misma patria, no se puede hacer tan a la ligera sin una reflexión seria, como la han hecho otros países del mundo. (…) Me sentí desilusionado de los representantes que voté, pues nunca me dijeron lo que ahora están votando, que no es un cambio de impuestos o de una condición laboral, es un cambio de sociedad. (…) La discusión fue muy cerrada, con muchos agravios e inexactitudes.

Juan Alberto Puiggari / Obispo de Mar del Plata

 

A mi me gustaba el Pacto Civil de Solidaridad francés. Francia es el país más progresista del mundo; es líder en la defensa de los derechos humanos y estuvo 11 años trabajando este tema.

Liliana Negre de Alonso / Senadora por San Luis Peronismo Federal

 

REDACCIÓN LA VOZ / “Que la historia no se repita”: El debate en torno del casamiento entre homosexuales no es otra cosa que un retorno al pasado milenario.

En cierto modo, no hace sino aportar a uno de los principios fundamentales de la ancestral cultura hindú, que enunció el principio del eterno retorno como destino de la aventura humana. El genio de Friedrich Nietzsche (1844- 1900) lo instaló con firmeza en la cultura europea (…) Hace 2.300 años en Europa se celebraban bodas entre homosexuales, sin escándalos ni eruditos dictámenes contradictorios. De hecho, Platón exaltaba la homosexualidad en Fedón y El Simposio, al afirmar que el amor entre hombres es mucho más noble y espiritual que el amor heterosexual. Es que la historia del período más glorioso de Grecia fue protagonizada por una constelación de  homosexuales que brillaron en la guerra (por caso, Jenofonte, uno de los mejores caudillos militares de todos los tiempos), las artes y las ciencias. Había también, es cierto, leyes que castigaban su práctica. (…)

Sería retrógrado rechazar hoy las nuevas relaciones sexuales y familiares que existen en el mundo moderno. (…) Lo que es criticable es que el oficialismo pretenda adueñarse de esta bandera para congraciarse con un sector del electorado, con vistas a la campaña de 2011. (La Voz del Interior, Córdoba, 29/4/10)

 

 

EDITORIAL / “El matrimonio gay, un debate que debe darse con respeto”:

Todos los habitantes de las naciones civilizadas que optan por el sistema democrático tienen que cursar un largo y duro aprendizaje: nada menos que el reconocimiento de la opinión de los otros. (…) Cada vez que se suscita en una sociedad el debate sobre un tema de los considerados “sensibles” suele aparecer la intolerancia, sea individual o grupal. La Argentina de estos días está viviendo, justamente, la discusión en torno de uno de ellos, el matrimonio gay. (…)

En Rosario las repercusiones fueron notorias: la Iglesia envió cartas a los padres de alumnos de escuelas católicas y organizó charlas para expresar su disenso. Mientras tanto, en la capital provincial se organizó una marcha de repudio al proyecto de ley sancionado por Diputados.

Todas las manifestaciones son válidas, en tanto y en cuanto partan del respeto. Sobre todo, en este caso, el respeto supremo que debe tenérseles a las Cámaras legislativas, cuya composición fue definida por el voto de la gente.

El tema es delicado porque involucra a numerosas personas cuya sexualidad les impide hacer lo que los heterosexuales concretan sin impedimento alguno: contraer matrimonio. Por tal razón, se insiste, los argumentos serán valiosos sólo si ellos mismos, y aquellos que los sostienen, parten del respeto. Y, sobre todo, del imprescindible reconocimiento del otro, que siempre –aunque a veces no lo recordemos– es nuestro semejante. (La Capital, Rosario, 4/7/10)

 

AQUILINO POLAINO-LORENTE Filósofo, psicólogo y médico español:

¿A qué se debe el hecho de que el mismo concepto de matrimonio resulte ahora un tanto confuso? (…) Es posible que el término sea insuficiente por sí mismo para significar algo en concreto y, en consecuencia, sea forzado a apellidarse con algún adjetivo.

Cuando esto sucede a un concepto, es porque se han introducido en él numerosos contenidos  contradictorios que, a fuerza de significar tantas cosas diversas, acaba por no significar ninguna. He aquí también una clave semántica que justificaría el hecho de excluir expresiones como la de “matrimonio” de homosexuales (…)

