concierto(Francia, Italia, Rumania, Bélgica, Rusia, 2009) Dirección: Radu Mihaileanu

Permita el lector una pequeña digresión: en diciembre se cumplirán cinco años de la visita del talentoso director Radu Mihaileanu a la Argentina, invitado por el siempre certero festival Pantalla Pinamar. El realizador vino para presentar un film duro y extraordinario, Ser digno de ser, pero hasta entonces sólo era conocido aquí por la agridulce y sentida Tren de la vida. Chispeante y comunicativo, en un almuerzo de sábado bailó la música de Mikis Theodorakis (el clásico Zorba el griego) con la entonces jefa de prensa del evento, la recordada Berta Esion, y con China Zorrilla, cada una con más de 80 primaveras.

Pero 15 años antes de ese baile, en 1980, Radu, con apenas 22 años, dejaba Rumania con supuesto rumbo a Tel Aviv. La dictadura de Nicolae Ceausescu le había permitido visitar por dos semanas a su abuela, pero el destino real fue París y el exilio, debido a las persecuciones que vivía el novel cineasta. Su familia le dijo adiós con una sonrisa impostada ante la policía aeroportuaria y su madre tuvo que disimular sus lágrimas en el baño. De igual manera, entre la música, la sonrisa y el llanto, transcurre el cine de Radu Mihaileanu y aunque en apariencia uno de estos preceptos siempre supere a otro, subyace su clara amalgama en cada film. Lo mismo ocurre con El Concierto, donde el director vuelve a esas constantes analizando siempre un episodio de represión y la búsqueda de la libertad en el hombre.

La historia nos introduce la figura de Andrei Filipov, el mejor director de la Orquesta del Bolshoi en tiempos de la URSS, que en la actualidad sigue vinculado al teatro pero como personal de limpieza por su negativa a realizar una de las acostumbradas “purgas” del soviet, en tiempos de Breznev. El ostracismo lo acompañó durante las siguientes tres décadas hasta que un día, limpiando la oficina de la dirección del teatro, descubre un fax donde invitan a la orquesta a tocar en el Teatro de Chatelet, histórico escenario parisino donde actuó Tchaikovsky. Precisamente, los recuerdos musicales del director se detienen en la fatídica noche cuando, interpretando el “Concierto para violín y orquesta en Re mayor Op. 35” del compositor ruso, es interrumpido en plena escena por la censura del régimen. Con el fax en sus manos, Filipov acaricia la posibilidad de volver a dirigir al Bolshoi. Pero El concierto no es un drama intimista sino una desbordante comedia- dramática más a tono con el cine del bosnio Emir Kusturica, porque en base a una historia de hondo dramatismo el director añade una batería de pintoresquismo cargada en exceso.

Sin embargo, Radu Mihaileanu construye una narración menos centelleante y brinda momentos de sincera emoción, si bien también desfilan caricaturizados los nuevos ricos y la mafia rusa, los viejos jerarcas comunistas y el ocaso cultural de una nación que se sintió grande.

A pesar de que en un comienzo la trama no facilita la ubicación exacta en tiempo histórico –si aún se vive en tiempos de la URSS o a poco de su inmediata desaparición, aunque finalmente no será ninguna de las dos– y el guión, entre la humorada y el drama, avanza desordenadamente; El concierto es un film que consigue el cometido de agradar al espectador en base a la inteligente cámara de Mihaileanu, por su estilo pirotécnico hasta el clímax final. También gracias a las sinceras actuaciones que brindan el actor ruso Aleksei Guskov (como el director caído en desgracia), la bella promesa del cine francés Mélanie Laurent, como la violinista que acompañará dicha función permitiendo otra vuelta de tuerca, e incluso los siempre afirmados François Berléand y Miou- Miou. El final de El Concierto, síntesis lograda de la comunicación a través de la música, posibilita escuchar a un Tchaikovsky interpretado, en la realidad, por la joven y excepcional violinista Sarah Nemtanu. Es de esperar que su banda de sonido, con justicia premiada con el César de la Academia del Cine francés, sea editada en coincidencia con su estreno en la Argentina.

1 Readers Commented

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  1. GLADYS FRIGOLA on 30 mayo, 2011

    LA PELICULA ME FASCINÓ, SOBRE TODO LA MÚSICA, SABIAMENTE ELEGIDA, NO ME AGRADÓ TANTO LA DISPERSIÓN DE LOS MÚSICOS, ME PARECIÓ QUE NO ESTUVO A LA ALTURA DEL RESTO DEL FILM. PERO LA TRAMA Y EL FINAL SON MUY BUENOS. SALÍ DEL CINE CON GANAS DE QUEDARME Y VOLVER A VERLA. MUY BUENO EL SUSPENSO DE » QUIÉN SERÁN LOS PADRES «

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