En la celebración de los 40 años de la primera transmisión radial-educativa del país, el relato de esa jornada y de las etapas de Instituto de Cultura Popular (INCUPO), la institución que la hizo posible. Primavera de 1970. En la ciudad de Reconquista, al norte de Santa Fe, Hugo, Olivio, Marta y los curas Quito y Aldo esperaban con ansiedad, nervios e incertidumbre el debut de la primera transmisión radiofónica educativa del país.
Habían trabajado durante muchos días y varias noches en vela preparando la experiencia. Para testear los contenidos y sobre todo la comprensión entre los destinatarios, habían ido hasta la isla Cabayú, frente a Villa Ocampo, transportados en bote y un maltrecho Citroën 2 CV. En la etapa previa a los guiones, otras personas, Luis, Ana María y Telma habían colaborado con los contenidos de economía y trabajo, lengua y matemáticas, sus especialidades; y los sacerdotes, con temas religiosos y eclesiales.
Los masters que se pasaron el 21 de septiembre de 1970 por Radio Nacional en Formosa y por radio Universidad en Santa Fe habían sido pergeñados por Olivio. Y hasta esto tuvo sus complicaciones: en más de una ocasión tuvieron que regrabar todo por la inesperada participación de los perros vecinos con sus ladridos.
Los desafíos habían sido muchos: dificultades de operación técnica, falta de antecedentes locales en educación a distancia, preparación para saber qué trasmitir y a quiénes; también rigideces horarias propias de una emisora de radio porque las jornadas de un trabajador rural –el oyente– son más flexibles y cambiantes que las de un oficinista.
Para la audición se reunían en el campo o en los barrios cuatro o cinco familias de peones o trabajadores temporarios, asistidos por un monitor que hacía de nexo entre el programa de radio y el grupo. El objetivo era la alfabetización, pero el hecho de reunirse para escuchar el programa fortalecía lazos y aparecían brotes de comunidad, algo no tan frecuente entre los pobres de medios rurales que, a diferencia de los urbanos, no contaban con apoyo sindical alguno.
Así se concretó el proyecto radial de INCUPO. Dos años después con el eslogan “Juntos podemos”, surgió Acción, un periódico de formato muy atractivo, para “apoyar las misiones radiales y permitir una mejor intercomunicación entre campesinos”.
Presentaba notas de actualidad sobre temas productivos, hogareños y de consumo, y también análisis o reflexiones acerca de la situación de los campesinos.
Los orígenes
Constituido como asociación civil, INCUPO inició en 1968 su vida pública, rica en profundidad y penetración en los medios pobres rurales y periurbanos del NEA. El contexto a fines de la década del sesenta en el que brota con fuerza INCUPO y que posibilita lo que hoy que se celebra, es rico en acontecimientos y en nuevas perspectivas. Teorías desarrollistas irradiadas desde la CEPAL señalan dificultades estructurales que obstaculizan el crecimiento de los países con economías primario exportadoras. El centro y la periferia, los términos del intercambio, la responsabilidad de las élites y el rol del Estado son algunos temas de fondo que orientan discusiones y encausan propuestas. El Concilio Vaticano II (1962-1965), la conferencia de Medellín (1968) y San Miguel (1969) invitan a mirar al mundo de otra manera. Frente a la creciente desigualdad y el fenómeno de las migraciones rural-urbanas se ponía énfasis en atender las necesidades de las personas en ámbitos poco frecuentados. El humanismo cristiano, la nouvelle théologie, habían arraigado en sectores dirigentes, civiles y eclesiásticos, y amanecía la preocupación y el interés por una mirada más integral de la persona y sus necesidades.
La Iglesia que enfrentaba estos desafíos pertenece a la región del Noreste Argentino (NEA) que abarcaba entonces seis diócesis y una arquidiócesis. En 1964 la región pastoral NEA encomendó un estudio al Centro para el Desarrollo Económico y Social en América Latina (DESAL) de Chile. La región del NEA era típicamente rural con una distribución muy heterogénea de tipos y tamaños de explotaciones, donde convivían grandes capitales con muy pequeños productores. Muchos habían perdido o visto mermar sus posibilidades de trabajo temporario en las zafras algodoneras, tabacaleras, azucareras y de otros cultivos menores. La pobreza y la explotación impedían a muchas familias alcanzar y mantener niveles de vida dignos.