Hoy parece haberse optado, más que por el matrimonio, por los así denominados “modelos de matrimonio”.Tal opción no sería posible si, con anterioridad, no se hubiera admitido socialmente una opción paralela respecto de la familia. Más que de la familia, hoy se habla también de “modelos de familia”. Y así encontramos denominaciones, que el uso sanciona como relativamente afines o equivalentes como, por ejemplo, “familia reconstituida”, “familia monoparental”, “uniones de hecho”, (…) La familia de siempre ha recibido un etiquetado peyorativo, al calificarse con el adjetivo de “tradicional” (“familia tradicional”). Y ya se sabe, lo tradicional no es lo actual, no es lo que está de moda (…) resulta entonces mucho más fácil recalificar ese tipo de familia como obsoleta (…) Ahora bien, si, tal como hemos observado, este ha sido el tortuoso y problemático camino semántico seguido por el concepto de familia, es lógico que algo parecido acontezca respecto del matrimonio. No podía ser de otra forma, puesto que la familia se funda en el matrimonio. (…) De la familia fundada en el matrimonio es de donde surge la entera sociedad. De aquí que el matrimonio sea la institución originaria de la persona y originante, por antonomasia, de la entera sociedad. (…)

Si se reconoce en las personas homosexuales el derecho de unirse en matrimonio, es porque el legislador no ha examinado con el necesario cuidado, ni la identidad, ni la naturaleza, ni las circunstancias de esas personas, como tampoco del matrimonio con el que aquella unión se equipara. (…) Pero lo que en ningún caso estaría justificado es que la legislación sea tan equívoca que no distinga entre las uniones hombre-mujer y las uniones de dos personas del mismo sexo. (…)

No pueden ser equiparables ambas relaciones, sencillamente por el hecho de que el tipo de unión entre homosexuales no puede ser considerado como igual o equivalente al que se da en el matrimonio entre el hombre y la mujer. (de su artículo “Matrimonio de homosexuales”, en Lexicón, Ediciones Palabra, Madrid, 2007)

 

Reflexión final de GUSTAVO IRRAZÁVAL, Teólogo moral

¿Qué igualdad? ¿Cuáles derechos?

Según la reflexión de Karina Felitti, la “jerarquía católica y los laicos afines” utilizan la estrategia de “contraponer” los derechos de unos a los de otros: el derecho a la educación sexual de los hijos contra la potestad de los padres, el derecho del niño por nacer frente a la libertad de decisión de la madre, el derecho de las personas del mismo sexo a contraer matrimonio contra el derecho de los niños a tener un padre y una madre. A esto habría que responder que no es la Iglesia la que los “contrapone”. La Iglesia se limita a señalar un hecho: la vida en sociedad hace inevitable que los derechos de unos colisionen con los de otros, y por lo tanto, se hace necesario un delicado trabajo de composición de los mismos, en base a una lógica adecuada. Cuando surge una nueva reivindicación, ésta debe ser acompañada por una pregunta: ¿sobre la base de cuáles principios de justicia se deben dirimir los conflictos resultantes? Es sintomático que ninguna de las opiniones precedentes favorables al matrimonio entre personas del mismo sexo exprese la conciencia de que este problema existe. Si se llevara con coherencia hasta sus últimas consecuencias el principio subyacente en ellas -que el Estado debe tutelar en pie de igualdad todas las uniones sexuales que aspiren a la estabilidad-, sería imposible una justa composición de los derechos individuales. La única manera de dar apariencia de racionalidad a este confuso e inviable reclamo de igualdad (cf. Dr. Cianciardo), es negarse a considerar las consecuencias potenciales de esta lógica. Puede suceder, por ejemplo, que pronto el matrimonio monogámico (hétero u homosexual) pase a ser una figura “tradicional”, y que surjan aspiraciones a tipos de comunidad sexual poligámicas, que exijan su reconocimiento legal en base al mismo principio. ¿Es posible imaginar el “derecho de familia” correspondiente? Ahora bien, la composición de derechos obliga a fijar reglas de precedencia. Es claro que las necesidades básicas de los niños deben tener prioridad sobre las aspiraciones de los adultos. Los estudios acerca de las consecuencias de que un niño sea criado por una pareja homosexual arrojan resultados demasiado disímiles por el momento.

Sabemos por experiencia secular que la diferencia sexual expresada en el binomio madre-padre es, en sí mismo, un factor positivo para la educación de los hijos. No sabemos lo suficiente sobre su alternativa. Por tanto, asumir el riesgo del cambio a esta altura es sencillamente irresponsable. De todos modos, es cierto que no debemos ser apocalípticos. Es razonable esperar que pasado el fervor del combate simbólico, las parejas del mismo sexo comenzarán a plantearse con realismo si les conviene o no recurrir al matrimonio. Y como consecuencia, es posible que la nueva figura no alcance más que una presencia social marginal.

