Compilado por Ignacio Klich y Cristian Buchrucker, Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, 254 páginas.
La obra recoge el resultado de una compilación realizada por Ignacio Klich y Cristian Buchrucker respecto de una serie de investigaciones que se dirigen a llevar claridad y realismo a una cuestión aún hoy controversial en la opinión pública, aunque ya suficientemente dilucidada en los medios académicos.
Se trata de ocho trabajos realizados por argentinos como Beatriz Figallo, Mario Goloboff y Marta Barbieri y por extranjeros como Ronald Newton y Heinz Schneppen, entre otros, todos ellos titulares de sobrados pergaminos por tratarse de investigadores de probada seriedad pertenecientes a distintas universidades de prestigio. Casi todos reúnen, entre otros antecedentes, el haber participado de una de las iniciativas más importantes que registra este proceso: la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del nazismo en la Argentina (CEANA).
Ignacio Klich, quien fue el coordinador académico, asume también ese papel en esta obra colectiva junto al historiador Christian Buchrucker, considerado uno de los estudiosos actuales más prestigiosos en materia de nacionalismo y peronismo.
Tales investigaciones constituyen, al decir del prólogo de Joseph Page, un aporte de valía para esa discusión, que no da señales de agotamiento entre otros motivos debido a la peculiar naturaleza de la cuestión y el enfoque con que ocasionalmente se han querido presentar los datos, envueltos en una trama más cercana a las novelas de terror y misterio que al hecho histórico.
El mito y la teoría conspirativa no son ajenas a ella. Parte de esta leyenda es la del supuesto nazismo de Perón. Los temas relevados son variados y engloban incluso la literatura de ficción, y también enriquecen el conjunto varios informes que constituyen un importante apéndice bibliográfico.
Los comentarios finales, a cargo de una figura de la talla de Ralph Dahrendorf, resultan elocuentes al mostrar satisfacción por el resultado producido y calificar de descollantes a algunos de los trabajos de la comisión. El publicista recientemente fallecido concluye que el clima político e intelectual de ese momento histórico –una amalgama de militarismo, autoritarismo militarista y anticomunismo militante–, fue receptivo a las ideas fascistas, incluyendo al propio Perón (a lo que se puede acotar: sin que ello lo califique como tal de modo necesario), pero que el número de verdaderos criminales de guerra que buscaron cobijo en el país fue bastante reducido, sin faltar los “refugiados intelectuales” nostálgicos del “Nuevo Orden”, algunos de los cuales oficiaron de mentores intelectuales del nacionalismo argentino.