Las recomendaciones de ese estudio proponían la creación de un centro de promoción humana que un grupo de católicos comprometidos concreta en 1965, con sede en
Resistencia, e inmediatamente se aboca a la tarea de poner en práctica las recomendaciones: educación popular y apoyo a las organizaciones populares de base. Guiada por estas premisas nació INCUPO dos años más tarde.
Cuatro etapas
No obstante, la labor de INCUPO no quedó sólo atada a la educación a distancia. En el trascurso de cuatro décadas y con la buena práctica de evaluarse y de aceptar ser evaluados, los esfuerzos de su acción fueron adquiriendo distintas configuraciones, a
lo largo de cuatro etapas, buscando siempre adaptarse a los cambios y a las necesidades de la gente. La primera de ellas es la que corre desde la primera salida al éter, y en la que prima la radio como medio de educación hasta 1982. Estaba inspirada en la radio educativa creada por el padre José J. Salcedo Guarín en 1947 en Sutatenza, un pueblo rodeado de campesinos dispersos en el valle de Tenza, en Colombia. En lo pedagógico, seguía las propuestas de Paulo Freire para “brindar al campesino- radioescucha los elementos necesarios para que desarrolle una adecuada educación de base, fomente el
espíritu de solidaridad y, organizado, entre a participar para lograr la solución de los problemas”.
Con el regreso a la democracia se reorienta la estrategia: entre 1982 y 1992 se trabaja con la intención de promover la toma de conciencia de la situación de pobreza del Norte y sus causas; se busca motivar a los sectores populares para el cambio y sensibilizar a la comunidad nacional sobre la responsabilidad que le cabe. Se trabaja mucho para impulsar el rescate, la valorización y el discernimiento de los valores culturales auténticos de los sectores populares. El cambio en la estrategia adoptada privilegia los componentes políticos y económicos y se centra en la organización y la lucha por la tierra, el autoabastecimiento, las tecnologías apropiadas y la comercialización de conjunto.
En la tercera etapa, desde 1992 hasta 2000, se producen importantes cambios en la estructura interna pues el crecimiento cuantitativo y cualitativo en los procesos de promoción y desarrollo rural demandan aportes cada vez más específicos y calificados (transformación de productos, comercialización, manejo de recursos naturales como el agua o el bosque, producción de alimentos sanos). A ello se suma la necesidad de multiplicar las propuestas a través de personas de las mismas comunidades, lo que da lugar a procesos de formación de multiplicadores… y al creciente intercambio y articulación entre instituciones afines en el campo del desarrollo rural.
Desde 2000 una vez más los desafíos del contexto obligan a seguir pensando en una propuesta educativa en consonancia con los nuevos escenarios. Se pone énfasis en que
cada actor reconozca y sepa hacer valer sus derechos. Mujeres, jóvenes, campesinos, aborígenes son “temassujeto” que se trabajan con fuerza, junto con otros muy concretos: tierra, agua, trueque y mercadeo, salud, alimentación, comunicación, leyes, organización.
Hoy INCUPO cuenta con su sede principal en Reconquista y subsedes en las localidades de El Colorado y Las Lomitas (Formosa), Resistencia, Corrientes y Añatuya; un centro de capacitación en La Lola (Santa Fe) y un equipo de más de 70 personas. La permanente actitud de autoevaluación y la capacidad de adaptarse a tiempos y circunstancias son factores que explican la permanencia y la riqueza del trabajo de INCUPO. Pero sin duda estas características nacen de la mística que convoca y reúne a su gente.
Nada mejor para terminar que conocer cómo se definen hoy a sí mismos: “La presencia de INCUPO en la Región trasciende el alcance de su labor educativa: contribuye a promover el desarrollo rural que involucra otras dimensiones como la comunicación popular, las propuestas económico-productivas, la articulación de iniciativas y experiencias e inclusive, la de provocar y proponer nuevos enfoques y políticas para el desarrollo rural regional”.
1 Readers Commented
Join discussionLa sociedad siempre ha valorado positivamente la educación y formación de las personas. En aquellos tiempos, fué una buena noticia, pues la gente más pobre o rural podía acceder a formación de forma gratuita, la radio. Los comienzos fueron difíciles, pues debían adaptar para el oyente, el contenido y el horario de emisión, pues su público objetivo eran los campesinos. Proviniente de una familia de agricultores, siempre he tenido en cuenta en que hay que estudiar, de hecho, mis padres me lo han inculcado desde pequeña. El mundo laboral está ansioso de contratar gente profesional y con formación, por ello, animo a todos a, poco a poco, conseguir este objetivo.