12 Readers Commented

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  1. Fredy on 18 agosto, 2010

    Lamentablemente, el tratamiento que se dio en el congreso estuvo marcado por un contexto ideológico, que limita la objetividad de lo que se quiera tratar, debido a que la ideología carece de profundidad, sólo se queda en la periferia, porque las ideologías se fundan en algún aspecto de la verdad, como pasó en esta oportunidad, donde miraron el aspecto de la igualdad, cayendo en el igualitarismo. Por otro lado, la ideología dominante de donde se manejan los asuntos del estado y la legislación es claramente materialista, me animaría decir, de tipo gramsciana, donde lo que se busca es una revolución de tipo cultural, o una imposición de una contracultura que vaya contra lo ya establecido en la cultura, a toda costa, especialmente si la base cultural está marcada por principios cristianos. De hecho, los congresistas en varias ocasiones buscaron distanciarse de cualquier pensamiento religioso, e incluso hablaron de la religión como de algo privado, cuando es todo lo contrario, ya que por ser un ser esencialmente social, las acciones y reflexiones del hombre siempre tienen una repercusión social.
    Podemos agregar que dentro de este marco, los legisladores desconocen que hay realidades como la del matrimonio, donde sus competencias están orientadas a proteger, cuidar y velar por una institución que es anterior a toda legislación, religión, cultura, etc.
    En consecuencia, tenemos una ley que carece de legitimidad, que es una parodia, una ficción, y lo que es peor, que las personas que optaron por la homosexualidad, no quieren ver esta verdad y prefieren quedarse con la legalidad de la norma, yendo contra todo sentido común.

  2. Mariano Carou on 18 agosto, 2010

    La legalización del matrimonio igualitario y la consiguiente posibilidad de adopción fueron aprobadas como corresponde en todo estado de derecho. No he escuchado aún un solo argumento en contra que no partiera de una concepción religiosa o de referencia a algún tipo de Absoluto, con la violencia que esto representa para la inmensísima mayoría de la humanidad, que no cree. A ver si nos damos por enterados: «EL MUNDO NO ES MÁS CRISTIANO». Por suerte para la Iglesia, se viene un tiempo de «quitarse las sandalias» (Ex 3), aunque en realidad se vino hace tiempo pero no nos hemos dado por aludidos. Aún siguen escuchándose voces que pretenden dar un barniz de seriedad a sus argumentos, pretendiendo parecer no religiosos y fracasando en el intento. Me pregunto: ¿por qué no nos ocupamos de temas un poco más importantes y dejamos que la gente que se quiera se una y siga multiplicando su amor? Digo, no sé, me parece… Como dijo Maju Lozano, conductora de televisión -con bastante más sabiduría que muchos de los columnistas que participan de este «debate»-: «Estamos hablando de amor, muchachos, no se asusten tanto…»
    Para los que aún no entendieron: lean 1 Jn 4, 8 y Hch 10, 34.
    Saludos
    Mariano Carou
    21 139 543

    • hugo massera on 18 julio, 2012

      Me parece un comentario sin énfasis, falaz y que no dice nada. Amor? Dos personas del mismo sexo? El mundo no es más cristiano??En qué mundo vive ud? Estamos en el hemisferio occidental, y como tal somos la inmensa mayoría cristianos. Ademas, quitando el tema religioso de lado, permitir esta degeneración sería ir en contra de la misma sociedad…..o un homosexual acaso por qué motivo vino al mundo?? porque lo concibió una mujer, su madre, que quedó embarazada de su padre. Ademas, se sabe que la homosexualidad si bien no se contagia, no está tampoco en los genes de un individuo; sino que se construye con la identificación que uno tiene en su casa. Qué identificación parenteral va a tener un niñito cuyo aparato psíquico está en plena formación, al tener dos hombres o dos mujeres como padres??? Es una desviación pretender torturar a un muchacho con eso…es indigno. No pretendo ofenderlo. Si ud es homosexual como cualquier otro tiene la libertad de serlo; pero no de influir a una criatura ni de hacer que ésta se identifique con ud desde lo sexual por su desviación o como quiera llamarle; por ahí no está bien llamarla desviación, pero sí una alteración sexual, que ademas, en un pais Marianista y cristiano, no se tiene por qué tolerar desde la sociedad. Saludos.
      Hugo Massera
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  3. Walter Fdez on 18 agosto, 2010

    En la historia de la humanidad, siempre tuvimos todo tipo de argumentos muy sólidos para sostener causas y posturas, que algunos sectores presentaban como justas y que a la postre se convertían en FUNDAMENTALISMO, sobre todo los religiosos y políticos.
    Es así que soportamos y provocamos todo tipo de horrores y matanzas en nombre de Dioses, de Guerras santas, de Espacio vital, de la Igualdad social, de la Pureza étnica, etc.
    Mientras el movimiento homosexual intente sinceramente vivir con buena voluntad, como cualquier otro sector de nuestra comunidad, deberemos hacernos a la idea de ir aprendiendo algo más de la palabra TOLERANCIA, y seguir construyendo nuestro derrotero de historia HUMANA.

  4. Carlos Vitas on 18 agosto, 2010

    Cuando el Rabino Bergman casa, dice a los esponsales «Lo que vienen a proponer Uds. aquí, no es un matrimonio. De hecho ya lo han hecho ante las autoridades civiles, sino un pacto. Un Pacto de Santificación de ese matrimonio de acuerdo a las leyes de Moisés y de Israel». Habrá que acostumbrarse a que -semánticamente- la palabra «matrimonio» ha sido absorbida por la burocracia secular en toda su extensión, no así la de «santificación», que no puede alcanzar por razones básicas. Me importan -por supuesto- las consecuencias prácticas de tal «absorción», sólo pretendo subrayar el esfuerzo que debemos poner en la acepción no alcanzada por ella.

  5. Arnaud Iribarne on 18 agosto, 2010

    Escribo como laico que pertenece, en el presente, a una Iglesia que tiene 2000 años.
    Esta Iglesia, a fines del Siglo XIX, se opuso al matrimonio civil y sólo consideró como válido el sacramento matrimonial. Me casé en 1972 y el trámite en el Registro Civil era un requisito formal indispensable para poder contraer el verdadero matrimonio, en la casa del Padre, ante la comunidad cristiana.
    Cuando se discutió la ley de divorcio civil, numerosos clérigos se opusieron tenazmente. Pero la sociedad ya no condenaba ni diferenciaba a las parejas heterosexuales de divorciados.
    En el Siglo XXI la sociedad ha ampliado los derechos de las minorías. Los cambios jurídicos sólo reconocen lo que la sociedad ha instalado de hecho, mucho tiempo atrás.
    Por este motivo, si somos parte de una Iglesia que consideró «inexistente» el Registro Civil en el Siglo XIX y un mero trámite administrativo el establecido por el Estado laico, durante el Siglo XX nada teníamos para opinar sobre como organiza dicho Estado sus trámites en este momento.
    La condena de aquello que es una incontrastable realidad en la sociedad nos presenta como ajenos a la misma.
    No existe sanción eclesiástica para sacerdotes que han sido condenados en la justicia y se sanciona a quien se atreve a dar una opinión diferente sobre esta ley.
    Los cambios históricos de la sociedad deben ser leídos por las autoridades eclesiásticas y actuar en consecuencia.

  6. Juan Vassallo Ulloa on 18 agosto, 2010

    No estoy en desacuerdo con lo que se denomina unión civil dado que años de convivencia merecen ser tenidos en cuenta a la hora de que uno de los componentes de la pareja fallezca, además de permitir un contexto que otorga cierto margen de seguridad jurídica.
    Lo que no entiendo es qué proyecto de familia propone el matrimonio entre personas del mismo sexo si consideramos la función y consecuencias de la presencia de los dos sexos en la pareja o matrimonio. Hasta el momento, la fundamentación para lograr el matrimonio civil entre personas del mismo sexo, aunque provenga de intelectuales y profesionales de la conducta, si se analiza en profundidad y metódicamente, tiene pies de barro, no tiene pasado probado como algo mejor para niños sin hogar, sí tiene un futuro posible de dudas de identidad para un niño o niña.
    No he visto que este súbito pedido de igualdad ante la ley de por una parte de la comunidad sea analizado desde el punto de vista político.
    Quienes han estudiado ideologías saben que para los regímenes totalitarios la primera célula de la sociedad que se debe destruir es la familia, institución que a través de los tiempos es el lugar donde el ser humano se inicia en la solidaridad, si los vínculos de sangre van acompañados del afecto y la comprensión.
    Estaba dentro de las posibilidades que el régimen que gobierna al país, comprometido en una tarea constante de reestructuración cultural de características stalinianas, abriera otro campo de lucha como parte de lo que se denomina » lucha por la toma del poder».
    Aunque fue acompañada sin compromiso por otras dos agrupaciones religiosas, la única institución atacada por plantear claramente su posición frente al tema fue la Iglesia Católica, en lo arduo del proceso previo a la sanción de la Ley. Ni el Judaismo y ni las Iglesias Evangélicas(que además no fueron atacadas) acompañaron a la Iglesia.
    He oido en algún seminario, no hace mucho, a un columnista atacar al Catolicismo por su ambigüedad, y alabar al Judaismo y al Islam por ser estructuras religiosas coherentes.
    Cuando a nivel nacional e internacional la Iglesia fue expuesta por problemas de abuso y pedofilia, problemas que han tenido y tienen todas las religiones del mundo, nadie se preguntó si una de las causas de la homosexualidad no es la pedofilia, tanto heterosexual como homosexual.
    Cuando se condenó un sacerdote conocido por abuso, homosexualidad y pedofilia, una parte de la opinión pública condenó a la Iglesia por ocultar muchos casos que después se hicieron públicos. Sería interesante saber cuáles fueron los caminos para que quienes se benefician con la nueva Ley sean ahora parte de una comunidad alternativa.
    Se hizo hincapié fuera de contexto de una expresión del Cardenal Bergoglio, desaprobando el Proyecto de Ley, y al mismo tiempo se publicaba la posible condena del sacerdote que abusaba de menores, la misma ley que trató con benevolencia al psicólogo que reclutaba menores en un Cyber, quien era parte de un grupo académico que investigaba las mismas conductas que practicaba.
    Mas allá de los derechos de los individuos de decidir sus conductas como adultos responsables, todas las religones del mundo son guardianes morales de sus fieles, por lo tanto pueden opinar y aclarar panoramas, aun sin que nadie les solicite esa aclaración. Tenemos pruebas cotidianas de que los políticos lo hacen , cuando deciden por nosotros y nos perjudican en su beneficio…
    Comparto los conceptos del Dr Polaino -Lorente y la reflexión de Gustavo Irrazaval, no creo en lo que exponen quienes hacen gala de su catolicismo pero no lo practican.
    Soy católico por formación y convencimiento, en mi familia la libertad de credos es una realidad cotidiana, tengo hijos casados por Iglesia, por unión civil, en pareja, una madre soltera, y ninguno es agnóstico. Todos hemos hecho del respeto por lo que creen y deciden los demás casi un segundo culto, hemos presenciado y oido toda una puesta en escena contra la institución Iglesia, que no compartimos, acompañada de la «promoción» de lo alternativo.
    Creo que aun escuchando argumentos religiosos , filosóficos , políticos , con mensaje oculto ,cada uno decide en soledad.
    Decisión condicionada por innumerables factores, las opiniones sobre qué decidir son pasajeras, no obligan, somos nosotros con todo lo bueno y/o deleznable que llevamos dentro los que decidimos.
    JVU

  7. enrique Cheli Pedraza on 19 agosto, 2010

    Desde el comienzo, consideramos que de aprobarse este Proyecto de Ley, sobre el Matrimonio Gay, terminaría por enrumbar a la Argentina en un camino en contra del Orden Natural.
    Al mismo tiempo, coincidiendo con tantos otros, visualizábamos que estaría en juego el futuro de la familia y el de los niños, en el caso que estas parejas” antinaturales” adoptaran, ya que todo niño, tiene derecho a un padre y a una madre. Alterar la realidad natural es ignorar el sentido de la diversidad de la heterosexuailidad, hombre y mujer, y su complementariedad en al formación de un nuevo ser.
    Ciertamente, cada uno de los sexos cumple una función, finalidad y misión específica insustituibles, ya que el varón es el “fecundante” y la mujer la “gestante” , no pudiéndose alterar esta dimensión natural, biológica y anatómica.
    Además, afirmar que dentro del matrimonio los contrayentes sean varón y mujer, no significa como algunos opinologos aducen que es un acto “ discriminatorio” .
    Luego, ¿quién sabe si a más de uno se le pueda ocurrir plantear el matrimonio entre padres e hijos, o entre hermanos y hermanas ( y algunos del mismo sexo) hasta con sus respectivas mascotas y no faltará algún desquiciado, inclusive con uno mismo en el caso de doble personalidad?
    O sea, haber elevado la unión homosexual al estatus matrimonial, es sin lugar a dudas un exabrupto, concluyendo que esto es mucho más que la defensa de unos derechos, o un simple proyecto legislativo o una disputa ideológica (coyuntural, estructural y existencial), sino un artilugio del padre de la mentira, como definió Jesús al demonio, y sus legiones, para confundir a la Humanidad. Vaya a saber qué es lo que tendremos que enfrentar en el futuro por la confusión que esto generará.
    No siendo exactamente igual la unión matrimonial de un varón y una mujer que la unión matrimonial de dos personas del mismo sexo, al punto que muy pocos países en el mundo han legalizado este absurdo.
    Y lamentablemente todos aquellos legisladores de Argentina, cuya opinión era contraria y desfavorable a estas propuestas, han sido objeto de presiones, aprietes y extorsiones para que cambiaran su voto o se ausentaran del recinto en el momento de la votación.
    Y al sancionar este proyecto, no nos queda sino afirmar que se ha burlado la voluntad popular, a través de los legisladores, sin respetar la moral pública, el orden natural y nuestro ordenamiento jurídico que distinguen entre los dos sexos.
    Viendo con preocupación que a través de golpes emocionalistas, sentimentaloides y lagrimeros los Medios de Comunicación Social promueven estas “uniones homosexuales antinaturales” detrás de las cuales se mueven todo tipo de falacias argumentales, con la intención de manipular a los televidentes para que vayan aceptando hasta subliminalmente la actividad homosexual.
    También habría que aclarar a más de uno de estos opinólogos que no existe un gen gay, que tal es una verdadera patología al punto que más de un científico afirma que las “psicoterapias de reorientación” para los SSA( “ Same Sex Atracttion” ) y los “ Gender Identity Disorder” ( alteración de la identidad sexual) de los que padecen esta desviación sexual, sorprenden los resultados que se están obteniendo.
    O sea: pueden prevenirse, tratarse y curarse.
    Y, por otra parte, si mas de una pareja heterosexual no está preparada ni reúne las condiciones síquicas, mentales y afectivas para “adoptar” a un niño, mucho menos ellos, especialmente los que se han instalado en esta desviación sexual antinatural que no es nada normal.
    A propósito, a más de uno de los que nacieron de un padre( varón- fecundante a través de sus espermatozoides ) y madres( mujer- gestante a través de sus óvulos ) a quienes no abortaron, eliminaron y asesinaron , a pesar que estos «progres» son proabortistas y que sin ninguna gran formación, apoyan el » matrimonio gay» habría que preguntarles ¿cómo habrían reaccionado si sus papis y sus mamis (que dicho sea de paso, no tuvieron ningún escrúpulo en traerles sin consultarles) les hubieran llevado » ellas» a otras «mamás» y » ellos » a otros » papás»?
    En mi opinión, a más de uno de todos estos habría que aclararles que no es discriminador o fruto de la intolerancia y una actitud represora inquisitorial prohibir asesinar personas, (aborto, eugenesia y eutanasia) tener relaciones sexuales incestuosas y zoofilia con animales(bestialidad) .
    Y ponerles sobre aviso que las personas tampoco tienen el derecho de hacer lo que quieran con su cuerpo, oyendo perorar a alumnos de la dictadura del relativismo moral, secular y sincretista que tienen que ser respetada la libertad de expresión.
    Y como tantos otros proponemos, ante las elecciones que vienen, con ocasión del ejercicio cívico del voto, tener memoria de quienes fueron responsables de la promulgación de la Ley ( a favor y por omisión y ausencia), especialmente a los que no cumplieron sus Promesas, futurizando al visualizar que seguirán incumpliendo las mismas, debido al doble discurso que los caracteriza, no cabiéndonos la menor duda que lo sancionado por estos legisladores, los que se dicen ¿cristianos, católicos y creyentes? es el reflejo de su falta de coherencia, conciencia , compromiso , don de discernimiento, y rectitud de intención que generará a la larga que más gente se aleje del Plan de Dios , los cuales se dejaron presionar desde la Casa de Gobierno, y de Organismos Internacionales, detrás de los cuales está Estados Unidos y la Unión Europea ( Nuevo Orden Mundial) y de numerosos líderes políticos que promovieron su aprobación parlamentaria del seudo matrimonio entre personas del mismo sexo o el reconocimiento de su versión encubierta a través de la llamada «Unión Civil» , ignorando lo que dicen los Hechos de los Apóstoles: “ Que hay que obedecer a Dios, ante que a los hombres”( lo que hizo posible que la historia quedara bendecida con miles de profetas, mártires y santos)
    Por otra parte, el respeto hacia un homosexual, varón o mujer, no puede desde ningún punto de vista conducir a la aprobación del comportamiento homosexual y mucho menos a su legislación, ya que no se puede aprobar un comportamiento que responde a una desviación, ignorando que hay valores que no son negociables, ni se los puede canjear, tampoco intercambiar según la Ley del toma y daca.
    Por lo que no podemos dejar de defender el valor de la Familia, el Matrimonio y el derecho a la Vida, ya que constituyen un Patrimonio de la Humanidad.
    Una ley injusta que contraría gravemente el orden moral, ya que la ley en tal caso, debía tutelar y no diluir este bien cultural, civilizatorio e histórico.
    Esperamos que muchos jueces se nieguen a presidir estos matrimonios, eximiéndose de participar en esta payasada a través de la objeción de conciencia y que algunos tengan el coraje de proponer la derogación.
    En mi opinión, luego de la aprobación de este engendro sobre el Matrimonio Gay, muchos serán los valores que entrarán en crisis, como el Modelo de Familia, los derechos de los Niños a tener un padre y una madre ( macho y hembra ) y el Derecho a la Vida( habiéndose multiplicado las voces en pro del aborto, eugenesia y eutanasia) y todo salpimentado patéticamente en una ensalada de eufemismos que no harán mas que confundir( y en río revuelto , ganancia de pescadores) , suponiendo el “ progrelaicismo” que esto es un símbolo de vanguardia, modernismo y revolución.
    De todas maneras, espero que el Pueblo, reacciones y no permita que estos Don Nadies en la dimensión del Espíritu , derrumben lo que a la civilización le costó 2000 años.
    Por cierto, todos estos legisladores no han sabido honrar su función, porque no han respetado la evidencia del Orden Natural y por si acaso, que también se tenga en cuenta que el Proyecto del denominado matrimonio gay que convirtieron en Ley , no es una cuestión religiosa, ya que muchos ateos, agnósticos y hasta homosexuales se opusieron públicamente, reconociendo que este debate ha sido promovido, no por un interés general de la ciudadanía a la que acosan otras urgencias( Inseguridad, Criminosidad, Violencia, Desempleo, Pobreza, Marginalidad, Exclusión, Postergación etc, etc, etc, ) sino por una minoría, y que la mayoría de la población se expresó en contra a través de diversas marchas, manifestaciones y foros.
    Legisladores argentinos de todas las corporaciones partidocraticas que no les llegan a los talones al Tribunal Europeo de Derechos Humanos que acaba de respaldar la decisión de Austria de negarse a casar a dos homosexuales, y que dicha sentencia aclara» que el Convenio Europeo de Derechos Humanos, no obliga a los Estados firmantes a reconocer el derecho al matrimonio gay»
    Tampoco, olvidar que mas del 90% de los países, no aceptan el «matrimonio» entre personas del mismo sexo.( además de recordar que una asesora de al Comunidad homosexual afirmó » que el Proyecto de Ley, discriminaba a la mujer porque la dejaba en inferioridad de derechos con respecto a los homosexuales»).
    Y en cuanto a Argentina , estaba al tanto que el gobierno de turno , los legisladores elegidos más de una vez a dedo entre los mas ineptos por sus respectivas toldas y la mayoría de politicastros de todas las corporaciones mafiosas partidocraticas, han irrespetado la voluntad del Pueblo, teniendo que recordar los nombre de tales para jamás votarlos por haber legislado unos derechos para una minoría y se ha dictado una Ley en contra de los derechos de la mayoría , reconociendo que la norma legal aprobada carece de la legitimidad social, porque ha desconocido el sentir popular de la ciudadanía que han afirmado públicamente mediante diversas manifestaciones masivas que la Familia surge del matrimonio entre una mujer y un varón a fin de generar nuevas vidas y tampoco olvidar en este contexto que Argentina, considerada uno de los países mas corruptos del Planeta, a través de estos títeres del poder político los recuerde para el tiempo de elecciones.
    Como que han olvidado, el Preámbulo de nuestra Constitución dice:
    «Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino; invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina»
    Teniendo la impresión que han pretendido legislar, como si Dios no existiera, además de irrespetar tal invocación…
    Tal Proyecto , no hace sino intentar desordenar el concepto «matrimonio» de nuestro Código Civil al equiparar a personas del mismo sexo con el matrimonio.
    No podemos sentirnos representados por lo tanto en aquellos mandatarios que el poder de los ciudadanos les concedió al utilizar dicho Poder en contra de los valores que nos identifican como sociedad , si es que no son capaces de estar a la altura del momento histórico que enfrentamos, pues, al legislar de espaldas al país, se acaba de sacrificar injustamente, el Bien Común de la Sociedad toda y el derecho de Familia, visualizando las graves consecuencias que la aprobación de tal Ley conllevará para el futuro de la sociedad Argentina sin haber oído el clamor de la inmensa mayoría del pueblo argentino con un planteo ajeno a nuestra idiosincracia y a nuestra tradición cultural , constituyendo el » matrimonio gay» una real falacia al llamar matrimonio a lo que nunca podrá serlo.
    Con lo que han pretendido tratar de idéntica manera a situaciones que evidentemente no son idénticas entre sí, porque una pareja formada por un hombre y una mujer, no es lo mismo que una pareja formada por personas del mismo sexo.( ley inicua, que se intenta imponer a los manotazos, al margen del sentir del pueblo argentino).
    Sin olvidar la Declaración de los Derechos del Hombre, firmada en 1948, después de la destrucción de los derechos humanos producida por el nazismo, que establece el derecho “a casarse y fundar una familia” para todos “los hombres y las mujeres”, y a la familia como “elemento natural y fundamental de la sociedad”, que “tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado»
    Los entretelones ideológicas provienen «de la ingeniería de reestructuración de la Nueva Sociedad Globalizada» ( funcional al Nuevo Orden Moral , cuyos pretendidos ‘derechos’, son impuestos coercitivamente y son promovidos por centros mundiales de poder a través de organismos internacionales”) que pretende romper con nuestras raíces históricas, éticas y la misma Ley Natural, teniendo memoria de la conferencia de la ONU en el Cairo en 1994 que frente al supuesto problema de la superpoblación mundial, propuso como paradigma para frenar la explosión demográfica Planetaria el aborto, la homosexualidad y la eutanasia.
    Y ya no solamente como ciudadanos, civiles y laicos de un Estado , sino como testigos del Evangelio, no podemos dejar de anunciar que el matrimonio y la Familia, patrimonio de la humanidad son insustituibles y no admiten otras alternativas, además de significar un acto discriminatorio contra la mujer, porque con tal Ley desaparece la mujer, como uno de los elementos constitutivos del matrimonio lo que implica desechar todo el aporte de la mujer a la Familia, a la Sociedad y a la Historia.
    Por lo que , AUN SEGUIMOS PREGUNTÁNDONOS, QUE CULPABILIDAD, RESPONSABILIDAD E IMPUTACIÓN MORAL, ÉTICA Y SOCIAL, LES CABE A TODOS AQUELLOS QUE ADHIRIERON A ESTAS CORPORACIONES MAFIOSAS PARTIDOCRATICAS Y QUE CON SUS VOTOS, PROSTITUYENDOSE POR UN PLATO DE LENTEJAS, UN BOLSÓN DE COMIDA Y UN PUESTECILLO DE TERCERA, FACILITARON QUE LOS PEORES, LLEGARAN A GOBERNAR, SIN IMPORTARLES LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD, EL BIEN COMÚN Y LOS DERECHOS HUMANOS UNIVERSALES.
    Atentamente
    Enrique Cheli Pedraza
    Educador
    Nuestra Señora de las Américas
    Córdoba

  8. nelson on 24 agosto, 2010

    desea expresar mi poco agrado por el matrimonio homosexual,dado que es anti normal

  9. informaticosvalencia on 25 agosto, 2010

    Que en pleno siglo XXI aun nos cuestionemos este tema si que es anti normal. Ya que cada cual pueda hacer con su vida y con su cuerpo lo que quiera, mientras que no se haga daño a los demas.

  10. Angel Hugo Guerriero on 31 agosto, 2010

    En la página 312/313 de la Revista nro. 2362, luce un artículo sobre el matrimonio gay, la Iglesia católica y la laicidad, en el que Roberto Di Stefano hace las siguientes afirmaciones: 1) “El marco legal que ha de regir la comunidad debe ser diseñado con independencia de la Iglesia y de los valores religiosos”2) “Los intereses de parte, fundados en creencias,…no tienen por qué ser objeto de descalificación en nombre de utopías unanimistas que se autoproclaman defensoras de la Naturaleza, la civilización, el Individuo, la Vida, la Sociedad, la Patria, o la Familia”. 3) ¿Por qué tratar de modelar el marco jurídico que rige la vida de todos los argentinos de acuerdo con los valores católicos? 4) “El episcopado está dispuesto…a moldear a la sociedad argentina a través de las leyes que la rigen, en lugar de volcarlas en la promoción de los valores cristianos por medio de otros canales”.
    Frente a lo dicho, cabe citar las palabras de los Pontífices y de los documentos de la Iglesia Católica, de los cuales, sólo citamos algunas pocas. Así: “A la Iglesia corresponde el derecho y el deber de tutelar la integridad de los preceptos de orden ético y religioso y además, el dar a conocer en virtud de su autoridad públicamente su criterio, cuando se trata de aplicar en la práctica estos principios” (Juan XXIII, Mater et magistra, 239). “De la Iglesia, decimos, que también en este campo de que hablamos, como dondequiera que se planteen cuestiones y discusiones sobre moral, jamás puede olvidar ni descuidar el mandato de vigilancia y magisterio, que le ha sido impuesto por Dios” (Pío XI, Quadragesimo anno, 96). “La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta personal y social del hombre. Precisamente por esto, la evangelización lleva consigo un mensaje explícito adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar sin la cual apenas es posible el progreso personal” (Gaudium et spes, 57-52).
    Limitándome únicamente a contraponer lo dicho en primer término con lo que dice el Magisterio, entiendo que alguien está en un error sobre lo que hay que decir y del modo de decirlo. No se debe olvidar que en materia de moral, ciertas conductas están prohibidas porque son malas y no malas porque están prohibidas y es deber inexcusable de la Iglesia dar las razones por las cuales son repugnantes ante la ley natural y la divina. Si Distefano piensa que “estamos en una lucha entre el Bien y el Mal” (así lo dice en su artículo) está en lo cierto, porque de que la conducta humana “sea conforme o no a la ley divina, depende y emerge el bien o el mal de las almas, esto es, la decisión de si todos los hombres habrán de ser revividos por la gracia de Cristo, respetando en el transcurso de sus vidas una atmósfera sana y vivificante de verdad o se habrán de vivir enfermizos, en una atmósfera de errores y corrupción” (Pio XII, Alocución de Pentescostés, l de junio de 1941). En concreto, si ante la antinatural propuesta de legalizar uniones matrimoniales entre personas del mismo sexo, los Obispos hubiesen callado, habrían cometido un pecado gravísimo de omisión. No es con eufemismos conque se debe combatir lo que está contra la naturaleza misma del hombre y de la familia; se debe respetar a las personas y sus creencias, pero los valores y los principios morales no son negociables. A todos se debe escuchar, pero la verdad es una y solo ella libera y la Iglesia tiene el deber de defenderla.
    Angel Hugo Guerriero
    ABOGADO-DOCTOR EN DERECHO NOTARIAL

  11. horacio bottino on 9 septiembre, 2010

    Cuando los defensores del pseudomatrimonio argumentan que los hijos de 2 homosexuales son «normales», ¿quieren decir que ellos no son normales?

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